(las dos fotografías pertenecen a Martin Hudacek, joven escultor eslovaco)
En la
Vigilia de la JMJ 1987 en Buenos Aires presidia el encuentro la gran cruz que había
encabezado todas las ceremonias del Año Santo de la redención y que el Domingo
de Resurrección el Papa entregara a los jóvenes, diciéndoles: “Queridísimos
jóvenes, al final del Año Santo os confío el signo mismo de este Año Jubilar.
¡La cruz de Cristo! Llevadla por el mundo como señal del amor de nuestro Señor
Jesucristo a la humanidad, y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y
resucitado está la salvación y la redención”.
En esa
misma Vigilia el Papa respondía a los jóvenes: “Me habéis preguntado cuál es el problema de
la humanidad que más me preocupa. Precisamente éste: pensar en los hombres que
aún no conocen a Cristo, que no han descubierto la gran verdad del amor de
Dios. Ver una humanidad que se aleja del Señor, que quiere crecer al margen de
Dios o incluso negando su existencia. Una humanidad sin Padre, y por
consiguiente, sin amor, huérfana y desorientada, capaz de seguir matando a los
hombres que ya no considera como hermanos, y así preparar su propia
autodestrucción y aniquilamiento.
Por eso, mis queridos jóvenes quiero de
nuevo comprometeros hoy a ser apóstoles de una nueva evangelización para
construir la civilización del amor”.
Juan Pablo II recordaba a los jóvenes que el 12 de octubre de 1984 en la Celebración de la
Palabra en Santo Domingo había entregado a los Presidentes
de las Conferencias Episcopales de este continente sendas reproducciones de
aquella primera cruz, clavada en tierra americana. Quería, con ese gesto, despertar una nueva
evangelización, que demuestre la fuerza de la cruz en la renovación de todo
hombre y de todas las realidades que forman parte de su existencia.
“Con la fuerza de la cruz que hoy es entregada a los obispos de
cada nación; con la antorcha de Cristo en tus manos llenas de amor al hombre, parte,
Iglesia de la nueva evangelización. Así podrás crear una nueva alborada
eclesial. Y todos glorificaremos al Señor de la Verdad con la plegaria que
recitaban al alba los navegantes de Colón:
“Bendita sea la luz
y la Santa Veracruz
y el Señor de la Verdad
y la Santa Trinidad.
Bendita sea el alba
y el Señor que nos la manda.
Bendito sea el día
y el Señor que nos lo envía”. Amén.”
Con motivo del V centenario del comienzo de la Evangelización en América
se llevo a cabo en el Vaticano un Simposio acerca de la historia de la Evangelización
del Nuevo Mundo. En su discurso ante este Simposio decía el papa Juan Pablo II:
"Este Simposio tiene
lugar antes de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que,
durante el próximo mes de octubre, tratará en Santo Domingo sobre una nueva
estrategia evangelizadora para el futuro. La citada Conferencia tendrá como
tema «Nueva Evangelización, Promoción humana, Cultura cristiana», poniendo al
Redentor del hombre y Señor de la historia en el centro de su programa evangelizador:
«Jesucristo ayer, hoy y siempre» (Cf. Heb 13, 8)…..El Simposio está
encuadrado en el marco sugestivo de este venturoso año 1992, en el que se
cumple el V Centenario del comienzo de la Evangelización de América.”
El 12 de octubre
de 1992 el Papa Juan Pablo II en su viaje apostólico a Santo Domingo (9 al 15 de octubre) inauguraba aquella IVConferencia General del Episcopado Latinoamericano que se reunía “para
perfilar las líneas maestras de una acción evangelizadora que ponga a
Cristo en el corazón y en los labios de todos los latinoamericanos”, “para celebrar a
Jesucristo, para dar gracias a Dios por su presencia en estas tierras de
América, donde hace ahora 500 a os comenzó a difundirse el mensaje de la
salvación”. Aclaraba, sin embargo el Papa que “La evangelización propiamente
dicha, sin embargo, comenzó con el segundo viaje de los descubridores, a
quienes acompañaban los primeros misioneros.”
Agregaba tan bien elementos para las Conferencia: “En sus deliberaciones
y conclusiones, esta Conferencia ha de saber conjugar los tres elementos
doctrinales y pastorales, que constituyen como las tres coordenadas de la nueva
evangelización: Cristología, Eclesiología y Antropología.” El
capitulo II de su discurso habla expresamente de la Nueva evangelización
En
el punto 10. Decía: “La novedad
de la acción evangelizadora a que hemos convocado afecta a la actitud, al
estilo, al esfuerzo y a la programación o, como propuse en Haití, al ardor, a
los métodos y a la expresión.[30]
Una evangelización nueva en su ardor supone una fe sólida, una caridad pastoral
intensa y una recia fidelidad que, bajo la acción del Espíritu, generen una
mística, un incontenible entusiasmo en la tarea de anunciar el Evangelio. En
lenguaje neotestamentario es la «parresía» que inflama el corazón del apóstol.[31]
Esta «parresía» ha de ser también el sello de vuestro apostolado en América.
Nada puede haceros callar, pues sois heraldos de la verdad. La verdad de
Cristo ha de iluminar las mentes y los corazones con la activa, incansable y
pública proclamación de los valores cristianos.
Quien desee
leer algo más sobre la historia del CELAM recomiendo leer estas dos
conferencias del 17 de mayo del año 2005 en Lima:
Perspectiva teológica en las
Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano en el marco de los 50 años del
CELAM, una conferencia de S.E. Estanislao Esteban Karlic 17 de mayo de 2005.
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