fotografía Cristo Vencedor – Iglesia Arka Pana (Arca
del Señor) primera Iglesia construida en Nowa Huta, Cracovia, años 1967/77
“Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos
a celebrar la Resurrección del Señor —la fiesta más gozosa y solemne de todo el
Año litúrgico—, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la
Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos
de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor,
haciéndonos recorrer las etapas del camino de la iniciación cristiana: para los
catecúmenos, en la perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y
para quien está bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el
seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él.
[….]
El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo
Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las
promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la
vida que Dios nos comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y
confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la
Gracia para ser sus discípulos.
[….]
En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular
abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla
diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque
la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el
camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. La oración nos permite
también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva
de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia
un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo
para Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para
entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá quitarnos» (cf. Jn 16, 22)
y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.
En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar
el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10),
para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos
transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de
Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios;
liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás
y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento
favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de
vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con
decisión hacia Cristo.”
(del Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma
2011)
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