Se
han publicado las memorias póstumas de Joaquín Navarro-Valls, director de la
Oficina de Prensa de la Santa Sede durante más de veinte años. El volumen
ofrece la posibilidad de enriquecer el conocimiento del perfil humano de Juan
Pablo II, pero también es un texto valioso a nivel historiográfico y para
quienes se dedican a la comunicación institucional
Alessandro
Gisotti - Ciudad del Vaticano
¿Se
ha dicho y escrito todo sobre Juan Pablo II? Ciertamente, la extraordinaria
extensión de su pontificado y su protagonismo en la historia del siglo XX han
hecho que todos sus discursos y gestos públicos hayan sido relatados,
interpretados y comentados. Sin embargo, las memorias póstumas de su
carismático portavoz, Joaquín Navarro-Valls, publicadas en España hace unos
días por Editorial Planeta con el título "Mis años con Juan Pablo II"
nos ofrecen una mirada cercana a Karol Wojtyla, rica en anécdotas e historias
inéditas que enriquecen nuestro conocimiento del perfil humano del gran
Pontífice polaco. Las "notas personales" -recopiladas a lo largo de
más de veinte años como director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede- han
sido editadas por un grupo de profesores de la Facultad de Comunicación de la
Pontificia Universidad de la Santa Cruz del Opus Dei (de la que Navarro-Valls
formaba parte), encabezados por Diego Contreras, quien en la presentación del
voluminoso libro -casi 600 páginas- señala que el portavoz pidió, "por si
fueran de interés para alguien", que sus memorias no se publicaran hasta
después de su muerte (ocurrida en julio de 2017). Y ello, apunta Contreras,
también para evitar que su experiencia apareciera como 'modelo' comunicativo de
la Santa Sede en un momento en el que se estaba poniendo en marcha la
reorganización de la comunicación vaticana.
A
pesar del tamaño del volumen, la lectura fluye rápida y emocionante. La
escritura de Navarro-Valls, que fue un apreciado periodista del diario español
ABC antes de llegar al Vaticano en 1984, es clara y convincente, y tiene el
mérito de dejarnos "ver" no sólo al protagonista de su historia -el
Papa al que quería "como a un padre"-, sino también a algunas de las
personalidades más relevantes de la Iglesia posterior al Concilio, de la Madre
Teresa a Ratzinger, de Casaroli a Tauran. No menos interesantes son las
consideraciones sobre las grandes figuras de la historia que Navarro-Valls
conoció en aquellos años, de Reagan a Gorbachov, de Havel a Fidel Castro, lo
que hace que este texto sea también interesante desde el punto de vista
historiográfico. Lo que llama la atención desde las primeras páginas es la
estrecha relación con Karol Wojtyla (y sus colaboradores) consolidada a lo
largo del tiempo por innumerables encuentros, no sólo de trabajo, y los
periodos de vacaciones pasados en la montaña con el Papa (en Trentino y luego
en Valle d'Aosta) que son quizá la parte más bella de toda la obra. Esta
confianza que Juan Pablo II tenía en él -señala Navarro-Valls en sus notas
antes de pasar el testigo a su estimado sucesor, el padre Federico Lombardi,
"le permitía mantener el pulso de las cosas y adaptar lo que
comunicaba". El portavoz vaticano reconoce que fue un
"privilegiado" por poder trabajar con acceso directo al Pontífice,
pero aún más por haber podido ver "de cerca a un hombre santo".
(Leer completo: Vatican News)
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