“Quiero deciros
desde el primer momento que admiro y aliento de todo corazón el trabajo
abnegado de los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que, a ejemplo de
Jesús y en comunión con toda la Iglesia, están dedicados a vuestro servicio y
ayuda; dando testimonio de Cristo que, siendo rico se hizo pobre libremente,
nació en la pobreza de un pesebre, anunció la liberación a los pobres, se
identificó con los humildes, los hizo sus discípulos y les prometió su reino.
Como lo expresé recientemente a vuestros obispos, la Iglesia quiere mantener su
opción preferencial, no excluyente, por los pobres, y apoya el empeño de
cuantos, fieles a las orientaciones de la jerarquía, se entregan generosamente
en favor de los más necesitados (Cf.. IOANNIS PAULI PP. II Allocutio ad quosdam Peruviae Episcopos
occasione oblata eorum visitationis «ad Limina», die 4 oct. 1984: Insegnamenti
di Giovanni Paolo II, VII, 2 (1984) 737 ss.).”
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