Tuve la gracia de participar en 4 JMJ, una con Benedicto (2011) y tres con Francisco (2013, 2016 y 2019). Antes de eso seguí muy atentamente desde casa, como estoy haciendo ahora, las dos primeras de Benedicto en 2005 y 2008, y tengo recuerdos de haber visto algo de la del 2000 y del 2002 con Juan Pablo II.
Pero hoy, desde casa, una vez más, al ver de vuelta una fiesta de bienvenida con el Papa, esa manifestación de fe tan amplia y tan diversa, con tantos colores y culturas, unidos por Jesús, me vuelve a emocionar como la primera vez y como si estuviera ahí. Y escuchar al Papa a sus 86 años cómo habló esta tarde - con esa fuerza, esa sabiduría, esa fe, esa convinccion - me llena el corazón de alegría y de esperanza. Es la Iglesia que está viva y que tiene un anuncio capaz de renovar el mundo y los corazones, y que es para TODOS, como insistentemente nos repitió el Papa hoy, porque nadie sobra y todos tienen lugar...
¡DIOS NOS LLAMA POR NUESTRO NOMBRE! ¡DIOS NOS AMA!
Y no hay nada que pueda hacer cambiar eso. Por encima de todo... ¡SOMOS AMADOS!
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