Revisando
las revistas TotusTuus de la Postulación por la Causa de
beatificación y Canonización de Juan Pablo II (la revista ha dejado de
publicarse) encuentro este testimonio de
su visita al Peru dirigido al postulador Mons. Slawomir Oder:
un blog pensado para un grupo de amigos que fue extendiéndose por el mundo. Gracias a todos por compartir!
Revisando
las revistas TotusTuus de la Postulación por la Causa de
beatificación y Canonización de Juan Pablo II (la revista ha dejado de
publicarse) encuentro este testimonio de
su visita al Peru dirigido al postulador Mons. Slawomir Oder:
“El
Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su
sencillez y en su profundidad. En esta plegaria repetimos muchas veces las
palabras que la Virgen María oyó del Arcángel y de su prima Isabel. Palabras a
las que se asocia la Iglesia entera.
Se
puede decir que el Rosario es en cierto modo un comentario oración sobre el
capítulo final de la constitución Lumen gentium del
Vaticano II, capítulo que trata de la presencia admirable de la Madre de Dios
en el misterio de Cristo y de la Iglesia. En efecto, con el trasfondo de las
Avemarías pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de
Jesucristo. El Rosario en su conjunto consta de misterios gozosos, dolorosos y
gloriosos, y nos ponen en comunión vital con Jesucristo a través ―se
puede decir― del Corazón de su Madre. Al mismo tiempo nuestro corazón puede
incluir en estas decenas del Rosario todos los hechos que entraman la vida del
individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias
personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevan
más en el corazón. De este modo la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con
el ritmo de la vida humana.”
(Juan Pablo II – Ángelus 29 de octubre de 1978)
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JuanPablo II y la dimensión de su carisma mariano (1)
JuanPablo II y la dimensión de su carisma mariano (2)
Inspirados en la presentación de “Vision analítica del magisterio mariano de Juan Pablo II de Domenico Berteto, “ quien fue junto a Gabriele Roschini, uno de los máximos exponentes de la mariología preconciliar italiana. Nacido en San Giusto Canavese el 30 de octubre de 1914, murió en Loreto el 18 de agosto de 1988.” (por eso habla en su presentación de “nueve años de su luminoso y dinámico pontificado” y debe considerarse incompleto, pues el autor fallecio en 1988, un año despues de la enciclica Redemptoris Mater ); tal como comenta Bertetto su presentacion es solo una sintesis!
Invito leer el valioso ensayo completo. (si no funciona el
enlace googlear Maria en el Magisterio de Juan Pablo II Domenico
Bertetto) síntesis a su vez de la copiosa obra mariana de Domenico Bertetto
Cuando
Roma, pero también algunas diócesis de Italia y del mundo se aprestaban a
festejar por primera vez la memoria litúrgica de Juan Pablo II mediante
conferencias, exposición de reliquias y celebraciones eucarísticas – como
algunas de las iniciativas promovidas a fin de brindar la oportunidad de
recordar, en agradecimiento orante, el gran don del Papa “venido de lejos” como
lo recuerda Mons. Alberto Maria Careggio, Obispo de Ventimiglia-Sanremo, mi
amiga italiana la prof. Carmela Randone anotaba estas reflexiones:
“Juan Pablo II no ha sido solamente un gran Papa, un fino intelectual, un poeta
y filosofo de una profundidad infrecuente. En Juan Pablo II el hombre
contemporáneo, a menudo extraviado y frágil, veía un padre, un amigo, un
hermano siempre dispuesto a donarse en nombre del Amor que rodeaba toda su
existencia, cada instante, cada gesto, cada palabra. Para Juan Pablo II Dios no
era objeto de estudio, de análisis exegético o teológico, sino una experiencia
viva, real, que abarcaba todo su ser, su vida de hombre, sacerdote, obispo,
pontífice. Lo recuerdan a menudo cuantos han estado cerca de él: Juan Pablo II
no desviaba jamás su mirada de aquel Misterio en el cual estaba enteramente
inmerso, en una identificación común a los místicos, místicos santos. Vivía en
la dimensión del Misterio, “respiraba” el Misterio.
Todo su ser enteramente en Dios no lo distraía, no lo abstraía de lo humano de
donde extraía la grandeza y la belleza que proceden del hombre en su condición
de imagen de Dios Creador, del Dios Amor.
En cierto sentido, cuando en 1962 le decía a los jóvenes universitarios de
Cracovia que «Cristo no nos aleja de nosotros mismos. Cristo no anula a ninguno
de nosotros. No nos menosprecia»! no proponía la tesis conclusiva de estudios
teológico – académicos o de análisis eclesiológico, que fueran a formar parte
de ensayos exitosos. No, aquella frase contenía en si algo mucho más profundo y
verdadero. El había sufrido la pérdida de sus seres más queridos (en su
ordenación no habían estado presentes ni sus padres ni su hermano, muerto años
antes); debió afrontar el drama de la ocupación alemana y la tragedia de la
guerra solo; sus amigos más queridos fueron apresados y torturados. Y
precisamente por todo ello, ya entonces era testimonio fiel, maestro fidedigno,
como lo sería hasta el final.
El, con su vida, mas allá de sus discursos y escritos, ha hecho visible la
verdad de cuanto proclamaba a los jóvenes amigos universitarios.
No ha tenido miedo de “vivir plenamente”, de ser hombre entre los hombres,
consciente que la encarnación es el centro, el fulcro de nuestra fe. No ha
tenido miedo de encontrarse con el hombre, el hombre real, que “vive, goza,
llora y sufre”, y ello en todas las latitudes, en toda circunstancia, en toda
condición.
Alguien
hace mucho tiempo se inclinaba sobre mi/...encerrado en este abrazo – el rostro
acariciado – viene luego el asombro y el silencio, el silencio sin palabras /
que nada entiende, que nada juzga / y en este silencio siento la inclinación de
Dios.
Así
escribía Karol Wojtla
Vigoroso
y débil, fuerte y tembloroso, con su voz potente o con un soplo de voz, toda su
existencia transcurrió como respuesta a una llamada del Amor, respuesta a
“aquel inclinarse de Dios” de su vivencia diaria.
Al hombre, a la humanidad extraviada e inquieta del Siglo XX e inicios del XXI,
Juan Pablo II no le ha propuesto grandes
discursos, ni ofrecido exegesis o lecciones magistrales de alto
vuelo...sencillamente se ha ofrecido el mismo, su existencia, su persona, su
amor. El, como a menudo se dice de él, ha enseñado a vivir, a gozar de las
pequeñas cosas: ha enseñado a contemplar la naturaleza, a gozar de la vida, a
amar la vida, a respetarla siempre incondicionalmente; pero ante todo ha
enseñado que significa donarse por entero hasta la anulación de si mismo,
anulación posible solo para aquel que esta “todo en Dios”, como el maravillosa
y estupendamente testimoniara. Su humanidad, su fragilidad, su debilidad, hasta
la “deformación” del cuerpo rigido debido a la enfermedad, vividos en Cristo y
por Cristo, se convirtieron en signo visible de lo Invisible, un signo tan
potente que su mensaje lograba “hablarle” también a los corazones de los
hombres que viven en el “desierto” de un mundo cada vez mas secularizado y
“hostil a Dios”.
Sus “hijos” festejan hoy pidiendo a Dios, por intercesión de Juan Pablo II, la
fuerza y la audacia de poder testimoniar la belleza de ser cristianos y el gozo
de un “fiat” que ilumina, irradia y da sentido a nuestro vivir, gozar, amar,
sufrir y morir.”
Prof.
Carmela Randone
Tal vez os ha sucedido alguna vez ante una
escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía o un fragmento musical,
experimentar una profunda emoción, una sensación de alegría, es decir, de
percibir claramente que ante vosotros no había sólo materia, un trozo de mármol
o de bronce, una tela pintada, un conjunto de letras o un cúmulo de sonidos,
sino algo más grande, algo que «habla», capaz de tocar el corazón, de comunicar
un mensaje, de elevar el alma. Una obra de arte es fruto de la capacidad
creativa del ser humano, que se cuestiona ante la realidad visible, busca
descubrir su sentido profundo y comunicarlo a través del lenguaje de las
formas, de los colores, de los sonidos. El arte es capaz de expresar y hacer
visible la necesidad del hombre de ir más allá de lo que se ve, manifiesta la
sed y la búsqueda de infinito. Más aún, es como una puerta abierta hacia el
infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Una
obra de arte puede abrir los ojos de la mente y del corazón, impulsándonos
hacia lo alto.
Pero hay expresiones artísticas que son
auténticos caminos hacia Dios, la Belleza suprema; más aún, son una ayuda para
crecer en la relación con él, en la oración. Se trata de las obras que nacen de
la fe y que expresan la fe. Podemos encontrar un ejemplo cuando visitamos una
catedral gótica: quedamos arrebatados por las líneas verticales que se recortan
hacia el cielo y atraen hacia lo alto nuestra mirada y nuestro espíritu,
mientras al mismo tiempo nos sentimos pequeños, pero con deseos de plenitud… O
cuando entramos en una iglesia románica: se nos invita de forma espontánea al
recogimiento y a la oración. Percibimos que en estos espléndidos edificios está
de algún modo encerrada la fe de generaciones. O también, cuando escuchamos un
fragmento de música sacra que hace vibrar las cuerdas de nuestro corazón,
nuestro espíritu se ve como dilatado y ayudado para dirigirse a Dios. Vuelve a
mi mente un concierto de piezas musicales de Johann Sebastian Bach, en Munich,
dirigido por Leonard Bernstein. Al concluir el último fragmento, en una de
las Cantatas, sentí, no por razonamiento, sino en lo más
profundo del corazón, que lo que había escuchado me había transmitido verdad,
verdad del sumo compositor, y me impulsaba a dar gracias a Dios. Junto a mí
estaba el obispo luterano de Munich y espontáneamente le dije: «Escuchando esto
se comprende: es verdad; es verdadera la fe tan fuerte, y la belleza que
expresa irresistiblemente la presencia de la verdad de Dios». ¡Cuántas veces
cuadros o frescos, fruto de la fe del artista, en sus formas, en sus colores,
en su luz, nos impulsan a dirigir el pensamiento a Dios y aumentan en nosotros
el deseo de beber en la fuente de toda belleza! Es profundamente verdadero lo
que escribió un gran artista, Marc Chagall: que durante siglos los pintores
mojaron su pincel en el alfabeto colorido de la Biblia. ¡Cuántas veces entonces
las expresiones artísticas pueden ser ocasiones para que nos acordemos de Dios,
para ayudar a nuestra oración o también a la conversión del corazón! Paul
Claudel, famoso poeta, dramaturgo y diplomático francés, en la basílica de
«Notre Dame» de París, en 1886, precisamente escuchando el canto del Magníficat
durante la Misa de Navidad, percibió la presencia de Dios. No había entrado en
la iglesia por motivos de fe; había entrado precisamente para buscar argumentos
contra los cristianos, y, en cambio, la gracia de Dios obró en su corazón.
Queridos
amigos, os invito a redescubrir la importancia de este camino también para la
oración, para nuestra relación viva con Dios. Las ciudades y los pueblos en
todo el mundo contienen tesoros de arte que expresan la fe y nos remiten a la
relación con Dios. Por eso, la visita a los lugares de arte no ha de ser sólo
ocasión de enriquecimiento cultural —también esto—, sino sobre todo un momento
de gracia, de estímulo para reforzar nuestra relación y nuestro diálogo con el
Señor, para detenerse a contemplar —en el paso de la simple realidad exterior a
la realidad más profunda que significa— el rayo de belleza que nos toca, que
casi nos «hiere» en lo profundo y nos invita a elevarnos hacia Dios. Termino
con la oración de un Salmo, el Salmo 27: «Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar
en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo» (v. 4). Esperamos que el Señor nos ayude a contemplar
su belleza, tanto en la naturaleza como en las obras de arte, a fin de ser
tocados por la luz de su rostro, para que también nosotros podamos ser luz para
nuestro prójimo. Gracias.
(Benedicto XVI - Audiencia General, Castelgandolfo, 31 de agoto de 2011)
(Quiero confiar y ofrecer el futuro del Continente a María Santísima, Madre de Cristo y de la Iglesia. Por eso, tengo la alegría de anunciar ahora que he declarado que el día 12 de diciembre en toda América se celebre a la Virgen María de Guadalupe con el rango litúrgico de fiesta.)
¡Oh Madre! tu conoces los caminos que siguieron
los primeros evangelizadores del Nuevo Mundo, desde la isla Guanahani y La
Española hasta las selvas del Amazonas y las cumbres andinas, llegando hasta la
tierra del Fuego en el Sur y los grandes lagos y montañas del Norte. Acompaña a
la Iglesia que desarrolla su labor en las naciones americanas, para que sea siempre
evangelizadora y renueve su espíritu misionero. Alienta a todos aquellos que
dedican su vida a la causa de Jesús y a la extensión de su Reino.
¡Oh dulce Señora del Tepeyac, Madre de
Guadalupe! Te presentamos esta multitud incontable de fieles que rezan a Dios
en América. Tú que has entrado dentro de su corazón, visita y conforta los
hogares, las parroquias y las diócesis de todo el Continente. Haz que las
familias cristianas eduquen ejemplarmente a sus hijos en la fe de la Iglesia y
en el amor del Evangelio, para que sean semillero de vocaciones apostólicas.
Vuelve hoy tu mirada sobre los jóvenes y anímalos a caminar con Jesucristo.
¡Oh Señora y Madre de América! Confirma la fe de
nuestros hermanos y hermanas laicos, para que en todos los campos de la vida
social, profesional, cultural y política actúen de acuerdo con la verdad y la
ley nueva que Jesús ha traído a la humanidad. Mira propicia la angustia de
cuantos padecen hambre, soledad, marginación o ignorancia. Haznos reconocer en
ellos a tus hijos predilectos y danos el ímpetu de la caridad para ayudarlos en
sus necesidades.
¡Virgen Santa de Guadalupe, Reina de la Paz!
Salva a las naciones y a los pueblos del Continente. Haz que todos, gobernantes
y ciudadanos, aprendan a vivir en la auténtica libertad, actuando según las
exigencias de la justicia y el respeto de los derechos humanos, para que así se
consolide definitivamente la paz.
¡Para ti, Señora de Guadalupe, Madre de Jesús y
Madre nuestra, todo el cariño, honor, gloria y alabanza continua de tus hijos e
hijas americanos!
Misa de Clausura del Sinodo de America , Basilica de Guadalupe, 1999
VIAJE APOSTÓLICO A MÉXICO Y SAN LUIS (ESTADOS UNIDOS)
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¡Oh San Juan
Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!
Tú advertiste el
asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que
Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las
familias y cada vida que brota en la familia.
Amén.
¡Oh San Juan
Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!
Tú advertiste el
asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que
Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las
familias y cada vida que brota en la familia.
Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.
¡Oh San Juan
Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!
Tú advertiste el
asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que
Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las
familias y cada vida que brota en la familia.
Ruega por el
mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te
opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por
nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.
En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo
¡Ruega por nosotros pecadores!
“Ahora y en la hora de nuestra muerte”.
¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!
Te encomendamos a todas las víctimas de la
injusticia y de la violencia, a todos los que han muerto en las catástrofes
naturales, a todos los que en la hora de la muerte acuden a Ti como Madre y
Patrona.
Sé para todos nosotros, Puerta del Cielo, vida,
dulzura y esperanza, para que juntos podamos contigo glorificar al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.
¡Amén!
(Juan Pablo II segunda parte de la oraciónen a la Virgen del Rosario en la Basilica de Nuestra Señora de Chiquinquira, Peregrinaciónapostólica a Colombia
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¡Oh San Juan
Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!
Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animándola a caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús.
Tú advertiste el
asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que
Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las
familias y cada vida que brota en la familia.
En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo
¡Dios te
salve María!
Te saludamos con Isabel: ¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¡Feliz porque has creído a las
promesas divinas!
Te saludamos con las palabras del Evangelio:
Feliz porque has escuchado la Palabra de Dios y la has cumplido.
Tú eres la ¡llena de gracia!
¡EI Señor está contigo!
(Juan Pablo II primera parte de la oracióna la Virgen del Rosario en la Basilica de Nuestra Señora de Chiquinquira, Peregrinaciónapostólica a Colombia
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¡Oh San Juan
Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!
Tú advertiste el
asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que
Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las
familias y cada vida que brota en la familia.
Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.
Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo, donde te vemos junto a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición de Dios. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo
(Juan Pablo II Acto deConsagracion de los jóvenes a Maria)
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¡Oh San Juan
Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!
Tú advertiste el
asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que
Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las
familias y cada vida que brota en la familia.
En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo
Te confío a Ti, ¡oh
Inmaculada Madre de Dios!, mi pueblo, mi patria tan fiel a Cristo y a la
Iglesia, y tan devota de Ti.
Otros problemas quedan en el
secreto de los corazones humanos y de las conciencias. Cada
uno de nosotros trae aquí muchas de estas preocupaciones y muchos problemas que
atañen a sí mismo, a su familia, al propio ambiente, a la comunidad con la que
está vinculado o de la que se siente responsable.
Aunque no lo manifestemos
en voz alta, Tú, oh Madre, lo sabes mejor, porque la Madre
sabe siempre...
Tú, oh Madre, sabes mejor
cuáles son los problemas de la Iglesia y del mundo contemporáneo con los que
viene hoy a Ti el Obispo de Roma, y cada uno de los presentes.
Así que ¡acógelos!, dígnate
acoger y atender esta oración nuestra sin palabras.
Y, sobre todo, acepta las
expresiones de nuestra gratitud ferviente por estar con nosotros, por
salir a nuestro encuentro todos los días y, particularmente, el día solemne de
hoy.
Y ¡quédate!
Permanece con nosotros cada vez más. Sal a nuestro encuentro cada vez más
frecuentemente, porque tenemos mucha necesidad de Ti. Háblanos con tu
maternidad, tu sencillez y tu santidad. Háblanos con tu Inmaculada Concepción.
¡Háblanos continuamente!
Y obtennos la gracia
—incluso si estamos muy lejos— de no perder la sensibilidad a tu presencia en
medio de nosotros.
Amén.
JUAN PABLO II, Plegaria a Nuestra
Señora
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Plaza de España, Roma
Lunes 8 de diciembre de 1980
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¡Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!
Tú advertiste el
asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que
Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las
familias y cada vida que brota en la familia.
En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo
VIAJE APOSTÓLICO A URUGUAY, CHILE Y ARGENTINA
CONSAGRACIÓN DE CHILE A LA VIRGEN
DEL CARMEN
ORACIÓN DE SU SANTIDAD JUAN PABLO
II
Santuario nacional de Maipú
Viernes 3 de abril de 1987
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Oracion
a San Juan Pablo II
¡Oh San Juan
Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición!
Tú advertiste el
asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que
Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las
familias y cada vida que brota en la familia.