Recuerdos de aquellos inolvidables dias de
abril 2014. Eternamente agradecida
Después
del privilegio de vivenciar la canonización de un “amigo” (así lo llamaba mi
padre), un maestro para mi e inspirador de este blog, un Papa que me ha
mostrado el camino, que ha afianzado mi fe y cambiado mi vida, quedan
algunas impresiones imborrables, fuertemente relacionadas con San
Juan Pablo II y que precedieron – casi todas - esta celebración:
Mis
primeros contactos con los administradores del sitio dedicado a Juan Pablo II
que funcionaba dentro de la pagina web del Vicariato de Roma; el antiguo
Foro que no duró mucho tiempo pero fue suficiente para trabar amistades que
siguen perdurando; la emoción de mi primera traducción para el sitio y
luego para la revista Totus Tuus; los contactos con la
Postulación y las amistades que nacieron entonces; mi primer e
inolvidable viaje a Polonia y otros que siguieron; la emoción de la
participación en la sesión de clausura de la investigación diocesana sobre la
vida, las virtudes y la fama de santidad del Siervo de Dios Juan Pablo II en
abril de 2007 y finalmente el gozo de estar en la Plaza San Pedro para la ceremonia de beatificaciòn el 1ro de mayo de 2011.
Durante los últimos años nunca ha perdido fuerza para mi la impronta del himno Aprite le porte a Cristo que sigue emocionándome como el primer dia.
Hoy me corresponde dar gracias por el privilegio de estar allí en la ceremonia de canonización, aunque quizás la emoción fue más fuerte el dia de la beatificación (precisamente por lo descripto más arriba), quizás más solemne también la preparación y todo el entorno de la plaza y de Roma misma aunque es difícil expresar el orgullo que siento que esta ceremonia del Domingo de la Misericordia del 2014 estuviese presidida por el Papa Francisco, un Papa argentino! Quedará grabado en mi memoria el testimonio y la devoción de los polacos terminada la ceremonia - y que continuó el dia lunes - de grupos procedentes de diversas regiones y parroquias (por sus diferentes identificaciones) arrodillados sobre el adoquinado de la Plaza San Pedro rezando el rosario: conmovedor y ejemplar, difícil expresarlo en palabras… un testimonio fuerte, un sacudón para el alma, una caricia al corazón.
Imagino la emoción de los polacos que no pudieron ir a Roma y celebraron la canonización en su propia patria, un país que dos totalitarismos desenfrenados y avasallantes trataron de mutilar, de pisotear y aniquilar sin éxito, si bien no sin devastadoras consecuencias. El nuevo santo ha dejado un testimonio indeleble advirtiendo de aquellos peligros en sus escritos desde su temprana juventud; más tarde en homilías y discursos pre pontificado y ya como Pontífice, especialmente durante sus viajes a su patria.
Por otro lado hay una imagen de estos dias que guardan emocionadas mis pupilas: el saludo de Sor Tobiana al Papa emérito Benedicto XVI. cuantos recuerdos compartes sus miradas....
Imagino también la emoción del cardenal Stanislaw Dziwisz, su secretario....qué regalo el día de su cumpleaños! El 27 de abril cumplía 75 años!
Entre tantas discusiones y debates en los medios, acerca de la “acertada
medida”, “encuentro entre conservadores y progresistas”, “la decisión de
un Papa audaz” en cuanto a la canonización de estos dos Papas Juan XXIII y Juan
Pablo II conjuntamente, quiero colaborar con mi propia versión. Esta
extraordinaria “aventura” ha demostrado que la Iglesia sabe donde esta parada,
han sido dos Papas que han cambiado el mundo en diferentes épocas, dos Papas
que marcaron la Iglesia y los tiempos, su diario vivir, sus relaciones con el
mundo, el laicado y las demás religiones. Si bien el pontificado de
Juan XXIII es más lejano y no lo sentimos tan contemporáneo, su huella ha
surcado profundamente los más variados estamentos. Un papa considerado anciano
y bonachón revolucionó a la Iglesia contra toda expectativa y advertencias,
atreviéndose a convocar el Concilio Vaticano II, que luego culminara durante el
pontificado de Pablo VI. Karol Wojtyla fue quizás el discípulo más
fiel y consecuente de este Concilio extrapolando toda la experiencia vivida a
su propia diócesis, durante un periodo de comunismo duro e intransigente,
convocando el Sínodo de Cracovia en 1972, después de un año de “preparación”
como contundente expresión de su compromiso con la Iglesia y con su patria, si
bien la preparación al mismo era más lejana, pues había sido precedida por
la particular “gran novena” de los nueve años y el arrresto
domiciliario del cardenal Wyszynski. Karol Woytila habia pasado por la
escuela sinodal de los Sinodos creados por el papa Pablo VI el 15 de septiembre
de 1965, “uno de los frutos del Concilio”. Miembro de todos los
Sínodos que se realizaban en Roma participó en todos menos en uno como obispo.
Fue en 1967 cuando al cardenal Stefan Wyszynski, primado de Polonia, se le negó
el permiso para ir a Roma y asistir al sínodo de octubre. En un gesto de
solidaridad, el entonces recientemente creado cardenal Karol Wojtyla, arzobispo
de Cracovia, tampoco participó.
La clausura del Sínodo de Cracovia tuvo lugar el 22 de junio de 1983 en
la Catedral de Wawel, que custodia las reliquias de San Estanislao y el acto
litúrgico fué presidido por el entonces ya Santo Padre Juan Pablo II.
Pensar que hace una semana caminaba maravillada por el adoquinado de la Plaza San Pedro y hoy, vuelta a la realidad cotidiana por las veredas de Buenos Aires….
Entre
otros, guardo como recuerdo de los días pasados dos pequeños papelitos que me
“gané” en el “sorteo” de los jóvenes del Centro San Lorenzo que llevaron la
Cruz de las Jornadas a la Plaza San Pedro los días previos a la canonización:
Isaías 58, 11: “El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se agota
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