(peregrinaciòn a Auschwitz durante el Congreso de la
Misericordia en Cracovia, 2011)
Auschwitz/Oswiecim – Maximiliano Kolbe
“Reflexionemos por un momento sobre estas palabras. Auschwitz es
un lugar construido para la destrucción del hombre, para el aniquilamiento de
su dignidad. El poder, por cierto, no puede matar a todos los hombres
porque los necesita como sirvientes e instrumentos. Pero para
garantizarse estos instrumentos primero debe aniquilar su dignidad, su auto
estima. En el campo de exterminio, el hombre es reducido a pura animalidad, y
de acuerdo a la destrucción programada de su personalidad espiritual se
demuestra científicamente que no conlleva valores superiores sino que es tan
solo un animal levemente mas evolucionado que los demás. Es como un mono
entrenado que puede ser domesticado, pero que está siempre dispuesto a regresar
a la ley de la jungla. Desde ese punto de vista la humanidad no consiste
en lo que es mas profundo en el hombre sino en lo que es más superficial.
Observando la brutalidad de las victimas (y la de sus asesinos) cada uno
de ellos se ve forzado a pensar en su dimensión más profunda y en que podría
convertirse en cualquier momento en caso que ofendiera a los poderes existentes
o si no se mostrase totalmente obediente a sus órdenes. El fin
último del campo de extermino es, en cierta manera, metafísico: muestra que los
valores humanos en cuyo nombre sería posible desafiar al poder no existen,
porque el hombre solo es materia sujeta a coerción por medios materiales
cualquiera fuese su fin. Por lo tanto, si en el hombre no hay verdad ni
justicia, si solo se trata de palabras huecas, entonces, en principio,
la razón de toda oposición al poder totalitario desaparece. Entonces
cualquier posible oposición debiera radicar – si así pudiera – tan solo en el
plano de la fuerza. Precisamente por esta razón y en virtud de la
profundidad metafísica que responde al horror de Auschwitz, el testimonio del
padre Kolbe no es mero testimonio sino una victoria. Porque al sacrificar
su vida convierte en inútil el campo de exterminio: lo anula espiritualmente
mostrando al mismo tiempo que la humanidad es lo más profundo que existe en el
hombre. Es más fundamental para él y le pertenece más íntimamente que el
instinto de supervivencia y cualquier otra tendencia que el hombre tiene en
común con otros animales. En el lugar construido para el aniquilamiento del
hombre, para la negación de su naturaleza espiritual, Kolbe muestra la esencia
de la grandeza humana.
Ningún éxito de la alianza anti nazi puede anular lo que
ocurrió en Auschwitz, ningún castigo para con los asesinos puede
equipararse con el sufrimiento de víctimas inocentes. No es posible borrar
Auschwitz o lugares de muerte similares de la historia humana. Pero el padre
Kolbe impregnó de una profundidad inesperada la lectura de su
significado. Porque esos lugares son los la cruz de Cristo sobre la cual
gime el hombre contemporáneo. El cristiano sabe que, vivido en el
espíritu de Cristo, como participación de su sufrimiento y su testimonio para
el hombre, son lugares de victoria fundamental del hombre y para el hombre.
Para comprender mejor el pensamiento de Juan Pablo II, debemos
prestar atención al texto polaco de su discurso porque en un punto la
traducción (al ingles) no es enteramente fiel. Cuando nuestra traducción dice
“se lleva a cabo una victoria particular para la fe” las palabras exactas que
el Santo Padre pronunciara son: “dokonalo sie szczegolne zwycietwo czlowieka
przez wiare” – literalmente, “se lleva a cabo una victoria particular del
hombre por medio de la fe”. Lo que se conquista, por medio de Kolbe, no
es la fe cristiana sino el hombre, el hombre que por medio de la fe llega a la
total posesión de su propia humanidad. Esta posesión coincide con el
reconocimiento que su propia verdad humana es un don que brota continuamente de
la misericordia de Dios. En el campo, el hombre como tal experimenta la
prueba de la cruz, pero es la fe la que le permite superar la prueba, para
recuperar completa y definitivamente, por medio de la prueba, su propia verdad
y su dignidad humana.”
Traducido de
Rocco Buttiglione: KAROL WOJTYLA – The thought of the man who
became Pope por (William B. Erdman Publishing Co. 1997)
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