Cada
día 16.000 personas se confiesan en las instalaciones portátiles en las que se
escucha en más de 50 idiomas
Si
hubiera que definir a qué suena una Jornada Mundial de la
Juventud ruido, cánticos y risas pugnarían por los primeros puestos.
Por eso sorprende llegar al Parque do Perdâo de Lisboa y comprobar cómo todos
ellos se van apagando, aplacando, hasta casi hacerse imperceptibles. El Parque del
Perdón, el 'confesódromo' como lo bautizaron los jóvenes en otras JMJ, es el
lugar donde la multitud se individualiza, donde la masa se
desgrana para hacerse uno.
En
Lisboa son ciento cincuenta confesionarios abiertos, construidos en madera para
la ocasión, que llenan un parque cercano a la zona Belem, junto al Tajo y el
monumento de los Descubrimientos. Hasta allí han llegado este
miércoles dieciséis mil jóvenes con la intención de practicar el sacramento menos común y que
más les cuesta a las nuevas generaciones: la confesión.
(leer completo en ABC)
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