Fue
el último Viernes Santo que lo tuvimos entre nosotros.
El
padre Mokrzycki le pregunto en una oportunidad a Arturo Mari cual de las tantas
fotografías suyas elegiría como símbolo del pontificado de Juan Pablo II y el
“fotógrafo de seis papas” le respondió que escogería su última foto del Santo
Padre en vida.
Se trata de la fotografía tomada durante el Vía Crucis del 2005: Juan Pablo II
en su capilla privada abrazado a la Cruz, unido a Cristo y a los fieles
congregados en el Coliseo. El Papa ya no podría hacer el camino de la Cruz de
estación en estación, así que lo hizo unido a los fieles en sus pensamientos y
en su oración desde su capilla privada.
Sin embargo, sabíamos - dice Mokrzycki - cuán importante era para él el Vía
Crucis, por eso surgió la idea de instalar una pantalla delante suyo para que
pudiera participar de la ceremonia en el Coliseo. La TV Vaticana transmitía
imágenes desde la capilla en simultáneo, de modo que todos podían ver al Santo
Padre rezando junto a ellos. Momentos muy emocionantes.
Y en algún momento el Papa pidió una Cruz…. Y el padre Stanislaw – dice
Mokrzycki - sugiere alcanzarle la cruz liviana de madera que tenía yo en mi
habitación. “Así que salí corriendo para traer la cruz al Santo Padre y hoy esa
cruz es un recuerdo muy especial para mí, una reliquia.”
Esa Cruz, que recorrió todo un camino hasta que se convirtió en reliquia, tiene
una preciosa historia.
Una mujer se accidento en las Montañas Bieszczady y ya no pudo volver a
caminar, entonces le pidió a su esposo que le tallara una Cruz para que pudiera
rezar con ella. Tres años más tarde le dio esa Cruz a un grupo de peregrinos
que iban a Roma para las celebraciones del Jubileo del año 2000 y los
peregrinos se la regalaron a Juan Pablo II. La Cruz fue luego puesta en la
habitación del padre Mokrzycki. Despues de la muerte del Santo Padre el padre
Mokrzycki le dio la reliquia a su madre Bronislawa y ella se la regalo a la
parroquia en Kraczakowa, cerca de Rzeszow.
Mas tarde esa Cruz-reliquia siguió
peregrinando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo en la patria deSan Juan
Pablo II, recordándoles a sus compatriotas el Via Crucis que ese Viernes Santo
siguió “el Papa polaco” desde su capilla privada abrazando la Cruz y siguiendo
las meditaciones y oraciones de su amigo el Cardenal Joseph
Ratzinger.
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