¿Por qué
habéis venido ahora? ¿Buscáis a Jesús el
crucificado?
Sí. Buscamos a Jesús crucificado. Lo buscamos
esta noche después del sábado, que precedió a la llegada de las mujeres al
sepulcro, cuando ellas con gran estupor vieron y oyeron: "No está
aquí..." (Mt 28, 6).
(…)
"Nuestro hombre viejo ha sido crucificado con El, para que... no seamos más esclavos del pecado..." (Rom 6, 6), porque nosotros nos consideramos "muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (ib., 6, 11); efectivamente: "Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios" (ib., 6, 10);
porque: "Si
nuestra existencia está unida a El en una muerte como la suya, lo estará
también en una resurrección como la suya" (ib., 6, 5);
y porque creemos
que "Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la
muerte ya no tiene dominio sobre El" (ib., 6, 9).
Por esto velamos
junto a su tumba.
Vela la Iglesia.
Y vela el mundo.
La hora de la
victoria de Cristo sobre la muerte es la hora más grande de su
historia.
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