Aquel
viaje a Sudán
Mi recuerdo más afectuoso del papa Juan Pablo II es el que, con emoción y alegría, me traslada a aquellas nueve horas transcurridas con él en Jartum en aquel 10 de febrero de 1993 cuando el Pontífice vino por primera vez a nuestra tierra sudanesa. Recuerdo su llegada al aeropuerto, cuando tras bajar del avión se arrodilló para besar nuestra tierra diciendo luego: «La paz sea con vosotros».
¡Nadie podía dejar de asombrarse por este gesto de amor realizado por el Santo Padre! Quienes conocen la situación de Sudán saben lo que pudo significar su llegada y aquel gesto en una tierra martirizada por la guerra civil. El declaró abiertamente frente a los diplomáticos y los hombres de gobierno que había venido en señal de paz y para ver a sus hijos violentados por la injusticia y perseguidos. No escondió su satisfacción de poder celebrar la eucaristía, por primera vez públicamente, en un país islámico fundamentalista.
El Papa, con su breve visita, nos ayudó mucho. Una visita de nueve horas para proclamar a Jesucristo «nuestra paz» y para darnos a todos una esperanza siempre nueva. Diez años después de aquella visita, en 2003, el Santo Padre me llamó al Colegio cardenalicio. «Usted», me dijo, «viene del amado continente africano, sea siempre gracia y bendición para la Iglesia de Jartum y para todo el pueblo sudanés»; con conmoción le dije que mi deseo mayor era seguir y perseverar en la fidelidad el ejemplo de mi predecesor y fundador de la Iglesia sudanesa: san Daniel Comboni
-0-
Palabras de Juan Pablo II en la Audiencia del 17 de febrero de 1993, a su regreso del viaje apostólico a Benim, Uganda y Sudán:
Josefina Bakhita. Junto a los santos mártires ugandeses y a las beatas
Anwarite y Victoria, la Providencia divina pone, en el camino del Evangelio
entre las jóvenes Iglesias de África, una beata sudanesa. Vendida de joven en
el mercado de los esclavos, rescatada luego y liberada, halla el camino para
seguir a Cristo entre las religiosas de santa Magdalena de Canosa, en tierra
véneta, donde recibe el bautismo y emite los votos religiosos. Dios ha revelado
la santidad de esta humilde hija de África en un momento especial. Después de
la beatificación, acaecida en Roma en mayo de 1992, ha nacido la idea de honrar
a la nueva beata también en su país de origen. Ésta es su patria: ella
debe hacer brillar entre los suyos la luz divina que ilumina la vida,
difícil y llena de sufrimientos, de sus compatriotas.
En Sudán, país en su mayoría musulmán, los
cristianos pertenecen a la población negra autóctona, concentrada sobre todo en
el sur. En la archidiócesis de Jartum, la capital, el número
de los católicos ha aumentado a causa de los prófugos procedentes del sur,
donde desde hace muchos años continúa la guerra y donde hasta la ayuda
humanitaria ha llegado a menudo con dificultad. La evangelización del Sudán
está vinculada desde hace más de un siglo, de modo especial, a la actividad de
los padres Blancos, de Daniel Comboni, y de su congregación misionera, así como
a la de otras comunidades.
Durante la celebración eucarística, la
Iglesia en Sudán, con la participación de una gran multitud de
cristianos de todo el país, ha acogido a Bakhita, su hija declarada
beata, que ha regresado, en el misterio de la comunión de los santos,
al pueblo del que en otro tiempo había salido.
Confiamos en que dichos acontecimientos
contribuyan al acercamiento de musulmanes y cristianos de Sudán para el bien de
toda África y para la causa de la paz en el mundo contemporáneo.
---
Alguna información mas reciente de la sufrida Sudan, patria de Santa Josefina Bakhita
MariaConcepcion Lopez, misionera en Sudan
Alocucióndel Santo Padre Pablo VI a los misioneros expulsados de Sudán
No hay comentarios:
Publicar un comentario