En una preciosa serie de
Audiencias dedicadas a los apóstoles que va desde marzo 2006, todo 2007 hasta
noviembre del 2008 (extensamente dedicadas a San Pablo) y 2011 con los santos, descubrí estas preciosas palabras (citadas en
la revista de la Postulación) en la 2da Audiencia dedicada a San Gregorio deNisa
"La divinidad
es pureza, es liberación de las pasiones y remoción de todo mal: si todo esto
está en ti, Dios está realmente en ti" (ib.: PG 44,
1272 c).
Cuando tenemos a Dios en nosotros, cuando el
hombre ama a Dios, por la reciprocidad propia de la ley del amor, quiere lo que
Dios mismo quiere (cf. Homilia in Canticum 9: PG 44,
956 ac), y, por tanto, coopera con Dios para modelar en sí mismo la imagen
divina, de manera que "nuestro nacimiento espiritual es el resultado de
una opción libre, y en cierto sentido nosotros somos los padres de nosotros
mismos, creándonos como nosotros mismos queremos ser y formándonos por nuestra
voluntad según el modelo que escogemos" (Vita Moysis 2,
3: SC 1 bis, 108).
Para ascender hacia Dios el hombre debe
purificarse: "El camino que lleva la naturaleza humana al cielo no es sino
el alejamiento de los males de este mundo. (...) Hacerse semejante a Dios
significa llegar a ser justo, santo y bueno. (...) Por tanto, si, según el
Eclesiastés (Qo 5, 1), "Dios está en el cielo" y si,
según el profeta (Sal 72, 28), vosotros "estáis con
Dios", se sigue necesariamente que debéis estar donde se encuentra Dios,
pues estáis unidos a él. Dado que él os ha ordenado que, cuando oréis, llaméis
a Dios Padre, os dice que os asemejéis a vuestro Padre celestial, con una vida
digna de Dios, como el Señor nos ordena con más claridad en otra ocasión,
cuando dice: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial"
(Mt 5, 48)" (De oratione dominica 2: PG 44,
1145 ac).
En este camino de ascenso espiritual, Cristo es
el modelo y el maestro, que nos permite ver la bella imagen de Dios (cf. De
perfectione christiana: PG 46, 272 a). Cada uno de
nosotros, contemplándolo a él, se convierte en "el pintor de su propia
vida"; su voluntad es la que realiza el trabajo, y las virtudes son como
las pinturas de las que se sirve (ib.: PG 46, 272 b).”
Palabras del Papa Benedicto que trajeron a mi memoria aquellas de San Juan Pablo II en su Carta a los artistas:
“No todos están llamados a
ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, según la
expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la
propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra
maestra.”
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