jueves, 31 de octubre de 2024

Aquel lejano 1 de noviembre de 1946 – sacerdocio y santificación de vida

 


El 1 de noviembre de 1946, en una pequeña capilla del Arzobispado de Cracovia, según un plan maravillosamente y misteriosamente escrito en el Gran Libro de Dios, un joven diácono fue ordenado sacerdote. El cardenal Sapieha, en su sabiduría clarividente, quiso que Karol Wojtyla fuera ordenado antes que sus demás compañeros, para poder partir hacia Roma, donde continuaría sus estudios de teología.

Juan Pablo II, recordando la fecha elegida por su obispo, reconoce que su ordenación " tuvo lugar en un día inusual para tales celebraciones, la solemnidad de Todos los Santos " (Don y Misterio, página 51). Ese joven sacerdote, que como Papa seguía asombrado por las circunstancias en las que se produjo su ordenación…. ¡No creemos en las coincidencias! En lo ocurrido aquel lejano 1 de noviembre, día de Todos los Santos, no podemos dejar de ver un signo, el comienzo de un sello de Dios sobre una vida que habría sido enteramente una respuesta a la llamada a la santidad


En “Don y Misterio”, Juan Pablo II escribe con firmeza: “¡ El mundo de hoy pide sacerdotes santos! Sólo un sacerdote santo puede llegar a ser, en un mundo cada vez más secularizado, testigo transparente de Cristo y de su Evangelio ". De estas palabras se desprende que para el Papa el significado de cada Ordenación, o mejor dicho, su esencia profunda, reside en ser testigos de Cristo,  incluida una inclinación generosa y solidaria hacia los llamados "últimos". Una capacidad organizativa y creativa excepcional.  No, Juan Pablo II, a partir de su experiencia, estaba convencido de que " el verdadero secreto de los auténticos éxitos pastorales no reside en los medios materiales, y menos aún en los "medios ricos". Los frutos duraderos del esfuerzo pastoral surgen de la santidad del sacerdote. ¡Este es el fundamento !”. Como se ve, sacerdocio y santidad son dos realidades indisolubles en el pensamiento y la vida del Papa. ¿Qué significa esto?

Para responder proponemos el testimonio de una mujer extraordinaria … a quien se dirigía como hermano :  la doctora Wanda Poltawska (que acaba de fallecer) , amiga y "hermana" de Juan Pablo II. La Dra. Poltawska, mujer de profunda fe, después de haber experimentado la crueldad inhumana de los campos de concentración, no pudo evitar hacerse preguntas cruciales sobre el hombre y su destino: ¿cómo es posible que el hombre, imagen de Dios, sea destruido hasta tal punto? ¿Hasta qué punto “desfigurado”? ¿Cómo es posible semejante embrutecimiento de una criatura de Dios contra otra criatura de Dios? ¿Quien es el hombre? Interrogantes tremendos, diríamos, trágicos, profundamente lacerantes. Pues bien, para dar respuesta a todas estas dudas que atormentaban su mente y su alma, recurrió a más sacerdotes, pero fue en vano. Ella misma dice: « Me estaba confesando, y al principio había intentado eliminar mis ansiedades durante la confesión, pero no había recibido la respuesta que buscaba... Una vez, después de mi turno en la sala, cuando me encontré con un problema cuya solución estaba fuera de mis posibilidades y no sabía cómo proceder, fui a la iglesia de los jesuitas, a un sacerdote que estaba en el confesionario. Le pregunté qué debería haber hecho en ese caso específico. El sacerdote me dijo: "Este es tu problema, tú eres médica católica, no yo, es tu conciencia la que debe darte la respuesta". Ni siquiera esperé la absolución, simplemente me levanté y me fui» . (del Diario de una amistad página 36)”

Las dudas persistieron, no se disolvieron, al contrario, escribe, "crecieron". Y todo esto hasta que Wanda (nos permitimos llamarla así por el particular vínculo espiritual que nos une a ella) encuentra la respuesta, " la única verdadera, que el hombre puede entenderse a sí mismo y a los demás sólo en Cristo ". Esta respuesta, recuerda, fue " fruto de muchas horas de oración y meditación, durante los paseos de verano con el pastor de almas, don Karol Wojtyla ".

Lo que llama la atención es la forma en que se desarrolló el encuentro, modalidad que resume espléndidamente la conexión esencial entre sacerdocio y santidad. A Wanda, durante la confesión, no se la escuchó decir: “ven a una reunión; ni siquiera escuchó: "ven a mí". No, don Wojtyla le dijo: " Ven a misa por la mañana, ven todos los días ". Esta invitación contiene toda la esencia de la santidad de un sacerdote que, como siempre nos recuerda el Dr. Poltwaska, " no quiso entregarse a los hombres, sino conducirlos a Cristo ". Ante todo Cristo, ante todo confianza en Aquel sin Quien las respuestas a las preguntas que atormentan al hombre abren abismos que alimentan la ansiedad y la desesperación. Confiar en Cristo significa vivir en la certeza de que Dios está siempre cerca del hombre, redimiendo el mal que, en la Cruz, quiso   redimir mediante el Sacrificio de su Hijo. 

“ La confianza es la medida del amor ”, esto es lo que “aprendió” Wanda Poltwaska caminando por los senderos del bosque, por el camino de toda una existencia. Y si "confiar es la medida del amor", para los dos amigos-hermanos tiene sentido esperar, tiene sentido esforzarse hasta el final para que este amor abrace toda la existencia en su dramática y estupenda concreción. No es casualidad que ambos, y juntos, hayan realizado proyectos, impulsado iniciativas, estimulado conciencias, especialmente en el campo de la pastoral familiar y de la protección de la vida, siempre y en cualquier caso… la apertura de un centro de asesoramiento familiar y de un centro provida en el palacio arzobispal de Cracovia, lugares donde las familias en dificultades pudieron encontrar ayuda real y concreta, pero los momentos de reflexión fueron igualmente importantes. Para entenderlo es bueno narrar un episodio, contado por la propia protagonista. Una tarde, la doctora Poltawska había organizado una reunión para ayudar a las parejas en dificultades. Monseñor Wojtyla intervino con palabras que, por su sencillez, tuvieron efectos quizás inesperados : « Intentad primero haceros un programa mínimo, no destruyáis mutuamente nada en vosotros, y luego comenzaréis a construir, pero para ello intentad rezar juntos. . Sólo hay una salida a esta situación, la puerta de la humildad. Que cada uno de ustedes se arrodille y diga “Es mi culpa”. Mientras digas: "Es tu culpa", no habrá salida ". Estas palabras tuvieron tal impacto en los matrimonios presentes que el promotor de la iniciativa, pensando en aquel primer encuentro, no duda en hablar de " gracia concedida ". Posteriormente, " se organizaron lecciones sobre ética matrimonial que luego Karol Wojtyla incluyó en la Academia Teológica Pontificia bajo la forma de Facultad de Teología de la Familia ..." . Ya entonces estaba en juego la salvación de la familia o, mejor dicho, como dice Wanda Poltwaska, la salvación "de la santidad de la familia". A partir de estas primeras lecciones se desarrolló una red de personas capacitadas para ayudar a los demás, lo que con razón ha Se ha definido el "germen" del "Pontificio Instituto de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia", inaugurado en una fecha especial, el 13 de mayo de 1981: incluso en esta circunstancia no hay nada accidental, sino que hay un ulterior sello de Dios, un sello con que la santidad de un sacerdote depende totalmente del seguimiento de Cristo hasta el entregarse, hasta, quisiéramos decir, el martirio.

Por eso, no podemos evitar sentir como nuestras las vibrantes palabras de la Dra. Wanda Poltwaska, palabras que, como escribiría años después Juan Pablo II, establecen la profunda unidad entre sacerdocio y santidad:

Hermano mayor, a través de ti quise amar a Dios con todas mis fuerzas, doy gracias a Dios por tu santidad y tu sacerdocio.

 

(del blog de la prof. Carmela Randone, una amiga en la causa de San Juan Pablo II)

miércoles, 30 de octubre de 2024

El sacramento de la unción de los enfermos

 


314. ¿Qué significado tiene la compasión de Jesús hacia los enfermos?

1503-1505

La compasión de Jesús hacia los enfermos y las numerosas curaciones realizadas por él son una clara señal de que con él había llegado el Reino de Dios y, por tanto, la victoria sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte. Con su pasión y muerte, Jesús da un nuevo sentido al sufrimiento, el cual, unido al de Cristo, puede convertirse en medio de purificación y salvación, para nosotros y para los demás.

315. ¿Cómo se comporta la Iglesia con los enfermos?

1506-1513
1526-1527

La Iglesia, habiendo recibido del Señor el mandato de curar a los enfermos, se empeña en el cuidado de los que sufren, acompañándolos con oraciones de intercesión. Tiene sobre todo un sacramento específico para los enfermos, instituido por Cristo mismo y atestiguado por Santiago: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor» (St 5, 14-15).

316. ¿Quién puede recibir el sacramento de la Unción de los enfermos?

1514-1515
1528-1529

El sacramento de la Unción de los enfermos lo puede recibir cualquier fiel que comienza a encontrarse en peligro de muerte por enfermedad o vejez. El mismo fiel lo puede recibir también otras veces, si se produce un agravamiento de la enfermedad o bien si se presenta otra enfermedad grave. La celebración de este sacramento debe ir precedida, si es posible, de la confesión individual del enfermo.

317. ¿Quién administra este sacramento?

1516
1530

El sacramento de la Unción de los enfermos sólo puede ser administrado por los sacerdotes (obispos o presbíteros).

318. ¿Cómo se celebra este sacramento?

1517-1519
1531

La celebración del sacramento de la Unción de los enfermos consiste esencialmente en la unción con óleo, bendecido si es posible por el obispo, sobre la frente y las manos del enfermo (en el rito romano, o también en otras partes del cuerpo en otros ritos), acompañada de la oración del sacerdote, que implora la gracia especial de este sacramento.

319. ¿Cuáles son los efectos de este sacramento?

1520-1523
1532

El sacramento de la Unción confiere una gracia particular, que une más íntimamente al enfermo a la Pasión de Cristo, por su bien y por el de toda la Iglesia, otorgándole fortaleza, paz, ánimo y también el perdón de los pecados, si el enfermo no ha podido confesarse. Además, este sacramento concede a veces, si Dios lo quiere, la recuperación de la salud física. En todo caso, esta Unción prepara al enfermo para pasar a la Casa del Padre.

320. ¿Qué es el Viático?

1524-1525

El Viático es la Eucaristía recibida por quienes están por dejar esta vida terrena y se preparan para el paso a la vida eterna. Recibida en el momento del tránsito de este mundo al Padre, la Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo muerto y resucitado, es semilla de vida eterna y poder de resurrección

(Catecismo de la Iglesia Católica – Compendio)

Catecismo de la Iglesia católica completo en este enlac

viernes, 25 de octubre de 2024

Roca al rojo vivo – la poesía de Karol Wojtyla - Antonio Spadaro S.J. (3 de 3)

 


En El Tríptico Romano la última composición poética de Wojtyła, los temas precedentes se extienden entre los extremos del Principio y el Fin. El poeta se halla en el ingreso de la Capilla Sixtina, y la visión es la del Juicio: El Principio se confunden con el Fin En la visión de Miguel Ángel, en la que se basa la meditación poética, se ve le curso de las generaciones (Llegan desnudos al mundo y desnudos volverán a la tierra de la cual fueron sacados) hasta el Fin, la cumbre de la transparencia […] / La transparencia de los hechos - / La transparencia de las conciencias – Cada hombre es llamado  a recuperar de nuevo esta visión.

En su comentario al Tríptico escribió acertadamente el entonces cardenal Ratzinger: «El camino que conduce a la fuente es un camino para convertirse en videntes: para aprender de Dios a ver. Así aparecen el principio el fin» Dejándose conquistar por esta policromía Sixtina, Wojtiła recuerda sus dos cónclaves e imagina el momento de su muerte.

Las estructuras metafóricas de la poesía de Wojtyła en realidad no son «livianas». Allí se entrelazan preguntas inquietantes y respuestas de gran intensidad espiritual. Por su sensibilidad, forman parte del grupo de la así llamada  «poesía metafisica» (de Dante a John Donne, a T.S.Eliot) caracterizada por una imaginación metafórica según la cual la verdad abstracta se representa en forma de imágenes sensibles. Esta es, precisamente una de las características de la poesía wojtliana: partir de un objeto, un hecho, una persona  y aprovechar la trama infinita de relaciones con el misterio de la existencia humana, con la estructura secreta del mundo.

  Antonio Spadaro, S.I. “Roca al rojo vivo” La poesía de Karol Wojtyla, publicado en Totus Tuus Nr 9 septiembre 2007


Roca al rojo vivo – la poesía de Karol Wojtyla - Antonio Spadaro S.J. (2 de 3)

 


La primera apunta a la mirada del poeta. Escribe en el Canto: Tenéis que deteneros a mirar hacia lo profundo, hasta que no se sepáis separar el alma del fondo. Allí ningún verdor podrá llenar la mirada. No importa que los ojos del poeta se esfuercen por tornarse más agudos: veo  menos. Cuánto más esfuerzo mi vista. El esfuerzo se inclna siempre hacia un umbral que solo se alcanza por medio de una mirada abierta, maravillada intensa, capaz de tocar el fondo e involucrar el alma incondicionalmente: nada podrá saciarla completamente. En la mirada de estupor que se convierte en el sentido total de eternidad.  El sentido de la contemplaiòn está en dejarse sumergir en el misterio que se contempla. Wojtyła sostiene que el mayor sufrimietno le viene al hombre de su falta de «visión» (como leemos en Pensamiento – Extraño espacio, de 1952) porque es incapaz de ver aquello que más importa y por eso debe luchar a fin de abrirse camino entre signos, quizás a tientas, en la oscuridad. No comprende así el sentido del todo, de si mismo, del mundo, de la vida.

Un segundo tema se refiere a la obra del hombre en la historia y en la vida, considerada en toda su complejidad. El poema La cantera de piedra compuesto en 1957 nos ofrece un ejemplo. Wojtyła conocía bien el trabajo pesado. Para evitar ser deportado, entre 1939 y 1944 trabajó como operario primero en las canteras, y después en la industria química Solvay, cerca de Cracovia. La experiencia marco al joven Wojtyła, que más tarde revivirá en estos versos aquel trabajo como una dura realidad, pero también como rica metáfora en contrapunto entre la grandeza del trabajo y la dignidad humana. Escucha bien, escucha eléctrica corriente / de río penetrante que corta hasta las piedras, / y entenderás conmigo que toda la grandeza / del trabajo bien hecho es grandeza del hombre. La relación entre el hombre y la materia es sublime y arriesgada: ese hombre llevóse la estructura del mundo. Hasta la materia, las piedras lo saben porque conocen la violencia que por ráfagas yende su sencillez eterna. Todas las fuerzas, aún las más indomables, pueden llegar a ser energía abrasadora para la profunda realización del hombre.

Un tercer tema fundamental nos habla de la relación con Cristo. En marzo de 1958, cuatro meses antes de ser nombrado arzobispo de Cracovia, había publicado el poema Perfiles del Cirineo. La obra está centrada en la figura de Simón el Cirineo, visto como una poderosa imagen del hombre contemporáneo. En realidad, él describe 14 perfiles de “cireneos” contemporáneos: el melancólico, el esquizoide, los ciegos, el actor, la muchacha decepcionada en su amor, los niños, dos operarios, un intelectual, un emotivo, un volitivo… Wojtyła crea una fenomenología poética del hombre contemporáneo en pequeños pero densísimos cuadros. Cada perfil es el de un cireneo que cara a sus espaldas su propio yugo y escribe, su perfil se dibuja siempre al lado del otro Hombre. Más tarde, en 1978, en La redencòn busca tu forma para entrar en la inquietud de cada hombre, que fuè publicado bajo seudónimo cuando el poeta ya había sido elegido Pontífice, la figura de la Verónica toma el lugar del Cireneo: Y ahora espero el consuelo de tus manos / llenas de humildes empresas, / espero tus manos, que tiernamente / sostienen el sencillo velo. Aquí el rostro de Cristo se transforma en el rostro de cada hombre de quien la Verónica es hermana: su velo atrae hacia si toda la inquietud del mundo. El hombre es forma inquieta que ninguna mirada es capaz de escudriñar a fondo, pero el rostro de Cristo, grabado en el velo de la Verónica, traspasa a aquel que lo contempla, dando paz a su inquietud.

El cuarto tema está asociado a la dimensión cósmica de la relación entre Dios, el hombre y el mundo entero. El mundo está repleto de energías ocultas, con audacia yo las estoy nombrando. De obispo, mientras administraba la confirmación, se siente ser un despensero. Toco fuerzas con que debe alimentarse el hombre. También el rostro de los fieles que reciben el sacramento, cuánta gente absorta, parecen ser potenciales de energía. En los rostros, marcados por el juego de las arrugas, sobre todo en los ojos un campo eléctrico vibra / También aquí la electricidad es un hecho – y es a la vez, un símbolo. Es verdadero símbolo del pensamiento, del espíritu, de las fuerzas que existen en el hombre y sobre el cual actúa la presión de lo invisible, aprisionada atmósfera.

 Antonio Spadaro, S.I. “Roca al rojo vivo” La poesía de Karol Wojtyla, publicado en Totus Tuus Nr 9 septiembre 2007

 


 

Roca al rojo vivo – la poesía de Karol Wojtyla - Antonio Spadaro S.J. (1 de 3)

 


Leer la poesía de Karol Wojtyła significa cubrir una distancia que abarca al ser en su totalidad a nivel estético y emocional, hasta llegar a tocar las fibras más íntimas del significado de la experiencia humana. He procurado demostrarlo en mi ensayo En la melodía de la tierra – La poesía de Karol Wojtyla (Jaca book, 2006).  El está asociado por fecha de nacimiento con poetas conocidos por el público italiano como Czeslaw Milosz, Wieslawa Szymborska y tadeusz Rozewicz: poetas nacidos al inicio de los años veinte, y que tuvieron que afrontar primero la invasión alemana y más tarde la ocupación soviética. Wojtła, sin embargo, a diferencia de los otros vivió su poesía casi en silencio, consagrado más a su elección sacerdotal y después a las crecientes responsabilidades pastorales. Publicó sus obras con reticencia y bajo pseudónimo, que permaneció en secreto hasta su elección al pontificado en 1978. Sin embargo, para él poesía y vocación se alimentan siempre de un vínculo oculto, si bien vivo: «mi sacerdocio es un sacramento y una vocación, mientras escribir poesía es una función del talento, pero es ese mismo talento que determina la vocación » escribió en 197l.

El interés de Wojtyla por la poesía surge en su primera juventud. Su maduración se la debe a M. Kotlarczyk, profesor de lengua polaca en la escuela secundaria de Wadowice, con quien  más tarde dieran vida al Teatro Rapsódico. En sus poesías juveniles, los demás de la patria, la resistencia, la historia polaca se entrelazan con inspiraciones más íntimas, algunas marcadas por un profundo y romántico sentimiento por la naturaleza, generando paz y armonía, en contraposición a los oscuros nubarrones de guerra en el horizonte. El joven Wojtyła vive en un mundo de fuerzas emotivamente envolventes. Su punto central deviene en el plano de la fe, donde encuentran composición  y sentido.

La poesía llega a ser ofertorio ardiente. El alma del artista – brasa ardiente, / roca al rojo vivo / necesita de las Palabras antes  de ceñidas en estrecho lazo / impulsarlas al ritmo del amor absoluto / - creando un poema ardiente / abrazar los corazones. / Lanzarlas así a los trovadores / que anuncien a todos los pueblos / la Verdad y la Libertad de las palabras y las visiones/.

Los versos, si bien intensos, a menudo son inmaduros. El mismo Wojtyła lo admite escribiéndole al maestro Kotlarczyk. No obstante, reconoce también una «llama que ha sido encendida en mi», y que él percibe como probable fruto de la «acción de la Gracia» a la cual «es necesario saber responder con humildad». Continúa luego, «en esta dimensión, la lucha por la Poesía será la lucha por la Humildad». En 1941, Wojtyla le anticipa al amigo y maestro Kotlarczyk que al año siguiente solicitaría al cardenal Sapieha iniciar su camino hacia la ordenación sacerdotal. En 1946, año de su ordenación, publica su primera obra de la madurez, Canción sobre el Dios oculto, escrita durante los años del seminario clandestino. Leyendo su producción desde  1946 al Tríptico Romano, podríamos escoger algunas posturas vitales y constantes.

 

Antonio Spadaro, S.I. “Roca al rojo vivo” La poesía de Karol Wojtyla, publicado en Totus Tuus Nr 9 septiembre 2007

 


 

miércoles, 23 de octubre de 2024

La doctrina de Montfort, fuente de espiritualidad mariana de Juan Pablo II – François Marie Léthel, ocd (2 de 2)

 


Juan Pablo II hizo referencia muchas veces a San Luis Maria, como por ejemplo en la Redemptoris  Mater (nr 48). Pero, de modo especial y hacia el final de su pontificado, nos dejo una preciosa síntesis de su doctrina interpretada a la luz del Concilio Vaticano II en la Carta a los Religiosos y Religiosas de las Familias Montfortianas, escrita el 8 de diciembre de 2003. 

Este texto, poco conocido, es en realidad, el más importante para entender el significado profundo de Totus Tuus. Es quizás, una de las mejores claves para entrar en la profundidad de su alma, para contemplar la raíz de su santidad y también para volver a descubrir la importancia y la actualidad del Tratado. Conviene, pues, publicar esta Carta de Juan Pablo II como la mejor introducción a la lectura de este Tratado, asi como ha hecho P. Cortinovis en su excelente publicación del texto (Ed. Shalom)

Al inicio de esta carta (Nr 1) el Tratado de Montfort viene presentado como un texto  clásico de la espiritualidad mariana, que ha tenido una extraordinaria acogida eclesial y que se puede entender mejor después del Concilio. Efectivamente, haciendo referencia al Evangelio mencionado (Jn 19, 25-27), la Carta cita continuamente los textos de la Lumen Gentium, del Tratado de la Verdadera Devocion y del Secreto de Maria (breve resumen del Tratado hecho por el mismo Montfort). Seguidamente, a la luz del cap. VIII de la Lumen Gentium sobre la Virgen Maria en el misterio de Cristo y de la Iglesia, la enseñanza del Tratado es considerada, en primer lugar, desde el punto de vista cristológico, después eclesiológico. El cristocentrismo es expuesto bajo el titulo “Ad Iesum per Mariam” (Nr 24) Le sigue el resumen sobre le aspecto eclesiológico titulado Maria, miembro eminente del Cuerpo mistico y Madre de la Iglesia (nr 5)  Al final de la Carta, a la luz del cap. Vi de la Lumen Gentium sobre la vocación universal a la santidad, viene ilumnado el camino eclesial de santidad vivido con Maria en la caridad, la fe y la esperanza.  De este modo, los tres últimos capítulos son: La santidadperfección de la caridad (n 6), La “peregrinación de la fe” (nr 7) y Signo de esperanza cierta (Nr 8), citando también los textos del Concilio y de Montfort.

Es esta una síntesis preciosa para interpretar todo el Magisterio de Juan Pablo II sobre su maravilloso cristocentrismo (primera Enciclica Redemptor Hominis) su riquísima enseñanza sobre Dios y sobre le hombre y la mujer, etc. Es igualm,ente preciosa para interpretar su vida santa, su “existencia teología”, completamente animada por la caridad, la fe y la esperanza, llamadas por santo Tomas virtutes theologicae, es decir virtudes teológicas (mejor que teologales). Son sus principales  “virtudes heroicas”, continuamente vividas ocn Maria.  Acerca de la caridad, que es “la más grande” (1 Cor 13,13) el Papa no teme recurrir al fuerte símbolo de la esclavitud de amor, citando el párrafo más importante del Tratado (nr 72) en el que se evidencia la raíz bíblica. Es la misma radicalidad del amor que Teresa de Lisieux expresara con el símbolo del holocausto al amor. Con estas expresiones fuertes, las dos santos iluminan el mismo camino de santidad para todos: vivir la gracia del bautismo en el Totus tuus, es decir en el don total de si a Jesus en la caridad del Espíritu Santo, a través de las manos y del Corazón de Maria. Tal caridad vivida con Maria es amor inseparable al Señor y al prójimo, a cada hombre, y es este el primer y fundamental testimonio de Juan hablo II, inseparable también de su testimonio de fe y de esperanza.  En efecto, junto a su caridad, Maria comparte ocn la Iglesia Peregrina la perfeccion de su fe y de su esperanza. El Papa cita un largo texto del Tratado que es como un “himno” a la fe de Maria (nr 214), a la luz de la expresión característica del Concilio la peregrinación de la fe, ampliamente comentada por él en la Redemptoris Mater (nr 25-27) , y en la que hace referencia también a san Juan de la Cruz, otro gran maestro suyo (su tesis de doctorado en teología en Roma, en 1948, tuvo precisamente como objeto la fe en san Juan de la Cruz).  Asi, en la presente Carta (nr 7) Juan Pablo II cita la palabra más fuertes de su Encíclica: «La Cruz es el momento culminante de la fe de Maria, como escribí en la Enciclica Redemptoris Mater: “Por medio de esta fe Maria está unida perfectamente a Cristo en su desposamiento […]. Es esta tal vez la más profunda kénosis de la fe en la historia de la humanidad” (nr 18) . El título del último punto de su Carta (nr 8)  es un reclamo del Papa a la Lumen Gentium, allí donde trata de Maria como “signo de esperanza cierta y de consuelo para el Pueblo peregrinante de Dios” (LG nr 68)   ofreciendo la correcta interpretación de los textos del Tratado sobre los “santos de los últimos tiempos” (nr 49-50), citando un hermoso texto en el que el santo aplica a Maria el gran símbolo de la esperanza, el ancora (nr 175, en referencia a Heb 6,19), y usando una expresión que recuerda la doctrina de Teresa de Lisieux: “Junto a la Virgen Maria, con el mismo Corazón de Madre, la Iglesia reza, espera e intercede por la salvación de todos los hombres.” Como la joven carmelita, declarada por él Doctora de la Iglesia, Juan Pablo II ha sido un excepcional testigo de la esperanza, incluso hasta “esperar por todos”.

 François-Marie Léthel, París 1948, presbítero y teólogo francés de la  Orden de los  Carmelitas Descalzos, enseña teologia dogmatica y espiritual en la Pontificia Facultad teológica Teresianum, fue consultor de la Congregación para las Causas de los Santos, prelado secretario de la Academia Pontificia de teología,  y se lo considera uno de los principales expertos en la espiritualidad de Santa Teresa de Lisieux.

 (Texto tomado de Totus Tuus, Nr 5 Oct/Nov 2000, Boletín de la Postulación de la Causa de Beatificación y Canonización del siervo de Dios Juan Pablo II)

 


 

 

La doctrina de Montfort, fuente de espiritualidad mariana de Juan Pablo II – François Marie Léthel, ocd (1 de 2

 


La principal fuente de la espiritualidad  cristocéntrica y mariana de San Juan Pablo II es el Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen Maria de San Luis Maria Grignion de Montfort (1673-1716), auténtica obra de arte de este santo y síntesis de toda su doctrina espiritual. EL lema Totus Tuus, que resume la doctrina de Montfort, ha sido, en efecto, el hilo conductor de toda la vida de Karol Wojtyla, “hilo mariano” de un largo y continuo camino hacia la santidad.

Estas dos palabras Totus Tuus son una oración dirigida a Jesus por medio de Maria y en su Corazón Inmaculado. Es un acto de Amor como don total de sí. En este mismo sentido define santa Teresa de Lisieux el Amor en su última poesía a Maria: “Amar es dar todo y darse a si mismo” (¿Por qué te amo, Maria!, estrofa 22)   Te amo significa: Me entrego todo a ti, soy todo tuyo y para siempre. El Totus Tuus es, pues, la oración breve y esencial que ha animado continuamente toda la vida de Karol Wojtyła,  una vida totalmente entregada al Señor, a la Iglesia, a todos los hombres, vivida con Maria, Madre de Jesus y Madre nuestra. Luis Maria de Montfort y Teresa de Lisieux son, en efecto, como dos “faros de santidad” que ha n iluminado en modo particular el Pontificado de Juan Pablo II, en la perspectiva del Concilio Vaticano II trazada por la Lumen Gentium, En los capítulos VIII, sobre Maria en el Misterio de Cristo y de la Iglesia, y V, sobre la vocación universal a la santidad. Montfort es el santo que mas ha influido en la vida de Karol Wojtyła, mientras Teresa de Lisieux es la única santa declarada por el Doctora de la Iglesia. Después del Doctorado de Teresa en 1997, Juan Pablo II hubiese deseado dar el mismo titulo a san Luis Maria, y de hecho había iniciado el camino para ello.

En la vida de Karol Wojtyła, el lema Totus Tuus se convirtió en la respiración de su alma, en el latido de su corazón a partir de 1940 cuando descubrió, a la edad de 20 años, el Tratado de Montfort. Juan Pablo II conto este hecho muchas veces. Lo hizo en modo especial en el momento del 50º aniversario de su sacerdocio, en el libro Don y Misterio (1996), recordando como este descubrimiento le había ayudado a dar un paso decisivo en su camino espiritual, superando una cierta crisis concerniente precisamente a su devoción mariana: «Hubo un momento en el cual me cuestioné de alguna manera mi culto a Maria, considerando que éste, si se hace excesivo, acaba por comprometer la supremacía del culto debido a Cristo. Me ayudó entonces el libro de San Luis Maria Grignion de Montfort titulado “Tratado de la verdadera devoción a la Santisima Virgen.” En el encontré la respuesta a mis dudas. Efectivamente, Maria nos acerca a Cristo, con tal de que se viva su misterio en Cristo. El tratado de San Luis Maria Grignion de Montfort puede cansar un poco por su estilo un tanto enfático y barroco, pero la esencia de las verdades teologicas que contiene es incontestable. El autor es un teólogo notable. Su pensamiento mariológico esta basado en el Misteri trinitario y en la verdad de la Encarnacion del Verbo de Dios, (..) Esto explica el origen del Totus Tuus. La expresión deriva de San Luis Maria.. Es la abreviatura de la forma más completa de la consagración a la Madre de Dios, que dice: Totus tuus ego sum et omnia mea Tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi cor Tuum, Maria.» (Don y Misterio, p. 38-39) Estas palabras en latín, que Karol Wojtylł continuamente rezó y copió en las primeras páginas de sus manuscritos, siendo primero seminaristas, después sacerdote, obispo y papa, se encuentran al final del Tratado (Nº 266), donde Montfort invita al fiel a vivir la Comunión eucarística con Maria y en Maria. Es la mejor expresión de la consagración (o acto de entrega) a Jesus por Maria, en referencia al texto del Evangelio en el que el mismo san Juan acoge el don que el Redentor le hace de su Madre. “el discípulo la recibió en su casa” (Jn 19,27): Accepit ceam discipulus in sua) .  Esta es la raíz evangélica simbolizada en el escudo episcopal elegido por Karol Wojtyla en 1978 junto con el lema Totus Tuus. Todos los días, Juan Pablo II leía algún trozo del tratado, y al final, cuando ya no podía hablar después de la traqueotomía, escribió una vez más su Totus Tuus. Fueron las últimas palabras escritas y pronunciadas por él.

 

(Texto tomado de Totus Tuus, Nr 5 Oct/Nov 2000, Boletín de la Postulación de la Causa de Beatificación y Canonización del siervo de Dios Juan Pablo II)

 


martes, 22 de octubre de 2024

San Juan Pablo II

 


Celebramos hoy la memoria litúrgica de San Juan Pablo II recordando aquel fuerte y alentador llamado de su primer homilía,  el día del inicio de su pontificado. 

¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!

Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo El lo conoce!

viernes, 18 de octubre de 2024

Ese otro 16 de octubre, tan diferente al de 1978

 


Fue un 16 de octubre negro, triste, trágico.

 Leemos en la Enciclopedia del Holocausto  que en el momento de la ocupación alemana del norte y el centro de Italia a principios de 1943 vivían aproximadamente 12.000 judíos en Roma. El 16 de octubre de 1943 más de 1.000 de ellos fueron apresados y deportados al campo de concentración de Auschwitz. Tan solo un pequeño número  regresó a sus hogares.

Es un momento de la historia que no puede faltar en este blog en honor a Juan Pablo II por su intima relación con el pueblo judío, desde su más tierna infancia en su pueblo  natal Wadowice hasta sus días como Sumo Pontífice y Obispo de Roma.

Mucho se ha escrito y criticado a la Iglesia por su “inacción” en aquel periodo nefasto de la historia en que Hitler hasta había ordenado destruir elVaticano,  o sea una crítica totalmente infundada.  El odio de Hitler llegaba mucho mas allá de destruir al pueblo hebreo, su intento era destruir toda una civilización. Mientras tanto el trabajo de la Iglesia en la persona del Papa Pio XII, a quien quisieron desacreditar llamándolo “el papa de Hitler” fue silenciosa y encomiable.   Las difamaciones contradicen radicalmente la verdad. Podemos constatarlo en Corazones.org con abundantes enlaces a otras bibliografías. 



Juan Pablo II decía en su discurso en la sinagoga de Roma el 13 de abril de 1986    “la comunidad judía de Roma pagó un alto precio de sangre. Y fue ciertamente un gesto significativo el que, en los años oscuros de la persecución racial, las puertas de nuestros conventos, de nuestras iglesias, del seminario romano, de edificios de la Santa Sede y de la misma Ciudad del Vaticano se abrieran para ofrecer refugio y salvación a tantos judíos de Roma, rastreados por los perseguidores.”

Invito ver un corto video 

Y visitar mis posts etiquetados: Auschwitz-Birkenau 

Nuestros hermanos mayores http://juanpablo2do.blogspot.com/2009/02/nuestros-hermanos-mayores.html

 

miércoles, 16 de octubre de 2024

 

 


¡Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!

 

Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animándola a caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús.

 

Bendice a los jóvenes, que han sido tu gran pasión. Concédeles volver a soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la luz, que ilumina los caminos de la vida en la tierra.

 

Bendice las familias, ¡bendice cada familia!

Tú advertiste el asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las familias y cada vida que brota en la familia.

 

Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.

 

Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo, donde te vemos junto a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición de Dios. Amén.

 

Cardenal Angelo Comastri 
Vicario General de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano

 

martes, 15 de octubre de 2024

Misterium iniquitatis (13 de 13) M. Estanislao Karlic: La presencia del mal en el Mundo y en la Argentina : Perspectiva teológica

 


“El misterio de iniquidad es tan profundo que solamente al final de la historia se nos revelará plenamente. Cuando llegue la plenitud de la vida, cuando llegue la plenitud de los dones de Dios, que es Dios mismo en la inmediatez de la visión, sólo entonces se comprenderá el abismo de maldad que fue el rechazo del amor primero y gratuito de Dios misericordioso y fiel. Sólo entonces se conocerá definitivamente el abismo de maldad que separa el amor de Dios y el odio de la creatura. Hasta entonces, en los siglos de nuestro tiempo, el mal que seguirá operante deberá ser combatido en el claroscuro de la fe, de la que cada uno debe vivir personalmente, en la distancia del hombre peregrino, fiel a los reclamos de su conciencia. Los cristianos nos decimos que el mal es enfrentado con la certeza del triunfo sólo si se camina sinceramente en la luz de la conciencia auténtica, en la fortaleza de la humildad esperanzada y en la donación de sí en el servicio del amor fraterno, o en términos explícitamente cristianos, sólo si se camina en la fe, la esperanza y la caridad.

Esta actitud es coherente con la espiritualidad del martirio, en que la muerte se descubre como paso triunfal a la vida eterna. Lo que triunfa es el amor desconcertante de quien confía absolutamente en la bondad de Dios, y sabe que ese amor total y definitivo es capaz de vencer el odio y la muerte y capaz de llevar al hombre a la vida que no pasa, a la comunión con Dios vivo.

Pasó el nazismo, pasó el fascismo, pasó el esplendor del marxismo, sabemos que han de pasar el suficiente y pragmático olvido de Dios, la muerte del hombre, el ocaso de la razón, el fin de la verdad, y tantos otros males. No pasó ni pasará la justicia y el amor de los justos que permanecen para siempre. El que amó, triunfó para siempre. La última palabra de la historia será la gloria del amor y de la paz de Dios, así como la primera fue el amor gratuito de la creación. Mientras tanto, en el correr del tiempo, tiene la palabra el hombre con su sabiduría y su libertad, capaz de bien, aunque amenazado por el mal.

Para explicar la permanencia del bien y del mal en la historia, Juan Pablo nos dice en el libro que acabamos de citar: “Cómo nazca y se desarrolle el mal en el terreno del bien, es un misterio. También es una incógnita esa parte de bien que el mal no ha conseguido destruir y que se difunde a pesar del mal, creciendo incluso en el mismo suelo. Surge de inmediato la parábola evangélica del trigo y la cizaña. Cuando los siervos preguntan al dueño: ¿Quieres que vayamos a arrancarla?, él contesta de manera muy significativa: “No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega”  

 (Invito leer el artículo completo en Arbil Nro.10)


 

Mysterium iniquitatis (12 de 13) Las lápidas de Auschwitz

 


A nadie le es lícito pasar delante de esta lápida con indiferencia"
(
Homilía del 7 de junio de 1979) 

En lo que fuera uno de sus últimos Mensajes, el 15 de enero de 2005,  con ocasión del 60 aniversario de la liberación de los prisioneros de Auschwitz recordaba Juan Pablo II: 

Se cumplen sesenta años de la liberación de los prisioneros del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. En esta circunstancia, no es posible sino volver con la memoria al drama que tuvo lugar allí, fruto trágico de un odio programado. Durante estos días es preciso recordar a los varios millones de personas que sin ninguna culpa soportaron sufrimientos inhumanos y fueron aniquiladas en las cámaras de gas y en los crematorios. Me inclino ante todos los que experimentaron aquella manifestación del mysterium iniquitatis.

 Cuando, ya siendo Papa, visité como peregrino el campo de Auschwitz-Birkenau en el año 1979, me detuve ante las lápidas dedicadas a las víctimas. Había inscripciones en varias lenguas:  polaca, inglesa, búlgara, gitana, checa, danesa, francesa, griega, hebrea, yiddish, española, flamenca, serbo-croata, alemana, noruega, rusa, rumana, húngara e italiana. En todas estas lenguas estaba escrito el recuerdo de las víctimas de Auschwitz, de personas concretas, aunque a menudo totalmente desconocidas: hombres, mujeres y niños. Me detuve entonces un buen rato junto a la lápida con la inscripción en hebreo. Dije:  "Esta inscripción suscita el recuerdo del pueblo, cuyos hijos e hijas estaban destinados al exterminio total. Este pueblo tiene su origen en Abraham, que es también padre de nuestra fe (cf. Rm 4, 11-12), como dijo Pablo de Tarso. Precisamente este pueblo, que recibió de Dios el mandamiento de "no matar", ha experimentado en sí mismo, en medida particular, lo que significa matar. A nadie le es lícito pasar delante de esta lápida con indiferencia" (Homilía del 7 de junio de 1979, n. 2:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 17 de junio de 1979, p. 13).

Hoy repito esas palabras. Ante la tragedia de la Shoah a nadie le es lícito pasar de largo.  Aquel intento de destruir de modo programado a todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y sobre el mundo entero; es un crimen que mancha para siempre la historia de la humanidad…Ante la tragedia de la Shoah a nadie le es lícito pasar de largo.. Que esto sirva, al menos hoy y en el futuro, como una advertencia: no se debe ceder ante las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana a causa de la diversidad de raza, de color de la piel, de lengua o de religión. Dirijo este llamamiento a todos y, particularmente, a los que en nombre de la religión recurren al atropello y al terrorismo.

 


[…]

Recuerdo que en 1979 reflexioné intensamente también delante de otras dos lápidas, escritas en ruso y en la lengua gitana. La historia de la participación de la Unión Soviética en aquella guerra fue compleja, pero no se puede por menos de recordar que durante la misma ningún pueblo sufrió tantas pérdidas humanas como el ruso. También los gitanos, en la intención de Hitler, estaban destinados al exterminio total. No se puede subestimar el sacrificio de la vida impuesto a estos hermanos nuestros en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Por eso, exhorto de nuevo a no pasar con indiferencia ante esas lápidas.

Por último, me detuve ante la lápida escrita en lengua polaca. Dije entonces que la experiencia de Auschwitz constituía una «etapa más de las luchas seculares de esta nación, de mi nación, en defensa de sus derechos fundamentales entre los pueblos de Europa. Un nuevo fuerte grito por el derecho a un puesto propio en el mapa de Europa. Una dolorosa cuenta con la conciencia de la humanidad» (ib.). La afirmación de esta verdad era sólo una invocación de la justicia histórica para esta nación, que había afrontado tantos sacrificios en la liberación del continente europeo de la nefasta ideología nazi, y que había sido vendida como esclava a otra ideología destructiva: el comunismo soviético.


[…]  Hablando de las víctimas de Auschwitz, no puedo por menos de recordar que, en medio de ese indescriptible cúmulo de mal, hubo también expresiones heroicas de adhesión al bien. Ciertamente, numerosas personas aceptaron con libertad de espíritu someterse al sufrimiento y demostraron amor no sólo a sus compañeros prisioneros, sino también a sus verdugos. Muchos lo hicieron por amor a Dios y al hombre; otros, en nombre de los valores espirituales más elevados. Gracias a su actitud se ha hecho patente una verdad que a menudo aparece en la Biblia:  aunque el hombre es capaz de hacer el mal, a veces un mal enorme, el mal no tendrá la última palabra. Incluso en el abismo del sufrimiento puede triunfar el amor. El testimonio de este amor, dado en Auschwitz, no puede caer en el olvido. Debe despertar incesantemente las conciencias, extinguir los conflictos y exhortar a la paz.

 

 

 

Misterium iniquitatis (11 de 13) Un 13 de mayo «Alguien desvió esta bala» (2 de 2)

 


 (En el Epílogo del libro Memoria e identidad – Reflexiones personales,  -  “conversación” que tuvo lugar en la residencia pontificia de Castel Gandolfo - participa también el Secretario del Santo Padre entonces Arzobispo Stanislaw Dziwisz.   La primera parte habla del atentado y las consecuencias. En la segunda  - si bien relacionada con el atentado -  Juan Pablo II nos invita a reflexionar sobre el bien y el mal.   (la traducción al español es de Bogdan Piotrowski)

 

2da parte

Juan Pablo II: Vivo constantemente convencido de que en todo lo que digo y hago en cumplimiento de mi vocación y misión, de mi ministerio, hay algo que no sólo es iniciativa mía. Sé que no soy el único en lo que hago como Sucesor de Pedro.   Pensemos, por ejemplo, en el sistema comunista. Ya he dicho precedentemente que su caída se debió principalmente a los defectos de su doctrina económica. Pero quedarse únicamente en los factores económicos sería una simplificación más bien ingenua. Por otro lado, también sé que sería ridículo  considerar al Papa como el que derribó con sus manos el comunismo.  Pienso que la explicación se halla en el Evangelio. Cuando los primeros discípulos enviados en misión vuelven a Cristo, dicen: «Hasta los demonios se nos someten en tu nombre» (Lc 10, 17). Cristo les contesta: «No estéis alegres porque  se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo» (Lc 10, 20). Y en otra ocasión añade: «Decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”» (Lc 17, 10).  Siervos inútiles... La conciencia del «siervo inútil» crece en mí en medio de todo lo que ocurre a mi alrededor, y pienso que me va bien así.

Volvamos al atentado: creo que haya sido una de las últimas convulsiones de las ideologías de las prepotencias surgidas en el siglo xx. El fascismo y el hitlerismo propugnaban la imposición por la fuerza, al igual que el comunismo. Una imposición similar se ha desarrollado en Italia con las Brigadas Rojas, asesinando a personas inocentes y honestas.

Al leer de nuevo hoy, después de algunos años, la transcripción de las conversaciones grabadas entonces, noto que las manifestaciones de los «años de plomo» se han atenuado notablemente. No obstante, en este último período se han extendido en el mundo las llamadas «redes del terror», que son una amenaza constante para millones de inocentes. Se ha tenido una impresionante confirmación en la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York (11 septiembre 2001), en el atentado en la Estación de Atocha en Madrid (11 marzo 2004) y en la masacre de Beslan en Osetia (1-3 septiembre 2004). ¿Dónde nos llevarán estas nuevas erupciones de violencia?  La caída del nazismo, primero, y después de la Unión Soviética, es la confirmación de una derrota. Ha mostrado toda la insensatez de la violencia a gran escala, que había sido teorizada y puesta en práctica por dichos sistemas. ¿Querrán los hombres tomar nota de las dramáticas lecciones que la historia les ha dado? O,por el contrario, ¿cederán ante las pasiones que anidan en el alma, dejándose llevar una vez más por las insidias nefastas de la violencia?

El creyente sabe que la presencia del mal está siempre acompañada por la presencia del bien, de la gracia. San Pablo escribió: «No hay proporción entre la culpa y el don: si por la culpa de uno murieron todos, mucho más, gracias a un solo hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre todos» (Rm 5, 15). Estas palabras siguen siendo actuales en nuestros días. La Redención continúa. Donde crece el mal, crece también la esperanza del bien. En nuestros tiempos, el mal ha crecido desmesuradamente, sirviéndose de los sistemas  perversos que han practicado a gran escala la violencia y la prepotencia. No me refiero ahora al mal cometido individualmente por los hombres movidos por objetivos o motivos personales. El del siglo xx no fue un mal en edición reducida, «artesanal», por llamarlo así. Fue el mal en proporciones gigantescas, un mal que ha usado las estructuras estatales mismas para llevar a cabo su funesto cometido, un mal erigido en sistema. Pero, al mismo tiempo, la gracia de Dios se ha manifestado con riqueza sobreabundante. No existe mal del que Dios no pueda obtener un bien más grande. No hay sufrimiento que no sepa convertir en camino que conduce a Él. Al ofrecerse libremente a la pasión y a la muerte en la Cruz, el Hijo de Dios asumió todo el mal del pecado. El sufrimiento de Dios crucificado no es sólo una forma de dolor entre otros, un dolor más o menos grande, sino un sufrimiento incomparable. Cristo, padeciendo por todos nosotros, ha dado al sufrimiento un nuevo sentido, lo ha introducido en una nueva dimensión, en otro orden: en el orden del amor. Es verdad que el sufrimiento entra en la historia del hombre con el pecado original. El pecado es ese «aguijón» (cf. 1 Co 15, 55-56) que causa dolor e hiere a muerte la existencia humana. Pero la pasión de Cristo en la cruz ha dado un sentido totalmente nuevo al sufrimiento y lo ha transformado desde dentro. Ha introducido en la historia humana, que es una historia de pecado, el sufrimiento sin culpa, el sufrimiento afrontado exclusivamente por amor. Es el sufrimiento que abre la puerta a la esperanza de la liberación, de la eliminación definitiva del «aguijón» que desgarra la humanidad. Es el sufrimiento que destruye y consume el mal con el fuego del amor, y aprovecha incluso el pecado para múltiples brotes de bien.

 Todo sufrimiento humano, todo dolor, toda enfermedad, encierra en sí una promesa de liberación, una promesa de la alegría: «Me alegro de sufrir por vosotros», escribe san Pablo (Col 1, 24). Esto se refiere a todo sufrimiento causado por el mal, y es válido también para el enorme mal social y político que estremece el mundo y lo divide: el mal de las guerras, de la opresión de las personas y los pueblos; el mal de la injusticia social, del desprecio de la dignidad humana, de la discriminación racial y religiosa; el mal de la violencia, del terrorismo y de la carrera de armamentos. Todo este sufrimiento existe en el mundo también para despertaren nosotros el amor, que es la entrega de sí mismo al servicio generoso y desinteresado de los que se ven afectados por el sufrimiento.

En el amor, que tiene su fuente en el Corazón de Jesús, está la esperanza del futuro del mundo. Cristo es el Redentor del mundo: «Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron» (Is 53, 5).