Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 26 de febrero de 2022

Quo vadis Europa?

 

(re- publiacion de 2009)

“¿Cómo es la Europa de nuestros días? ¿Cuáles son sus rasgos característicos? La Europa de hoy presenta caras diferentes y bajo algunos aspectos contradictorias. Está la Europa de las grandes ilusiones y las grandes esperanzas de progreso, de libertad y democracia, de bienestar, de solidaridad y de paz. En una palabra, la Europa soñada por sus fundadores como casa común de los pueblos europeos desde el Atlántico hasta los Urales.

Y está la otra Europa, la que engendra preocupación y fuerte perplejidad[1]. Es la Europa de los nuevos muros divisorios, de democracias cada vez más frágiles, tocadas por una profunda crisis de valores y amenazadas por antiguas y nuevas ideologías, entre las que destaca la ideología del “políticamente correcto”. Basada sobre el relativismo nihilista, esta ideología genera una cultura hostil al hombre desde diversos puntos de vista, especialmente en el ámbito del respeto de la dignidad de la persona humana, del derecho a la vida, de la institución familiar, de la libertad educativa. Es la Europa opulenta que está perdiendo su alma; el continente de la “apostasía silenciosa” de una humanidad harta que vive como si Dios no existiese[2] , y en el que la secularización asume forma institucional, convertida en un neopaganismo combatiente con dogmas propios y misioneros aguerridos. La cultura dominante de nuestro tiempo ha infiltrado en las mismas instituciones europeas un fuerte prejuicio anticristiano. Lo reconocen incluso observadores que se autodefinen “laicos”, uno de los cuales escribe al respecto: «El prejuicio anticristiano es el pórtico de la secularización ya profusamente consumada en Europa. En el espacio público de la Europa secularizada, los cristianos pueden ser tolerados sólo si son “transigentes” con las ideologías dominantes»[3]. Tenemos aquí la Europa del pluralismo sin límites y sin brújula, que renegando sus raíces cristianas pierde cada vez más su identidad.

Entonces: ¿Adónde vas Europa? Quo vadis Europa? Esta pregunta se la ponen hoy , con profunda inquietud, muchos ciudadanos europeos. Nos la ponemos también nosotros al final de este Congreso. Y la ponemos aquí, en España, de dónde en el ya lejano 1982 partió aquel grito profético de Juan Pablo II:

 

«Yo Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago de Compostela, grito con amor a ti, antigua Europa: ¡Renueva tus raíces! Vuelve a vivir los valores auténticos que han hecho gloriosa tu historia y fecunda tu presencia en los otros continentes [...]. Tú puedes ser aún faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo. Los otros continentes te miran y esperan de ti la respuesta que Santiago le dio a Cristo: “Lo puedo”»[4]..”


De la intervención de Mons. Stanislaw Rylko "El laicado europeo, situación y perspectivas” en el Congreso de Apostolado seglar testigos de la esperanza (12-14 de noviembre de 2004) en Madrid

Juan Pablo II : Europa vuelve a encontrarte. Se tu misma.,

 


 (…) Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno respeto a las. otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. No te enorgullezcas por tus conquistas hasta olvidar sus posibles consecuencias negativas. No te deprimas por la pérdida cuantitativa de tu grandeza en el mundo o por las crisis sociales y culturales que te afectan ahora. Tú puedes ser todavía faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo. Los demás continentes te miran y esperan también de ti la misma respuesta que Santiago dio a Cristo: «lo puedo».

Si Europa es una, y puede serlo con el debido respeto a todas sus diferencias, incluidas las de los diversos sistemas políticos; si Europa vuelve a pensar en la vida social, con el vigor que tienen algunas afirmaciones de principio como las contenidas en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, en la Declaración europea de los Derechos del Hombre, en el Acta final de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa; sí Europa vuelve a actuar, en la vida específicamente religiosa, con el debido conocimiento y respeto a Dios, en el que se basa todo el derecho y toda la justicia; si Europa abre nuevamente las puertas a Cristo y no tiene miedo de abrir a su poder salvífico los confines de los estados, los sistemas económicos y políticos, los vastos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo (Cfr. Homilía en el inicio de pontificado, 22 de octubre de 1978: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, I (1978) 35 ss), su futuro no estará dominado por la incertidumbre y el temor, antes bien se abrirá a un nuevo período de vida, tanto interior como exterior, benéfico y determinante para el mundo, amenazado constantemente por las nubes de la guerra y por un posible ciclón de holocausto atómico.

En estos instantes vienen a mí mente los nombres de grandes personalidades: hombre y mujeres que han dado esplendor y gloria a este continente por su talento, capacidad y virtudes. La lista es tan numerosa entre los pensadores, científicos, artistas, exploradores, inventores, jefes de estado, apóstoles y santos, que no permite abreviaciones. Estos constituyen un estimulante patrimonio de ejemplo y confianza. Europa tiene todavía en reserva energías humanas incomparables, capaces de sostenerla en esta histórica labor de renacimiento continental y de servicio ala humanidad.

(del Discurso de Juan Pablo II en el acto Europeo en Santiago de Compostela, 9 de noviembre de 1982)


viernes, 25 de febrero de 2022

El icono “peregrino” de Kazan (6 de 6) Carta del Patriarca Alexis II al Santo Padre Juan Pablo II con motivo del regreso del Icono de la Madre de Dios de Kazan


Santidad

Le doy gracias de corazón por haber entregado a la Iglesia ortodoxa rusa el icono de la Madre de Dios de Kazan, la Theotokos y siempre Virgen María. El pasado 28 de agosto, fiesta de la gloriosísima Dormición de la Theotokos, la delegación de representantes de la Iglesia católica romana, encabezada por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, nos entregó este icono después de una solemne liturgia divina en la catedral de la Dormición, en el Kremlin de Moscú, llena de fieles, que se dieron cita en ese día sagrado para elevar sus oraciones a la santísima Theotokos. 

La entrega de este sagrado icono por parte de sus enviados es considerada por toda la Iglesia ortodoxa rusa como un acto de restablecimiento de la justicia y como un acto de buena voluntad por parte de Su Santidad. Creo que su decisión de entregar el icono manifiesta el deseo sincero de superar las dificultades existentes en las relaciones entre nuestras dos Iglesias. Ojalá que este acontecimiento constituya nuestra contribución común a superar las consecuencias negativas de la historia del siglo XX, marcada por una persecución contra la fe de Cristo de un alcance sin precedentes. 

La veneración de la Madre de Dios como "celosa intercesora en favor del pueblo cristiano" (Akathistos al icono de la Madre de Dios de Kazan) -veneración común a las Iglesias ortodoxa y católica- nos remite a los tiempos de la Iglesia primitiva, cuando no había divisiones entre Oriente y Occidente, tan visibles, por desgracia, en nuestros días. La Iglesia ortodoxa rusa, incluso en los momentos más difíciles de sus relaciones con la Iglesia católica romana, siempre e invariablemente ha afirmado su voluntad de desarrollar estas relaciones con espíritu de sincera cooperación. En la entrega del icono de Kazan vemos un paso en la dirección correcta, convencidos de que en el futuro se hará todo lo posible para resolver algunos problemas existentes entre nuestras Iglesias. 

Las buenas relaciones entre la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica romana, que el "Padre sempiterno, Príncipe de la paz" (Is 9, 6) nos llama a mantener, no con palabras sino con obras, son sumamente importantes para el futuro de Europa y del mundo entero. La predicación de los valores cristianos en la sociedad secularizada sólo tendrá éxito si todos los cristianos cumplimos el mandamiento del amor del Salvador:  "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 13, 34). La apertura en las relaciones entre cristianos de diversas confesiones implica respeto recíproco, conocimiento de la historia común y sensibilidad al realizar acciones en territorios donde otra tradición cristiana está presente desde hace siglos. 

Una vez más, deseo darle las gracias, Santidad, desde lo más profundo de mi corazón, por este don y expresarle la esperanza de que la santísima Theotokos, que "cura con generosidad y solicitud las enfermedades y las divisiones" (Akathistos al icono de la Madre de Dios de Kazan) derrame su gracia y su misericordia sobre los fieles de nuestras dos Iglesias. 

 

Con amor en el Señor, ALEXISII Patriarca de Moscú y detodas las Rusias

El icono peregrino de Kazan (5 de 6) algo de historia

 


El Papa mariano sabía bien cuán grande es la devoción de Rusia por la Madre de Dios. Y lo es al punto que puede enorgullecerse de un texto literario de los siglos XI-XII, verdaderamente único: «EL viaje de la Madre de Dios entre las penas del infierno». EL texto narra el invencible amor de la Madre de Dios incluso por los condenados al infierno, eternamente castigados pero también eternamente «hijos de su Hijo e hijos suyos». No la deja en paz que sufran. Pide a Dios poderlos visitar para llevarles su consuelo. Vuelve de su viaje al infierno y, llorando, reza asi. «Ten piedad, Señor. HE visto sus penas y no las puedo soportar».

 Dios no se deja conmover. Maria, como en Caná, no se resigna. Compromete a los ángeles y a los santos: todos juntos se postrarán ante el trono del altísimo y no se moverán de allí hasta que no tenga piedad de los condenados. Al final, Dios concede a los condenados un periodo anual de consolación: desde el Jueves santo hasta la fiesta de la Santísima Trinidad.  Dostoievski consideraba este texto, por su audacia y fuerza, no inferior al Infierno de la Divina Comedia.

 Juan Pablo II sabía el significado de los iconos para Rusia y para todo el Oriente Cristiano. En 1987, decimo año de su pontificado, escribió una carta apostólica para recordar los 1200 años del Concilio de Nicea, que  estableció para siempre el culto de las imágenes.  Cerraba la carta saludando con gozo el creciente interés por la teología y la espiritualidad de las imágenes orientales. Las imágenes son una buena nueva, teofanía y teología de colores. La fe en Maria y la devoción mariana son atestiguadas por innumerables iconos: iconos de iglesia, de casa, de viaje. Iconos que llevan denominaciones preciosas: Maria, alegría de la creación: alegría inesperada: consuelo en las penas: fuente de vida: buscadora de perdidos. Flor que nunca se marchita: arbusto ardiente…

 

El Papa Wojtyla, restituyendo la imagen de la Virgen de Kazán a la Iglesia ortodoxa rusa, sabía que con ello tocaba dos puntos sensibles: el culto de Maria y el culto de los iconos. Uno de estos iconos, quizás el más conocido, es el de la Madre de Dios o de Kazán. A menudo, los iconos llevan el nombre de una ciudad, como si tuviesen una patria. El de Kazán toma el nombre de la capital de Tatarstan, una de las 21 republicas que forman Rusia.

 El   icono de la Madre de Dios de Kazan es un icono increíblemente peregrino: fue pintado en Kazán, en el s. XVI, desapareció y volvió a aparecer milagrosamente, se construyo una catedral donde la imagen fue entronizada el 8 de julio de 1594, y el 8 de julio de cada año se celebra su fiesta.   Desde 1612 le ha sido asignada una segunda fiesta, el 22 de octubre, porque es el día en que “liberó” a los rusos de la invasión polca.  En 1904, la imagen fue sacrílegamente robada y desapareció para siempre, quizás fuese destruida.

Una copia del icono original continúa la peregrinación, incluso en el extranjero. Apareció en Occidente, sobre los años 20 del sigo pasado, paso de un propietario a otro, de un país a otro: Inglaterra, Estados Unidos, Portugal. Y desde aquí, precisamente desde Fátima, fue donada al “Papa de Fátima”.

Según el estudio de una comisión mixta de expertos vaticanos y rusos, esta copia, en madera de tilo, corresponde a la primera mitad del 1700. El hecho de ser revestida de una preciosa cubierta (riza) es señal de haber sido objeto de gran veneración. Juan Pablo II la recibió como un don, pero desde le primer momento tuvo el propósito de restituirla. EN efecto, escribió enseguida al Patriarca de Moscú para confiarle el deseo de devolverla. Sin embargo, restituir un icono es incluso un negocio complicado cuando el dialogo ecuménico vive momentos difíciles.

 

En 1996, el icono estaba aun en la casa del Papa y el metropolita Kirill,  Patriarca de Moscú, entonces ministro de exteriores de la iglesia ortodoxa rusa, declaraba: «Me emociona pensar que el Papa tenga la venerada imagen en su capilla privada. Se que desearía restituirla. Hemos pensado juntos en esta posibilidad, pero hay que resolver antes muchos problemas.

 

Problemas, pues, y además muchos. Efectivamente, pasarán mas de diez años hasta que, en 2004, cuando Juan Pablo II tiene ya los meses contados el icono queme etapas: en cuestión de pocos días, en agosto de 2004 pasa de manosdle Papa a las del Patriarca de Moscu.

El icono “peregrino” de Kazan (4 de 6) Oración del Papa Juan Pablo II

 


“¡Bendita seas, oh gloriosa Madre de Jesús, que "precedes al pueblo de Dios por los caminos de la fe, del amor y de la unión con Cristo"! (cf. Lumen gentium, 63). Te llaman bienaventurada todas las generaciones, porque "el Poderoso ha hecho obras grandes en ti y su nombre es santo" (cf. Lc 1, 48-49).

Bendita y alabada seas, ¡oh Madre!, en tu icono de Kazan, en el que desde siglos estás rodeada por la veneración y el amor de los fieles ortodoxos, habiéndote convertido en protectora y testigo de las singulares obras de Dios en la historia del pueblo ruso, al que todos nosotros apreciamos mucho.

La Providencia divina, que tiene el poder de vencer el mal y sacar el bien incluso de las maldades de los hombres, ha hecho que tu santo icono, desaparecido en tiempos lejanos, apareciese de nuevo en el santuario de Fátima, en Portugal. Posteriormente, por voluntad de personas devotas tuyas, fue traído a la casa del Sucesor de Pedro.

Madre del pueblo ortodoxo, la presencia en Roma de tu santa imagen de Kazan nos habla de una unidad profunda entre Oriente y Occidente, que perdura en el tiempo a pesar de las divisiones históricas y de los errores de los hombres. Con especial intensidad elevamos ahora nuestra plegaria a ti, ¡oh Virgen!, al mismo tiempo que nos despedimos de esta conmovedora imagen tuya. Te acompañaremos con el corazón a lo largo del camino que te conducirá de nuevo a la santa Rusia. Acoge la alabanza y el honor que te tributa el pueblo de Dios que está en Roma.

¡Oh bendita entre todas las mujeres!, al venerar tu icono en esta ciudad sellada con la sangre de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, el Obispo de Roma se une espiritualmente a su hermano en el ministerio episcopal, que preside como Patriarca la Iglesia ortodoxa rusa. Y te ruega, Madre Santa, que intercedas a fin de que se apresure el tiempo de la plena unidad entre Oriente y Occidente, de la plena comunión entre todos los cristianos.

¡Oh Virgen gloriosa y bendita, Señora, Abogada y Consoladora nuestra, reconcílianos con tu Hijo, encomiéndanos a tu Hijo, preséntanos a tu Hijo! Amén.”

Oración del Santo Padre Juan Pablo II durante la Celebración de la Palabra para la veneración y la entrega del icono de la Madre de Dios de Kazan – 25 de agosto de 2004

 

 

El Icono "peregrino" de Kazan (3 de 6) Carta del Santo Padre Juan Pablo II a Su Santidad Alexis II, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias

 


A Su Santidad 

ALEXIS II 

Patriarca de Moscú y de todas las Rusias 

 

Después de un largo período de pruebas y sufrimientos, que se han abatido sobre la Iglesia ortodoxa rusa y sobre el pueblo ruso durante el último siglo, el Señor de la historia, que lo dispone todo de acuerdo con su voluntad, nos concede hoy vivir en la alegría y la esperanza común, con motivo del regreso del icono de la Madre de Dios de Kazan a su patria. 

Con el gozo y los sentimientos de comunión que me impulsan y que han impulsado a mis predecesores, siempre interesados por el pueblo ruso, me alegra que Su Santidad reciba hoy a la delegación que le he enviado. La delegación, guiada por los cardenales Walter Kasper y Theodore Edgar McCarrick, tiene la misión de entregarle a usted este sagrado icono, tan íntimamente vinculado a la fe y a la historia de los cristianos de Rusia. 

Por un insondable designio de la divina Providencia, durante los largos años de su peregrinación, la Madre de Dios, en su sagrado icono conocido como Kazanskaya, ha reunido en torno a sí a los fieles ortodoxos y a sus hermanos católicos de otras partes del mundo, que han orado fervientemente por la Iglesia y por el pueblo que ella ha protegido a lo largo de los siglos. Más recientemente, la divina Providencia permitió que el pueblo y la Iglesia en Rusia recuperaran su libertad y se desplomara el muro que separaba la Europa oriental de la occidental. A pesar de la división que lamentablemente aún persiste entre los cristianos, este sagrado icono es como un símbolo de la unidad de los discípulos del Hijo unigénito de Dios, de Aquel hacia quien nos guía a todos. 

El Obispo de Roma ha orado ante este sagrado icono, pidiendo que llegue el día en que todos estemos unidos y podamos proclamar al mundo, con una sola voz y en una comunión visible, la salvación de nuestro único Señor y su triunfo sobre todas las fuerzas del mal que atacan nuestra fe y nuestro testimonio de unidad. 

Hoy me uno en la oración a usted, querido hermano, al Episcopado de la Iglesia ortodoxa rusa, a los sacerdotes, a los monjes y monjas, y al pueblo de Dios que está en Rusia. A esta oración se unen todos los hijos e hijas de la Iglesia católica en su profunda devoción y veneración hacia la santísima Madre de Dios. Que esta venerable imagen nos guíe a todos en nuestro camino evangélico de seguimiento de Cristo, y proteja al pueblo al que regresa y a toda la humanidad. Que la santísima Madre de Dios dirija su mirada maternal hacia los hombres y las mujeres de nuestro tiempo; que sostenga a los creyentes, para que no se aparten del camino que Dios les ha trazado:  el anuncio de Jesucristo, camino, verdad y vida, y un testimonio valiente de su fe en la sociedad y en todas las naciones. Hoy oramos con confianza a la santísima Virgen, porque ella implora para nosotros y para todas las naciones el don de la paz. 

Con estos sentimientos de caridad, en la alegría por el acontecimiento que celebramos hoy, y con la mirada puesta en la santísima Madre de Dios, intercambio con Su Santidad un beso fraternal en nuestro Señor. 

Vaticano, 25 de agosto de 2004

El icono “peregrino” de Kazan (2 de 6)

 


En ocasión del rezo del Ángelus del domingo 22 de agosto, el Papa anuncia la inminente donación. El 25 de agosto, durante la audiencia general, el icono, solemnemente expuesto, es honrado con una especial Liturgia de la Palabra.  «Hace más de diez años que de modo providencial llego esta imagen a mi casa – confió Juan Pablo II en la homilía – Desde entonces, ha encontrado en mi un lugar y ha acompañado con su mirada materna mi diario servicio a a Iglesia.» 

El Papa confía a Maria las palabras que habría querido decir personalmente al Patriarca de Moscú y a toda la Iglesia rusa:  «Esta antigua imagen de la Madre del Señor le hable a su Santidad Alexio II de nuestro afecto, de nuestra estima por la Santa Iglesia rusa, de nuestro deseo y de nuestro firme propósito de acelerar el día de la unidad», y, conmovido, se despide del icono con un último beso.

El 26 de agosto fue expuesto el icono a la veneración de los fieles en San Pedro. La mañana del 28, en la estupenda catedral de la Dormición en el Kremlin, después de una solemne Liturgia celebrada por el Patriarca Alexio II, la delegación vaticana, presidida por el cardenal Kasper, hace entrega del icono. Una ceremonia emocionante, ciertamente, pero con una ausencia escandalosa: la ausencia del donante, signo elocuente de la escandalosa división entre los cristianos.

Es asi como se sucedieron las cosas. Pero hubiesen podido suceder en modo diferente. Algunas veces la utopía o la profecía prevalecen sobre la política o la diplomacia. Ocurren y después nunca más se olvidan. Este sería uno de esos casos.

El Papa Wojtyla soñaba a lo grande.  Soñaba con la ocasión magnifica de ver unidos dos pueblos, el polaco y el ruso, a menudo enemigos, y dos confesiones cristianas, católicos y ortodoxos, también a menudo recíprocamente desconfiados. ¿Quién podría olvidar al papa polaco dentro del Kremlin de Moscú? ¿Quién podría olvidar a un papa polaco que restituye a los rusos el icono que les “libró” de los polacos? Finalmente pasarían más de 10 años hasta que durante los últimos meses de vida de Juan Pablo II pudiera realizarse la tan ansiada devolución de este icono realizado en madera de tilo que en el 2003 una comisión mixta de expertos vaticanos y rusos declarara autentico y correspondiente a la primera mitad del 1700.

Al icono peregrino faltaba una última etapa de 800 kms, los que separan a Moscú, capital de Rusia, de Kazán, capital del Tatarstán, una de las 21 Republicas de Rusia.

Las autoridades de Tatarstán, musulmanas como la mayoría de sus 4 millones de habitantes, prepararon enseguida una digna morada para el icono. Reconstruyeron la catedral de la Anunciación de Kazán, y allí, el 25 de julio de 2005, ante la presencia de diez mil peregrinos, el patriarca Alexio II entregó el icono, precisamente en el año en que Kazan festejaba los 800 años de su fundación.

El alcalde de Kazán, musulmán, que tanto hizo para volver a tener el icono en su ciudad, y su más intimo colaborador para las cuestiones religiosas, Dmitrij Khafizov, cultivan un gran sueño: hacer de Kazán la punta de un triangulo para los peregrinos de todo el mundo. Para ello se está construyendo un gran Centro de acogida de peregrinos. Las tres puntas serian Roma, Fátima, Kazán.

 

Sergio Mercanzin, Director del Centro Rusia Ecuménica en Roma.

(publicado originalmente en Totus Tuus, revista de la Postulación de la Causa de Beatificación y Canonización de Juan Pablo II

 

El icono "peregrino" de Kazan (1 de 6)

 


El 15 de abril del año 2003 el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls comunica que el Papa Juan Pablo II quiere devolver a Rusia el icono de Nuestra Señora y que se estaba evaluando ocasión y forma de entrega. Navarro Valls hace esta declaración después que una radioemisora polaca hablara de un posible viaje del Papa a Mongolia con escala en Kazan. Juan Pablo II soñaba con visitar Rusia (ningún Pontífice lo había hecho) pero para su gran dolor no se dieron las condiciones.


En julio de 2004 Navarro-Valls, que acompañaba al Papa durante sus vacaciones en Les Combes hablando con los periodistas, antes del rezo del Angelus, preguntado sobre la decisión del Papa de donar a la Iglesia ortodoxa Rusa el icono sagrado de la Virgen de Kazan respondió: "La devolución no está relacionada con la posibilidad de un encuentro entre el Papa y el patriarca Alexio II en Rusia. Había quedado claro desde el principio". El Santo Padre, añadió, "considera que los tiempos están maduros para donarla".

 

En el Ángelus del 22 de agosto de 2004 el mismo Santo Padre Juan Pablo II desde Castelgandolfo invitaba a los fieles a dirigirse junto a él a la “Virgen María, venerada con el título de Madre de Dios de Kazan. Su icono, que salió de Rusia en la década de 1920 del siglo pasado, después de largas etapas en diversos lugares, llegó hace algunos años al apartamento del Papa, y desde ese momento ha velado sobre su trabajo diario. Ahora, me alegra anunciar que una delegación especial llevará este icono, que tanto aprecio, a Su Santidad Alexis II, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias.

El próximo miércoles, 25 de agosto, en la audiencia general, oraremos con los fieles en torno a este icono. Desde ahora encomendamos a María, Madre de la unidad y del amor, todas nuestras súplicas por el bien de la Iglesia y de toda la humanidad.”

Y en la Audiencia General del miércoles 25 de agosto, el “venerado icono de la Madre de Dios de Kazan” fue expuesto solemnemente y honrado con una Liturgia Especial de la Palabra. Emocionado y agradecido Juan Pablo II –confiaba a la audiencia durante la homilía de la celebración de la Palabra “¡Cuántas veces he invocado a la Madre de Dios de Kazan, pidiéndole que proteja y guíe al pueblo ruso, que le tiene tanta devoción, y que apresure el momento en que todos los discípulos de su Hijo, reconociéndose hermanos, restablezcan plenamente la unidad rota! Desde el inicio, - agregaba - deseaba que este santo icono volviera a la tierra de Rusia, donde -según acreditados testimonios históricos- durante muchísimos años fue objeto de profunda veneración por parte de enteras generaciones de fieles. En torno al icono de la Madre de Dios de Kazan se ha desarrollado la historia de ese gran pueblo”.


Después de la Oración el Papa le encomienda al cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos y jefe de la delegación de la Santa Sede entregar el icono en “manos de nuestro hermano el Patriarca Alexis II y a través de él a la santa Iglesia ortodoxa rusa y a todo el pueblo ruso. ”

jueves, 17 de febrero de 2022

Karol Wojtyla: El actor (Perfiles de Cireneo)




¿Cuántos crecieron a través mío,

alrededor de mi, a partir de mi?

He llegado a ser el cauce de un torrente

llamado hombre.

 

Pasa por mí una multitud de otros,

¿Cómo he podido conservar mi identidad?

Siempre demasiado cerca de mí mismo,

en ninguno alcanzo la perfección.

Lo que en mí ha quedado de mi,

¿puede mirarse sin temor?

 

Karol Wojtyla,  El Actor: Perfiles de Cireneo (Poesias, BAC, Madrid 2005)


miércoles, 16 de febrero de 2022

Marco Frisina: el artista, buscador del rostro de Dios.

 


No todos están llamados a ser artistas en el sentido especifico de la palabra. Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra (Juan Pablo II, Carta a los Artistas, n2)  

El arte y la belleza son los medios que ha escogido el Señor para elevar al hombre sobre si mismo y como en magnifico vuelo impulsarlo hacia Dios. Son las alas que Dios ha querido donar a los hombres a fin de que las usen para alzarse por encima de las miserias y de las vulgaridades del mundo hacia las cosas más altas, grandes, a la medida de la imagen de Dios, que el hombre alberga n la intimidad de su corazón.  Y precisamente esa imagen de Dios, que el hombre lleva en el corazón, lo empuja a la búsqueda del rostro de Dios, al origen del cual proviene, para utilizar un término caro al papa Juan Pablo II en su poema Tríptico romano.   El artista es, por vocación, un buscador del rostro de Dios, una especie de explorador que parte hacia lugares lejanos para luego retornar y por medio de sus obras, compartir con sus amigos las bellezas descubiertas.  Juan Pablo II siempre pregonó, sin reservas, su coproiso con esta vocación. No solamente como poeta y artistas, sino también, y quizás sobre todas las cosas, como enamorado de Cristo y de la Iglesia, como un apasionado por el hombre y su dignidad. Su pontificado se asemeja mucho a la vida apasionada de un artista que halló en el Evangelio el mensaje más bello de anunciar, y en Cristo el rostro más bello a ser contemplado, amado y dado a conocer.

 Para transmitir el mensaje que Cristo le ha confiado, la Iglesia tiene necesidad del arte. En efecto, debe hacer perceptible, más aun, fascinante en lo posible, el mundo del espíritu, de lo invisible, de Dios.  Debe por tanto acuñar en fórmulas significativas lo que en si mismo es inefable. (Juan Pablo II, Carta a los Artistas, n. 12)

 Juan Pablo II ha plasmado en su propia vida, en sus palabras, en sus gestos, aquella obra maestra de la que hablaba en Carta a los Artistas. Y nos urgió a tomar conciencia de la grandeza de la vida cristiana, de su “alta medida”. La banalidad y la fealdad de la vida en pecado, de toda la vida proclive a la bajeza, no es vida cristiana. El Evangelio siempre nos llama a mirar a “las cosas de arriba” (Col. 3) y a convertirnos en conocedores y fieles frecuentadores de la belleza, que encuentra su punto culminante en el rostro de Cristo. Allí el Creador ha reunido toda la belleza y el esplendor.

 La belleza es la clave del misterio y la llamada a lo trascendente. Es u na invitación a gustar la vida y a soñar el futuro. Por eso la belleza de las cosas creadas no puede saciar del todo y suscita esa arcana nostalgia de Dios que un enamorado de la belleza como san Agustín ha sabido interpretar de manera inigualable: «tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé»  (Juan Pablo II Carta a los Artistas n. 16)

 Todos nosotros, artistas y cristianos tenemos el deber de transitar este camino de fe y contemplación para ofrecer un servicio enamorado a Cristo ya a los hermanos por los senderos de la belleza, a la búsqueda, con los hombres y por los hombres, del rostro de Cristo.

 Os deseo, artistas del mundo, que vuestros múltiples caminos conduzcan a todos hacia aquel océano infinito de belleza, en el que el asombro se convierte en admiración, embriaguez, gozo indecible. Que el misterio de Cristo resucitado, con cuya contemplación exulta en estos días la Iglesia, os inspire y oriente. Que os acompañe la Santísima Virgen, la «tota pulchra» que innumerables artistas han plasmado y que le gran Dante contempla en el fulgor del Paraíso como «belleza que alegraba los ojos de todos los otros santos»  (Juan Pablo II Carta los Artistas, n. 16)

 

Mons. Marco Frisina

(Editorial de Totus Tuus, Nro 9 septiembre 2007)

martes, 15 de febrero de 2022

Karol Wojtyla : Meditaciones sobre el sermón de la Montaña (3 de 3)

 

Vigesimoprimera conferencia (meditatio): «después vuelve y presenta tu ofrenda…» (del sermón de la Montaña)

 

¿Cuál es la relación entre la «reconciliación con el hombre» y la «ofrenda» presentada a Dios? Puede decirse que la misma que entre la dimensión de la espiritualidad «para la gente» (en cierto modo horizontal) y la dimensión «para Dios» (vertical. Cristo dice: «después vuelve y presenta tu ofrenda»; esto es : toda la dimensión «para el hombre» debe estar enraizada en la dimensión «para Dios». Al mismo tiempo, la dimensión «para Dios») tiene que pasar a la dimensión «para los hermanos». Este es el centro eterno de la espiritualidad evangélica.

 

«Secularización = no volver al altar»… Así pues, el sistema de valores humanos: justicia, fraternidad, solidaridad, tiene una génesis cristiana, lo cual reconoce la civilización contemporánea, pero de lao cual trata de distanciarse. Cristo es [ilegible en el original] solo un «hombre para los demás», pero sin relación con la realidad pascual: la cruz, la resurrección.

 

La Iglesia se implica en toda esta dimensión humana de la civilización del amor, como consecuencia del misterio pascual, que constantemente purifica y da profundidad  todo lo que humanamente crea esta dimensión.

 

Por lo tanto, hay que «volver» a ofrecer el don con Cristo. El Reino de Dios ya está presente en el mundo. Solo en el Señor Resucitado, en el reino trascendente, que es don de Dios, encuentra su cumplimiento todo lo humano. Sin eso, queda siempre un hambre espiritual…

 

(tomado de las meditaciones del 13 de marzo de 1987 de JUAN PABLO II Estoy en tus manos Cuadernos personales 1962-2003 publicado por Planeta, 2014).

Karol Wojtyla : Meditaciones sobre el sermón de la Montaña (2 de 3)

 


Vigésima conferencia (meditatio)

«Y yo os digo… : en el sermón de la Montaña se cumple la esencia de la moral y su fuente en la Ley Divina «no he venido a abolir la Ley y los Profetas, sino a dar cumplimiento.»

Desde esta posición, Cristo pronuncia precisamente su «Yo os digo». Aquí se contiene como un llamamiento absoluto, confirmado por la cruz y la resurrección.

Cristo-nuevo Moisés. «Yo soy el Señor tu Dios, que te he sacado… de la casa de la esclavitud.»

 En el fundamento de la Ley (del Decálogo) se encuentra este Amor liberador de Dios. Amor-Ley: el amor de potestad a la Ley, la Ley sirve a la realización del Amor.

 Las bienaventuranzas del sermón de la Montaña, más que normas de moralidad, son expresión de la unidad con Cristo como a la más plena encarnación de las bienaventuranzas. Resaltan a la vez el aspecto  «felicitante» de la unidad con Cristo en todo aquello por medio de lo que Él Mismo «cumplió la Ley», felicitante en su dimensión escatológica.

 Estamos llamados a la libertad a la que nos libero Cristo: «Y yo os digo…». San Pablo:  «no con la justicia mía, la que viene de la Ley…» : Cristo, fuente de justificación.   

 (tomado de las meditaciones del 13 de marzo de 1987 de JUAN PABLO II Estoy en tus manos Cuadernos personales 1962-2003 publicado por Planeta, 2014).

Karol Wojtyla : Meditaciones sobre el sermón de la Montaña (1 de 3)

 


Decimonovena conferencia (meditatio)

«Si vuestra justicia no es mayor…» sermón de la Montaña.

 

No se trata de un nuevo sistema moral, sino de un sistema ya existente, más impregnado por el misterio del Amor y la Misericordia del propio Dios: ¡la Justicia del reino!.  «Perfectos como el Padre». Nueva justicia = respuesta de un amor que es de Dios: no el «eros», sino el Amor que «desciende» del Padre, ¡el Ágape!

 El sermón de la Montaña «traduce» esta experiencia del Hijo a un lenguaje de mandamientos o consejos. En este sentido, Jn dirá que «en esto consiste el amor: en que guardemos sus mandamientos». Estos mandamientos sirven para proteger todo aquello que es más verdadera y profundamente humano. Según este espíritu explica el sermón de la Montaña, por ejemplo, el quinto y el sexto mandamiento del Decálogo..

 El comportamiento evangélico ha de ser un reflejo de este Amor del Padre que sale al encuentro, que tiende la mano primero… Desde esta perspectiva, la última palabra es el «amor por los enemigos». El amor supone ver un hijo de Dios en aquel que es «enemigo».

 El hombre no puede amar así, no puede amar con el amor con que Dios ama si no reconoce que él mismo es amado por Dios; por tanto, en el orden de la gracia. He aquí la «Justicia que es mayor»

 

(tomado de las meditaciones del 13 de marzo de 1987 de JUAN PABLO II Estoy en tus manos Cuadernos personales 1962-2003 publicado por Planeta, 2014).

sábado, 12 de febrero de 2022

Karol Wojtyla – Sobre el pecado y el escándalo

 


a) El Creador, al llamar a la existencia al hombre: como persona y comunidad a la vez, le mostró el camino de la salvación, esto es, de hacer el bien y de modelar un «mundo de bien» cada vez más maduro. Este camino pasa al mismo tiempo por el corazón (la conciencia) del hombre y por la comunidad. El bien tiene su dimensión social,  y esta dimensión aparece cuando «a imagen de la Santísima Trinidad los hombres se unan como hijos de Dios en la verdad y el amor». Esa unión sirve al bien y lo multiplica y difunde de modo maravilloso.

 

b)      En oposición al bien, existe también una dimensión social del mal. Va a la par que aquello que llamamos pecado ajeno. Ciertamente, el primer pecado (original) fue un pecado ajeno: comenzó por la tentación del mal espíritu, y luego paso de un ser humano (la mujer) a otro (el hombre). El pecado ajeno supone diversas formas de escándalo.

 

c)      Cristo dijo: «Ay del mundo por los escándalos!» y maldijo a los escandalizadores. El mundo de hoy está lleno de escándalos varios. El escándalo se ha convertido en cierto modo en un programa de vida social. Al mismo tiempo se despoja a ese escándalo de su fundamental sentido moral: no se llama mal al mal. Y así el mal consigue triunfos aún mayores. Son absolutamente necesarias en el mundo moderno comunidades de  cristianos – hijos de Dio s- unidas por la verdad y el amor para «desintoxicar el ambiente». (esta idea me vino también con motivo del encuentro con el Movimiento Oasis).  Y aarte de esto es tarea del obispo-pastor crear comunidades así, dar vida a las ya existentes. Oponerse al mal, quitarle en la medida de las posibilidades su dimensión social.

 

d)     Hoy se enfatiza mucho la dimensión social de cada pecado: bo solo destruye el bien en los individuos, sino también en la comunidad de la Iglesia. La dimensòn fundamental del mal y del pecado siempre es y será la «ofensa a Dios». Aún asi, también es verdad que destruye la vida del espíritu y que es causa de la muerte moral no solo de los individuos, sino de sociedades enteras. El pecado ¿y la muerte!.

 

e)      El escándalo como forma múltiple de pecado ajeno obliga a un mayor sentido de responsabilidad por el bien y por los hermanos.

  

(tomado de las meditaciones del 8 de julio de 1977 de JUAN PABLO II Estoy en tus manos Cuadernos personales 1962-2003 publicado por Planeta, 2014).

viernes, 11 de febrero de 2022

Benedicto XVI : La “simple muchacha” y el lugar sagrado de Lourdes

 




En su mensaje en el Santuario de Lourdes el Santo Padre Benedicto XVI engarzó magistralmente el misterio de la Cruz con Maria; la sencillez de la “simple muchacha” Bernardita con el lugar sagrado de Lourdes; y nuestras súplicas a la Señora. La Cruz y Maria

 

“…en la primera aparición a Bernadette, María comienza su encuentro con la señal de la Cruz… una iniciación a los misterios de la fe. La señal de la Cruz ….de alguna forma el compendio de nuestra fe. En el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte…un amor más fuerte que el mal que nos amenaza. Este misterio de la universalidad del amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes…Al levantar los ojos hacia el Crucificado, adoramos a Aquel que vino para quitar el pecado del mundo y darnos la vida eterna. La Iglesia nos invita a levantar con orgullo la Cruz gloriosa para que el mundo vea hasta dónde ha llegado el amor del Crucificado por los hombres. Nos invita a dar gracias a Dios porque de un árbol portador de muerte, ha surgido de nuevo la vida. Sobre este árbol, Jesús nos revela su majestad soberana, nos revela que Él es el exaltado en la gloria. Sí, “venid a adorarlo”. Para acoger en nuestras vidas la Cruz gloriosa, la celebración del jubileo de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes nos ha permitido entrar en una senda de fe y conversión… Al acoger a su Hijo, que Ella nos muestra, nos sumergimos en una fuente viva en la que la fe puede encontrar un renovado vigor, en la que la Iglesia puede fortalecerse para proclamar cada vez con más audacia el misterio de Cristo. Jesús, nacido de María, es el Hijo de Dios, el único Salvador de todos los hombres, vivo y operante en su Iglesia y en el mundo” 

 

Esa “simple muchacha” llamada Bernardita

El recorrido jubilar tras las huellas de Bernadette recuerda lo esencial del mensaje de Lourdes…. Bernadette era la primogénita de una familia muy pobre, sin sabiduría ni poder, de salud frágil. María la eligió para transmitir su mensaje de conversión, de oración y penitencia, en total sintonía con la palabra de Jesús: "Porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla"… una auténtica catequesis la que también a nosotros se nos propone, bajo la mirada de María”.

 

El lugar sagrado de Lourdes

La vocación primera del santuario de Lourdes es ser un lugar de encuentro con Dios en la oración, y un lugar de servicio fraterno, especialmente por la acogida a los enfermos, a los pobres y a todos los que sufren…. María sale a nuestro encuentro como Madre…. Mediante la luz que brota de su rostro, se trasparenta la misericordia de Dios... María nos recuerda aquí que la oración, intensa y humilde, confiada y perseverante debe tener un puesto central en nuestra vida cristiana. La oración es indispensable para acoger la fuerza de Cristo. “Quien reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción” (Deus caritas est, n. 36)..Lourdes es un lugar de luz, porque es lugar de comunión, esperanza y conversión”.

 

Nuestras súplicas

las intenciones que presentamos subrayan nuestra profunda comunión con todos los que sufren. Pensamos en las víctimas inocentes que padecen la violencia, la guerra, el terrorismo, la penuria, o que sufren las consecuencias de la injusticia, de las plagas, de las calamidades, del odio y de la opresión, de la violación de su dignidad humana y de sus derechos fundamentales, de su libertad de actuar y de pensar. Pensamos también en quienes tienen problemas familiares o en quienes sufren por el desempleo, la enfermedad, la discapacidad, la soledad o por su situación de inmigrantes. No quiero olvidar a los que sufren a causa del nombre de Cristo y que mueren por Él”.

 

Viaje apostólico a Francia con ocasión del 150° aniversario de las apariciones de Lourdes (12-15 de septiembre de 2008