Auschwitz/Oswiecim - Maximiliano Kolbe
Traducido de Rocco
Buttiglione: KAROL WOJTYLA – The thought of the man who became Pope por (William
B. Erdman Publishing Co. 1997)
“Adorno
le adjudica esta imagen al sobreviviente judío, que fácilmente podría aplicarse
a la raza aria y relacionar el destino de las victimas con el de los asesinos.
(13) Cuando la fuerza es enteramente disociada de la justicia, el homo sapiens no logra reivindicar
elevarse mas allá de la mera animalidad alegando su capacidad de acceder a un
orden superior de valores.
La
pregunta de Adorno – si aun es posible hacer filosofía después de Auschwitz, básicamente
si aun es posible ser humano – no ha encontrado respuesta en la cultura contemporánea. Sin embargo ha sido encarada por Juan Pablo
II, primero implícitamente en su encíclica RedemptorHominis, y explícitamente
en su homilía en la Misa celebrada en la explanada de Brzezinska el 7 de junio de 1979. Esta homilía esta centrada en una figura fascinante que
gozara de gran prestigio en la vida eclesiástica y cultural polaca antes de la
guerra. El padre Kolbe, encarcelado en el campo de exterminio fue consuelo y
ayuda constante para sus compañeros, un recordatorio viviente de su dignidad
humana, violada en ese lugar. Durante una
represalia Kolbe se ofreció a ir a la cámara de gas en reemplazo de un compañero,
padre de familia números, aceptando el desafío de ser condenado a morir de
hambre. Karol Wojtyla siempre practico gran devoción por San
Maximiliano M. Kolbe. Para Juan Pablo II
fue el modelo de estos tiempos difíciles, no solamente por su propia estatura
espiritual, sino también por el significado particular que, en la Providencia
de Dios, asume su sacrificio. Porque es
en ello que radica la respuesta a la fundamental pregunta filosófica: Si es
posible y cómo ser humano después del horror de la guerra. Esta respuesta no es fruto de una reflexión abstracta
sucede a un hecho y busca neutralizar la memoria del sufrimiento, sino que es
una respuesta cuyo testigo ha sido sellado con sangre.
Desde
el comienzo, en su homilía dedicada la figura del padre Kolbe, Juan Pablo II
acoge la opinión de Adorno en el significado de Auschwitz de nuestra época,
pero lo revierte. El comienza así:
“...Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”
(1 Jn 5, 4)
Estas palabras de la Carta de San Juan me vienen a la mente y
me llegan al corazón, cuando me encuentro, junto con vosotros, en este lugar
donde se ha llevado a cabo una particular victoria del ser humano mediante la
fe. Por la fe que hace nacer el amor de Dios y del prójimo, el único amor, el
amor supremo que está dispuesto a “dar la vida por sus amigos” (Jn 15, 13; cf.
10, 11). Una victoria pues por el amor que hace viva la fe hasta el extremo del
último y definitivo testimonio…..La victoria mediante la fe y el amor la
consiguió este hombre en este lugar, construido para la negación de la fe –de
la fe en Dios y de la fe en el hombre– y para aplastar radicalmente no sólo el
amor, sino todos los signos de la dignidad humana, de la humanidad. En este
lugar del terrible estrago……el P. Maximiliano Kolbe, ofreciéndose
voluntariamente a sí mismo a la muerte, en el búnker del hambre, por un
hermano, consiguió una victoria espiritual, similar a la del mismo Cristo.”
(13)
Adorno: Negative dialects, pp 327-28)
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