"Pienso continuamente en todo cuanto sigo con el corazón"
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Was bleibet aber, stifen die Dichter (HÖLDERLIN)
Los textos poéticos de Karol Wojtyla nacieron en el
esfuerzo de abrirse a la alteridad deseada por el hombre y en la experiencia
del encarnarse de la Gracia en que culmina la verdad del drama de la existencia
humana. Para decirlo filosóficamente, la res poética de Wojtyla
refleja la misteriosa unión de los trascendentales verum, bonum y pulchrum, unión
que representa la lógica primordial de todo ser y de manera especial del
hombre. Esta lógica, vivida contemplativamente, indica al hombre la salida del
laberinto de las opiniones y de los prejuicios sobre la factualidad de su ser.
Siguiendo ese hilo de Ariadna que es el pulchrum, en el cual la par-ousia
del verum y del bonum resplandece y nos
llama al trabajo, el hombre existe como palabra poética y al mismo tiempo filosófica.
La
dolorosa experiencia de la contingencia del propio ser expone al hombre a la
luz de lo Invisible y de lo Inefable. Lanzándose a sí mismo con una gran
pregunta en la dirección de la cual proviene esta luz, pregunta a la cual solo
ese Otro Invisible e Inefable puede dar la respuesta, el hombre existe
filosóficamente. Existir como semejante pregunta-desafío lanzada al Otro y
esperar la respuesta significa pensar en el sentido más profundo del término.
El pensamiento filosófico es dialógico. Quien plantea las interrogantes a las
cuales está en condiciones de responder por sí solo no piensa, sino puramente
construye objetos monológicamente.
Envuelto por la misteriosa luz de lo
Invisible, el hombre descubre ser una historia que solo pueden narrar los
símbolos y los mitos. En la sociedad en que la poesía del ser se ha apagado, el
pensamiento desprendido del verum y el
amor separado del bonum son sustituidos por el cálculo y por lo “cómodo”, que
utilizan lo bello como mera decoración. Lo bello transformado en algo estético
puramente formal no nos llama al trabajo para la Gracia, ya que semejante bello
a nada nos llama.
Precisamente
en este sentido entiendo las palabras de Hölderlin: Voll Verdienst, doch dichterisch wohnet der
Mensch auf dieser Erde, y las de San Agustín: Fecisti
nos ad te, Domine, et inquietum est cor nostrum donec requiescat in Te.
En realidad, haciendo tantas cosas, el hombre está voll Verdienst, lleno de
méritos. Sin embargo, doch, en el fondo, él habita
poéticamente, dichterisch, en esta tierra, mirando, en la
fronética [1] inquietud, lo
Invisible e Inefable de donde todo proviene y hacia donde está orientado y
proféticamente extendido su ser. El hombre habita poética y filosóficamente
entre las cosas visibles en cuanto estas, dichas por lo Inefable e iluminadas
por lo Invisible, también deben ser dichas bien y no mal, es decir, ben-ditas y
no mal-ditas. Dentro de aquel que vislumbra lo Invisible
en su reflejo en lo visible y dice bien todo cuanto es, tiene lugar el acto de
la co-creación o —mejor dicho— el poiein.
En
otras palabras, la persona humana existe como una intentio visible de lo
Invisible. Los griegos la habrían llamado tónos. El hombre es tónos del Otro. Así, aquel que no existe
poética y filosóficamente en esta tierra es un ser “desentonado”, a menudo a
pesar de las apariencias. Recita la prosa de su propia inmanencia de acuerdo
con la lógica que da comienzo a una cultura “desentonada”.
El
poeta reside en el asombro provocado en él por lo bello de los seres, carácter
bello que, reflejando la lógica del Otro, choca con la amenaza de aniquilación
de esos seres; pero su existencia y su pensamiento, gracias al poiein que
en ellos ocurre, no se detienen ante la muerte y no perecen en el dolor, sino
salen del mismo aún más fuertes. De hecho, la poesía va más allá de lo visible
que se desprende, abriendo al hombre al encuentro difícil con el Otro.
Wojtyla
vivió a temprana edad la muerte de las personas más queridas. No es para nada
extraño, entonces, que desde su juventud mirase a lo lejos, hacia las cosas
inefables e invisibles. Ya en 1938, Wojtyla escribió, a los diecinueve años:
En tu blanca tumba
ya
cerrada hace años
algo
parece levantarse:
inexplicable
como la muerte.
(EN TU TUMBA BLANCA) [2]
En
su recuerdo poético de la muerte de un compañero de trabajo en la cantera
resuena también la rabia en la cual crece el amor al hombre.
(…) El hombre llevó consigo la secreta
estructura del mundo donde el amor prorrumpe a mayor altura si lo impregna en
mayor medida la rabia.
(LA CANTERA, IV, 7)
En
el asombro y en la rabia, el hombre crece como magna quaestio (San Agustín),
desafiando a Dios en defensa del hombre. Precisamente en esta defensa se
constituye y se desarrolla la filosofía en el sentido primordial del término.
Siempre debo recordar: ¿soy un ser
contingente?
Pero
si está presente en mí la verdad, debe explotar.
No
puedo negarla, me negaría a mí mismo.
(NACIMIENTO DE LOS CONFESORES, II, 2, 3)
(Si no funciona el enlace googlear Universidad
Catolica de Chile, Revista Humanitas, Stanislaw Grygiel Al poeta, a un
año de su canonización )
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