Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 31 de diciembre de 2020

Juan Pablo II Oracion por la paz Maria Madre de la Paz

 


«Madre, que sabes lo que significa estrechar
entre los brazos el cuerpo muerto del Hijo,
de Aquel a quien has dado la vida,
ahorra a todas las madres de esta tierra
la muerte de sus hijos,
los tormentos, la esclavitud,
la destrucción de la guerra,
las persecuciones,
los campos de concentración, las cárceles.
Mantén en ellas el gozo del nacimiento,
del sustento, del desarrollo del hombre y de su vida.
En nombre de esta vida,
en nombre del nacimiento del Señor,
implora con nosotros la paz y la justicia en el mundo.

Madre de la Paz,
en toda la belleza y majestad de tu Maternidad
que la Iglesia exalta y el mundo admira,
te pedimos:
Permanece con nosotros en todo momento.
Haz que este nuevo año sea año de paz
en virtud del nacimiento y la muerte de tu Hijo.

Amén».


FELIZ Y BENDECIDO AÑO 2021 A TODOS!!

miércoles, 30 de diciembre de 2020

El sentido de la ofensa a Dios

 


Para comprender el don de la reconciliación hace falta una atenta reflexión sobre los modos para suscitar la conversión y la penitencia en el corazón del hombre (cf. Reconciliatio et paenitentia, 23). Aunque abundan las manifestaciones del pecado ―codicia y corrupción, relaciones rotas por la traición y explotación de personas―, el reconocimiento de la pecaminosidad individual ha disminuido. Como consecuencia de este debilitamiento del reconocimiento del pecado, con la correspondiente atenuación de la necesidad de buscar el perdón, se produce en definitiva un debilitamiento de nuestra relación con Dios (cf. Homilía durante la celebración ecuménica de Vísperas, Ratisbona, 12 de septiembre de 2006).

No es de extrañar que este fenómeno esté particularmente acentuado en sociedades marcadas por una ideología post-iluminista. Cuando Dios es excluido de la esfera pública, desaparece el sentido de la ofensa contra Dios ―el verdadero sentido del pecado―; y precisamente cuando se relativiza el valor absoluto de las normas morales, las categorías de bien o mal se difuminan, juntamente con la responsabilidad individual.

Sin embargo, la necesidad humana de reconocer  y afrontar el pecado de hecho no desaparece jamás, por mucho que  una  persona, como el hermano mayor, pueda racionalizar lo contrario. Como nos dice san Juan:  "Si decimos:  "No tenemos pecado", nos engañamos" (1 Jn 1, 8). Es parte integrante de la verdad sobre la persona humana. Cuando se olvidan la necesidad de buscar el perdón y la disposición a perdonar, en su lugar surge una inquietante cultura de reproches y altercados. Sin embargo, este horrible fenómeno se puede eliminar. Siguiendo la luz de la verdad salvífica de Cristo, hay que decir como el padre:  "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo", y debemos alegrarnos "porque este hermano tuyo... estaba perdido, y ha sido hallado" (Lc 15, 31-32).

martes, 29 de diciembre de 2020

La vida humana - un precioso don de Dios

 


No dudo en proclamar ante vosotros y ante todo el mundo que cada vida humana —desde el momento de su concepción y durante todas sus fases siguientes— es sagrada, porque la vida humana ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. Nada supera la grandeza o la dignidad de la persona humana. La  vida humana no es sólo una idea o una abstracción. La vida humana es la realidad concreta de un ser que vive, actúa, crece y se desarrolla; la vida humana es la realidad concreta de un ser capaz de amor y de servicio a la humanidad.

 Permitidme repetir lo que dije durante mi peregrinación a mi patria: "Si se rompe el derecho del hombre a la vida en el momento en que comienza a ser concebido dentro del seno materno, se ataca indirectamente todo el orden moral que sirve para asegurar los bienes inviolables del hombre... La Iglesia defiende el derecho a la vida no sólo en consideración a la majestad del Creador, que es el primer Dador de la vida, sino también por respeto al bien esencial del hombre..." (8 de junio de 1979).

 La vida humana es preciosa porque es un don de Dios, cuyo amor es infinito; y cuando Dios da la vida, la da para siempre. La vida, además, es preciosa porque es la expresión y el fruto del amor. Esta es la razón por la que la vida debe tener origen en el contexto del matrimonio y por la que el matrimonio y el amor recíproco de los padres deben estar caracterizados por la generosidad en entregarse. El gran peligro para la vida de familia, en una sociedad cuyos ídolos son el placer, las comodidades y la independencia, está en el hecho de que los hombres cierran el corazón y se vuelven egoístas. El miedo a un compromiso permanente puede cambiar el amor mutuo entre marido y mujer en dos amores de sí mismos, dos amores que existen el uno al lado del otro, hasta que terminan en la separación.

 

En el sacramento del matrimonio el hombre y la mujer —que por el bautismo se convierten en miembros de Cristo y tienen el deber de manifestar en su vida las actitudes de Cristo— reciben la certeza de la ayuda que necesitan para que su amor crezca en una unión fiel e indisoluble y puedan responder generosamente al don de la paternidad. Como ha declarado el Concilio Vaticano II: "Por medio de este sacramento, Cristo mismo se hace presente en la vida de los cónyuges y los acompaña, para que puedan amarse mutuamente y amar a sus hijos, como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella" (cf. Gaudium et spes48; Ef 5, 25).

 (de la Homilia de Juan Pablo II en la Misa en el "Capitol Mall" Washington, 7 de octubre de 1979)

VIAJE APOSTÓLICO A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA


lunes, 21 de diciembre de 2020

O Noche Santa y tan esperada

 


Puer natus est nobis, filius datus est nobis!

¡Qué misterio inescrutable esconde la humildad de este Niño! Quisiéramos como tocarlo; quisiéramos abrazarlo.

Tú, María, que velas sobre tu Hijo omnipotente, danos tus ojos para contemplarlo con fe: danos tu corazón para adorarlo con amor.

En su sencillez, el Niño de Belén nos enseña a descubrir el sentido auténtico de nuestra existencia; nos enseña a "llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa" (Tt 2,12).

¡Oh Noche Santa y tan esperada, que has unido a Dios y al hombre para siempre! Tú enciendes de nuevo la esperanza en nosotros. Tú nos llenas de extasiado asombro. Tú nos aseguras el triunfo del amor sobre el odio, de la vida sobre la muerte. Por eso permanecemos absortos y rezamos.

En el silencio esplendoroso de tu Navidad, tú, Emmanuel, sigues hablándonos. Y nosotros estamos dispuestos a escucharte. Amén.

Permanezcamos en silencio y adorémosle!

FELIZ Y SANTA NAVIDAD A TODOS!!

Que el fulgor del Nacimiento ilumine la noche del mundo

 


¡Oh Niño, que has querido tener como cuna un pesebre; oh Creador del universo, que te has despojado de la gloria divina; oh Redentor nuestro, que has ofrecido tu cuerpo inerme como sacrificio para la salvación de la humanidad!

Que el fulgor de tu nacimiento ilumine la noche del mundo. Que la fuerza de tu mensaje de amor destruya las asechanzas arrogantes del maligno. Que el don de tu vida nos haga comprender cada vez más cuánto vale la vida de todo ser humano.

Tú vienes a traernos la paz. Tú eres nuestra paz. Sólo tú puedes hacer de nosotros "un pueblo purificado" que te pertenezca para siempre, un pueblo "dedicado a las buenas obras" (Tt 2,14). 

(Misa de Nochebuena Juan Pablo II 23 de diciembre 2003)

jueves, 17 de diciembre de 2020

La confirmación: El sello del Espiritu Santo

 


El sello del Espíritu Santo… significa y realiza la pertenencia total del discípulo a Jesucristo, el estar para siempre a su servicio en la Iglesia; asimismo, implica la promesa de la protección divina en las pruebas que deberá sufrir para dar testimonio de su fe en el mundo.

Lo predijo Jesús mismo, en la inminencia de su pasión: «Os entregarán a los tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos. (...) Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo» (Mc 13, 9-11 y par.).

Una promesa análoga se repite en el Apocalipsis, en una visión que abarca toda la historia de la Iglesia e ilumina la situación dramática que los discípulos de Cristo deben afrontar, unidos a su Señor crucificado y resucitado. Son presentados con la imagen sugestiva de los que llevan impreso en la frente el sello de Dios (cf. Ap 7, 2-4).

La confirmación, al llevar a plenitud la gracia bautismal, nos une más fuertemente a Jesucristo y a su Cuerpo, que es la Iglesia. Ese sacramento también aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo con el fin de concedernos «una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz» (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1303; cf. concilio de Florencia, DS 1319; Lumen gentium, 11-12).

San Ambrosio exhorta al confirmado con estas vibrantes palabras: «Recuerda que has recibido el sello espiritual, “el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y fortaleza, el Espíritu de ciencia y piedad, el Espíritu de temor de Dios” y conserva lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado, te ha confirmado Cristo Señor y ha puesto en tu corazón como prenda el Espíritu» (De mysteriis, 7, 42: PL 16, 402-403).

El don del Espíritu compromete a dar testimonio de Jesucristo y de Dios Padre, y asegura la capacidad y la valentía para hacerlo. Los Hechos de los Apóstoles nos dicen claramente que el Espíritu es derramado sobre los apóstoles para que se conviertan en «testigos» (Hch 1, 8; cf. Jn 15, 26-27). 

(…)

Este don específico conferido por el sacramento de la confirmación capacita a los fieles para desempeñar su «función profética» de testimonio de la fe. «El confirmado —explica santo Tomás— recibe el poder de profesar públicamente la fe cristiana, como en virtud de un cargo oficial (quasi ex officio)» (Summa Theol., III, q. 72, a. 5, ad 2; cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1305). Y el Vaticano II, ilustrando en la Lumen gentium la índole sagrada y orgánica de la comunidad sacerdotal, subraya que «el sacramento de la confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fuerza especial del Espíritu Santo. De esta manera se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras» (n. 11).

El bautizado que, con plena y madura conciencia, recibe el sacramento de la confirmación, declara solemnemente ante la Iglesia, sostenido por la gracia de Dios, su disponibilidad a dejarse penetrar, de modo siempre nuevo y cada vez más profundo, por el Espíritu de Dios, a fin de llegar a ser testigo de Cristo Señor.

(de la Audiencia General de Juan Pablo II del  23 de diciembre de 1981) 


sábado, 12 de diciembre de 2020

"Estad siempre alegres en el Señor... El Señor está cerca" (Flp 4, 4-5).


 "Estad siempre alegres en el Señor... El Señor está cerca" (Flp 4, 4-5).

Con estas palabras del apóstol san Pablo la liturgia nos invita a la alegría. Es el tercer domingo de Adviento, llamado precisamente por eso domingo "Gaudete". Son las palabras con las que el siervo de Dios Papa Pablo VI quiso titular, en 1975, su memorable exhortación apostólica sobre la alegría cristiana:  "Gaudete in Domino!".

 El Adviento es tiempo de alegría, porque hace revivir la espera del acontecimiento más feliz de la historia: el nacimiento del Hijo de Dios de la Virgen María.

Saber que Dios no está lejos, sino cerca, que no es indiferente, sino compasivo, que no es extraño, sino Padre misericordioso que nos sigue amorosamente respetando nuestra libertad: todo esto es motivo de una alegría profunda, que los alternos acontecimientos diarios no pueden ofuscar.

 Una característica inconfundible de la alegría cristiana es que puede convivir con el sufrimiento, porque está totalmente basada en el amor. En efecto, el Señor, que "está cerca" de nosotros hasta el punto de hacerse hombre, viene a infundirnos su alegría, la alegría de amar. Sólo así se comprende la serena alegría de los mártires incluso en medio de las pruebas, o la sonrisa de los santos de la caridad en presencia de quienes sufren:  una sonrisa que no ofende, sino que consuela.

“Bendita tú eres entre las mujeres, porque nos trajiste al bendito”.

 


El encuentro de María con Isabel es una bendición, una bendición. Bendecir, es “decir-bien”. Y Dios desde la primera página del Génesis nos acostumbró a este estilo suyo de decir bien. La segunda palabra que pronuncia, según el relato bíblico, es: “Y era bueno”, y “está bien”, “era muy bueno”. El estilo de Dios es siempre decir bien, por eso la maldición va a ser el estilo del diablo, del enemigo. El estilo de la mezquindad, de la incapacidad de donarse totalmente, el “decir mal”. Dios siempre dice bien. Y lo dice con gusto, lo dice dándose. Bien. Se da en abundancia, diciendo bien, bendiciendo.

La tercera palabra el don. Y esta abundancia, este decir-bien, es un regalo, es un don. Un don que se nos da en el que es “toda gracia”, que es todo Él, que es todo divinidad, en “el bendito”. Un don que se nos da en la que está “llena de gracia”, la “bendita”. El bendito por naturaleza y la bendita por gracia. Son dos referencias que la Escritura las marca. A Ella se le dice “bendita tú entre las mujeres”, “llena de gracia”. Jesús es el “bendito”, el que traerá la bendición.

Y mirando la imagen de nuestra Madre esperando al bendito, la llena de gracia espera al bendito, entendemos un poco esto de la abundancia, del decir bien, del “ben-decir”. Entendemos esto del don, el don de Dios se nos presentó en la abundancia de su Hijo por naturaleza, en la abundancia de su Madre por gracia. El don de Dios se nos presentó como una bendición, en el bendito por naturaleza y en la bendita por gracia. Este es el regalo que Dios nos presenta y que ha querido continuamente subrayarlo, volver a despertarlo a lo largo de la revelación.

“Bendita tú eres entre las mujeres, porque nos trajiste al bendito”. “Yo soy la Madre de Dios por quien se vive, el que da vida, el bendito”.

Y que, contemplando la imagen de nuestra madre hoy, le “robemos” a Dios un poco de este estilo que tiene: la generosidad, la abundancia, el bendecir, nunca maldecir, y transformar nuestra vida en un don, un don para todos. Que así sea.

(de la Homilia del Santo Padre Francisco en la Santa Misa por América Latina hoy fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe)



jueves, 10 de diciembre de 2020

Camaldulenses (2 de 3) - San Gregorio en el Celio - vínculo entre el cristianismo en las tierras británicas y la Iglesia de Roma.

 


Cada fase de la larga historia de los camaldulenses ha contado con testigos fieles del Evangelio, no sólo en el silencio del ocultamiento y de la soledad, y en la vida común compartida con los hermanos, sino también en el servicio humilde y generoso a todos. Especialmente fecunda ha sido la acogida ofrecida por las hospederías camaldulenses. En tiempos del humanismo florentino, dentro de los muros de Camáldoli se tuvieron las famosas disputationes, en las que participaron grandes humanistas como Marsilio Ficino y Cristoforo Landino; en los años dramáticos de la segunda guerra mundial, los mismos claustros propiciaron el nacimiento del célebre «Códice de Camáldoli», una de las fuentes más significativas de la Constitución de la República italiana. No fueron menos fecundos los años del concilio Vaticano II, durante los cuales maduraron entre los camaldulenses personalidades de gran valor, que han enriquecido a la congregación y a la Iglesia, y han promovido nuevos impulsos y nuevas sedes en Estados Unidos, en Tanzania, en India y en Brasil. En todo esto era garantía de fecundidad el apoyo de los monjes y monjas que acompañaban las nuevas fundaciones con la oración constante, vivida en la intimidad de su «reclusión», alguna vez incluso hasta el heroísmo.

 El 17 de septiembre de 1993, el  Papa Juan Pablo II, al encontrarse con los monjes del sagrado eremitorio de Camáldoli, comentaba el tema de su inminente capítulo general, «Elegir la esperanza, elegir el futuro», con estas palabras: «Elegir la esperanza y el futuro significa, en resumidas cuentas, elegir a Dios… Significa elegir a Cristo, esperanza de todo hombre». Y añadía: «Eso se realiza, de manera especial, en la forma de vida que Dios mismo ha suscitado en la Iglesia, impulsando a san Romualdo para que fundara la familia benedictina de Camáldoli, con sus elementos complementarios típicos: eremitorio y monasterio, vida solitaria y vida cenobítica, coordinadas entre sí» (L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 1 de octubre de 1993, p. 7). Mi beato predecesor subrayó además que «elegir a Dios quiere decir también cultivar con humildad y paciencia —es decir, aceptando los tiempos de Dios— el diálogo ecuménico e interreligioso», siempre partiendo de la fidelidad al carisma originario recibido de san Romualdo y transmitido a través de una tradición milenaria y pluriforme.

 Estimulados por la visita y por las palabras del Sucesor de Pedro, los monjes y monjas camaldulenses habéis proseguido vuestro camino buscando siempre de nuevo el justo equilibrio entre el espíritu eremítico y el cenobítico, entre la exigencia de dedicaros totalmente a Dios en la soledad y la de sosteneros en la oración común y la de la acoger a los hermanos para que puedan beber en las fuentes de la vida espiritual y juzgar las vicisitudes del mundo con conciencia verdaderamente evangélica. Así tratáis de conseguir la perfecta caritas que san Gregorio Magno consideraba punto de llegada de toda manifestación de la fe, compromiso que encuentra confirmación en el lema de vuestro escudo: «Ego Vobis, Vos Mihi», síntesis de la fórmula de alianza entre Dios y su pueblo, y fuente de la vitalidad perenne de vuestro carisma.

 


El monasterio de vínculo entre el cristianismo en las tierras británicas y la Iglesia de Roma. es el contexto romano en que celebramos el milenio de Camáldoli junto a Su Gracia el arzobispo de Canterbury que, juntamente con nosotros, reconoce este monasterio como lugar originario del vínculo entre el cristianismo en las tierras británicas y la Iglesia de Roma. Esta celebración, por consiguiente, tiene un profundo carácter ecuménico que, como sabemos, ya forma parte del espíritu camaldulense contemporáneo. Este monasterio camaldulense romano ha desarrollado con Canterbury y la Comunión anglicana, sobre todo después del concilio Vaticano II, vínculos ya tradicionales. Por tercera vez hoy el Obispo de Roma se encuentra con el arzobispo de Canterbury en la casa de san Gregorio Magno. Y es justo que sea así, porque precisamente de este monasterio el Papa Gregorio escogió a Agustín y a sus cuarenta monjes para enviarlos a llevar el Evangelio a los anglos, hace poco más de mil cuatrocientos años. La presencia constante de monjes en este lugar, y durante un tiempo tan largo, ya es en sí misma un testimonio de la fidelidad de Dios a su Iglesia, que nos sentimos felices de poder proclamar al mundo entero. El signo que realizaremos ante el santo altar donde san Gregorio mismo celebraba el sacrificio eucarístico, esperamos que permanezca no sólo como recuerdo de nuestro encuentro fraterno, sino también como estímulo para todos los fieles, tanto católicos como anglicanos, para que, al visitar en Roma los sepulcros de los santos apóstoles y mártires, renueven también el compromiso de orar constantemente y de trabajar en favor de la unidad, para vivir plenamente según el «ut unum sint» que Jesús dirigió al Padre.

 (BenedictoXVI Visperas con ocasión de la visita del Arzobispo de Canterbury. Basilica deSan Gregorio en el Celio, 10/3/2012) )

domingo, 6 de diciembre de 2020

"Tota pulchra es Maria": Toda hermosa eres, oh María.

 

(Imagen Inmaculada de Wikipedia)

"Tota pulchra es Maria": Toda hermosa eres, oh María.

La Iglesia celebra hoy la Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María. Si Cristo es el día que no conoce ocaso, María es su aurora resplandeciente de belleza.

María, elegida para ser la Madre del Verbo encarnado, es al mismo tiempo la primicia de su obra redentora. La gracia de Cristo Redentor actuó anticipadamente en ella, preservándola del pecado original y de todo contagio de culpa.

Por eso, María es la "llena de gracia" (Lc 1, 28), como afirma el ángel cuando le lleva el anuncio de su maternidad divina. La mente humana no puede pretender comprender un prodigio y un misterio tan grandes. La fe nos revela que la Inmaculada Concepción de la Virgen es prenda de salvación para toda criatura humana, peregrina en la tierra. La fe nos recuerda también que, en virtud de su singularísima condición, María es nuestro apoyo inquebrantable en la dura lucha contra el pecado y sus consecuencias.

Juan Pablo II Ángelus 8 de diciembre 2003 Solemnidad de la Inmaculada


 

sábado, 5 de diciembre de 2020

Recordando Mentorella

 


Preparando el post anterior “Maria modelo y guía del Adviento” recordaba nuestra peregrinación a Mentorella

 Como olvidar esos momentos tan emotivos, tan  únicos en pos de descubrir el secreto que ligaba a Juan Pablo II a ese pequeño y por otra parte majestuoso lugar,  situado sobre un promontorio poco importante,  desde donde, sin embargo,  se divisa la grandeza de los montes vecinos y donde Juan Pablo II solia sentarse para admirar las obras del Creador. A falta de sus queridos Tatry (Tatras) gustaba saborear esas escapadas hacia Mentorella recordando visitas anteriores cuando venía a Roma más ligero de carga, como sacerdote y  enviado polaco. Este lugar se transformo luego en  remanso y refugio espiritual en medio del trajinar diario en Roma,  donde podía encontrarse con su Madre Maria mas a solas dentro o fuera del templo.

 Y recordaba nuestro propio periplo en llegar hasta alli,  pasando por pueblitos de vida casi rústica,  cerca de Roma pero  lejos de su ruidosa vida cotidiana.  También para nosotras fue un respiro habernos alejado un poco de aquellos días de tanta actividad  y movimiento (beatificación de Juan Pablo II)  pero de tantas emociones que costaba almacenar todas de golpe y hacía falta alejarse un poco para saborearlas por entero.  Un regalo de Dios, inmerecido como todos sus regalos, que aun me cuesta asumir,  y no  me canso de agradecer.

 Cuando llegamos estaba casi desierto el lugar, hasta dudamos si estaría abierto y encontraríamos a alguien. No tardamos en divisar al  padre Adam quien nos atendió con esmero y dedicación dándonos  instrucciones, consejos y programa del día.  Tendríamos tiempo para visitar tranquilamente el lugar y los alrededores, sentarnos a tomar algo y por la tarde en intimo recogimiento participar del santo rosario y la santa Misa con un grupo de personas que habían llegado al lugar.

 Y  recuerdo también con mucha nitidez  nuestro regreso. La bruma que envolvió el monte parecía haberse levantado para no dejarnos ir…y nos costaba abandonar esa paz. Partimos casi a  tientas por aquellas serpentinas que a la ida no parecían tan temibles. Toda una aventura. 

Mentorella, siempre en mi recuerdo!..      

Maria modelo y guía del Adviento

 


 "Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas" (Lc 3, 4).

En este segundo domingo de Adviento resuena con vigor esta invitación de san Juan el Bautista, un grito profético que sigue resonando a lo largo de los siglos.

Lo escuchamos también en nuestra época, mientras la humanidad prosigue su camino en la historia. A los hombres del tercer milenio, en busca de serenidad y paz, san Juan Bautista les indica el camino que es preciso recorrer.

Toda la liturgia del Adviento se hace eco del Precursor, invitándonos a ir al encuentro de Cristo, que viene a salvarnos. Nos preparamos para recordar de nuevo su nacimiento, que tuvo lugar en Belén hace cerca de dos mil años; renovamos nuestra fe en su venida gloriosa al final de los tiempos. Al mismo tiempo, nos disponemos a reconocerlo presente en medio de nosotros, pues nos visita también en las personas y en los acontecimientos diarios.

 Nuestro modelo y guía en este itinerario espiritual típico del Adviento es María, que es mucho más bienaventurada por haber creído en Cristo que por haberlo engendrado físicamente (cf. san Agustín, Sermón 25, 7:  PL 46, 937). En ella, preservada inmaculada de todo pecado y llena de gracia, Dios encontró la "tierra buena", en la que puso la semilla de la nueva humanidad.

Que la Virgen Inmaculada, a quien nos disponemos a celebrar mañana, nos ayude a preparar bien "el camino del Señor" en nosotros mismos y en el mundo.

Del Angelus de Juan Pablo II en el II Domingo de Adviento 2003

jueves, 3 de diciembre de 2020

Camaldulenses (1 de 3) - Bielany, sumergirse en el misterio de los camaldulenses

 


Mis varios viajes a la tierra de Juan Pablo II nunca coincidieron con los 12 días que, como mujer, podía visitar el Monasterio deBielany



En  un principio,  y a falta material propio sobre el Monasterio,  costaba escribir un post basado  solo en otras  publicaciones y sin suficientes datos para investigar más a fondo.  Con el tiempo fui descubriendo un mundo y más secretos de este  misterioso, único,  santo lugar, en cierta manera tan exclusivo (son pocos los Camaldulenses en número . aunque dicen que los últimos años había lista de espera -    presentes en varios países) lugar tan apreciado por Karol Wojtyla/Juan Pablo II .  Cuando comencé a investigar me llamo mucho la atención que ninguno de los biógrafos más cuidadosos y completos  (al menos del material en mi poder)  George Weigel y  Adam Boniecki (en el Kalendarium)  hablaran del lugar. Weigel ni lo menciona y Boniecki muy al pasar (como invitando a investigar).  Tampoco Juan Pablo II hablo mucho de Bielany.  Pero tampoco  habló de Wigry, aunque es diferente la historia pues ya no es Monasterio, sino lugar de hospedaje.  Wigry ubicado en una península, cerca del pueblo asi llamado,  fue monasterio de Camaldulenses, inicialmente una isla luego artificialmente unida al continente. En Polonia me entere que era otro lugar caro a Karol Wojtyla y solia frecuentar.  Tambien fue  a visitarlo en 1999 durante su viaje apostólico como Papa -  recordando sus tantos descensos en canoa con los jóvenes de Cracovia.

 En Levantaos Vamos Juan Pablo II comenta “Iba también a Tyniec y a los padres camaldulenses en Bielany para los días de retiro. Cuando era joven sacerdote dirigí en Bielany los ejercicios espirituales para los universitarios de la parroquia de San Florián; me acuerdo que una vez bajé a la iglesia por la noche: para mi sorpresa encontré allí estudiantes en oración, y supe que querían mantener por turnos su presencia ininterrumpida durante toda la noche.”

 Jan Machniak en su God and Man in The Poetry of Karol Wojtyła – John Paul II - chapter I  nos recuerda el poema Mousike,   cancion de la naturaleza en honor a Dios Creador y alli se confirma que para  Wojtyla Bielany tambien era parte de su poemario espiritual.  La cancion de la naturaleza encuentra su magnifica expresion en la oracion que envuelve a la iglesia del pueblo en su melodia y la eleva hacia Dios: la melodia baja por las pendientes y en la iglesia del pueblo el coro entona sus canciones para protegernos de plagas, hambre, fuego y guerra y desde Bielany,  pasada la medianoche,  resuenan las campanas con el sonido del perdon,  fuerza y bendiciones  y van creciendo a medida que aumentan las plegarias y las suplicas y juntas se confunden con las nubes  y las transportan.  (version libre)



En Levantaos Vamos Juan Pablo II en el apartado “Colaboración con las órdenes religiosas” admite “He tenido siempre buenas relaciones con las órdenes religiosas y he colaborado con ellas.”

En Don y Misterio Juan Pablo II dice “Durante un cierto tiempo consideré la posibilidad de entrar en el Carmelo. Las dudas fueron resueltas por el Arzobispo Cardenal Sapieha, quien -con el estilo que lo caracterizaba- dijo escuetamente: "Es preciso acabar antes lo que se ha comenzado''. Y así fue.

Evidentemente su inclinación natural de entrar en una orden religiosa  había nacido temprano y aunque después no prospero siempre mantuvo ese contacto estrecho con todas y con algunas en especial,  carmelitas, benedictinos y la rama de los camaldulenses,, muy estrechos también ya como Papa y en su Carta  Apostólica Sanctorum Altrix plasma su cercanía con los benedictinos y su “camino de vida”,  sus ramas o federaciones.

Es difícil comparar  Tyniec con Bielany aunque básicamente se trata de la misma orden; considero que el mundo benedictino de Tyniec,  mas cercano, mas ampliamente visitado  significo para Karol Wojtyla  un lugar abarcador, de apertura, de encuentros “hacia afuera”,  abierto a todo el mundo,  y Bielany (camaldulenses – una rama de los benedictinos)   un solaz espiritual más profundo, mas intimo  y más exigente donde Karol Wojtyla/Juan Pablo II necesitaba sumergirse íntimamente para recobrar fuerzas.en la soledad se intensifica la oración con una ciertariqueza personal”. 

 Quizás sea por ello que no deseaba hablar de esa parte de su vida, silencio que los biógrafos optaron por respetar.  

 El nombre de PiotrRostworowski OSB / EC  Benedictino, el primer prior polaco del monasterio de Tyniec y mas tarde Prior del monasterio Camaldulense en Bielany,   fue la punta del ovillo que me fue guiando hacia una información más completa.  "Lo conocí como un hombre de Dios", dijo Juan Pablo II del Padre Rostworowski,  con quien también se encontró en la biblioteca de Jasna Gora, con ocasión de su primera peregrinación a  Polonia Juan Pablo II en 1979.

Marzena Florkowska dice en su libro Padre Piotr – Benedictino, camaldolulense “ hoy la extraordinaria personalidad del Padre Piotr es apreciada por más y más personas que tuvieron la oportunidad de conocerlo en su camino. Muchos lo consideran una de las figuras más importantes de la vida monástica en Europa en el siglo XX. Su vida colorida y dramática lo hizo extremadamente auténtico en sus consejos como amigo y director espiritual.