Amén».
FELIZ Y BENDECIDO AÑO 2021 A TODOS!!
un blog pensado para un grupo de amigos que fue extendiéndose por el mundo. Gracias a todos por compartir!
Amén».
FELIZ Y BENDECIDO AÑO 2021 A TODOS!!
No
dudo en proclamar ante vosotros y ante todo el mundo que cada vida humana
—desde el momento de su concepción y durante todas sus fases siguientes— es sagrada,
porque la vida humana ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. Nada supera
la grandeza o la dignidad de la persona humana. La vida humana no es sólo
una idea o una abstracción. La vida humana es la realidad concreta de un ser
que vive, actúa, crece y se desarrolla; la vida humana es la realidad concreta
de un ser capaz de amor y de servicio a la humanidad.
En el
sacramento del matrimonio el hombre y la mujer —que por el bautismo se
convierten en miembros de Cristo y tienen el deber de manifestar en su vida las
actitudes de Cristo— reciben la certeza de la ayuda que necesitan para que su
amor crezca en una unión fiel e indisoluble y puedan responder generosamente al
don de la paternidad. Como ha declarado el Concilio Vaticano II: "Por
medio de este sacramento, Cristo mismo se hace presente en la vida de los
cónyuges y los acompaña, para que puedan amarse mutuamente y amar a sus hijos,
como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella" (cf. Gaudium et spes, 48; Ef 5,
25).
VIAJE APOSTÓLICO A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
Puer natus est nobis, filius datus
est nobis!
¡Qué misterio inescrutable esconde la humildad de este
Niño! Quisiéramos como tocarlo; quisiéramos abrazarlo.
Tú, María, que velas sobre tu Hijo omnipotente, danos
tus ojos para contemplarlo con fe: danos tu corazón para
adorarlo con amor.
En su sencillez, el Niño de Belén nos enseña a descubrir el
sentido auténtico de nuestra existencia; nos enseña a "llevar ya desde
ahora una vida sobria, honrada y religiosa" (Tt 2,12).
¡Oh Noche Santa y tan esperada, que has unido a Dios y al
hombre para siempre! Tú enciendes de nuevo la esperanza en nosotros. Tú nos
llenas de extasiado asombro. Tú nos aseguras el triunfo del amor sobre el odio,
de la vida sobre la muerte. Por eso permanecemos absortos y rezamos.
En el silencio esplendoroso de tu Navidad, tú, Emmanuel,
sigues hablándonos. Y nosotros estamos dispuestos a escucharte. Amén.
Permanezcamos en silencio y adorémosle!
FELIZ Y SANTA NAVIDAD A TODOS!!
¡Oh Niño, que has querido
tener como cuna un pesebre; oh Creador del universo, que te has despojado de la
gloria divina; oh Redentor nuestro, que has ofrecido tu cuerpo inerme como
sacrificio para la salvación de la humanidad!
Que el fulgor de tu
nacimiento ilumine la noche del mundo. Que la fuerza de tu mensaje
de amor destruya las asechanzas arrogantes del maligno. Que el don de tu vida
nos haga comprender cada vez más cuánto vale la vida de todo ser humano.
Tú vienes a traernos la
paz. Tú eres nuestra paz. Sólo tú puedes hacer de nosotros "un pueblo
purificado" que te pertenezca para siempre, un pueblo "dedicado a las
buenas obras" (Tt 2,14).
Lo predijo Jesús mismo,
en la inminencia de su pasión: «Os entregarán a los tribunales, seréis azotados
en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para
que deis testimonio ante ellos. (...) Y cuando os lleven para entregaros, no os
preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel
momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo» (Mc 13,
9-11 y par.).
Una promesa análoga se
repite en el Apocalipsis, en una visión que abarca toda la historia de la
Iglesia e ilumina la situación dramática que los discípulos de Cristo deben
afrontar, unidos a su Señor crucificado y resucitado. Son presentados con la
imagen sugestiva de los que llevan impreso en la frente el sello de Dios
(cf. Ap 7, 2-4).
La confirmación, al
llevar a plenitud la gracia bautismal, nos une más fuertemente a Jesucristo y a
su Cuerpo, que es la Iglesia. Ese sacramento también aumenta en nosotros los
dones del Espíritu Santo con el fin de concedernos «una fuerza especial del
Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras
como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de
Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz» (Catecismo de la Iglesia católica, n.
1303; cf. concilio de Florencia, DS 1319; Lumen gentium, 11-12).
San Ambrosio exhorta al
confirmado con estas vibrantes palabras: «Recuerda que has recibido el sello
espiritual, “el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y
fortaleza, el Espíritu de ciencia y piedad, el Espíritu de temor de Dios” y
conserva lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado, te ha confirmado Cristo
Señor y ha puesto en tu corazón como prenda el Espíritu» (De mysteriis,
7, 42: PL 16, 402-403).
El don del Espíritu
compromete a dar testimonio de Jesucristo y de Dios Padre, y asegura la
capacidad y la valentía para hacerlo. Los Hechos de los Apóstoles nos dicen
claramente que el Espíritu es derramado sobre los apóstoles para que se
conviertan en «testigos» (Hch 1, 8; cf. Jn 15,
26-27).
(…)
Este don específico
conferido por el sacramento de la confirmación capacita a los fieles para
desempeñar su «función profética» de testimonio de la fe. «El confirmado
—explica santo Tomás— recibe el poder de profesar públicamente la fe cristiana,
como en virtud de un cargo oficial (quasi ex officio)» (Summa Theol.,
III, q. 72, a. 5, ad 2; cf. Catecismo de la Iglesia católica, n.
1305). Y el Vaticano II, ilustrando en la Lumen gentium la índole sagrada y
orgánica de la comunidad sacerdotal, subraya que «el sacramento de la
confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una
fuerza especial del Espíritu Santo. De esta manera se comprometen mucho más,
como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus
palabras y sus obras» (n. 11).
El bautizado que, con
plena y madura conciencia, recibe el sacramento de la confirmación, declara
solemnemente ante la Iglesia, sostenido por la gracia de Dios, su
disponibilidad a dejarse penetrar, de modo siempre nuevo y cada vez más
profundo, por el Espíritu de Dios, a fin de llegar a ser testigo de Cristo
Señor.
(de la Audiencia General de Juan Pablo II del 23 de diciembre de 1981)
Saber que Dios no está lejos, sino cerca, que no
es indiferente, sino compasivo, que no es extraño, sino Padre misericordioso
que nos sigue amorosamente respetando nuestra libertad: todo esto es motivo de
una alegría profunda, que los alternos acontecimientos diarios no pueden
ofuscar.
Una
característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede
convivir con el sufrimiento, porque está totalmente basada en el amor. En
efecto, el Señor, que "está cerca" de nosotros hasta el punto de
hacerse hombre, viene a infundirnos su alegría, la alegría de amar.
Sólo así se comprende la serena alegría de los mártires incluso en medio de las
pruebas, o la sonrisa de los santos de la caridad en presencia de quienes
sufren: una sonrisa que no ofende, sino que consuela.
El encuentro de María con
Isabel es una bendición, una bendición. Bendecir, es “decir-bien”. Y Dios desde
la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir bien.
La segunda palabra que pronuncia, según el relato bíblico, es: “Y era bueno”, y
“está bien”, “era muy bueno”. El estilo de Dios es siempre decir bien, por eso
la maldición va a ser el estilo del diablo, del enemigo. El estilo de la mezquindad,
de la incapacidad de donarse totalmente, el “decir mal”. Dios siempre dice
bien. Y lo dice con gusto, lo dice dándose. Bien. Se da en abundancia, diciendo
bien, bendiciendo.
La tercera palabra el don. Y esta
abundancia, este decir-bien, es un regalo, es un don. Un don que se nos da en
el que es “toda gracia”, que es todo Él, que es todo divinidad, en “el
bendito”. Un don que se nos da en la que está “llena de gracia”, la “bendita”.
El bendito por naturaleza y la bendita por gracia. Son dos referencias que la
Escritura las marca. A Ella se le dice “bendita tú entre las mujeres”, “llena
de gracia”. Jesús es el “bendito”, el que traerá la bendición.
Y mirando la imagen de nuestra Madre esperando
al bendito, la llena de gracia espera al bendito, entendemos un poco esto de la
abundancia, del decir bien, del “ben-decir”. Entendemos esto del don, el don de
Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por naturaleza, en la
abundancia de su Madre por gracia. El don de Dios se nos presentó como una
bendición, en el bendito por naturaleza y en la bendita por gracia. Este es el
regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente subrayarlo, volver
a despertarlo a lo largo de la revelación.
“Bendita tú eres entre las mujeres, porque nos
trajiste al bendito”. “Yo soy la Madre de Dios por quien se vive, el que da
vida, el bendito”.
Y que, contemplando la imagen de nuestra madre
hoy, le “robemos” a Dios un poco de este estilo que tiene: la generosidad, la
abundancia, el bendecir, nunca maldecir, y transformar nuestra vida en un don,
un don para todos. Que así sea.
Cada
fase de la larga historia de los camaldulenses ha contado con testigos fieles
del Evangelio, no sólo en el silencio del ocultamiento y de la soledad, y en la
vida común compartida con los hermanos, sino también en el servicio humilde y
generoso a todos. Especialmente fecunda ha sido la acogida ofrecida por las
hospederías camaldulenses. En tiempos del humanismo florentino, dentro de los
muros de Camáldoli se tuvieron las famosas disputationes, en las que
participaron grandes humanistas como Marsilio Ficino y Cristoforo Landino; en
los años dramáticos de la segunda guerra mundial, los mismos claustros
propiciaron el nacimiento del célebre «Códice de Camáldoli», una de las fuentes
más significativas de la Constitución de la República italiana. No fueron menos
fecundos los años del concilio Vaticano II, durante los cuales maduraron entre
los camaldulenses personalidades de gran valor, que han enriquecido a la
congregación y a la Iglesia, y han promovido nuevos impulsos y nuevas sedes en
Estados Unidos, en Tanzania, en India y en Brasil. En todo esto era garantía de
fecundidad el apoyo de los monjes y monjas que acompañaban las nuevas
fundaciones con la oración constante, vivida en la intimidad de su «reclusión»,
alguna vez incluso hasta el heroísmo.
"Tota pulchra es Maria": Toda hermosa eres, oh María.
La
Iglesia celebra hoy la Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María.
Si Cristo es el día que no conoce ocaso, María es su aurora resplandeciente de
belleza.
María,
elegida para ser la Madre del Verbo encarnado, es al mismo tiempo
la primicia de su obra redentora. La gracia de Cristo Redentor actuó
anticipadamente en ella, preservándola del pecado original y
de todo contagio de culpa.
Por
eso, María es la "llena de gracia" (Lc 1, 28), como
afirma el ángel cuando le lleva el anuncio de su maternidad divina. La mente
humana no puede pretender comprender un prodigio y un misterio tan grandes. La
fe nos revela que la Inmaculada Concepción de la Virgen es prenda de
salvación para toda criatura humana, peregrina en la tierra. La fe nos
recuerda también que, en virtud de su singularísima condición, María es nuestro
apoyo inquebrantable en la dura lucha contra el pecado y sus consecuencias.
Juan
Pablo II Ángelus 8 de diciembre 2003 Solemnidad de la Inmaculada
Preparando el post anterior “Maria modelo y guía del Adviento” recordaba nuestra peregrinación a Mentorella.
Mentorella,
siempre en mi recuerdo!..
"Preparad
el camino del Señor, enderezad sus sendas" (Lc 3, 4).
En
este segundo domingo de Adviento resuena con vigor esta invitación de san Juan
el Bautista, un grito profético que sigue resonando a lo largo de los
siglos.
Lo
escuchamos también en nuestra época, mientras la humanidad prosigue su camino
en la historia. A los hombres del tercer milenio, en busca de serenidad y paz,
san Juan Bautista les indica el camino que es preciso recorrer.
Toda
la liturgia del Adviento se hace eco del Precursor, invitándonos a ir al
encuentro de Cristo, que viene a salvarnos. Nos preparamos para recordar de
nuevo su nacimiento, que tuvo lugar en Belén hace cerca de dos mil años;
renovamos nuestra fe en su venida gloriosa al final de los tiempos. Al mismo
tiempo, nos disponemos a reconocerlo presente en medio de nosotros, pues nos
visita también en las personas y en los acontecimientos diarios.
Nuestro
modelo y guía en este itinerario
espiritual típico del Adviento es María, que es mucho más
bienaventurada por haber creído en Cristo que por haberlo engendrado
físicamente (cf. san Agustín, Sermón 25, 7: PL 46,
937). En ella, preservada inmaculada de todo pecado y llena de gracia, Dios
encontró la "tierra buena", en la que puso la semilla de la nueva
humanidad.
Que
la Virgen Inmaculada, a quien nos disponemos a celebrar mañana, nos
ayude a preparar bien "el camino del Señor" en
nosotros mismos y en el mundo.
Del Angelus
de Juan Pablo II en el II Domingo de Adviento 2003
Mis varios viajes a la tierra de Juan Pablo II nunca
coincidieron con los 12 días que, como mujer, podía visitar el Monasterio deBielany,
En un principio,
y a falta material propio sobre el
Monasterio, costaba escribir un post basado solo en otras publicaciones y sin suficientes datos para
investigar más a fondo. Con el tiempo
fui descubriendo un mundo y más secretos de este misterioso, único, santo lugar, en cierta manera tan exclusivo (son
pocos los Camaldulenses en número . aunque dicen que los últimos años había lista
de espera - presentes en varios países) lugar tan apreciado
por Karol Wojtyla/Juan Pablo II . Cuando
comencé a investigar me llamo mucho la atención que ninguno de los biógrafos
más cuidadosos y completos (al menos del
material en mi poder) George Weigel
y Adam Boniecki (en el Kalendarium) hablaran del lugar. Weigel ni lo menciona y
Boniecki muy al pasar (como invitando a investigar). Tampoco Juan Pablo II hablo mucho de Bielany.
Pero tampoco habló de Wigry, aunque es diferente la
historia pues ya no es Monasterio, sino lugar de hospedaje. Wigry ubicado en una península, cerca del
pueblo asi llamado, fue monasterio de
Camaldulenses, inicialmente una isla luego artificialmente unida al continente.
En Polonia me entere que era otro lugar caro a Karol Wojtyla y solia frecuentar. Tambien fue a visitarlo en 1999 durante su viaje
apostólico como Papa - recordando sus tantos
descensos en canoa con los jóvenes de Cracovia.
En Levantaos Vamos Juan Pablo II en el apartado “Colaboración con las
órdenes religiosas” admite “He tenido siempre buenas relaciones con las órdenes
religiosas y he colaborado con ellas.”
En
Don y Misterio Juan Pablo II dice
“Durante un cierto tiempo consideré la posibilidad de entrar en el Carmelo. Las
dudas fueron resueltas por el Arzobispo Cardenal Sapieha, quien -con el estilo
que lo caracterizaba- dijo escuetamente: "Es preciso acabar antes lo que
se ha comenzado''. Y así fue.
Evidentemente su inclinación natural de entrar en una orden religiosa había nacido temprano y aunque después no prospero siempre mantuvo ese contacto estrecho con todas y con algunas en especial, carmelitas, benedictinos y la rama de los camaldulenses,, muy estrechos también ya como Papa y en su Carta Apostólica Sanctorum Altrix plasma su cercanía con los benedictinos y su “camino de vida”, sus ramas o federaciones.
Es difícil comparar Tyniec con Bielany aunque básicamente se trata de la misma orden; considero que el mundo benedictino de Tyniec, mas cercano, mas ampliamente visitado significo para Karol Wojtyla un lugar abarcador, de apertura, de encuentros “hacia afuera”, abierto a todo el mundo, y Bielany (camaldulenses – una rama de los benedictinos) un solaz espiritual más profundo, mas intimo y más exigente donde Karol Wojtyla/Juan Pablo II necesitaba sumergirse íntimamente para recobrar fuerzas. “en la soledad se intensifica la oración con una ciertariqueza personal”.
Quizás sea por ello que no deseaba hablar de
esa parte de su vida, silencio que los biógrafos optaron por respetar.
Marzena
Florkowska dice en su libro Padre Piotr –
Benedictino, camaldolulense “ hoy la extraordinaria personalidad del Padre
Piotr es apreciada por más y más personas que tuvieron la oportunidad de
conocerlo en su camino. Muchos lo consideran una de las figuras más
importantes de la vida monástica en Europa en el siglo XX. Su vida
colorida y dramática lo hizo extremadamente auténtico en sus consejos como
amigo y director espiritual.
(Imagen
Wikimedia)
(…) ¿Qué significa, además, el Adviento?
El Adviento es el descubrimiento de una gran aspiración de los hombres y de los
pueblos hacia la casa del Señor. No hacia la muerte y la destrucción, sino
hacia el encuentro con El.
Y por
esto en la liturgia de hoy oímos esta invitación: "Qué alegría cuando me
dijeron: vamos a la casa del Señor"
Y el
mismo Salmo responsorial nos traza, por decirlo así, la imagen de esa casa, de
esa ciudad, de ese encuentro: "Ya están pisando nuestros pies tus
umbrales, Jerusalén. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. Según la
costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor. En ella están los
tribunales de justicia en el palacio de David. Por mis hermanos y compañeros
voy a decir: 'La paz contigo'. Por la casa del Señor nuestro Dios, te deseo
todo bien" (Sal 121 [122]).
Sí.
El Señor es el Dios de la paz, es el Dios de la Alianza con el hombre. Cuando
en la noche de Belén los pobres pastores se pondrán en camino hacia el establo
donde se realizará la primera venida del Hijo del Hombre, los conducirá el
canto de los ángeles: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a
los hombres de buena voluntad" (Lc 2, 14).
Esta
visión de la paz divina pertenece a toda la espera mesiánica en la Antigua
Alianza. Oímos hoy las palabras de Isaías: "Será el árbitro de las
naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados; de las
lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán
para la guerra. Casa de Jacob, ven; caminemos a la luz del Señor" (Is 2,
4-5).
El
Adviento trae consigo la invitación a la paz de Dios para todos los hombres. Es
necesario que nosotros construyamos esta paz y la reconstruyamos continuamente
en nosotros mismos y con los otros: en las familias, en las relaciones con los
cercanos, en los ambientes de trabajo, en la vida de toda la sociedad.
Trabajad
con espíritu de solidaridad fraterna a fin de que vuestra parroquia crezca cada
vez más como comunidad de fieles, de familias, de grupos —me refiero
particularmente a todos vuestros grupos organizados— en comunión de verdad y de
amor. La comunidad parroquial, en efecto, se edifica sobre la Palabra de Dios,
transmitida y garantizada por los Pastores, se alimenta por la gracia de los
sacramentos, se sostiene por la oración, se une por el vínculo de la caridad
fraterna. Que cada uno de sus miembros se sienta vivo, activo, partícipe,
corresponsable, implicado en tareas efectivas de evangelización cristiana y de
promoción humana. De este modo, vuestra parroquia se convierte en signo e
instrumento de la presencia de Cristo en el barrio, irradiación de su amor y de
su paz.
Para
servir a esta paz de múltiples dimensiones, es necesario escuchar también estas
palabras del Profeta: "Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del
Dios de Jacob. El nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas,
porque de Sión saldrá la ley. de Jerusalén la palabra del Señor" (Is 2,
3).
También
para vuestra comunidad eclesial el Adviento es el tiempo en el que se deben
aprender de nuevo la ley del Señor y sus palabras. Es el tiempo de una
catequesis intensificada. La ley y la palabra del Señor deben penetrar de nuevo
en el corazón, deben encontrar de nuevo su confirmación en la vida social.
Sirven al bien del hombre.
(…)
Nos encontramos, pues, de nuevo al comienzo
del camino. Ha comenzado de nuevo el Adviento: el tiempo de la gracia, el
tiempo de la espera, el tiempo de la venida del Señor, que perdura siempre. Y
la vida del hombre se desarrolla en el amor del Señor, a pesar de todas las
dolorosas experiencias de la destrucción y de la muerte, hacia la realización
final en Dios.
¡El
Hijo del Hombre vendrá! Escuchemos estas palabras con la esperanza, no con el
miedo, aunque estén llenas de una profunda seriedad.
Velad...
y estad preparados, porque no sabéis en qué día vendrá el Hijo del Hombre.
(Ven, Señor Jesús! ¡Marana tha!
Oración de Juan Pablo II en la Capilla de la Medalla Milagrosa en Rue de Bac, Paris en su visita del 31 de mayo de 1980 (levemente abreviada, pues estaba dirigida al pueblo frances)
Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Oh
María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos.
Esta
es la oración que tú inspiraste, oh María, a Santa Catalina Labouré en este
mismo lugar hace ciento cincuenta años; y esta invocación, grabada en la
medalla, la llevan y pronuncian ahora muchos fieles por el mundo entero.
Te
consagramos nuestras fuerzas y disponibilidad para estar al servicio del
designio de salvación actuado por tu Hijo. Te pedimos que por medio del
Espíritu Santo la fe se arraigue y consolide en todo el pueblo cristiano, que
la comunión supere todos los gérmenes de división, que la esperanza cobre nueva
vida en los que están desalentados. Te pedimos en especial por este pueblo …,
por la Iglesia … por sus Pastores, por las almas consagradas, por los padres y
madres de familia, por los niños y los jóvenes, por los hombres y mujeres de la
tercera edad. Te pedimos por los que padecen pruebas particulares, físicas o
morales, por los que están tentados de infidelidad, por los que son zarandeados
por la duda en un clima de incredulidad, y también por los que padecen
persecución a causa de su fe. Te confiamos el apostolado de los laicos, el
ministerio de los sacerdotes, el testimonio de las religiosas. Te pedimos que
el llamamiento a la vocación sacerdotal y religiosa sea ampliamente escuchado y
secundado para gloria de Dios y vitalidad de la Iglesia en este país y en los
países que siguen esperando ayuda mutua misionera.
Te
encomendamos especialmente a la multitud de Hijas de la Caridad, cuya casa
madre está enclavada en este lugar y aquí, siguiendo el espíritu de su fundador
San Vicente de Paúl y de Santa Luisa de Marillac, están tan dispuestas a servir
a la Iglesia y a los pobres en todos los ambientes y en todos los países. Te
pedimos por las que viven en esta casa y, en el corazón de esta ciudad febril,
acogen a todos los peregrinos que conocen el precio del silencio y la oración.
Dios
te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
«Sub tuum
praesidium...». Bajo tu amparo nos acogemos, oh María. A tu
protección encomendamos la historia de esta ciudad, de la Iglesia de Cracovia y
de toda la patria.
A tu
amor materno encomendamos el futuro de cada uno de nosotros, de nuestras
familias y de toda la sociedad.
No
desoigas la oración de tus hijos necesitados; antes bien, líbranos de todo
peligro.
María,
alcánzanos la gracia de la fe, de la esperanza y de la caridad, para que,
siguiendo tu ejemplo y bajo tu guía, llevemos al nuevo milenio el testimonio
del amor del Padre, de la muerte redentora y de la resurrección del Hijo, y la
acción santificadora del Espíritu Santo.
Permanece
con nosotros siempre.
Oh
Virgen, gloriosa y bendita. Señora nuestra, Abogada nuestra, Mediadora nuestra,
Consoladora nuestra, Madre nuestra. Amén.
( Liturgia de la Palabra –Homilia del Santo Padre Juan Pablo II 16 de junio de 1999 en su visita a Wadowice)
Invito leer posts etiquetados Wadowice
Invito visitar la página oficialde la abadia de Tyniec. Aquí se ofrecen tan solo algunas pistas
-
§ Posibilidad de visitar la Abadía con guía
-
§ Museo de la abadía de Tyniec
-
§ Un lugar propicio para el desarrollo espiritual (participación en
la liturgia, dirección espiritual, ambiente)
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§ Oportunidad de participar en talleres y retiros organizados
-
§ Ubicación (cerca de la autopista, a 13 km. Del centro de Cracovia,
cerca del aeropuerto de Balice)
-
§ Jardín del monasterio
-
§ Se puede escuchar canto
gregoriano en la iglesia todos los días
§ En las instalaciones de la abadía hay un restaurante "Mnisze
co bit", una cafetería y una librería con publicaciones de su editorial
El Departamento de Reservas
trabaja de lunes a viernes desde 8:00 a.m. - 4:00 p.m.
(en el tiempo restante, comuníquese con el mostrador de recepción
Recepción)
correo electrónico: rezerwacje@jg.benedyktyni.com
teléfono: 12 68 85450
fax: 12 68 85453
Recepción de la Casa de
Huéspedes.
Funciona de lunes a domingo de 6.30 - 21.30
correo electrónico: recepcja@jg.benedyktyni.com
teléfono: 12 68 85452
Terraza del café benedictino
A partir del 24 de octubre de
2020, la cafetería Benedyktyńska y el restaurante "Mnisze Co
Nieco" se venderá solo para llevar. Se aceptan pedidos solo en la
cafetería, todos los días de 10.30 a 17.00 horas o por teléfono al
+48513433440.