Hoy, (aniversario de su
muerte) la Iglesia celebra la memoria litúrgica del
santo “de las almas más enfermas, entre las ovejas olvidadas” el Hermano Carlos
(Charles de Foucauld) (1858-1916) , un joven rico y aristócrata francés, que
había perdido a sus padres de niño y su fe en la adolescencia y a quien nada le faltaba para gozar de los
placeres mundanos.
En 1921 René Bazin escribe la primer biografia de Charles de Foucauld.
El proceso para subeatificación comenzó en 1927; el 10 de febrero de 1947 se llevo a cabo la clausura del proceso informativo y de la fase diocesana que luego continuo en Roma. Fue un proceso complicado y largo, interrumpido también por la guerra. Cumplidos finalmente todos los requisitos la fecha para la beatificación había sido fijada para el 15 de mayo de 2005, y luego modificada por la muerte del Papa Juan Pablo II, y realizada el 13 de noviembre de 2005 por el Papa Benedicto XVI. Su canonización el 15 de mayo de 2022 por el Papa Francisco.
“Tras
graduarse en la academia militar, Charles se embarca en una misión y
expedición geográfica a Argelia. Aquí, en el vasto silencio del
desierto, entre los nómadas cuyo estilo de vida es tan diferente del suyo, ese
vacío que el joven soldado había intentado llenar con los bienes de este mundo
comienza a hacerse sentir. Surge en él una pregunta silenciosa y comienza a
rezar: "Dios mío, si es cierto que existes, permíteme conocerte". En 1886, a su regreso a Francia, el joven de
28 años confió su tormento interior a un sacerdote, quien le sugirió que se
confesara, y así lo hizo. Llega la fe y, con ella, las exigencias. "Ve...
véndelo todo... ven": así dice Jesús al joven del Evangelio, a quien mira
con amor. Charles siente que la mirada de Jesús se posa en él de la misma manera
imprevista e imprevisible que le había sucedido a aquel otro joven rico unos
dos mil años antes. Sabe que está llamado a responder a ese amor con su vida… "En el mismo momento en que empecé a
creer que existe un Dios, me di cuenta de que no podía hacer otra cosa que
vivir solo para Él". Así que vende y se va, primero a los monasterios
trapenses de Francia y Siria. Tras completar sus estudios sacerdotales y ser
ordenado en Francia, siente la llamada de volver al desierto. En el Sáhara vive
la vida sencilla y austera de un ermitaño entre los nómadas tuareg. Quiere ser
un adorador en el desierto, un "hermano de los más abandonados".
El
padre Charles quiere evangelizar "no con palabras, sino con la presencia
del Santísimo Sacramento, con la oración y la penitencia y con el amor fraterno
y universal". En las notas que escribió a aquellos hermanos cuya vida
esperaba que compartieran, pero que nunca concretó, escribió: “Toda nuestra
existencia debería gritar el Evangelio”.
Gritar el Evangelio. El 1 de diciembre de 1916, el padre Charles fue asesinado por unos bandidos. Su vida y su solitaria muerte fueron un fuerte "grito" de que el único Dios, misericordioso y benévolo, es el origen y el fin de todo amor. Este hermano en el desierto encarna esa gran "confesión" descripta por el Papa Juan Pablo II como la esencia de toda vida consagrada. A través de una "profunda configuración con el misterio de Cristo", escribió el Papa Juan Pablo II en su Exhortación apostólica Vita consecrata, "la vida consagrada realiza por un título especial aquella confessio Trinitatis que caracteriza toda la vida cristiana, reconociendo con admiración la sublime belleza de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y testimoniando con alegría su amorosa condescendencia hacia cada ser humano”. La "confesión de la Trinidad" del padre Charles fue fructífera: tras su muerte, nacieron muchas otras comunidades, además de la comunidad religiosa específica que él había deseado.
Invito visitar este enlace con abundante información acerca del santo del Sahara
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