La parroquia de San Florian en Cracovia festejo ayer
a su santo protector. Esa querida parroquia de Karol Wojtyla donde, a pesar de
haber permanecido allí tan solo dos años, las relaciones entabladas con niños monaguillos
y jóvenes, y diera comienzo la formación del grupo de Srodowisko continuaron siendo parte integrante de su vida pastoral y humana hasta su
muerte.
Tan solo un año le fue dado al joven sacerdote Karol Wojtyla permanecer en su primer parroquia de Niegowic, su primer destino pastoral y su experiencia campesina como la llamara Lecomte.
El mismo comenta la experiencia (recién venia de Roma) en su libro Don y Misterio:
Apenas llegado a Cracovia, encontré en la Curia Metropolitana el primer
"destino'', la llamada «aplikata». El arzobispo estaba
entonces en Roma, pero me había dejado por escrito su decisión. Acepté el cargo
con alegría. Me informé enseguida de cómo llegar a Niegowic y me preocupé por
estar allí el día señalado. Fui desde Cracovia a Gdow en autobús, desde allí un
campesino me llevó en carreta a la campiña de Marszowice y después me aconsejó
caminar a pie por un atajo a través de los campos. Divisaba a lo lejos la
iglesia de Niegowic. Era el tiempo de la cosecha. Caminaba entre los campos de
trigo con las mieses en parte ya cosechadas, en parte aún ondeando al viento.
Cuando llegué finalmente al territorio de la parroquia de Niegowic, me
arrodillé y besé la tierra. Había aprendido este gesto de San Juan María
Viarmey. En la iglesia me detuve ante el Santísimo Sacramento; después me
presenté al párroco, Mons. Kazimierz Buzala, arcipreste de Niepolomice y
párroco de Niegowic, quien me acogió muy cordialmente y después de un breve
coloquio me mostró la habitación del vicario.
Así empezó el trabajo
pastoral en mi primera parroquia. Duró un año y consistía en las funciones
típicas de un vicario y profesor de religión. Se me confiaron cinco escuelas
elementales en las campiñas pertenecientes a la parroquia de Niegowic. Allí me
llevaban en un pequeño carro o en la calesa. Recuerdo la cordialidad de los
maestros y de los feligreses. Los grupos eran muy diversos entre sí: algunos
bien educados y tranquilos, otros muy vivaces. Aún hoy me sucede que vuelvo con
el pensamiento al recogido silencio que reinaba en las clases, cuando, durante
la cuaresma, hablaba de la pasión del Señor.
En ese tiempo la
parroquia de Niegowic se preparaba para la celebración del quincuagésimo
aniversario de la Ordenación sacerdotal del párroco. Como la vieja iglesia era
ya inadecuada para las necesidades pastorales, los feligreses decidieron que el
regalo más hermoso para el homenajeado sería la construcción de un nuevo templo.
Pero yo fui trasladado pronto de aquella agradable comunidad.”
Se había encariñado con esa
gente sencilla que le confiaba alegrías y tribulaciones, había comenzado a
construir la nueva iglesia, era su primera misión pastoral, pero recibió la
orden de partir y abandonar aquella pequeña iglesia y regresar a Cracovia para proseguir
su misión en San Florian, una iglesia barroca ubicada en Plac Matejki,
que en su forma original era una de las iglesias románicas mas antiguas de
Cracovia. Fundada por el príncipe
Kazimierz II recibió las reliquias de San Florian, mártir cristiano del siglo
IV y santo patrón contra los incendios. La Iglesia (ahora Basílica) esta
situada al comienzo de la ruta histórica conocida como la “Ruta Real (Via
Regia) que atraviesa la ciudad hasta la colina del Wawel, punto de partida de procesiones estatales,
nacionales y religiosas.
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