Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 25 de octubre de 2016

El horror, el santo y nuestros días (2 de 4)

Auschwitz/Oswiecim -  Maximiliano Kolbe  



Traducido de Rocco Buttiglione:  KAROL WOJTYLA – The thought of the man who became Pope por (William B. Erdman Publishing Co. 1997)

“Adorno le adjudica esta imagen al sobreviviente judío, que fácilmente podría aplicarse a la raza aria y relacionar el destino de las victimas con el de los asesinos. (13) Cuando la fuerza es enteramente disociada de la justicia, el homo sapiens no logra reivindicar elevarse mas allá de la mera animalidad alegando su capacidad de acceder a un orden superior de valores.  
La pregunta de Adorno – si aun es posible hacer filosofía después de Auschwitz, básicamente si aun es posible ser humano – no ha encontrado respuesta en la cultura contemporánea.  Sin embargo ha sido encarada por Juan Pablo II, primero implícitamente en su encíclica  RedemptorHominis,  y  explícitamente en su homilía en la Misa celebrada en la explanada de Brzezinska el 7 de junio de 1979. Esta homilía esta centrada en una figura fascinante que gozara de gran prestigio en la vida eclesiástica y cultural polaca antes de la guerra. El padre Kolbe, encarcelado en el campo de exterminio fue consuelo y ayuda constante para sus compañeros, un recordatorio viviente de su dignidad humana, violada en ese lugar.  Durante una represalia Kolbe se ofreció a ir a la cámara de gas en reemplazo de un compañero, padre de familia números, aceptando el desafío de ser condenado a morir de hambre.  Karol Wojtyla siempre practico  gran devoción por   San Maximiliano M. Kolbe.  Para Juan Pablo II fue el modelo de estos tiempos difíciles, no solamente por su propia estatura espiritual, sino también por el significado particular que, en la Providencia de Dios, asume su sacrificio.  Porque es en ello que radica la respuesta a la fundamental pregunta filosófica: Si es posible y cómo ser humano después del horror de la guerra.  Esta respuesta no es fruto de una reflexión abstracta sucede a un hecho y busca neutralizar la memoria del sufrimiento, sino que es una respuesta cuyo testigo ha sido sellado con sangre.
Desde el comienzo, en su homilía dedicada la figura del padre Kolbe, Juan Pablo II acoge la opinión de Adorno en el significado de Auschwitz de nuestra época, pero lo revierte. El comienza así:

“...Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Jn 5, 4)
Estas palabras de la Carta de San Juan me vienen a la mente y me llegan al corazón, cuando me encuentro, junto con vosotros, en este lugar donde se ha llevado a cabo una particular victoria del ser humano mediante la fe. Por la fe que hace nacer el amor de Dios y del prójimo, el único amor, el amor supremo que está dispuesto a “dar la vida por sus amigos” (Jn 15, 13; cf. 10, 11). Una victoria pues por el amor que hace viva la fe hasta el extremo del último y definitivo testimonio…..La victoria mediante la fe y el amor la consiguió este hombre en este lugar, construido para la negación de la fe –de la fe en Dios y de la fe en el hombre– y para aplastar radicalmente no sólo el amor, sino todos los signos de la dignidad humana, de la humanidad. En este lugar del terrible estrago……el P. Maximiliano Kolbe, ofreciéndose voluntariamente a sí mismo a la muerte, en el búnker del hambre, por un hermano, consiguió una victoria espiritual, similar a la del mismo Cristo.”


(13)  Adorno:  Negative dialects, pp 327-28)

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