La
primera peregrinación a Polonia
Ya
la primera peregrinación de Juan Pablo II demostró un cambio. Durante ese
evento, el mensaje de Juan Pablo II no fue limitado solo a los asuntos
nacionales. El tema de cristiandad oriental y la actitud hacia las naciones
eslavas estuvo muy presente, lo que no gustaba al gobierno de la República
Popular de Polonia. Tal vez el elemento más destacado dedicado a este tema fue
el discurso en Gniezno, sobre Wzgórze Lecha, el 3 de junio de 1979. Juan Pablo
IIdedicó el discurso al tema de la herencia común de las naciones eslavas.
Haciendo una referencia a la fiesta de Pentecostés y a la persona de San
Adalberto, dijo:
«¿No es lo que Cristo quiere, no es lo que el Espíritu Santo mandó, que este Papa polaco, Papa eslavo ahora mismo reveló la unidad espiritual de la Europa cristiana que está compuesta de dos grandes tradiciones: del Oeste y del Este? Nosotros, los polacos, que participamos en la tradición del Oeste desde hace un milenio entero, así como nuestros hermanos lituanos, siempre respetamos las tradiciones del Este cristiano durante ese milenio. Nuestras tierras eran hospitalarias para esas tradiciones, que tienen sus raíces en la Nueva Roma - en Constantinopla».
Hasta
hace poco también era desconocido el curso del otro punto de la peregrinación -
la reunión de la Conferencia Episcopal sobre Jasna Góra. Durante una sesión
cerrada el Papa abiertamente hablaba sobre su actitud reacia hacia la política
de normalización de relaciones con el gobierno comunista “cueste lo que cueste”
pero también directamente presentó la intención que había tenido durante la
mencionada antes homilía en Gniezno: «Y también les [la opinión pública
occidental] recordamos que existen los eslavos, que existe Chequia, que existe
Ucrania, los lituanos, que existe la Rusia cristiana desde un mil años».
Durante
la sesión de la Conferencia Episcopal Polaca Juan Pablo II habló también sobre
un tema muy importante más, a saber dijo a los obispos polacos que tienen que
preparar sobre Jasna Góra unas celebraciones del Milenio del Bautismo de Rus,
un poco como el Milenio del Bautismo de Polonia antes. Finalmente, no solo
lograron organizar este evento, sino también el evento llevó a cambios en la
política religiosa de URSS y fue una excusa para el Vaticano para directamente
expresar una demanda de legalización de nuevo la Iglesia greco-católica.
Mientras
ya en el año 1979, durante la sesión sobre Jasna Góra, el Papa expresó
directamente su creencia que este tema - la cuestión de lo que ocurre con los
greco-católicos - no puede ser escondida en el nombre del ecumenismo. Había una
tentación así, porque el lado ortodoxo percibía la misma existencia de las
Iglesias, cuyas creación había sido el resultado de una unión con los
católicos, como un sintomo de proselitismo, es: conversión disimulada de los
fieles ortodoxos al catolicismo, y decía que el rechazo de ese proselitismo fue
una condición de la participación del lado ortodoxo en el diálogo interreligioso.
Pero Juan Pablo II creía que no se puede sacrificar p.ej. la Iglesia
greco-católica ucraniana, especialmente porque la Rusia ortodoxa lo había
tratado con bastante crueldad, no contando con la voluntad de sus fieles,
incorporados por la fuerza a sus estructuras:
«Los ucranianos deberían sentirse valorados. [...] La Iglesia no tiene el derecho a quitarles la verdad histórica sobre ellos en el nombre del ecumenismo. La destrucción de la Iglesia greco-católica
Fuente:JP online
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