En el Evangelio de la
festividad de hoy vemos a María cuando, después de la Anunciación, llena del
Espíritu Santo y llena del misterio que se había realizado en su seno por obra
de ese mismo Espíritu, entra en casa de Zacarías.
Traspasa el umbral de la
casa de una familia que le es muy cercana por espíritu y por parentesco. Y ya
en el umbral, recibe el saludo de Isabel la cual exalta su fe:
"Bienaventurada tu que has creído" (cf. Lc 1, 45). Y
saluda a María con las mismas palabras con que ahora la saludamos todos
constantemente cuando rezamos el "Ave María".
María
traspasa el umbral de una casa, entra en el círculo de una familia... ¡Cómo nos
enlaza ese acontecimiento con el asunto para el que se prepara el Episcopado
del mundo entero en relación con el Sínodo de los Obispos de este año! El tema
del Sínodo "Misión de la familia cristiana en el mundo contemporáneo"
dirige nuestra atención hacia todas las familias que viven en el mundo
contemporáneo, hacia las familias a las que es enviada la Iglesia y a través de
las cuales desea cumplir su misión. Pensemos en las grandes tareas de la
familia, ligadas a la transmisión de la vida y a la gran obra de la educación
del nuevo hombre. Pensemos en las alegrías, pero también en las fatigas de ese
amor, sobre el cual se construye la vida de los cónyuges y de las familias.
Pensemos también en los sufrimientos, en las crisis, en los dramas que a veces
acompañan la vida familiar. A través de los trabajos del Sínodo de los Obispos,
deseamos entrar en el ámbito de todo esto con absoluto respeto, pero también
con la fe y el amor con que la Iglesia rodea a la familia cristiana, construida
sobre el fundamento del sacramento del matrimonio.
Y
por eso invitamos a María a traspasar el umbral de todas las familias, igual
que, en un tiempo, traspasó el de la casa de Zacarías. Le rogamos que lleve a
todos el mismo mensaje de fe materna y de amor. Le pedimos también que visite
los trabajos del Sínodo que se prepara, cuyos miembros, con los ojos puestos en
Ella, desean repetir lo que Isabel dijo entonces: "Bienaventurada eres tú
que has creído". El Sínodo, por su parte, siguiendo el ejemplo de esta
Madre, desea dejarse guiar de la fe y del amor hacia todas las familias, a las
que dirigirá próximamente su especial servicio.
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