"No permitáis
que los poderosos arruinen al hombre", escribía Volodymyr Monomach (+
1125) en su libro "Enseñanza a los hijos". Son palabras que aún hoy
conservan plenamente su validez.
En el siglo XX los regímenes totalitarios
destruyeron enteras generaciones, porque minaron tres pilares de toda
civilización auténticamente humana: el reconocimiento de la
autoridad divina, de la que brotan las orientaciones morales irrenunciables
de la vida (cf. Ex 20, 1. 18); el respeto a la
dignidad de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,
26-27); y el deber de ejercer el poder al servicio de todo miembro de
la sociedad sin excepciones, comenzando por los más débiles e
indefensos.
El haber negado a Dios no ha hecho al hombre más
libre. Al contrario, lo ha expuesto a diversas formas de esclavitud, rebajando
la vocación del poder político al nivel de una fuerza bruta y opresiva.
Políticos, no olvidéis esta
dura lección de la historia. Vuestra tarea es servir al pueblo, asegurando a
todos paz e igualdad de derechos. Resistid a la tentación de aprovecharos del
poder para intereses personales o de grupo. Tened siempre solicitud por los
pobres y esforzaos con todos los medios legítimos por garantizar a cada uno el
acceso al justo bienestar.
Hombres de cultura, contáis con una gran historia. Pienso, en particular, en el
arzobispo ortodoxo de Kiev, el metropolita Pedro Mohyla, que en 1632 fundó la
Academia de Kiev, la cual permanece en el recuerdo como faro de cultura
humanística y cristiana. A vosotros corresponde el ejercicio de una
inteligencia crítica y creativa en todos los ámbitos del saber, conjugando el
patrimonio cultural del pasado con las exigencias de la modernidad, a fin de
contribuir al auténtico progreso humano, con vistas a la civilización del amor.
En este contexto, deseo vivamente que la enseñanza de las ciencias
eclesiásticas reciba el reconocimiento debido, también por parte de la
autoridad civil.
VIAJE APOSTÓLICO A UCRANIA
(23-27 DE JUNIO DE 2001)
Del Discurso del Santo Padre Juan
Pablo II en su Encuentro con políticos, intelectuales y empresarios en el Palacio Presidencial “Mariyinskyi”, Kiev
Sábado 23 de junio de 2001
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