(las fotografías son de Catholic Register)
Se cumplen 10 años de la última JMJ de JuanPablo II, una JMJ (23-28 de julio 2002)
por cierto muy especial, única aquella que
“a orillas del lago de Ontario parecía revivir la experiencia de la gente de
Galilea en las márgenes del lago de Tiberíades, cuando Jesús entregó a las
multitudes reunidas en torno a sí la espléndida y comprometedora
"proclama" de las Bienaventuranzas. Los jóvenes congregados en
Toronto se dieron cuenta de que en las palabras de Jesús se hallaba la
respuesta a las expectativas de alegría y esperanza que alberga su corazón.
Una respuesta que convence, entre otras razones, porque Jesús no se limitó a
enunciar las Bienaventuranzas, sino que también las vivió hasta la entrega
suprema.” (Juan Pablo II a su regreso enel Ángelus del 4 de agosto 2002)
A su vez una Jornada tan única como lo son
todas, solo que esta fue una suerte de
despedida que muchos presintieron como tal y que Juan Pablo II mismo hizo
entrever en sus palabras. De alguna manera se despedía de sus Jornadas pero
dejaba su mensaje fuerte, vigoroso…. imborrable la impronta de su legado. Un
hombre santo, anciano, que contagiaba vida, una vida que los jóvenes supieron
interpretar desde los primeros momentos de su llegada a Toronto. Fueron momentos históricos escriben en la
novena preparada en Canadá para la beatificación, que comenzaron con un pequeño gesto. Atentos a las dificultades
del Papa se le había preparado un elevador para que no tuviera que bajar por la
escalerilla del avión, sin embargo él desafiando el momento fue al encuentro de los jóvenes escalón tras
escalón porque entre los jóvenes él se sentía joven!
La JMJ 2002 fue una JMJ que en cierta manera se
presentaba difícil. El mismo cardenal Ambrozic decía de los preparativos: “Cuando
en Denver en 1993 tuvimos nuestro primer encuentro para las Jornadas Mundiales
de la Juventud que se realizarían en Toronto, asistí a esa reunión algo
escéptico. Dudoso si se quiere. Pero allí descubrí un nuevo mundo”…. un mundo
que ya había olvidado. Los jóvenes me sorprendieron.”
Y el Papa Juan Pablo II en el
Ángelus en la Plaza San Pedro previo a su partida expresaba:
“Los trágicos acontecimientos
del 11 de septiembre del año pasado y del conflicto en Tierra Santa
han proyectado sobre el mundo una sombra oscura. Pero Jesús exhorta a
sus discípulos a no tener miedo, y les repite: "Vosotros sois la sal de la
tierra... Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13-14). Los
jóvenes cristianos, que se encontrarán en Toronto, se hallan dispuestos a
responder a Cristo: ¡Aquí estamos! En tu palabra, y sin miedo, echaremos las
redes del Evangelio (cf. Lc 5, 5).”
Y precisamente de eso se trata : echar las redes…..aunque
a veces pareciera que pasadas las Jornadas se atenúa el entusiasmo, se acallan
las voces. Y sin embargo ese fuego interno, esa chispa encendida entre
oraciones, adoración y momentos vividos en comunidad se atesoran en lo hondo del
corazón. .No siempre saltan a la vista cambios radicales, inmediatos, pero como decía el padre Rosica, Director
Nacional de la JMJ (WYD) 2002 en Toronto “se trata de sembrar. No es unahistoria de éxito de un concierto de rock, sino que estamos hablando desembrar….”
Lo confirma el asistente del padre Rosica
Pedro Guevara Mann quien reconoce que su vocación es fruto de la JMJ y que no
ocurrió de repente. Son pequeños cambios que van mostrándote que significa ser
discípulo, que significa ser apóstol, que significa servir, que significa
trabajar para la Iglesia”.
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