(Con
ocasión de la canonización de Juan Pablo II
al prepararse la publicación de Accanto a Giovanni Paolo II – gli amici
& collaboratori raccontano – edición española : compilado por Wlodzimierz Redzioch , el Santo
Padre Benedicto XVI acepto contribuir con sus recuerdos personales de su
predecesor
Santidad, los nombres de Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger se relacionan de diversas maneras con el Concilio Vaticano II. Ustedes se conocieron durante el Concilio?
Wojtyla,
por su parte, había leído mi Introduccion
al cristianismo, que había citado también en los Ejercicios Espirituales
predicados por él a Pablo VI y la Curia, en la Cuaresma de 1976. Por eso era como si, interiormente, ambos esperáramos
encontrarnos.
Sentí,
desde el inicio una simpatía cordial por el Metropolita de Cracovia. En el
pre-conclave de 1978 el cardenal Wojtyla analizo para nosotros, de forma
asombrosas, la naturaleza del marxismo. Pero sobre todo noté enseguida la fascinación
humana que de él emanaba, y de como
rezaba, percibí cuan profundamente estaba unido a Dios.
Que sintió cuando el santo padre Juan Pablo II lo llamo para confiarle la guia de la Congregación para la Doctrina de la Fe?
Juan Pablo II me llamo en 1979 para nombrarme prefecto de la Congregación para la Educación católica. Habían pasado apenas dos años de mi consagración episcopal en Munich y veía imposible dejar tan pronto la sede de San Corbiniano. La consagración episcopal representaba, de alguna manera, una promesa de fidelidad hacia mi diócesis de pertenencia. Por lo tanto le pedi al Papa que pospusiera ese nombramiento […] Fue durante 1980 cuando me dijo que quería nombrarme, a fines de 1981, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como sucesor del cardenal Seper.
Visto
que continuaba sintiéndome en obligación hacia mi diócesis de pertenencia, para
la aceptación del cargo me permití poner una condición, que sin embargo creí irrealizable.
Dije que sentía el deber de continuar
publicando trabajos teológicos. Habría de responder afirmativamente solamente
si esto era compatible con la labor de prefecto. El Papa, que conmigo fue siempre
muy benévolo y comprensivo, me dijo que se informaría sobre la cuestión para
tener una idea. Cuando más tarde le hice una visita me explico que las publicaciones
teológicas son compatibles con el oficio de Prefecto, también el cardenal
Garrone, me dijo, había publicado trabajos teológicos cuando era prefecto de la
Congregación para la Educación católica. Así acepte el encargo, bien consciente
de la importancia de la tarea, pero sabiendo también que la obediencia al Papa exigía
entonces de mi un SI.
Podría comentarnos como se desarrolló la colaboración entre ustedes?
La colaboración con el santo Padre siempre estuvo caracterizada por la amistad y el afecto. Y se desarrollo sobretodo en dos planos: el oficial y el privado. El Papa cada viernes, a las seis de la tarde, recibe en audiencia al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de las Fe, y deja a su decisión los problemas surgidos. Tienen preferencia, naturalmente, los problemas doctrinales, a los que se añaden también las cuestiones de carácter disciplinar: la reducción al estado laical de sacerdotes que lo han solicitado, la concesión del privilegio paulino para aquellos matrimonios en los que uno de los cónyuges no es cristiano, y asi sucesivamente. A continuación, se añadía también el trabajo en curso para la elaboración del catecismo de la Iglesia Católica.
En
algunas ocasiones, el Santo Padre recibía
antes la documentación esencial y por lo tanto ya conocía, por anticipado, las cuestiones que se tratarían. Así sobre los
problemas teológicos siempre teníamos ocasión de conversar detalladamente. El
Papa también era buen conocedor de la literatura
alemana contemporánea y siempre resultaba interesante para ambos buscar juntos
la decisión justa para estas cosas.
Además
de estas reuniones propiamente oficiales siempre había diversos tipos de
encuentros semi oficiales o no oficiales. Llamaría semioficiales aquellas
audiencias en las cuales, durante varios
años, los días martes por la mañana se trataba la catequesis de los miércoles con
distintos grupos. Por medio de las catequesis
el Papa había decidido presentar con el tiempo un catecismo. El indicaba los
temas y presentaba algunas breves consideraciones preliminares a desarrollar.
Considerando que las reuniones las formaban personas de varias disciplinas
varias, aquellas conversaciones eran
siempre muy bellas e instructivas, me gusta recordarlas. En ellas también notábamos
la capacidad teológica del Papa. Y con el tiempo he admirado su disponibilidad
a aprender.
Los primeros tiempos hubo también una serie de almuerzos en los cuales se discutía paso a paso el nuevo Código. Durante aquellos almuerzos trabajamos sobre una versión semi definitiva a efectos de llegar a la definitiva. Y después se discutían temas varios
El gran número de presentes hacia siempre entretenida y de amplio espectro la conversación que sosteníamos. Y siempre quedaba algún tiempo para el buen humor. El Papa reía con ganas y así esas comidas de trabajo, a pesar de la seriedad que se imponía, de hecho eran también ocasiones para disfrutar de una buena compañía.
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