Sígueme»,
dice el Señor resucitado a Pedro, como su última palabra a este discípulo
elegido para apacentar a sus ovejas. «Sígueme», esta palabra lapidaria de
Cristo puede considerarse la llave para comprender el mensaje que viene de la
vida de nuestro llorado y amado Papa Juan Pablo II
(…)
Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en
la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice. Sí, bendíganos, Santo
Padre.
(de la Homilía del Cardenal Joseph Ratzinger en la Misa deExequias de Juan Pablo II – 8 de abril 2005)
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