Se
cumplen 10 años desde aquel viernes 21 de marzo de 2014 cuando llegaban a Roma,
procedentes de toda Italia, más de 700
familiares de las víctimas de las mafias. Lo hacían en representación de
aproximadamente 15.000 personas que han sufrido el dolor de la pérdida de un
ser querido a manos de la violencia mafiosa.
A partir de 1996, el 21 de marzo, primer dia de primavera, se recuerda en toda Italia, a las víctimas
inocentes de las mafias. La tarde del 21 de marzo de 2014 el Papa Francisco
salió del Vaticano para visitar y saludar a aquellos familiares que se reunian
en la Parroquia de San Gregorio VII (donde
la Asociación “Libera” organizaba un encuentro en recuerdo de las víctimas de
las mafias), previo a la vigilia y la “Jornada de la memoria y el compromiso
que se realizaría esa noche y al dia siguiente en Latina. Cada año la manifestación principal se lleva a
cabo en un lugar diferente, y ese 2014 se desarrollaba en la ciudad lacial de
Latina. El sábado 22 de marzo se celebraba allí la XIX Jornada de la Memoria y
del compromiso, en recuerdo de las víctimas de las mafias, organizada por
“Libera” y “Avviso Pubblico”, sobre el tema “Raíces de Memoria, frutos de
empeño”. (Vat
news)
En su reflexión en la vigilia de oración por las víctimas de las mafias, el papa Francisco saludaba, agradecía el encuentro, invitaba a la oración y a una urgente conversión::
“El deseo que siento es de compartir con vosotros una esperanza, y es esta: que el sentido de responsabilidad poco a poco triunfe sobre la corrupción, en todas las partes del mundo... Y esto debe partir desde dentro, de las conciencias, y desde allí volver a curar, volver a sanar los comportamientos, las relaciones, las decisiones, el tejido social, de modo que la justicia gane espacio, se amplíe, se arraigue, y ocupe el sitio de la iniquidad. Sé que vosotros sentís fuertemente esta esperanza, y quiero compartirla con vosotros, deciros que os estaré cercano incluso esta noche y mañana, en Latina —si bien no podré ir físicamente, pero estaré con vosotros en este camino, que requiere tenacidad, perseverancia.
En especial, quiero
expresar mi solidaridad a quienes entre vosotros han perdido a una
persona querida, víctima de la violencia mafiosa. Gracias por vuestro
testimonio, porque no os habéis cerrado, sino que os habéis abierto, habéis
salido, para contar vuestra historia de dolor y de esperanza. Esto es muy
importante, especialmente para los jóvenes. Quiero rezar con vosotros —y lo
hago de corazón— por todas las víctimas de la mafia. Incluso hace pocos días,
cerca de Taranto, se produjo un delito que no tuvo piedad ni siquiera de un
niño. Pero al mismo tiempo recemos juntos, todos juntos, para pedir la
fuerza de seguir adelante, de no desalentarnos, sino de seguir
luchando contra la corrupción.
Y siento que no puedo
terminar sin decir una palabra a los grandes ausentes, hoy, a los protagonistas
ausentes: a los hombres y mujeres mafiosos. Por favor, cambiad de vida,
convertíos, deteneos, dejad de hacer el mal. Y nosotros rezamos por vosotros.
Convertíos, lo pido de rodillas; es por vuestro bien. Esta vida que vivís
ahora, no os dará placer, no os dará alegría, no os dará felicidad. El poder,
el dinero que vosotros ahora tenéis de tantos negocios sucios, de tantos
crímenes mafiosos, es dinero ensangrentado, es poder ensangrentado, y no
podréis llevarlo a la otra vida. Convertíos, aún hay tiempo, para no acabar en
el infierno. Es lo que os espera si seguís por este camino. Habéis tenido un
papá y una mamá: pensad en ellos. Llorad un poco y convertíos. Recemos juntos a
nuestra Madre María para que nos ayude: Ave María...
(Palabras que me recuerdan aquellas palabras fuertes, enérgicas, inolvidables – decían que fulminantes - al término de la Misa, después de la bendición final que Juan Pablo II expresara en el Valle de los Templos en Agrigento, (su secretario el cardenal Stanislaw Dziwisz expresó que "se enfadó de verdad tan sólo en dos ocasiones" "en Agrigento, cuando habló contra la mafia" y en en aquel Ángelus en el que pidio que no comenzara la guerra en Irak en el año 2003)
Para impartir la bendición, después de su discurso, el Papa Francisco se coloco la estola de Don Diana, mártir de la lucha contra la camorra, cuyo asesinato fue recordado hace unos días por el Papa Francisco en su carta a Mons. Angelo Spinillo, Obispo de Aversa, Aversa
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