Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 20 de octubre de 2009

Mysterium iniquitatis (1) Introducción

Reflexiones sobre el misterio del bien y del mal.
(recordando al reciente aniversario del inicio de la 2da guerra mundial– “una espiral de violencia, de destrucción y de muerte como nunca antes se había conocido”)
“ En un lugar como este se queda uno sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto?”
[…]
“¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?”

Conceptos fuertísimos del Santo Padre Benedicto XVI en su visita al camposanto – lugar de concentración de Auschwitz, durante su viaje apostólico a Polonia en el 2006. Allí mismo rendía homenaje y elevaba una suplica “en silencio nos inclinamos profundamente en nuestro interior ante las innumerables personas que aquí sufrieron y murieron. Sin embargo este silencio se transforma en petición de perdón y reconciliación, hecha en voz alta, un grito al Dios vivo para que no vuelva a permitir jamás algo semejante.” No obstante aclaraba que “Nosotros no podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia”

Palabras del Santo Padre Benedicto XVI que adopto simbólicamente en estas reflexiones refiriendome a “uno de tantos lugares similares diseminados por el continente europeo” espacios ocultos que siguen descubriéndose, donde seres creados por Dios a su imagen y semejanza fueron asesinados, mutilados, masacrados, enterrados vivos, por sus mismos hermanos durante y después de la 2da guerra mundial en un inexplicable eclipse humano que cubrió rostros, encegueció corazones y envolvió esta bendita tierra en tinieblas, transformándola en un “lugar de chacales” porque el hombre había vuelto a ceder a la sugerencia del tentador: "Contemptus Dei", rechazando y despreciando a Dios, odiando todo aquello que tiene que ver con Dios o procede de Dios, “infectando” la naturaleza humana.

En el tercer año de preparación para el gran jubileo del año 2000, en la Catequesis del 18 de agosto de 1999, el Siervo de Dios Juan Pablo II iba más allá del mal de la segunda guerra mundial y trasladando su pensamiento a nuestros días expresaba : Por desgracia, los seres humanos pueden llegar a ser protagonistas de maldad, es decir, «generación malvada y adúltera» (Mt 12, 39).
“La «malignidad» humana, constituida por el poder demoníaco o suscitada por su influencia, se presenta también en nuestros días de forma atrayente, seduciendo las mentes y los corazones para hacer perder el sentido mismo del mal y del pecado. Se trata del «misterio de iniquidad», del que habla san Pablo (cf. 2 Ts 2, 7). Del mal y del “gran tema de la conversión, que incluye la liberación del mal (cf. Tertio millennio adveniente, 50).”

El Papa nos recordaba que “La vuelta sincera a Dios y la liberación del mal son dos aspectos de un único camino”
“A cada generación – decía - la Iglesia vuelve a presentarle, como el apóstol Pedro en su conversación con Cornelio, la imagen liberadora de Jesús de Nazaret, que «pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo porque Dios estaba con el» (Hch 10, 38) y aunque en Jesús tuvo lugar la derrota del maligno, cada uno de nosotros debe aceptar libremente esta victoria, hasta que el mal sea eliminado completamente. Por tanto, la lucha contra el mal requiere esfuerzo y vigilancia continua”.
“La Iglesia, experta maestra de humanidad y de santidad, nos indica instrumentos antiguos y siempre nuevos para el combate diario contra las sugestiones del mal: son la oración, los sacramentos, la penitencia, la escucha atenta de la palabra de Dios, la vigilancia y el ayuno. Angelus 12 de febrero 2002”


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De Mons. Estanislao E. Karlic