Traducido de Rocco
Buttiglione: KAROL WOJTYLA – The thought of the man who became Pope por (William
B. Erdman Publishing Co. 1997)
(fotografia de Auschwitz.org)
Auschwitz/Oswiecim - Maximiliano Kolbe
“El
campo de concentraciòn de Oswiecim, el pueblo polaco que los alemanes llamaron
Auschwitz , es el símbolo más potente del horror de la guerra por un lado, y por otro la culminación de la cultura del inmanentismo.
En un universo que expulsa a Dios, el
respeto al hombre es nulo. El hombre se
torna un simple objeto, similar a otros objetos naturales, a merced de la
voluntad de poder de otros hombres. Así cualquiera, acorde a su propio proyecto
de vida, trata a otros como si fuese una herramienta. De esta
manera cualquier hombre se transforma en objeto del proyecto de otros hombres y
la vida social se convierte en un escenario
de instrumentalización reciproca donde triunfa el principio darwiniano de “supervivencia
del más apto”. (que Spencer aplicó a la especie humana). El hecho de que el
mismo error que testimonia Auschwitz haya sido reproducido en un entorno político
radicalmente diferente, muestra como la gran división que atraviesa la historia
contemporánea – aquella que se opone radicalmente a matanzas y victimas - influencia nuestra manera de pensar acerca de
los seres humanos. La antítesis
radica en la posición de aquellos que - aunque
persiguieran su propio interés - aun respetan cierta medida de verdad y
justicia, y aquellos que no aceptan límites
en su carrera hacia el poder.
El
horror de Auschwitz es tan inmenso que necesariamente debe tener un significado
filosófico. No se trata solo del número de víctimas y de su horrenda manera de
morir. Auschwitz es el símbolo de la humillación
del hombre que, bajo diferentes (aunque no menos emblemáticas) formas, no cesa
de repetirse en nuestro tiempo. Se nutre
de una profunda desviación espiritual, que debemos comprender en sus raíces si
queremos ponerle fin a la barbarie.
Nadie
ha enfrentado estas cuestiones más frecuente y profundamente que Theodore
Adorno. El se pregunta si después de Auschwitz aun es posible escribir poesía o
filosofía. Porque el mundo al cual pertenece Auschwitz es un mundo sin alma, y
las actividades espirituales que perduran solo sirven para equiparlo con una apariencia
de legitimidad que contradice vergonzosamente su realidad. Si la II Guerra
Mundial marca la catástrofe del inmanentismo ético, es precisamente en Auschwtiz
donde el dogma fundamental de la filosofía de la historia, la manifestación
paralela de justicia y fuerza, se contradice de la manera más cruenta. Y la victoria militar de los Aliados no
alcanza para refutar este juicio. Uno de los principales vencedores en la
guerra mantuvo en su propio país un sistema Gulag a la altura de un comandante
de campo Nazi. Mas aun a fin de obtener
la victoria, las fuerzas Aliadas causaron la muerte de cientos de miles de
inocentes en Hiroshima y Nagasaki. Mas
alla de cierto nivel parecería que la fuerza casi inevitablemente se separa de
la justicia.(1) La historia humana, una vez orientada hacia un progreso
definitivo, se enfrenta con la amenaza de la destrucción. Aunque no haya golpeado todas las ciudades y
destruido vidas humanas, arrasó con los valores y la conciencia que debiera
animar aquellas vidas. El drama del hombre
moderno consiste en haber sobrevivido físicamente su propia extinción espiritual.”
(1)
Simone
Weil, citando a Homero, dice que “la justicia vuela de los vencedores” .
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