De
la visita a la Oficina de la Postulación el día anterior nos quedaba una
incógnita! La respuesta de Mons. Oder si este día 18 de mayo, aniversario del
nacimiento de Karol Wojtyla (1920 en Wadowice) podría celebrar una Misa en la
cripta, para nosotras.
La Misa se celebraría por la tarde así que aun teníamos algunas horas para “caminar” Roma a piacere, si bien regresamos al hotel temprano para prepararnos para este sueño (semi atrevimiento) haciéndose realidad, un día para el cual habíamos estado preparándonos durante meses….y llegado el momento indecisas al pedirlo, dudosas, expectantes.
Pensabamos que tendríamos cierta prioridad para entrar a la Basílica;) pero no, fue todo una corrida desde el Arco de las campanas a la Sacristía y Mons. Oder por ningún lado! Estábamos dentro de la Basílica pero no había forma de pasar a la cripta. En realidad podríamos haberlo hecho pero entonces no lo sabíamos;) corríamos de un lugar a otro y nadie sabía donde quedaba la “capilla polaca” (en la cripta hay una serie de pequeñas capillas – allí también está la capilla “mexicana” con Nuestra Señora de Guadalupe) Semi desesperadas y entregadas hicimos la fila como todo el mundo. Llegamos casi sin aliento y allí estaba Mons. Oder esperándonos sonriente, seguramente imaginando nuestros nervios, no hacía falta explicar nada. Con parte de su equipo y dos personas más entramos en la capilla Polaca. No tomé fotos. No podía. Era demasiada la emoción, no podía quebrar la solemnidad y la intimidad de aquella celebración. Cuando vuelvo a recordarlo, me sigue pareciendo increíble lo vivido. Aun siento la presencia viva de Juan Pablo II mirándonos y sonriendo desde su ventana en el cielo orando junto a nosotras.
En su homilía Mons. Oder nos habló (su buen nivel de inglés fue una absoluta sorpresa) del evangelio según San Juan 15, 9-11. “Los he amado como el padre me amo a mi. Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.” En pocas palabras todo dicho!
Aquella Misa fue el momento culminante de nuestro viaje. Nuestras oraciones, nuestros silencios, la paz en la pequeña capilla, dándonos la mano deseándonos paz….tenían un significado especial uniéndonos entre los presentes y todos aquellos que nos habían pedido que rezáramos por ellos. Un privilegio compartido. Después de la misa tuvimos una breve charla con Mons. Oder, allí mismo en el pasillo y antes que pudiéramos terminar de agradecerle esos momentos tan particulares nos esperaba otra sorpresa: todos juntos a su lado pudimos rezar allí alrededor de la tumba de Juan Pablo II. Aun siento mi mano tocando la placa y mis labios dejando un beso de reverencia que no olvidare jamás, allí donde reposaba el cuerpo de Juan Pablo II (que entonces estaba en la cripta).
(Republicacion de aquel dia de mi viaje de mayo
de 2006)
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