Celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesus, “ Una fiesta litúrgica que irradia una peculiar tonalidad espiritual sobre todo el mes de junio. Es importante que en los fieles siga viva la sensibilidad ante el mensaje que de ella brota: en el Corazón de Cristo el amor de Dios salió al encuentro de la humanidad entera.
Se trata de un mensaje que,
en nuestros días, cobra una actualidad extraordinaria. En
efecto, el hombre contemporáneo se encuentra a menudo trastornado, dividido,
casi privado de un principio interior que genere unidad y armonía en su ser y
en su obrar. Modelos de comportamiento bastante difundidos, por desgracia,
exasperan su dimensión racional-tecnológica o, al contrario, su dimensión instintiva,
mientras que el centro de la persona no es ni la pura razón,
ni el puro instinto. El centro de la persona es lo que la Biblia llama
«el corazón»….El Corazón de Cristo es la sede universal de la comunión con Dios
Padre, es la sede del Espíritu Santo. Para conocer a Dios, es preciso
conocer a Jesús y vivir en sintonía con su Corazón, amando, como él, a Dios y
al prójimo.
La devoción al Sagrado
Corazón, tal como se desarrolló en la Europa de hace dos siglos, bajo el
impulso de las experiencias místicas de santa Margarita María Alacoque, fue
la respuesta al rigorismo jansenista, que había acabado por desconocer
la infinita misericordia de Dios. Hoy, a la humanidad reducida a una sola
dimensión o, incluso, tentada de ceder a formas de nihilismo, si no teórico por
lo menos práctico, la devoción al Corazón de Jesús le ofrece una propuesta de
auténtica y armoniosa plenitud en la perspectiva de la esperanza que no
defrauda.
Hace más o menos un siglo, un
conocido pensador denunció la muerte de Dios. Pues bien, precisamente
del Corazón del Hijo de Dios, muerto en la cruz, ha brotado la fuente perenne
de la vida que da esperanza a todo hombre. Del Corazón de Cristo crucificado
nace la nueva humanidad, redimida del pecado. El hombre del año 2000
tiene necesidad del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para
conocerse a sí mismo; tiene necesidad de él para construir la civilización del
amor.
Os invito, por tanto,
amadísimos hermanos y hermanas, a mirar con confianza al Sagrado Corazón de
Jesús y a repetir a menudo, sobre todo durante este mes de junio: ¡Sacratísimo
Corazón de Jesús, en ti confío!”
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