Sanar
mediante el arrepentimiento
“…Buttiglione, anteriormente ministro italiano de cultura y experto en la
filosofía del Papa Juan Pablo II, ha intentado defender a Francisco de los
críticos conservadores que sostienen que el Papa ha roto con la enseñanza de
Juan Pablo II acerca del divorcio y un nuevo matrimonio.
Con un enfoque populista centrado en el "sensus fidei" de los
católicos sin el estorbo de teorías teológicas, Buttiglione sostiene que una
interpretación simple de "Amoris laetitia" es también la más fiel, la
única capaz de entender y apreciar la novedad pastoral propuesta por el Papa.
Pero desgraciadamente la interpretación de Buttiglione acerca de la distinción
entre moralidad objetiva e imputabilidad subjetiva, una distinción subrayada y
desarrollada en "Amoris laetitia", es engañosa. Si se la tomara en
serio, con sus plenas implicaciones pastorales, fomentaría un enfoque pastoral
despiadado, y no misericordioso, sobre los pecadores arrepentidos.
Buttiglione afronta la cuestión especialmente controvertida que plantean los
pasajes más difíciles de "Amoris laetitia": si una persona que está
divorciada y casada de nuevo civilmente, o es simplemente convivente, puede o
no recibir la santa comunión.
Hace hincapié en la distinción entre objetivo y subjetivo para observar que una
persona que comete lo que es, objetivamente, un pecado mortal podría no ser,
subjetivamente, culpable de ese pecado y, por lo tanto, podría ser dispensada
de la plena responsabilidad. Dicha persona podría sentirse atrapada y lamentar
lo que la ha llevado a este dilema, sin saber cómo resolverlo.
Todo esto es verdad. Pero Buttiglione va más allá y sostiene que el confesor
debe decidir si el penitente puede ser admitido a los sacramentos sin ser
guiado por principios predeterminados. Los principios predeterminados llevarían
a la casuística y, además, "la variedad de situaciones y circunstancias
humanas es demasiado amplia" para que aquellos la cubran. De este modo, el
pecado cometido por una persona que sigue teniendo relaciones sexuales con otra
persona con la que no está casado puede no representar una culpabilidad grave. Así,
Buttiglione implica al confesor, que puede abrir la puerta a los sacramentos
sin asegurar el pleno arrepentimiento del penitente.
Pero mientras Buttiglione tiene razón en decir que algunos pecados del pasado
pueden no ser subjetivamente imputables, su sugerencia de que el confesor pueda
dar al penitente un "pase" gratuito por dichos pecados en el futuro
no puede conciliarse con la tradición, que sostiene que los pecadores
habituales deben arrepentirse para ser perdonados y que su arrepentimiento debe
incluir un firme propósito de enmienda (ver Catecismo de la Iglesia Católica,
n. 1451 y Concilio de Trento, DS 1676). Jesús le dice a la mujer sorprendida en
adulterio: "Anda, y en adelante no peques más" (Jn 8, 11). Los buenos
confesores saben guiar a sus penitentes hacia un pleno arrepentimiento,
ayudándoles a reflexionar sobre lo que pueden hacer para liberarse de una
situación difícil o, también, de un dilema aparente. Al ayudar al penitente a
adquirir un firme propósito de enmienda, el pastor le hace un favor,
instruyéndole así en la plenitud de la verdad de Jesús.”
(Invito
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