Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 26 de diciembre de 2022

San Esteban primer mártir cristiano

 


(…)  quiero venerar con vosotros a San Esteban, primer mártir cristiano, tal como lo hace la Iglesia el día después de la solemnidad de Navidad.

"Ayer celebramos el nacimiento temporal de nuestro Rey eterno; hoy celebramos el triunfal martirio de su soldado. Ayer, nuestro Rey, revestido con el manto de la carne, saliendo del seno virginal, se ha dignado visitar el mundo; hoy el soldado, saliendo del tabernáculo de su cuerpo, triunfador, ha emigrado al cielo". Estas son las sugestivas expresiones de un santo de la Iglesia antigua, San Fulgencio (Sermo 3, 1), y ellas conservan intacto su significado porque aclaran una relación no sólo de continuidad litúrgica entre la fiesta de Navidad y la del Protomártir, sino también, sobre todo, de intrínseca conexión en el orden de la santidad y de la gracia. Cristo, Rey de la historia y Redentor del hombre, se sitúa en el centro de ese itinerario hacia la perfección, a la que llama al hombre, a todo hombre.

Mientras veneramos a San Esteban y su invicto ejemplo de testigo de Cristo. como él se demostró con su palabra valiente, con la diligencia en el servicio a los pobres, con su constancia durante el proceso y, sobre todo, con su muerte heroica, vemos que su figura se ilumina y se agiganta a la luz de su Señor y Maestro; al que quiere seguir en el sacrificio supremo. Sólo el Señor Jesús da la ayuda y el consuelo necesarios a las almas para ser fieles hasta la muerte.

De esto se deriva una preciosa lección para nosotros: al mirar a San Esteban en la perspectiva de la Navidad, debemos recoger su ejemplo y su enseñanza, que claramente nos llevan a Cristo, el cual, nacido en la gruta de Belén, se encamina ya ―en la intención de la finalidad de su obra redentora― hacia el monte Calvario. Hechos por Él hijos de Dios, llamados a vivir como hijos de Dios, también nosotros seremos coronados como Esteban allá arriba, en la patria, si somos fieles.

 

(Juan Pablo II Ángelus 26de diciembre de 1980, Fiesta de San Esteban)

jueves, 22 de diciembre de 2022

Aquel que nació en Belén: nuestro todo ayer, hoy y siempre

 



                                                    Foto del blog  Un sacerdote en Tierra Santa, que invito visitar (discontinuado en 2018, pero que contiene valiosa informacion) 

Desde antes de su pontificado Juan Pablo II se sintió invadido por la mística de aquel lugar real, ubicable en el mapa y en la historia, Belén,   tesoro compartido entre pueblos de diferentes culturas y religiones.  Ya en Roma nos invitó a sumergirnos en la “atmosfera prodigiosa” (1)  de  Aquel que nos indico el camino con su sencillo  «Sígueme» (Mateo 8,22).  Fruto de su primer viaje a los Santos Lugares durante el Concilio Vaticano II fue la carta que quiso compartir con los sacerdotes de su diócesis. 

  En 1965 volcó en lenguaje poético los  momentos vividos en aquella inolvidable peregrinación  (2)

Oh tierra del encuentro, única! Tierra en la que se ha hecho todo lo que debe existencia a Aquel que Es”.

“Siglos ha que elegiste este lugar. En él te das a mí, en él me aceptas”.

 

En el Ángelus del  10 de diciembre de 1978 recordaba “ el gozo inmenso con que los obispos, reunidos en la II sesión del Concilio Vaticano II, acogieron las palabras del Papa Pablo VI que en el discurso de clausura de aquella sesión les había anunciado que iría —por vez primera—  como peregrino a Tierra Santa.” 

Hubiese querido iniciar su pontificado en Belén pero no pudo ser y en su primera Navidad como Pontífice invitaba a todos a estar más presentes allí que aquí (en Roma) 

 Belén es el centro de mi peregrinación jubilar – decía en su homilía en el lugar mismo del nacimiento del Señor el el 22 de marzo del 2000   “ Los senderos que he seguido me han traído a este lugar y al misterio que proclama:  la Natividad.”

 “La liturgia de la noche de Navidad es rica en un realismo particular: realismo de aquel momento que nosotros renovamos y también realismo de los corazones que reviven aquel momento. Todos, en efecto, nos sentimos profundamente emocionados y conmovidos, por más que lo que celebramos haya ocurrido hace casi dos mil años” porque “ “La alegría que anunció el ángel no es algo del pasado. Es una alegría actual, del hoy eterno de la salvación de Dios, que abarca todos los tiempos:  el pasado, el presente y el futuro……. Dado que en Belén siempre es Navidad, cada día es Navidad en el corazón de los cristianos. Cada día estamos llamados a proclamar el mensaje de Belén al mundo, "la buena nueva que produce una gran alegría":  el Verbo eterno, "Dios de Dios, luz de luz", se hizo hombre y vino a habitar en medio de nosotros (cf. Jn 1, 14). (Misa de Nochebuena  1978) 

 (1)   Memoria e Identidad

(2)   Poesías “Peregrinación a los Santos Lugares”

 

¡Oh Niño ilumina la noche del mundo!

 


“ ¡Oh Niño, que has querido tener como cuna un pesebre; oh Creador del universo, que te has despojado de la gloria divina; oh Redentor nuestro, que has ofrecido tu cuerpo inerme como sacrificio para la salvación de la humanidad!

Que el fulgor de tu nacimiento ilumine la noche del mundo. Que la fuerza de tu mensaje de amor destruya las asechanzas arrogantes del maligno. Que el don de tu vida nos haga comprender cada vez más cuánto vale la vida de todo ser humano.”

(Juan Pablo II Homilía enla Misa de Nochebuena 24 de diciembre de 2003)

Con todo cariño a lectores y amigos del blog 

MUY FELIZ Y SANTA NAVIDAD A TODOS!


martes, 20 de diciembre de 2022

Última semana de Adviento: el tiempo de la invitación

 “Todo el Adviento es un período de espera y preparación a la venida del Salvador. La última semana de Adviento podría llamarse el tiempo de la invitación. En estos días que preceden inmediatamente a Navidad, la Iglesia invita. Invita a través de toda su liturgia en la que ocupan puesto particular a lo largo de estos días, las llamadas "Antífonas mayores", unidas al canto del Magníficat durante las Vísperas. Son preciosas y, al mismo tiempo sencillas y profundas de contenido. La Antífona de hoy, última de este ciclo (en efecto mañana es la Vigilia), se dirige con estas palabras a Aquel que debe venir:

 

"O Emmanuel, rex et Legifer noster, exspectatio gentium et salvator earum: veni ad salvandum nos, Domine Deus noster".

 

"¡Oh Emmanuel, / nuestro Rey, Salvador de las naciones, / esperanza de los pueblos, / ven a libertarnos, Señor; no tardes ya! / Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!".

 

¡Emmanuel! Es la última invocación; la última palabra de estas Antífonas invitantes. Parece testimoniar que la invitación ha sido correspondida porque "Emmanuel" habla de que Dios está con nosotros. De modo que la última de estas grandes Antífonas de Adviento expresa la certeza de la venida del Señor. Habla ya de su presencia en medio de nosotros.

 

Si tenemos en cuenta las circunstancias del nacimiento de Dios, si recordamos que "no había sitio para ellos en el mesón" (Lc 2, 7), comprenderemos todavía mejor la invitación de la liturgia de Adviento y la expresaremos con paz interior muy profunda. Y con amor muy grande a Aquel que está a punto de llegar.”

(Juan Pablo II –Ángelus 23 de diciembre de 1979

Recuperar la verdad de la Navidad

 

(Mural Nacimiento de Cristo - Wikimedia)

La liturgia del Adviento nos va preparado espiritualmente a revivir el misterio que ha marcado un cambio en la historia humana… el nacimiento de un Niño, que es también el Hijo de Dios, el nacimiento del Salvador… que ha cambiado realmente el rostro del mundo. ¿Acaso no es un testimonio de ello la misma atmósfera jubilosa que se respira por las calles de las ciudades y de los pueblos… La fiesta de la Navidad ha entrado en las costumbres como celebración incontrastable de alegría y de bondad …. Esta floración de generosidad y de cortesía, de atención y delicadezas, coloca a la Navidad entre los momentos más bellos del año …. ¡qué carga de sentimientos o, a veces, de nostalgia, sabe suscitar!  …..

 Pero detrás de este aspecto sugestivo, he aquí inmediatamente la manifestación de otros que alteran su limpidez… su autenticidad. Se trata de los aspectos puramente exteriores y consumísticos de la fiesta, que hacen correr el riesgo de vaciar a la solemnidad de su significado auténtico, cuando se toman no como expresión de la alegría interior que la caracteriza, sino como elementos principales de ella, o casi como su única razón de ser.

La Navidad pierde entonces su autenticidad, su sentido religioso, y se convierte en ocasión de disipación y derroche, cayendo en exterioridades inconvenientes y descomedidas, que suenan a ofensa para aquellos a quienes la pobreza condena a contentarse con las migajas.

 Es necesario recuperar la verdad de la Navidad en la autenticidad del dato histórico y en la plenitud del significado que trae consigo. El dato histórico es que en un determinado momento de la historia y en una cierta región de la tierra, de una humilde mujer de la estirpe de David nació el Mesías, anunciado por los Profetas: Jesucristo Señor.

El significado es que, con la venida de Cristo, toda la historia humana ha encontrado su salida, su explicación, su dignidad. Dios nos ha salido al encuentro en Cristo, para que pudiéramos tener acceso a Él. Mirándolo bien, la historia humana es un anhelo ininterrumpido hacia la alegría, la belleza, la justicia, la paz. Se trata de realidades que sólo en Dios pueden encontrar su plenitud. Pues bien, la Navidad nos trae el anuncio de que Dios ha decidido superar las distancias, salvar los abismos inefables de su trascendencia, acercarse a nosotros, hasta hacer suya nuestra vida, hasta hacerse nuestro hermano.

Así, pues: ¿buscas a Dios? Encuéntralo en tu hermano, porque Cristo se ha como identificado ya en cada uno de los hombres. ¿Quieres amar a Cristo? Ámalo en tu hermano, porque todo lo que haces a uno cualquiera de tus semejantes, Cristo lo considera hecho a Él. Si te esfuerzas, pues, en abrirte con amor a tu prójimo, si tratas de establecer relaciones de paz con él, si quieres poner en común tus recursos con el prójimo, para que tu alegría, al comunicarse, se haga más verdadera, tendrás a tu lado a Cristo y con Él podrás alcanzar la meta que sueña tu corazón: un mundo más justo y, por lo tanto, más humano.

Que la Navidad nos encuentre a cada uno comprometidos a descubrir de nuevo su mensaje, que parte del pesebre de Belén. Hace falta un poco de valentía, pero vale la pena, porque sólo si sabemos abrirnos así a la venida de Cristo, podremos experimentar la paz anunciada por los ángeles en la noche santa. Que la Navidad constituya para todos vosotros un encuentro con Cristo, que se ha hecho hombre para dar a cada hombre la capacidad de hacer se hijo de Dios.

(Juan Pablo II audiencia General 23 de diciembre 1981)

viernes, 16 de diciembre de 2022

La espera de Maria – esperanza del pueblo de Dios

 


En este último domingo de Adviento, que nos prepara inmediatamente a la Santa Navidad, ¿qué inspiración mejor podemos encontrar para nuestros sentimientos, que la de hacer nuestro lo que experimentaba el corazón mismo de la Virgen María, mientras esperaba el nacimiento del Señor? (cf. Aperite portas Redemptori, 6 enero de 1983, n. 9).

En la espera de esta Virgen "bendita entre las mujeres" (Lc 1, 42), se resume toda la esperanza del Pueblo de Dios, puesta en las promesas que el mismo Dios había hecho a sus Patriarcas, y, a través del pueblo de Israel, se recoge la esperanza de toda la humanidad.

Tratemos nosotros también de hacer nuestra esta conciencia de fe de María, tan profundamente insertada en la historia de su pueblo y de toda la humanidad, de tal modo que podamos captar el sentido esencial de su camino durante los siglos y milenios, como camino fundado en la esperanza de una salvación que viene de Dios.

María es bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de las palabras del Señor (cf. Lc 1, 45), sabiendo que Dios no defrauda en sus promesas. Es "bienaventurada" y, al mismo tiempo, "bendita" de Dios. Los dos términos no se pueden disociar, y el primero es efecto del segundo. La palabra de bendición, proferida por Dios, es siempre manantial de vida y, por lo tanto, de bienaventuranza. Para la Escritura, la bienaventuranza está en engendrar y comunicar la vida, física o espiritual Por esto, el que es "bendito" por Dios, es "bienaventurado".

La espera de María es la espera de engendrar la vida, pero una vida por la que Ella misma es, a la vez, salvada y hecha bienaventurada, porque esa Vida es el mismo Hijo de Dios.

María, antes y más que todo otro creyente, es portadora de la bendición de Dios, que se realizó en Cristo; y antes y más que todo otro creyente es bendita en Cristo Jesús. A Ella se acomodan de manera privilegiada y única las palabras de la Carta a los Efesios, donde se dice que Dios "nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales" (1, 3)

Uniéndonos a la espera de María, también nosotros participaremos de esta bendición divina que, viniendo del Padre, se nos concede por Jesús que nos ha sido dado por María.

(Juan Pablo II Ángelus 18de diciembre de 1983)

miércoles, 14 de diciembre de 2022

San Juan de la Cruz, maestro en la fe y testigo del Dios vivo

 


Hoy 14 de diciembre recordamos a San Juan de la Cruz, el santo de Fontiveros, maestro en la fe y tetigo delDios vivo,  tan entrañablemente ligado a Karol Wojtyla desde su juventud, un santo que lo marcó profundamente, tanto que había querido entrar en el Carmelo, pero la Divina Providencia por medio del Cardenal Sapieha, le señalaba otro camino. 

En Wadowice había entrado en contacto con el mundo carmelitano frecuentando el Monasterio de los Carmelitas sobre la colina en la calle Karmelicka, más tarde en Cracovia Jan Tyranowski, el santo sastre de la parroquia de Debniki, lo introdujo a sus escritos, lo cual acrecentó en él el interés por la espiritualidad carmelita, según expresara él mismo en Don y Misteriointerés que luego gradualmente lo llevara al doctorado sobre la obra de San Juan de la Cruz .

En sus vacaciones de seminarista, cuando el Arzobispo le designó la parroquia de Raciborowice en los alrededores de Cracovia, empezó a escribir un trabajo sobre Juan de la Cruz, que luego continuó bajo la dirección del P. Ignacy Rozycki, profesor de la Universidad de Cracovia y finalmente defendió la tesis doctoral (“La fe según San Juan de la Cruz”) en el Angelicum de Roma , bajo la guía del P. Prof. Garrigou Lagrange, pero recibió el doctorado en la Facultad de Teología de la Universidad Jaguellónica de Cracovia.

Invito leer la Carta apostólica Maestro en la Fe del 14 de diciembre de 1990


martes, 13 de diciembre de 2022

Adviento: invitación a la meditación – encuentro entre Dios y el hombre

 

(imagen de Wikipedia)

“En este tiempo de Adviento  los cristianos estamos invitados a meditar los acontecimientos admirables y misteriosos de la Encarnación del Hijo de Dios que se hace humilde, pobre, débil, frágil, en la conmovedora realidad de un Niño envuelto en pañales y colocado en un pesebre.

Pero este Niño es precisamente el que guía, orienta, marca el comportamiento, las opciones y la vida de las personas que están a su lado o a quienes afecta de lleno su aparición. Está la anciana Isabel, que ha sentido florecer milagrosamente en su seno la vida de un hijo, esperado desde años, como una gracia del Señor: Juan el Bautista será el precursor del Mesías; está su marido Zacarías, cuya lengua se desata para cantar las grandes gestas de Dios en favor de su pueblo; están los pastores que pueden contemplar al Salvador, los Magos, desde años en búsqueda del Absoluto en los signos de los cielos y de los astros, y que se prosternan en adoración ante el recién Nacido, está el anciano Simeón, que ha esperado también desde hace mucho tiempo al Mesías, "luz de las gentes y gloria de Israel" (cf. Lc 2, 32); Ana, la venerada profetisa que exulta de júbilo por la "redención de Jerusalén " (cf. Lc 2, 38); José, el silencioso, vigilante, atento, tierno, paternal custodio y protector de la fragilidad del Niño; finalmente y, sobre todo Ella, la Madre, María Santísima, que ante el designio inefable de Dios se sumergió en su pequeñez, definiéndose "esclava" del Señor e insertándose con plena disponibilidad en el proyecto divino.

Pero al lado y alrededor de este Niño están, por desgracia, no sólo personas que lo han esperado, buscado, amado adorado; está también la muchedumbre indiferente de los peregrinos y de los habitantes de Belén, o, incluso el rey, potente y suspicaz, Herodes, que, con tal de mantener su poder, asesina a los pequeños inocentes con el propósito de eliminar al hipotético pretendiente al trono.

Ante el pesebre de Belén —como luego ante la cruz en el Gólgota— la humanidad hace ya una opción de fondo con relación a Jesús, una opción que, en último análisis, es la que el hombre está llamado a hacer improrrogablemente, día tras día, con relación a Dios, Creador y Padre. Y esto se realiza, ante todo y sobre todo, en el ámbito de lo íntimo de la conciencia personal. Aquí tiene lugar el encuentro entre Dios y el hombre.

 Esta es la tercera venida, de la que hablan los Padres, o el "Adviento intermedio" analizado teológica y ascéticamente por San Bernardo: "En la primera venida, al Verbo se le vio en la tierra y convivió con los hombres, cuando, como atestigua El mismo, lo vieron y lo odiaron. En la última, verá toda carne la salvación de Dios, y mirarán al que traspasaron. La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos lo ven en su interior, y así sus almas se salvan" (Sermo V, De medio adventu et triplici innovatione, 1: Opera, Ed. Cisterc., IV, 1966, pág. 188).”

 

(Juan Pablo II Audiencia General 22 de diciembre  de 1982)

 

miércoles, 7 de diciembre de 2022

El autentico valor de las vacaciones

 


(…)  de vez en cuando, todos tenemos necesidad de un largo período de descanso físico, psicológico y espiritual. Sobre todo para quien vive en las grandes ciudades, es importante sumergirse durante algún tiempo en la naturaleza…. También yo me trasladaré a las montañas del Valle de Aosta para pasar unos días de distensión y descanso.

Para que las vacaciones sean de verdad vacaciones y proporcionen un auténtico bienestar, es preciso que en ellas la persona encuentre un buen equilibrio tanto consigo misma, como con los demás y con el medio ambiente. Esta armonía interior y exterior es la que regenera el alma y devuelve las energías al cuerpo y al espíritu.

Uno de los valores de las vacaciones es el de reunirse, estar con los demás de modo desinteresado, por el placer de la amistad y de compartir momentos serenos. Sin embargo, conociendo el espíritu humano y los condicionamientos de la sociedad de consumo, quisiera sugerir, especialmente a los jóvenes, que hagan vacaciones sanas, es decir, que sean de sana evasión, evitando transgresiones perjudiciales para su propia salud y para la de los demás. De lo contrario, se acaba por perder tiempo y recursos, y por volver de las vacaciones tan anheladas sin ningún beneficio. Evadirse puede resultar útil, pero a condición de que no se evada de los sanos criterios morales y tampoco del debido respeto a la propia salud.

El derecho a tomar vacaciones no debe llevarnos a olvidar a los que, por diversas razones, no pueden salir de su ambiente ordinario, pues se lo impiden motivos de edad, salud o trabajo, por falta de dinero o por otros problemas. Durante el verano son mucho más necesarios ciertos servicios públicos de suma importancia, como resulta muy valiosa la presencia de voluntarios, que dedican su atención a las personas más solas.

A María santísima quisiera encomendarle hoy las vacaciones de todos, para que sean serenas y provechosas; pero también el verano de cuantos no podrán tener vacaciones, para que, de cualquier modo, sea un tiempo de distensión, amenizado por la presencia de personas amigas y también por momentos de alegría.

(Juan Pablo II Angelus, 6 de  julio de 1997)

martes, 6 de diciembre de 2022

El cenáculo de Jerusalén – Pasquale Magagnini

 



Durante el Gran Jubileo del año 2000, tuve ocasión de celebrar la Eucaristía en el Cenáculo de Jerusalén, donde, según la tradición, esa fue celebrada por primera vez por Cristo mismo. El Cenáculo es el lugar de la institución de este Santísimo Sacramento. Allí Cristo tomo en sus manos el pan, lo partió y se lo dio a los discípulos diciendo: “tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros” (Mt 26,26;   Lc 22,19:1; 1 Co ll, 24). Después, tomo en sus manos el cáliz del vino y les dijo: “Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados” (Mc 14,24; Lc 22,20: 1 Co 11,25) Agradezco al Señor Jesus que me permitió repetir en aquel mismo lugar, obedeciendo su mandato «haced esto en conmemoración mía (Lc 22,19), las palabras pronunciadas por El hace dos mil años (EE, 2)

 


Leyendo estas palabras, alguien podría preguntarse ¿Dónde se encuentra (encontraba) este Cenáculo? ¿Qué ha quedado de  él? ¿Qué nos puede decir hoy? En tiempos de Jesus y de la primera comunidad cristiana, esta sala grande y amueblada se encontraba dentro de los muros de la ciudad de Jerusalén.   Allí tuvieron lugar hechos memorables: la última cena con la institución del sacerdocio ministerial y el mandato del amor fraterno: las primeras apariciones de Jesus resucitado, la espera y la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés; lugar de reunión de la primitiva comunidad cristiana.

 

Después de ser concedida la libertad de profesar libremente la fe cristiana (edicto de Milano, 312), en este lugar se construiría una gran Basilica que llevaría el nombre de “Santo Sion” (Hagia Sion).  Es imposible recorrer en pocas líneas la tan atormentada y dolorosa historia de este lugar. La primera propiedad que la realeza de Nápoles,  Roberto d´Angio y Sancha de Mallorca donan a la recién nacida  ”Custodia de Tierra santa” se convierte en el primer convento de los padres franciscanos: no es casual que el titulo del Custodio sea “Guardián del Monasterio de Monte Sion”, según antiguos registros.

 

La reconstrucción de los muros de Jerusalén, ordenada por Soliman el Magnifico y realizada por su gran arquitecto Sinan (mitad del siglo XVI) excluye le Monte Sion de la Ciudad Antigua: a partir de entonces queda fuera de la muralla circular, que, aun hoy, rodea a Jerusalén. La propiedad del Cenáculo y de los espacios anexos será expropiada a los franciscanos y allí se levantara una mezquita (en el interior aun puede verse le mihrab que indica la quibla, la dirección en que debe mirarse para orar). En tiempos no lejanos, la propiedad fue reivindicada por el Estado de Israel, que se ocupa de su administración, horarios de apertura y cierre.  Este h echo, que podría parecer una anomalía, está vinculado a la presencia, en el piso inferior, de un cenotafio (tumba honorifica al rey David) que los Hebreos practicantes consideran la tumba del Rey o Profeta David.

 

El primer papa que visito Tierra santa fue PabloVI, en enero de 1964. Para su inmenso dolor en su visita la Cenáculo no le fue permitido – tampoco se permite hoy a nadie – celebrar la Eucaristía, precisamente en el lugar de su institución. La sola excepción fue hecha con Juan Pablo, quien el 23 de marzo de 2000 pudo celebrarla allí. Aquella visita despertó grandes esperanzas. Respetar los derechos de propiedad y restituir aquel lugar, tan caro a todo cristiano, a su función de lugar de memoria y de oración. *

 

A la espera de aquel día, teniendo presente que en Medio Oriente, y particularmente en Tierra Santa, el tiempo es una variable de  discreción, no nos queda otro camino que orar, reflexionar sobre le don que el Señor Jesus nos ha dado en aquel lugar, entregando su Cuerpo y su Sangre, para nuestra vida. Es significativo que en el capitel de una de las pequeñas columnas del ciborio este esculpida la figura del pelicano: símbolo muy antiguo identificado con la Eucaristía: mirando esta ave, hubo quienes imaginaron que nutria a sus pequeños rompiendo su propia carne con el pico.

 

La sexta estrofa del famoso himno “Adoro te devote”, dice: Señor Jesus, Pelicano bueno, límpiame, a mi inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesus es el verdadero “Pelicano” que nos nutre con su Cuerpo y con su Sangre.

 

* En su visita a Tierra Santa en 2014 el Papa Francisco pudo celebrar allí la Santa Misa

Homilía del PapaFrancisco en el Cenáculo de Jerusalén 


Articulo publicado en la revista de la Postulacion Totus Tuus Nr 6 Dic 2020/Enero 2011)