Palabras de Juan Pablo II al final del Via Crucis del Viernes Santo año 2003
Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit... Venite adoremus:
«Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la
salvación del mundo... Venid a adorarlo».
Hemos escuchado estas
palabras en la liturgia de hoy: «Mirad el árbol de la cruz...». Son las
palabras clave del Viernes santo.
Ayer, en el primer día del Triduo sacro, el Jueves santo, escuchamos: Hoc est corpus meum, quod pro vobis tradetur: «Esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros».
Hoy vemos cómo se han
realizado esas palabras de ayer, Jueves santo: he aquí el Gólgota, he aquí el
cuerpo de Cristo en la cruz. Ecce
lignum crucis, in quo salus mundi pependit.
¡Misterio de la fe! El hombre
no podía imaginar este misterio, esta realidad. Sólo Dios la podía revelar. El
hombre no tiene la posibilidad de dar la vida después de la muerte. La muerte
de la muerte. En el orden humano, la muerte es la última palabra. La palabra
que viene después, la palabra de la Resurrección, es una palabra exclusiva de
Dios y por eso celebramos con gran fervor este Triduo sacro.
Hoy oramos a Cristo bajado de la cruz y sepultado. Se ha sellado su sepulcro. Y mañana, en todo el mundo, en todo el cosmos, en todos nosotros, reinará un profundo silencio. Silencio de espera. Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit. Este árbol de la muerte, el árbol en el que murió el Hijo de Dios, abre el camino al día siguiente: jueves, viernes, sábado, domingo. El domingo será Pascua. Y escucharemos las palabras de la liturgia. Hoy hemos escuchado: «Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit». Salus mundi!, ¡la salvación del mundo! ¡En la cruz! Y pasado mañana cantaremos: «Surrexit de sepulcro... qui pro nobis pependit in ligno».
Ojalá que todos vivamos este
Triduo lo más profundamente posible. Como cada año, nos encontramos aquí, en el
Coliseo. Es un símbolo. Este Coliseo es un símbolo. Nos habla sobre todo de los
tiempos pasados, de aquel gran imperio romano, que se desplomó. Nos habla de
los mártires cristianos que aquí dieron testimonio con su vida y con su muerte.
Es difícil encontrar otro lugar donde el misterio de la cruz hable de un modo
más elocuente que aquí, ante este Coliseo. «Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit». Salus mundi!
¡Alabado sea Jesucristo!
(Las meditaciones del Via Crucis, compuesto por Juan Pablo II con ocasión de los ejercicios espirituales, que siendo cardenal arzobispo de Cracovia dirigió al Papa Pablo VI y a la Curia Romana en el año 1976, – completas en el sitio oficial DirectorioFranciscano) precedidas por una introducción de Mons. Piero Marini
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