Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 25 de junio de 2021

Miroslaw Mroz : No existe ecumenismo sin profundidad espiritual (2 de 2)

 


A la temática de la unidad de los cristianos está dedicada también gran parte de una precedente encíclica del Papa, publicada en 1985 en ocasión del 1100 aniversario de la obra evangelizadora de los santos Cirilo y Metodio, la Enciclica Slaworum Apostoli.   En ella Juan Pablo II ha subrayado la historia relación entre las misiones y la credibilidad de la predicación de la Iglesia, que está llamada a la vida en la unidad visible. La Iglesia no puede aceptar divisiones entre sus hijos pues esas, en el contexto de la obra evangelizadora, aparecen como motivo de escándalo ante el mundo. El Papa es consciente de que alcanzar la plena universalidad requiere la apertura del ánimo, la comprensión reciproca, la disponibilidad a colaborar en el ámbito del intercambio de los bienes culturales y espirituales.

 Ser cristiano – operador de la comunión en la Iglesia y en la sociedad – aparece una atarea superior a las fuerzas humanas y por este motivo Juan Pablo II no teme recordar que la unidad que significa encuentro en la verdad y en el amor es en primer lugar un don del Espíritu Santo. No sorprende, por tanto, la exhortación del Pontífice para que la Iglesia renueve en su interior el consentimiento y la fraternidad, supere incomprensiones y desconfianzas recíprocas y, encontrando la solución a los conflictos y a las dificultades en el reconocimiento común de la verdad, de al mundo un ejemplo de convivencia justa y pacífica, basada en el respeto reciproco y en la inviolable libertad (SA,30).

  Las tensiones que nacen entre la unidad de la fe de la Iglesia y las diversidades que nacen de la riqueza cultural de los modos de vivirla aparecen como un elemento constante e incluso enriquecedor. Como si percibiese del ejemplo de la misión de los santos Cirilo y Metodio el modo mejor para custodiar la unidad en lo que es esencial en la fe, es el amor por Cristo y por la Iglesia.  Es Cristo, en efecto, quien reúne a sus fieles y es El su Señor.

Juan Pablo II, consciente del deseo de los cristianos de unidad, no se cansaba de promover el nuevo modo de mirar el camino ecuménico y de leer atentamente los signos de los tiempos. El Papa, amaestrado por la historia de  la Iglesia, aun reconociendo y confesando la propia debilidad, se sentía llamado a la renovación evangélica y a la búsqueda de los nuevos caminos de unidad.  No ponía en duda que fuese el testimonio de los santos – y en modo particular de los mártires del s. XX, pertenecientes no solo a la Iglesia católica sino también a las otras comunidades eclesiales, a dar un ejemplo nuevo capaz de recortar y apresurar el camino de la unidad.   En este contexto el recuerdo de la Encarnación, celebrado en el gran jubileo de 2000, ha motivado al Papa a reclamar, escribiendo la Enciclica Ut unum sint, la atención de todos los creyentes en Cristo sobre la urgencia de superar los muros de las divisiones y de las desconfianzas y de dar testimonio definitivo de la unidad. Es la fuerza del Evangelio que llama a todos los discípulos de Cristo a reconocer los errores cometidos y a buscar las vías que pueden llevar a la unidad tan deseada. El Papa comprendía esta obra como imperativo de la conciencia iluminada por la fe y guidada por la caridad.

 Varias veces Juan Pablo II puso en guardia ante el falso ecumenismo. No se puede entender el movimiento ecuménico como “unificación a daño de la verdad” (US, 18) o como “Fáciles acuerdos” (US 36). Este “falso irenismo” (US 79)  constituiría una negación de los esfuerzos en el camino de la unidad y no el verdadero progreso.

El Papa era consciente de que “el ecumenismo de los expertos” tenía que encontrar su actuación en el “ecumenismo de la conversión” (US, 15). No existe el autentico ecumenismo sin la profundidad espiritual, sin  una ardiente oración, sin un sentir ecuménico común. El intenso dialogo teológico tiene que ser sostenido por un examen de conciencia profundo, que lleve a superar las incomprensiones, falass interpretaciones y prejuicios (US, 11). Cada una de las partes de este dialogo ha cedido a la tentación de caminar por cuent apropia, y por eso, la verdadera comunión  eclesial es posible solo a través de una radical conversión al Evangelio.

 Juan Pablo II observa estupendamente que en este largo y difícil proceso de la construcción de la unidad está implicado también el “ecumenismo de los santos”. La presencia universal de los santos constituye para Juan Pablo II  una prueba de que la futura comunión plena de todos los cristianos es posible. El Papa sugiere con fuerza que los cristianos están más unidos cuantos más santos son: a través de la presencia de los santos, los cristianos experimental la nostalgia de la unidad y se sienten atraídos recíprocamente. Juan Pablo II muestra el rostro espiritual del camino ecuménico que, no por medio de gestos espectaculares, sino por medio del re-descubrimiento de las sólidas y profundas bases, construye la unidad duradera de la Iglesia.

 

(Publicado en Totus Tuus, Nr 5 sept/oct 2009)

 

Miroslaw Mroz : No existe ecumenismo sin profundidad espiritual (1 de 2)

 


No solo atentos observadores del pontificado de Juan PabloII, sino, en práctica también todos aquellos que tuvieron la posibilidad de entrar en contacto con su magisterio, percibieron claramente el carácter prioritario que el mismo dio a la cuestión ecuménica. 

El programa ecuménico estaba muy presente en varios escritos y también en algunos actos del Santo Padre, pero en alguna manera se extendía a  todas sus actividades. Seria suficiente recordar el programa de preparación de la Iglesia al Gran Jubileo de 2000 para darse cuenta de la constancia y determinación de Juan Pablo II en guiar a la Iglesia pro el camino de la unidad de los cristianos.

La tensión hacia la unidad perdida constituyó, desde el inicio de su pontificado, una de las prioridades pastorales y encontró su expresión en la Encíclica dedicada al ecumenismo, Ut unum sint, 

publicada en 1995. Según la enseñanza del Concilio Vaticano II, la Iglesia católica ha emprendido de modo irrevocable el camino de la búsqueda de la unidad y Juan Pablo, participando en los trabajos del mismo, ha leído los signos de los tiempos y se ha comprometido fuertemente en un proceso para alcanzar las metas de los padres conciliares.  La encíclica Ut unum sint podría ser considerada seguramente un cualificado comentario pontificio al decreto conciliar sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio (1964) 

Uno de los primeros viajes apostólicos, llevados a cabo ennoviembre de 1979, tuvo como meta la capital del cristianismo oriental, Constantinopla, donde el Pontífice, con palabras llenas de esperanza, hablaba de las intenciones de la Iglesia católica de reconstruir la plena comunión y de volver a encontrar la verdadera fraternidad entre todas las Iglesias y comunidades cristianas, que, por desgracia, permanecen aun divididas por discordias doctrinales. Al Patriarca Dimitriosk jefe de honor del mundo ortodoxo, a quien dirigía su discurso, el Papa hizo una pregunta dramática: “Es licito que permanezcamos aun divididos?” y esta pregunta se manifestaba como una garantía de la intensificación de los esfuerzos emprendidas en la via de la comunión.

 Considerada la grande implicación personal del Papa en la obra del ecumenismo, se comprende el carácter comprometido del mensaje de la Encíclica Ut unum sint dirigida a todos los cristianos, invitándolos fuertemente a dar todos los pasos posibles para cumplir el testamento de Cristo, que el evangelio de Juan nos ha transmitido que sean una sola cosa (Jn 17,21)  Es unidad, en efecto, no es una cualidad secundaria de la comunidad de los discípulos de Cristo, sino que constituye el elemento central de la obra de Cristo y pertenece a la esencia de la Iglesia (US,9)

 

(Publicado en Totus Tuus, Nr 5 sept/oct 2009)

viernes, 18 de junio de 2021

Destino universal de los bienes y propiedad privada – Doctrina social de la Iglesia

 


Ya que tanta polvareda han levantado las palabras del Papa Francisco me permito transcribir aquí una parte del Capítulo Cuarto  Los principios de la doctrina social de la Iglesia según el Compendio de la Doctrina social de la Iglesiadocumento elaborado  por el Pontificio Consejo Justicia y Paz, según el encargo del Santo Padre Juan Pablo II  “para exponer de manera sintética, pero exhaustiva, la enseñanza social de la Iglesia. “

 

b) Destino universal de los bienes y propiedad privada

176 Mediante el trabajo, el hombre, usando su inteligencia, logra dominar la tierra y hacerla su digna morada: « De este modo se apropia una parte de la tierra, la que se ha conquistado con su trabajo: he ahí el origen de la propiedad individual ».368 La propiedad privada y las otras formas de dominio privado de los bienes « aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar y deben ser considerados como ampliación de la libertad humana (...) al estimular el ejercicio de la tarea y de la responsabilidad, constituyen una de las condiciones de las libertades civiles ».369 La propiedad privada es un elemento esencial de una política económica auténticamente social y democrática y es garantía de un recto orden social. La doctrina social postula que la propiedad de los bienes sea accesible a todos por igual,370 de manera que todos se conviertan, al menos en cierta medida, en propietarios, y excluye el recurso a formas de « posesión indivisa para todos ».371

177 La tradición cristiana nunca ha aceptado el derecho a la propiedad privada como absoluto e intocable: « Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinada al derecho al uso común, al destino universal de los bienes ».372 El principio del destino universal de los bienes afirma, tanto el pleno y perenne señorío de Dios sobre toda realidad, como la exigencia de que los bienes de la creación permanezcan finalizados y destinados al desarrollo de todo el hombre y de la humanidad entera.373 Este principio no se opone al derecho de propiedad,374 sino que indica la necesidad de reglamentarlo. La propiedad privada, en efecto, cualquiera que sean las formas concretas de los regímenes y de las normas jurídicas a ella relativas, es, en
su esencia, sólo un instrumento para el respeto del principio del destino universal de los bienes, y por tanto, en último análisis, un medio y no un fin
.375

178 La enseñanza social de la Iglesia exhorta a reconocer la función social de cualquier forma de posesión privada,376 en clara referencia a las exigencias imprescindibles del bien común.377 El hombre « no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás ».378 El destino universal de los bienes comporta vínculos sobre su uso por parte de los legítimos propietarios. El individuo no puede obrar prescindiendo de los efectos del uso de los propios recursos, sino que debe actuar en modo que persiga, además de las ventajas personales y familiares, también el bien común. De ahí deriva el deber por parte de los propietarios de no tener inoperantes los bienes poseídos y de destinarlos a la actividad productiva, confiándolos incluso a quien tiene el deseo y la capacidad de hacerlos producir.

179 La actual fase histórica, poniendo a disposición de la sociedad bienes nuevos, del todo desconocidos hasta tiempos recientes, impone una relectura del principio del destino universal de los bienes de la tierra, haciéndose necesaria una extensión que comprenda también los frutos del reciente progreso económico y tecnológico. La propiedad de los nuevos bienes, fruto del conocimiento, de la técnica y del saber, resulta cada vez más decisiva, porque en ella « mucho más que en los recursos naturales, se funda la riqueza de las Naciones industrializadas ».379

Los nuevos conocimientos técnicos y científicos deben ponerse al servicio de las necesidades primarias del hombre, para que pueda aumentarse gradualmente el patrimonio común de la humanidad. La plena actuación del principio del destino universal de los bienes requiere, por tanto, acciones a nivel internacional e iniciativas programadas por parte de todos los países: « Hay que romper las barreras y los monopolios que dejan a tantos pueblos al margen del desarrollo, y asegurar a todos —individuos y Naciones— las condiciones básicas que permitan participar en dicho desarrollo ».380

180 Si bien en el proceso de desarrollo económico y social adquieren notable relieve formas de propiedad desconocidas en el pasado, no se pueden olvidar, sin embargo, las tradicionales. La propiedad individual no es la única forma legítima de posesión. Reviste particular importancia también la antigua forma de propiedad comunitaria que, presente también en los países económicamente avanzados, caracteriza de modo peculiar la estructura social de numerosos pueblos indígenas. Es una forma de propiedad que incide muy profundamente en la vida económica, cultural y política de aquellos pueblos, hasta el punto de constituir un elemento fundamental para su supervivencia y bienestar. La defensa y la valoración de la propiedad comunitaria no deben excluir, sin embargo, la conciencia de que también este tipo de propiedad está destinado a evolucionar. Si se actuase sólo para garantizar su conservación, se correría el riesgo de anclarla al pasado y, de este modo, ponerla en peligro.381

Sigue siendo vital, especialmente en los países en vías de desarrollo o que han salido de sistemas colectivistas o de colonización, la justa distribución de la tierra. En las zonas rurales, la posibilidad de acceder a la tierra mediante las oportunidades ofrecidas por los mercados de trabajo y de crédito, es condición necesaria para el acceso a los demás bienes y servicios; además de constituir un camino eficaz para la salvaguardia del ambiente, esta posibilidad representa un sistema de seguridad social realizable también en los países que tienen una estructura administrativa débil.382

181 De la propiedad deriva para el sujeto poseedor, sea éste un individuo o una comunidad, una serie de ventajas objetivas: mejores condiciones de vida, seguridad para el futuro, mayores oportunidades de elección. De la propiedad, por otro lado, puede proceder también una serie de promesas ilusorias y tentadoras. El hombre o la sociedad que llegan al punto de absolutizar el derecho de propiedad, terminan por experimentar la esclavitud más radical. Ninguna posesión, en efecto, puede ser considerada indiferente por el influjo que ejerce, tanto sobre los individuos, como sobre las instituciones; el poseedor que incautamente idolatra sus bienes (cf. Mt 6,24; 19,21-26; Lc 16,13) resulta, más que nunca, poseído y subyugado por ellos.383 Sólo reconociéndoles la dependencia de Dios creador y, consecuentemente, orientándolos al bien común, es posible conferir a los bienes materiales la función de instrumentos útiles para el crecimiento de los hombres y de los pueblos.

 

viernes, 11 de junio de 2021

«Os daré un corazón nuevo ... » (Ez 36, 26).

 


«Os daré un corazón»: Dios nos lo ha dicho por el Profeta. y el sentido se aclara por el contexto. «Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará» (Ez 36, 251. Sí, Dios purifica el corazón humano. El corazón, creado para ser hogar del amor, ha lle- gado a ser el hogar central del rechazo de Dios, del pecado del hombre que se desvía de Dios para unirse a toda suerte de «ídolos». Es entonces cuando el corazón se hace impuro». Pero cuando el mismo interior del hombre se abre Dios, encuentra la «pureza» de la imagen y de la semejanza impresas en él por el Creador desde el principio.

 

El corazón es también el hogar central de la conversión que Dios desea de parte del hombre para el hombre, con el fin de entrar en su intimidad, en su amor. Dios ha creado al hombre para que éste no sea ni indiferente ni frío, sino que esté abierto Dios. ¡Qué bellas son las Palabras del Profeta: «Arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne» (Ez 36, 26)! El corazón de carne, un corazón que tiene una sensibilidad humana y un corazón capaz de dejarse captar por el soplo del Espíritu Santo.

Es lo que dice Ezequiel: «Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo ... »; mi espíritu (Ez 36, 26-27).

[…]

A través del Corazón de su Hijo traspasado en la cruz, el Padre nos lo ha dado todo gratuitamente. La Iglesia y el mundo reciben el Consolador: el Espíritu Santo. Jesús había dicho: «Si me voy, os lo enviaré» (Jn 16, 7). Su Corazón traspasado testimonia que El «ha partido». El envía en adelante el Espíritu de verdad. El agua que brota de su costado traspasado es el signo del Espíritu Santo: Jesús había anunciado a Nicodemo el nuevo nacimiento «del agua y del Espíritu» (cf. Jn 3,5). Las palabras del Profeta se cumplen: «Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo».

 

Santa Margarita María conoció este misterio admirable, el misterio transformante del Amor divino. Ella conoció toda la profundidad de las palabras de Ezequiel: «Os daré un corazón».

A lo largo de toda su vida escondida en Cristo, estuvo marcada por el don de este Corazón que se ofrece sin límites a todos los corazones humanos. Ella fue captada enteramente por este misterio divino, como lo expresa la admirable oración del Salmo de este día:

 «Bendice alma mia al Señor, / y todo mi ser a su santo nombre» (Sal 102/103, 1).

 ¡«Todo mi ser»; es decir, «todo mi corazón»! "

 (de la homilia de San Juan Pablo II en la Celebración Eucarística en Paray-Le-Monial el 5 de octubre de 1986)

 

 

miércoles, 9 de junio de 2021

Beatificación Cardenal Stefan Wyszyński (3 de 3 ) Discurso de Juan Pablo II 2001

 


DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II AL SENADO ACADÉMICO DE LA UNIVERSIDAD "CARDENAL STEFAN WYSZYNSKI" DE VARSOVIA

Sábado 15 de diciembre de 2001

 

Os doy mi cordial bienvenida a todos vosotros, y os agradezco la benevolencia que me habéis mostrado al conferirme el título de doctor honoris causa de vuestra Universidad. Lo acepto con gratitud, en consideración del cordial recuerdo del Primado del milenio, cuyo nombre lleva vuestro Ateneo, especialmente porque este año, con ocasión del centenario de su nacimiento, se reavivan de modo particular los recuerdos de este gran pastor y estadista. Acepto este título también por la esperanza que albergo, a saber, que la Universidad dedicada al cardenal Stefan Wyszynski, cuya historia es breve, pero sus raíces antiguas, se desarrolle en todos sus aspectos y se convierta en un centro científico y cultural cada vez más dinámico y más importante en Polonia.

Antes de compartir con vosotros la reflexión que nace en mi mente con ocasión de este día quiero saludar al señor cardenal primado, gran canciller de la Universidad, y al rector magnífico. Les agradezco las palabras que me han dirigido. Con un cordial saludo os abrazo también a vosotros:  al senado, a los profesores, al personal docente y administrativo, a los estudiantes, a las personas que os acompañan y al coro. Os agradezco vuestra presencia y vuestra cercanía espiritual.

La definición del cardenal Stefan Wyszynski como gran pastor se suele asociar a la obra de preparación de la Iglesia en Polonia para entrar en el nuevo milenio del cristianismo. En cambio, cuando hablamos de él como estadista, normalmente nos viene a la memoria su firme actitud frente al ateísmo comunista, frente al totalitarismo:  gracias a esta actitud la Iglesia, en condiciones de dura prueba, logró mantener su posición en la nación y la justa dirección de su desarrollo interno. Al parecer, este modo de ver su persona, aunque sea justo desde todos los puntos de vista, requiere hoy una cierta profundización. Es preciso subrayar el hecho, raramente puesto de relieve, de que el cardenal Wyszynski, como pastor y como estadista, acentuaba el papel de la cultura, entendida en sentido amplio, en la formación del rostro espiritual de la Iglesia y de la nación. Más aún, no separaba jamás estos dos campos en la influencia ejercida por la cultura. Esta cuestión debía interesarle mucho, porque en 1966, el año del milenio, afirmó:  "Los estudios sobre nuestro pasado cultural, a causa del trabajo de la Iglesia y de la inspiración que la Iglesia da al arte y a todo tipo de creatividad, están siempre abiertos y son recomendables. El actual empobrecimiento del pensamiento (...) muestra una decadencia de la cultura, experimentada como consecuencia del abandono de las inspiraciones religiosas" (Varsovia, 23 de junio de 1966).

El pasado cultural, el patrimonio del esfuerzo creativo del pensamiento y de las manos de generaciones animadas por el espíritu de fe arraigado en el Evangelio es el fundamento de la identidad de la nación polaca. El Primado del milenio destacaba justamente la necesidad de estudiar este patrimonio, de conocer los fundamentos que mil años antes fueron puestos bajo la inspiración que de generación en generación lleva consigo la comunidad de la Iglesia, unida en torno a Cristo, impulsada por el Espíritu Santo, en camino hacia la casa del Padre. ¿No es esta la tarea primaria de las universidades? Más aún, ¿no es esta la tarea principal de una universidad que lleva el nombre del Primado del milenio? Del mismo modo que la sede primada de Gniezno salvaguarda la tradición religiosa de san Adalberto, así también vuestra Universidad debe salvaguardar el patrimonio cultural que tiene su fuente en esa tradición. Sed fieles a la llamada del cardenal Stefan Wyszynski a impulsar la cultura.

Recientemente he hablado en varias ocasiones a los representantes de los centros universitarios polacos sobre la urgente necesidad no sólo de formar intelectualmente a la generación joven, sino también de inculcar en ella el espíritu de un sano patriotismo, que consiste precisamente en un descubrimiento incesante de las raíces de su identidad humana, nacional y religiosa, y en un esfuerzo por participar en la creación de ese patrimonio, del que nace la realidad actual. La conciencia de saber quiénes son y la capacidad de asumir su responsabilidad por lo que son permitirá a las generaciones sucesivas de jóvenes polacos recurrir con gran apertura, pero sin un sentido de extravío, al rico patrimonio de la cultura europea y mundial. Les permitirá discernir los auténticos y perennes valores del espíritu humano, distinguiéndolos de los fugaces sucedáneos del bien, que cobran forma en el imperativo cultural de hoy.

En los tiempos del cardenal Wyszynski se debía subrayar la importancia de la cultura y de la ciencia con vistas a la supervivencia de la nación frente a los peligros del totalitarismo. Al parecer, hoy, continuando esa obra frente a las demás amenazas surgidas en el nuevo siglo, hay que ir más allá. Observamos el proceso de unificación de los países de Europa y de la globalización de numerosos sectores de la vida en el mundo. Este proceso no puede realizarse sin tomar en consideración las tradiciones espirituales y culturales de las naciones. Por tanto, es necesario hacer que se lleve a cabo con una participación positiva y creativa de las personas y de los ambientes responsables en la cultura, la conservación y el desarrollo de su herencia secular.

Hace algunos días dije a los estudiantes reunidos en la basílica de San Pedro:  "Europa necesita una nueva vitalidad intelectual. Una vitalidad que proponga proyectos de vida austera, capaz de compromiso y sacrificio, sencilla en sus aspiraciones legítimas, clara en sus realizaciones y transparente en sus comportamientos. Es necesario una nueva valentía del pensamiento, libre y creativo, dispuesto a aceptar, desde la perspectiva de la fe, las exigencias y los desafíos que surgen de la vida, para mostrar con claridad las verdades últimas del hombre. (...) Sois como un símbolo de la Europa que debéis construir juntos" (Homilía durante la santa misa con los universitarios, 11 de diciembre de 2001, n. 4:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 21 de diciembre de 2001, p. 8). Hoy os renuevo estas palabras a vosotros, a los representantes de la universidad "Cardenal Stefan Wyszynski", esperando que, mediante el honrado compromiso científico de los profesores y los alumnos, no sólo contribuya a formar el rostro espiritual de Polonia, sino también el de toda Europa. Es una gran tarea —podría parecer incluso demasiado grande—, pero es una misión a la que está llamada toda institución científica europea que se inspire en la tradición cristiana. Aceptad con confianza esta llamada. La juventud de vuestra institución puede ser vuestra fuerza, la fuente de nuevas energías que brotan de un modo nuevo de afrontar los problemas que los ambientes científicos tienen planteados desde hace siglos. Aprovechad las posibilidades que derivan de la juventud, de la juventud de la institución y de la juventud del espíritu. De vuestra juventud.

Este es también mi deseo para toda la universidad "Cardenal Stefan Wyszynski":  que se desarrolle y tenga gran vitalidad y creatividad; que se inserte con fuerza en el futuro de Polonia y de Europa, modelando su perfil espiritual y conservando toda la riqueza del patrimonio cristiano. Que la bendición divina acompañe vuestro trabajo creativo y educativo.

Quiero saludar también a los representantes de la juventud de Varsovia, que me han traído un regalo singular:  la foto de los ocho mil participantes en el encuentro de oración que se celebró el 22 de septiembre en los Campos de Wilanów. Os agradezco cordialmente este gesto de recuerdo y benevolencia y, sobre todo, el don de vuestra oración. Os bendigo de corazón a vosotros y a todos los jóvenes de Varsovia y de Polonia.

El cardenal primado me pidió que, con ocasión de nuestro encuentro, bendijera la copia de la imagen de la Virgen de Czestochowa que seguirá la peregrinación por las parroquias de las diócesis de Polonia. Lo hago de buen grado. Sé cuánto bien espiritual produce. Es una referencia particularmente fecunda a la obra del milenio realizada por el cardenal Wyszynski. Bendigo de corazón a todos los que ante esta imagen pidan ser confirmados en la fe, en la esperanza y en la caridad. Que la protección de la Señora de Jasna Góra os acompañe a vosotros y a todos mis compatriotas en Polonia. ¡Que Dios os bendiga!

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Beatificación Cardenal Stefan Wyszyński (2 de 2 – breve biografia)

 


En 1900, los padres del futuro cardenal, Julianna y Stanisław, se establecieron en el río Bug en el pequeño pueblo de Zuzela. Fue aquí donde Stanisław recibió el puesto de organista y aquí el 3 de agosto de 1901, a las tres de la mañana, nació su hijo Stefan. “Nací en Nadbuż, donde Podlasie se encuentra con Mazovia. Hasta el día de hoy, recuerdo a personas sencillas a las que observé cuando era niño. Su fe tranquila y confiada era asombrosa ", recordó el Primado del Milenio. Creció en el ambiente tradicional, muy religioso y patriótico de su hogar familiar. Había libros religiosos, naturales e históricos, buena literatura y escritos católicos.

Los padres de Stefan eran personas profundamente religiosas, pasaban mucho tiempo en oración. Y, por supuesto, enseñaron a sus hijos a creer. “Me gustaría expresar mi fe aquí. Llámalo como quieras: infantil, ingenuo, simple, pero eso es lo que tomé de mi madre y mi padre. Lo profundicé, hasta donde pude, a través de estudios teológicos, filosóficos, legales y sociológicos apropiados, pero todo esto es algo modesto comparado con la religiosidad simple que se quita de casa por la gracia de Dios como tesoro y capital social para toda la vida. "- testificó después de muchos años el cardenal Wyszyński.

Stanisław Wyszyński pasó largas horas en la iglesia orando de rodillas. “Nunca se sentaba en un banco, siempre se arrodillaba en el suelo, lo que lo exponía a resfriados. No le gustaba que sus oraciones fueran interrumpidas ", escribió el cardenal Wyszyński en Pro Memoria .

Los padres del Primado eran grandes adoradores de María. “A mi padre le gustaba ir a Jasna Gora ya mi madre a Ostra Brama. (...) Ambos se distinguieron por una profunda reverencia y amor a la Santísima Madre, y si diferían en este tema, fue el diálogo eterno, que Madre de Dios es más eficaz: es Ella quien brilla en la Puerta del Resplandor , o Ella que defiende Częstochowa "- recordó el Primado.

Estas dos imágenes religiosas colgadas en la casa: Nuestra Señora de Częstochowa y Nuestra Señora de Ostra Brama. Años después, el Primado dijo de ellos: “Y aunque en ese momento no tenía ganas de rezar, siempre sufría de rodillas, sobre todo durante el rosario vespertino, que era una costumbre en nuestro hogar, pero al despertar buscaba mucho tiempo en esta Dama Negra y esta Blanca. Me preguntaba por qué uno es negro y el otro es blanco. Estos son los recuerdos más lejanos de mi pasado ".

Por supuesto, la familia Wyszyński rezaba en polaco, aunque en las escuelas y oficinas el idioma oficial era el ruso. Stanisław enseñó a sus hijos historia y cultura polacas, en las paredes de la casa había retratos de héroes nacionales: Kościuszko y el príncipe Józef Poniatowski, sobre la mesa había una cruz con una caja de música que tocaba la melodía "Polonia no ha muerto todavía". Stefan, junto con su padre, por la noche, en la conspiración, con unos pocos residentes de confianza de Zuzela, limpiaban las tumbas de los insurgentes de enero en los alrededores.

En 1910, la familia Wyszyński se mudó de Zuzela a la cercana Andrzejewo, donde Stanisław consiguió un trabajo como organista, un salario más alto y toda la casa a su disposición. Julianna Wyszyńska,  también murió allí mientras daba a luz a otra hija. Stefan tenía 9 años en ese momento. “Es difícil describir la tristeza, el vacío y el dolor cuando, después del funeral de mamá, regresamos con papá del cementerio a una casa vacía. Parecía que toda la vida había cesado ”- recordó el Primado.

La pérdida de la madre debe haber sido un gran golpe para el niño. Luego, hasta el final de su vida, a menudo recordaba a su madre. Un evento interesante ocurrió justo antes de la muerte de la madre. "Stefan, vístete", le dijo Julianna a su hijo. Era otoño, finales de octubre, así que Stefan se puso el abrigo porque pensó que tenía que ir a alguna parte. Pero su madre lo miró y le dijo: "Vístete, pero no así, vístete diferente".

El Primado a menudo regresaba a este evento más tarde. Se preguntó si su madre quería decir que él debería vestirse en el futuro ... con ropas sacerdotales. De todos modos, no fue una sorpresa para él. Siempre ha querido ser sacerdote. “Desde el momento en que pudo captarlo con un pensamiento consciente. Cuando era niño, soñaba con eso, soñaba que se había casado y lloró terriblemente porque pensó que ya no podría ser sacerdote. (...) Le gustaba sentarse en el confesionario y sus compañeros, y caminar bajo el palio en la procesión. Sabía cómo hacerlo, porque como hijo de un organista que vivía al lado de la iglesia, estaba allí con más frecuencia que otros niños del pueblo. Desde los cinco años ya era monaguillo ”, escribe Ewa Czaczkowska en la biografía del cardenal Wyszyński .

En el verano de 1917, Stefan Wyszyński decidió ingresar al seminario. Su padre estaba sorprendido por la decisión de su hijo y temía por él, porque sabía lo difícil que era el camino del sacerdote. Juntos decidieron que Stefan entraría en el seminario de Włocławek, que era el más antiguo y luego uno de los mejores de Polonia. Primero, fue admitido en el seminario mayor, en 1920 aprobó su diploma de escuela secundaria y comenzó sus estudios en el seminario mayor.

La formación del seminario se llevó a cabo en condiciones difíciles. “La guerra acababa de terminar, había escasez de alimentos, saneamiento, ropa y libros de texto. El edificio del seminario tenía calefacción insuficiente y las salas estaban muy frías. No había suficientes colchones para dormir. Muchos estudiantes pasaron de la desnutrición a varios tipos de enfermedades. Algunas personas por agotamiento se desmayaron durante las clases, incluso hubo casos fatales. La salud de Stefan Wyszyński no mejoró. Como recuerda su familia más cercana, una vez llegó a casa como seminarista con las manos heladas e hinchadas. Luego enfermó de tuberculosis en el seminario. Su cuerpo estaba tan exhausto que sus superiores finalmente comenzaron a preguntarse si tenía algún sentido permitirle ser ordenado sacerdote ", escribe Milena Kindziuk en el libro.Cardenal Stefan Wyszyński. Primado de Polonia .

Finalmente, Wyszyński fue admitido a la ordenación, pero una semana antes de la ceremonia planificada, en junio de 1924, fue hospitalizado con una neumonía grave y, por supuesto, no tomó la ordenación. Luego fue a la convalecencia en Licheń. Allí se sintió mucho mejor y, tras regresar a Włocławek, sus superiores fijaron la fecha de su ordenación el 3 de agosto de 1924. Fue ordenado por él mismo, en la capilla de Nuestra Señora de la catedral de Włocławek, a manos de un enfermo muy enfermo. obispo. Wojciech Owczarek. Además, Stefan todavía estaba enfermo. “Estaba tan débil”, recordó más tarde, “que me resultaba más cómodo tumbarme en el suelo de forma transversal que estar de pie. Durante la Letanía de los Santos , cuando descansaba en el suelo, temía el momento en que tendría que levantarme. ¿Puedo quedarme de pie? Este era el estado de mi salud ".

Después de su ordenación, el P. Wyszyński todos los días que celebraba la aSanta Misa parecía que era la última vez que lo hacía. Le pidió a Dios que fuera sacerdote durante al menos un año. "En ese momento, no tenía otras ambiciones en mi vida, porque no tenía la fuerza y ​​la salud para hacer planes" - recordó el Primado. Celebró su primer aniversario en Jasna Góra. Más tarde admitió que había ido allí para "tener una Madre que no morirá" y que estará "en cada Santa Misa, como estuvo con Cristo en el Calvario". Y aún más tarde dijo que María caminaba ante él como luz, vida, esperanza y ayudante en una situación difícil. "Y me parece, hijos de Dios, que al poner todo en la Madre de Dios, no me decepcionó" - dijo.

Después de la ordenación, trabajó como vicario en la parroquia de la catedral de Włocławek y editor del diario diocesano "Słowok Kujawskie". Fue allí donde conoció, entre otros, al padre Władysław Korśmieowicz, quien ejerció una gran influencia en su espiritualidad.

“Los estudios en la Universidad Católica de Lublin profundizaron el interés de Wyszyński por las ciencias sociales de la Iglesia y la enseñanza de los papas. Apasionado de las ciencias sociológicas, dedicó mucha atención a los trabajadores, así como a las actividades de la Acción Católica, que apuntaban a la solución de problemas sociales. Estos temas le eran muy cercanos, sobre todo porque en el estado polaco que estaba reviviendo después de los años de particiones, eran de actualidad y requerían traducirse en formas específicas de acción, también de carácter legal ”, escribe Milena Kindziuk.

El logro culminante de los estudios fue la redacción y la defensa del p. Tesis doctoral de Wyszyński sobre el tema: "El derecho de la familia, la iglesia y el estado a la escuela".

 

Fuente: extraido parcialmente de 

Sodalicija 

y

 Nuestra voz

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Beatificación Cardenal Stefan Wyszyński (1 de 3)

 


Programada para el 7 de junio de 2020 y luego aplazada a causa de la pandemia, se anunció la nueva fecha de la celebración (el próximo 12 de septiembre)  que tendrá lugar en Varsovia, la ciudad donde fue arzobispo,.  El Parlamento polaco por amplia mayoría declaro el año 2021 el año del Cardenal Stefan Wyszyński,  en honor a este extraordinario eclesiástico del siglo 20 que dedico parte de su vida a preservar y fortalecer la fe cristiana durante el régimen comunista, y en su actividad sacerdotal prestó especial atención a la dignidad inherente del hombre, fuente de todos sus derechos. Hombre de profunda fe y amor a la Iglesia y a su  patria, siempre busco dialogar con las autoridades. Sin embargo cuando las acciones de las autoridades amenazaban los derechos de la Iglesia y los fieles,  se escucho su  firme “Non possumus” en su férrea defensa de la independencia de la Iglesia.

El Senado polaco lo declaro “uno de los polacos mas notables del siglo 20”   agregando que es imposible describir con precisión sus meritos y rol en aquellos años de Polonia y la Iglesia. Junto a Juan Pablo II apoyaron a los polacos en aquellos momentos difíciles..    

"Pastor bueno ", "la piedra angular de la Iglesia de Varsovia y la piedra angular de toda la Iglesia de Polonia". Fueron las palabras que el corazón de Juan Pablo II pronunció en el momento en que murió el cardenal Stefan Wyszynski, el 28 de mayo de 1981.    Al no poder asistir pues solo 15 días antes de la muerte del Primado había sido gravemente herido en San Pedro, envio una delegación presidida por el cardenal Agostino Casaroli.

“Dejadme que me limite a recordar en este momento las palabras que pronuncié en la catedral de Varsovia durante mi peregrinación a Polonia,  decia en su carta a los polacos,   "El cardenal primado ha llegado a ser... la piedra clave. Piedra clave es la que sostiene el. arco, la que refleja la fuerza de los fundamentos del edificio. El cardenal primado manifiesta la fuerza del fundamento de la Iglesia que es Jesucristo. En esto consiste su fuerza. Desde hace más de treinta años el cardenal primado enseña que esta fuerza la debe a María, Madre de Cristo.  Todos sabemos bien que gracias a María se puede hacer resplandecer la fuerza de aquel fundamento que es Cristo, y que se puede convertir eficazmente en piedra clave de la Iglesia. Esto es lo que enseña la vida y el ministerio del primado de Polonia. Es él la piedra clave de la Iglesia de Varsovia y de toda la Iglesia de Polonia. En esto consiste la misión providencial que él desarrolla desde hace más de treinta años.” Habia dicho de él en su discurso al episcopado y a los fieles en la Catedral san Juan Bautista de Varsovia, en su primer peregrinación apostólica a Polonia. 

Y en su carta  los polacos cuando fue recién elegido le dirigía estas palabras:   

“Venerable y querido cardenal primado: Permíteme que te diga sencillamente lo que siento. No estaría sobre la Cátedra de Pedro este Papa polaco que hoy, lleno de temor de Dios pero también de confianza, inicia un nuevo pontificado, si no hubiese sido por tu fe, que no se ha arredrado ante la cárcel y los sufrimientos. Si no hubiese sido por tu heroica esperanza, tu ilimitada confianza en la Madre de la Iglesia. Si no hubiese existido Jasna Gora y todo el período que en la historia de la Iglesia en nuestra patria abarca tu ministerio de obispo y primado…. “


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