"Oh
inconcebible e insondable misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y
exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, tú eres la dulce
esperanza de los pecadores" (Diario, 951, ed. it. 2001, p. 341).
Padre misericordioso y Dios de toda
consolación" (2 Co 1, 3). Con los ojos del alma deseamos contemplar los
ojos de Jesús misericordioso, para descubrir en la profundidad de esta mirada
el reflejo de su vida, así como la luz de la gracia que hemos recibido ya
tantas veces, y que Dios nos reserva para todos los días y para el último día.
"Atiende a la plegaria de tu siervo y a su
petición, Señor Dios mío, y escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace
hoy en tu presencia, que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa.
(...) Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo, escucha y
perdona" (1 R 8, 28-30).
"Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la
Sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
por los pecados nuestros y del mundo entero; por su dolorosa pasión, ten
misericordia de nosotros y del mundo entero" (Diario, 476, ed. it., p.
193).
Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo, Consolador,
te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre.
Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia,
para que en ti, Dios uno y trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza.
Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Amén.
VIAJE APOSTÓLICO A POLONIA
CONSAGRACIÓN
DEL SANTUARIO DE LA MISERICORDIA DIVINA
HOMILÍA DE JUAN PABLO II
Santuario de la Misericordia Divina, Lagiewniki-Cracovia, Sábado 17 de agosto
de 2002
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