Recuerdos de aquellos inolvidables dias de abril
2014. Eternamente agradecida
Aunque
ya no es parte mi “diario” pues ha ocurrido despues de mi partida dejaré aun
dos posts adicionales etiquetados bajo el mismo titulo, como parte de esta
extraordinaria experiencia.
“Esta
mañana el Santo Padre Francisco presidió en la Iglesia de San Estanislao en
Roma, la misa de agradecimiento por la Canonización de Juan Pablo II. Luego de
la celebración, el Papa regresó al Vaticano para el rezo del Regina
Coeli.
La Iglesia de San Estanislao, en la calle Botteghe Oscure de Roma, mejor conocida como la “iglesia de los polacos”, es la iglesia nacional de Polonia, punto de referencia para los casi 20.000 polacos residentes en Roma, cuya historia se remonta al siglo XVI, cuando el Cardenal Estanislao Osio pidió al Papa Gregorio XIII que diera a la comunidad polaca un lugar en donde poder recibir ayuda espiritual y material. Juan Pablo II visitó esta Iglesia tres veces cuando era Papa.
Texto
completo de la homilía del Papa traducida al español por el jesuita Guillermo
Ortiz (Vat
News)
Pedro
testigo de la esperanza que es Cristo
En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles hemos escuchado la voz de Pedro, que anuncia con fuerza la resurrección de Jesús. Y en la segunda lectura es también Pedro que confirma a los fieles en la fe en Cristo, escribiendo: “ustedes por obra suya creen en Dios, que lo ha resucitado de entre los muertos…, de modo que su fe y su esperanza están dirigidas a Dios” 1,21).
Pedro es el punto de referencia firme en la comunidad porque está fundado en la Roca que es Cristo. Así estuvo Juan Pablo II, verdadera piedra, anclado a la gran Roca.
Una
semana después de la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II, estamos
reunidos en esta iglesia de los polacos en Roma, para agradecer al Señor el don
del santo Obispo de Roma hijo de vuestra Nación. Él siempre vino aquí en
diversos momentos de su vida y de la vida de Polonia. En los momentos de
tristeza y de abatimiento, cuando todo parecía perdido, él no perdía la
esperanza. Él no perdía la esperanza, porque su fe y su esperanza estaban fijos
en Dios. Y así era piedra, roca, para esta comunidad (1 Pt 1,21). Era piedra,
roca para esta comunidad, que aquí reza, que aquí escucha la Palabra, prepara los
Sacramentos y los administra, recibe a los necesitados, canta y hace fiesta, y
desde aquí sale a las periferias de Roma.
Ustedes, hermanos y hermanas, hacen parte de un pueblo que ha sido muy probado en su historia. El pueblo polaco sabe bien que para entrar en la gloria es necesario pasar a través de la pasión y la cruz (cfr Lc 24,26). Y no lo saben porque lo han estudiado, sino porque lo han vivido. San Juan Pablo II, como digno hijo de su patria terrena, siguió este camino. Lo siguió de un modo ejemplar, recibiendo de Dios el despojo total. Por esto “su carne reposa en la esperanza” (cfr At 2,26; Sal 16,9).
Ustedes,
queridos hermanos, que forman hoy la comunidad cristiana de polacos en Roma
¿quieren seguir este camino?
San
Pedro, también con la voz de san Juan Pablo II, les dice “compórtense con temor
de Dios en el tiempo en que viven aquí abajo como extranjeros” (1 Pt 1,17).
Somos
caminantes, no errantes. Somos peregrinos pero no vagabundos – come decía san
Juan Pablo II.
Los
dos discípulos de Emaús en la ida eran errantes, no sabían dónde terminarían,
pero al regreso ¡no! Al regreso eran ¡testigos de la esperanza que es Cristo!
Porque lo habían encontrado a Él, el Caminante resucitado. Este Jesús que
camina con nosotros está aquí. Jesús hoy está aquí con su Palabra, camina con
nosotros.
Que
San Juan Pablo II nos ayude a ser “caminantes resucitados”. Amén.
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