a) El Creador, al llamar
a la existencia al hombre: como persona y comunidad a la vez, le mostró el
camino de la salvación, esto es, de hacer el bien y de modelar un «mundo de
bien» cada vez más maduro. Este camino pasa al mismo tiempo por el corazón (la
conciencia) del hombre y por la comunidad. El bien tiene su dimensión
social, y esta dimensión aparece cuando «a imagen de la Santísima
Trinidad los hombres se unan como hijos de Dios en la verdad y el amor». Esa
unión sirve al bien y lo multiplica y difunde de modo maravilloso.
b) En
oposición al bien, existe también una dimensión social del mal. Va a la par que
aquello que llamamos pecado ajeno. Ciertamente, el primer pecado (original) fue
un pecado ajeno: comenzó por la tentación del mal espíritu, y luego paso de un
ser humano (la mujer) a otro (el hombre). El pecado ajeno supone diversas
formas de escándalo.
c) Cristo
dijo: «Ay del mundo por los escándalos!» y maldijo a los escandalizadores. El
mundo de hoy está lleno de escándalos varios. El escándalo se ha convertido en
cierto modo en un programa de vida social. Al mismo tiempo se despoja a ese
escándalo de su fundamental sentido moral: no se llama mal al mal. Y así el mal
consigue triunfos aún mayores. Son absolutamente necesarias en el mundo moderno
comunidades de cristianos – hijos de Dio s- unidas por la verdad y el
amor para «desintoxicar el ambiente». (esta idea me vino también con motivo del
encuentro con el Movimiento Oasis). Y aarte de esto es tarea del
obispo-pastor crear comunidades así, dar vida a las ya existentes. Oponerse al
mal, quitarle en la medida de las posibilidades su dimensión social.
d) Hoy
se enfatiza mucho la dimensión social de cada pecado: bo solo destruye el bien
en los individuos, sino también en la comunidad de la Iglesia. La dimensòn
fundamental del mal y del pecado siempre es y será la «ofensa a Dios». Aún asi,
también es verdad que destruye la vida del espíritu y que es causa de la muerte
moral no solo de los individuos, sino de sociedades enteras. El pecado ¿y la
muerte!.
e) El
escándalo como forma múltiple de pecado ajeno obliga a un mayor sentido de
responsabilidad por el bien y por los hermanos.
(tomado de las
meditaciones del 8 de julio de 1977 de JUAN PABLO II Estoy en tus manos
Cuadernos personales 1962-2003 publicado por Planeta, 2014).
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