El
25 de mayo de 1995, a tan solo dos meses después de haber firmado Evangeliium Vitae Juan Pablo II presenta
una nueva encíclica Ut Unum Sint
sobre el imperativo de la unidad de los cristianos. . El titulo (Que puedan ser
uno) conmemoraba palabras del Papa Juan XXIII que murió en 1963 con estas
palabras, de Cristo para sus discípulos,
en sus labios.
Durante
16 años el activismo ecuménico de Juan Pablo II fue encarnando la visión articulada
por el Vaticano II en Lumen Gentium, 8 ––
la Iglesia católica necesariamente involucraba a todos los cristianos, quienes
de alguna manera estaban relacionados al catolicismo por su bautismo. Sin
importar lo que pensaran de la Iglesia católica, la Iglesia católica los consideraba hermanos y hermanas en
Cristo.
(..)
Quedaba
algo mas por decir además de lo que ya
se había dicho y hecho? Juan Pablo II evidentemente consideraba que si, y la
encíclica – iniciativa personal del Papa, profundizaba el concepto católico del
ecumenismo haciendo lo que fue considerado el ofrecimiento papal más audaz a la
ortodoxia y al protestantismo después de las divisiones de 1054 y el siglo XVI.
Lo
verdaderamente nuevo de Ut Unum Sint fue indudablemente el conjunto de señales
que se enviaba a todo el mundo dentro de la Iglesia Católica. Aquellos que
consideraron el Vaticano II una moda pasajera
fueron claramente informados que estaban
equivocados. La primer encíclica
dedicada enteramente al ecumenismo aclaraba que el compromiso ecuménico del
catolicismo era irreversible. La encíclica también desafiaba a aquellos que se
cobijaban cómodamente en el dialogo ecuménico post conciliar. Ut unum sint solicita a los profesionales
ecuménicos recuperar el sentido de urgencia del tema. La desunión cristiana
dificultaba aun más la proclama de la Palabra y
la superación del abismo de
razas, etnicidad y nacionalismos que dividían un mundo conflictivo y en
peligro. Si los cristianos no podían reparar la unidad de la Iglesia, mal posicionados
estaban para trabajar en la unidad de la raza humana. Juan Pablo II le pidió a los católicos de todo el mundo
reasumir el compromiso del ecumenismo fogoneado durante los primeros años
después del Concilio y opacado después.
En
Ut Unum Sint Juan Pablo II también llamaba la atención su enfoque ecuménico
hacia la Ortodoxia. Acercándose el Gran Jubileo Juan Pablo II estaba decidido
hacer todos los esfuerzos posibles para zanjar la brecha del siglo XI antes de
fines del siglo XX. Ante las críticas y la oposición de la ortodoxia que había recibido
en los 1990´s la encíclica de Juan Pablo
II seguía insistiendo que los ortodoxos son “iglesias hermanas” con quienes la
iglesia católica busca entera unidad en una diversidad legitima. El modelo de
cómo podía vivirse esa comunión podría encontrarse en la experiencia del primer
milenio… la sugerencia parecía clara porque no podría el catolicismo la ortodoxia
volver al status quo de antes de 1054? De
tal manera se asumía que no había temas doctrinales de división de iglesias
entre Roma y el Este, pero eso parecía ser la convicción de Juan Pablo II, a
pesar de que algunos católicos y ortodoxos pensaran lo contrario.
La
encíclica también hablaba del intento de unidad de los cristianos con las comunidades
de la Reforma, quizás con menores posibilidades que las evidentes en el llamado
del Papa a los ortodoxos y temas mayores sin resolver, por ej. La relación de las
Sagradas Escrituras con la tradición, la
naturaleza de la Eucaristía, los ministerios apostólicos y sacerdotales, la
autoridad de la Iglesia y Maria como icono de la Iglesia.
La
iniciativa más audaz en la encíclica fue
la propuesta de Juan Pablo II a las iglesias cristianas protestantes y
ortodoxas que le ayudaran a pensar acerca
del pontificado. El ministerio del Obispo de Roma, decía, fue impuesto por
Cristo como un ministerio de unidad para toda la Iglesia, La historia - por
errores humanos - fue introduciendo
divisiones….. no obstante la originalidad y audacia del ofrecimiento, Ut
Unum Sint no recibió la atención de los medios que se le había dado a
Evangelium Vitae. La audacia del ofrecimiento ecuménico de Juan Pablo II en Ut
Unum Sint no fue respondida con la debida creatividad en las respuestas
recibidas.
El
protestantismo había cambiado dramáticamente desde el Vaticano II. Las comuniones
con las cuales se había dialogado habían cambiado.- El crecimiento del protestantismo entre evangélicos
y pentecostales presentaba temas enteramente nuevos para las conversaciones ecuménicas
entre católicos y protestantes. Estos temas no se habían tratado en Ut Unum Sint
y muchos evangélicos en los Estados Unidos que admiraban la Evangelim Vitae y
la promocionaron entusiasmados entre sus comunidades, se sintieron algo
ignorados.
La
iniciativa más audaz de la encíclica de Juan Pablo II proponía a los cristianos
ortodoxos y protestantes ayudarle a pensar como debería ser el pontificado que
pudiera servirles en el futuro. El
ministerio del Obispo de Roma, escribe, en la intención de Cristo fue un
ministerio de unidad para toda la Iglesia. Par algunos cristianos, admite Juan
Pablo II, la memoria del papado “está marcada por recuerdos penosos. A tal
extremo que nos sentimos responsables de eso, y me uno a mi predecesor PabloVI
en pedir perdón”. A pesar de estos recuerdos, los cristianos de diferentes comuniones
llegaron a comprender la importancia de un ministerio unificado al servicio de
la iglesia universal, y algunos parecieron dispuestos a repensar el tema de la “primacía”
del sucesor de Pedro en esos términos de ministerio unificador. Juan Pablo II sintió una “responsabilidad particular”
en avanzar en estos debates “siguiendo la solicitud que me fuera presentada de
encontrar un camino de ejercitar una primacía que no debiera renunciar a lo que
es esencial en su misión, y sin embargo abierta a nuevas situaciones. Tarea ingente – la llama – “que no podemos rechazar y que no
puedo llevar a término solo.”
Por lo tanto Juan Pablo II pide “no podría la comunon real, aunque imperfecta,
que existe entre nosotros”, sentar las
bases sobre las cuales los líderes cristianos y sus teólogos puedan trabajar
para explorar el tipo de pontificado que podría servir a las necesidades de
todos? El Obispo de Roma 941 años después del la desunión decisiva entre Roma y
el Este, y 478 años después de la división de los cristianos occidentales y la
Reforma luterana, pedía a sus hermanos y hermanas separados que le ayudaran a
rediseñar el pontificado para el tercer milenio como servicio de unidad para
toda la Iglesia de Cristo.
(del
capitulo 19 Only One World –la Unidad de los cristianos)
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