“La piedra, dice San Pablo, “era Cristo”. Y añade: “Cuanto al
fundamento, nadie puede poner otro, sino el que está puesto, que es
Jesucristo”.
Jesucristo es,
pues, la piedra fundamental del nuevo templo de Dios. Rechazado, desechado,
dejado a un lado, dado por muerto —entonces como ahora—, el Padre lo hizo y
hace siempre la base sólida e inconmovible de la nueva construcción. Y lo hace
tal por su resurrección gloriosa. “Esta es la obra de Yahvé, admirable a
nuestros ojos”.
(de la Homilía de Juan Pablo II – Misa en la Iglesia de San Bartolomè de Orcasitas -
Madrid, 3 de noviembre de 1982)
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