Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

lunes, 26 de diciembre de 2022

San Esteban primer mártir cristiano

 


(…)  quiero venerar con vosotros a San Esteban, primer mártir cristiano, tal como lo hace la Iglesia el día después de la solemnidad de Navidad.

"Ayer celebramos el nacimiento temporal de nuestro Rey eterno; hoy celebramos el triunfal martirio de su soldado. Ayer, nuestro Rey, revestido con el manto de la carne, saliendo del seno virginal, se ha dignado visitar el mundo; hoy el soldado, saliendo del tabernáculo de su cuerpo, triunfador, ha emigrado al cielo". Estas son las sugestivas expresiones de un santo de la Iglesia antigua, San Fulgencio (Sermo 3, 1), y ellas conservan intacto su significado porque aclaran una relación no sólo de continuidad litúrgica entre la fiesta de Navidad y la del Protomártir, sino también, sobre todo, de intrínseca conexión en el orden de la santidad y de la gracia. Cristo, Rey de la historia y Redentor del hombre, se sitúa en el centro de ese itinerario hacia la perfección, a la que llama al hombre, a todo hombre.

Mientras veneramos a San Esteban y su invicto ejemplo de testigo de Cristo. como él se demostró con su palabra valiente, con la diligencia en el servicio a los pobres, con su constancia durante el proceso y, sobre todo, con su muerte heroica, vemos que su figura se ilumina y se agiganta a la luz de su Señor y Maestro; al que quiere seguir en el sacrificio supremo. Sólo el Señor Jesús da la ayuda y el consuelo necesarios a las almas para ser fieles hasta la muerte.

De esto se deriva una preciosa lección para nosotros: al mirar a San Esteban en la perspectiva de la Navidad, debemos recoger su ejemplo y su enseñanza, que claramente nos llevan a Cristo, el cual, nacido en la gruta de Belén, se encamina ya ―en la intención de la finalidad de su obra redentora― hacia el monte Calvario. Hechos por Él hijos de Dios, llamados a vivir como hijos de Dios, también nosotros seremos coronados como Esteban allá arriba, en la patria, si somos fieles.

 

(Juan Pablo II Ángelus 26de diciembre de 1980, Fiesta de San Esteban)

jueves, 22 de diciembre de 2022

Aquel que nació en Belén: nuestro todo ayer, hoy y siempre

 



                                                    Foto del blog  Un sacerdote en Tierra Santa, que invito visitar (discontinuado en 2018, pero que contiene valiosa informacion) 

Desde antes de su pontificado Juan Pablo II se sintió invadido por la mística de aquel lugar real, ubicable en el mapa y en la historia, Belén,   tesoro compartido entre pueblos de diferentes culturas y religiones.  Ya en Roma nos invitó a sumergirnos en la “atmosfera prodigiosa” (1)  de  Aquel que nos indico el camino con su sencillo  «Sígueme» (Mateo 8,22).  Fruto de su primer viaje a los Santos Lugares durante el Concilio Vaticano II fue la carta que quiso compartir con los sacerdotes de su diócesis. 

  En 1965 volcó en lenguaje poético los  momentos vividos en aquella inolvidable peregrinación  (2)

Oh tierra del encuentro, única! Tierra en la que se ha hecho todo lo que debe existencia a Aquel que Es”.

“Siglos ha que elegiste este lugar. En él te das a mí, en él me aceptas”.

 

En el Ángelus del  10 de diciembre de 1978 recordaba “ el gozo inmenso con que los obispos, reunidos en la II sesión del Concilio Vaticano II, acogieron las palabras del Papa Pablo VI que en el discurso de clausura de aquella sesión les había anunciado que iría —por vez primera—  como peregrino a Tierra Santa.” 

Hubiese querido iniciar su pontificado en Belén pero no pudo ser y en su primera Navidad como Pontífice invitaba a todos a estar más presentes allí que aquí (en Roma) 

 Belén es el centro de mi peregrinación jubilar – decía en su homilía en el lugar mismo del nacimiento del Señor el el 22 de marzo del 2000   “ Los senderos que he seguido me han traído a este lugar y al misterio que proclama:  la Natividad.”

 “La liturgia de la noche de Navidad es rica en un realismo particular: realismo de aquel momento que nosotros renovamos y también realismo de los corazones que reviven aquel momento. Todos, en efecto, nos sentimos profundamente emocionados y conmovidos, por más que lo que celebramos haya ocurrido hace casi dos mil años” porque “ “La alegría que anunció el ángel no es algo del pasado. Es una alegría actual, del hoy eterno de la salvación de Dios, que abarca todos los tiempos:  el pasado, el presente y el futuro……. Dado que en Belén siempre es Navidad, cada día es Navidad en el corazón de los cristianos. Cada día estamos llamados a proclamar el mensaje de Belén al mundo, "la buena nueva que produce una gran alegría":  el Verbo eterno, "Dios de Dios, luz de luz", se hizo hombre y vino a habitar en medio de nosotros (cf. Jn 1, 14). (Misa de Nochebuena  1978) 

 (1)   Memoria e Identidad

(2)   Poesías “Peregrinación a los Santos Lugares”

 

¡Oh Niño ilumina la noche del mundo!

 


“ ¡Oh Niño, que has querido tener como cuna un pesebre; oh Creador del universo, que te has despojado de la gloria divina; oh Redentor nuestro, que has ofrecido tu cuerpo inerme como sacrificio para la salvación de la humanidad!

Que el fulgor de tu nacimiento ilumine la noche del mundo. Que la fuerza de tu mensaje de amor destruya las asechanzas arrogantes del maligno. Que el don de tu vida nos haga comprender cada vez más cuánto vale la vida de todo ser humano.”

(Juan Pablo II Homilía enla Misa de Nochebuena 24 de diciembre de 2003)

Con todo cariño a lectores y amigos del blog 

MUY FELIZ Y SANTA NAVIDAD A TODOS!


martes, 20 de diciembre de 2022

Última semana de Adviento: el tiempo de la invitación

 “Todo el Adviento es un período de espera y preparación a la venida del Salvador. La última semana de Adviento podría llamarse el tiempo de la invitación. En estos días que preceden inmediatamente a Navidad, la Iglesia invita. Invita a través de toda su liturgia en la que ocupan puesto particular a lo largo de estos días, las llamadas "Antífonas mayores", unidas al canto del Magníficat durante las Vísperas. Son preciosas y, al mismo tiempo sencillas y profundas de contenido. La Antífona de hoy, última de este ciclo (en efecto mañana es la Vigilia), se dirige con estas palabras a Aquel que debe venir:

 

"O Emmanuel, rex et Legifer noster, exspectatio gentium et salvator earum: veni ad salvandum nos, Domine Deus noster".

 

"¡Oh Emmanuel, / nuestro Rey, Salvador de las naciones, / esperanza de los pueblos, / ven a libertarnos, Señor; no tardes ya! / Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!".

 

¡Emmanuel! Es la última invocación; la última palabra de estas Antífonas invitantes. Parece testimoniar que la invitación ha sido correspondida porque "Emmanuel" habla de que Dios está con nosotros. De modo que la última de estas grandes Antífonas de Adviento expresa la certeza de la venida del Señor. Habla ya de su presencia en medio de nosotros.

 

Si tenemos en cuenta las circunstancias del nacimiento de Dios, si recordamos que "no había sitio para ellos en el mesón" (Lc 2, 7), comprenderemos todavía mejor la invitación de la liturgia de Adviento y la expresaremos con paz interior muy profunda. Y con amor muy grande a Aquel que está a punto de llegar.”

(Juan Pablo II –Ángelus 23 de diciembre de 1979

Recuperar la verdad de la Navidad

 

(Mural Nacimiento de Cristo - Wikimedia)

La liturgia del Adviento nos va preparado espiritualmente a revivir el misterio que ha marcado un cambio en la historia humana… el nacimiento de un Niño, que es también el Hijo de Dios, el nacimiento del Salvador… que ha cambiado realmente el rostro del mundo. ¿Acaso no es un testimonio de ello la misma atmósfera jubilosa que se respira por las calles de las ciudades y de los pueblos… La fiesta de la Navidad ha entrado en las costumbres como celebración incontrastable de alegría y de bondad …. Esta floración de generosidad y de cortesía, de atención y delicadezas, coloca a la Navidad entre los momentos más bellos del año …. ¡qué carga de sentimientos o, a veces, de nostalgia, sabe suscitar!  …..

 Pero detrás de este aspecto sugestivo, he aquí inmediatamente la manifestación de otros que alteran su limpidez… su autenticidad. Se trata de los aspectos puramente exteriores y consumísticos de la fiesta, que hacen correr el riesgo de vaciar a la solemnidad de su significado auténtico, cuando se toman no como expresión de la alegría interior que la caracteriza, sino como elementos principales de ella, o casi como su única razón de ser.

La Navidad pierde entonces su autenticidad, su sentido religioso, y se convierte en ocasión de disipación y derroche, cayendo en exterioridades inconvenientes y descomedidas, que suenan a ofensa para aquellos a quienes la pobreza condena a contentarse con las migajas.

 Es necesario recuperar la verdad de la Navidad en la autenticidad del dato histórico y en la plenitud del significado que trae consigo. El dato histórico es que en un determinado momento de la historia y en una cierta región de la tierra, de una humilde mujer de la estirpe de David nació el Mesías, anunciado por los Profetas: Jesucristo Señor.

El significado es que, con la venida de Cristo, toda la historia humana ha encontrado su salida, su explicación, su dignidad. Dios nos ha salido al encuentro en Cristo, para que pudiéramos tener acceso a Él. Mirándolo bien, la historia humana es un anhelo ininterrumpido hacia la alegría, la belleza, la justicia, la paz. Se trata de realidades que sólo en Dios pueden encontrar su plenitud. Pues bien, la Navidad nos trae el anuncio de que Dios ha decidido superar las distancias, salvar los abismos inefables de su trascendencia, acercarse a nosotros, hasta hacer suya nuestra vida, hasta hacerse nuestro hermano.

Así, pues: ¿buscas a Dios? Encuéntralo en tu hermano, porque Cristo se ha como identificado ya en cada uno de los hombres. ¿Quieres amar a Cristo? Ámalo en tu hermano, porque todo lo que haces a uno cualquiera de tus semejantes, Cristo lo considera hecho a Él. Si te esfuerzas, pues, en abrirte con amor a tu prójimo, si tratas de establecer relaciones de paz con él, si quieres poner en común tus recursos con el prójimo, para que tu alegría, al comunicarse, se haga más verdadera, tendrás a tu lado a Cristo y con Él podrás alcanzar la meta que sueña tu corazón: un mundo más justo y, por lo tanto, más humano.

Que la Navidad nos encuentre a cada uno comprometidos a descubrir de nuevo su mensaje, que parte del pesebre de Belén. Hace falta un poco de valentía, pero vale la pena, porque sólo si sabemos abrirnos así a la venida de Cristo, podremos experimentar la paz anunciada por los ángeles en la noche santa. Que la Navidad constituya para todos vosotros un encuentro con Cristo, que se ha hecho hombre para dar a cada hombre la capacidad de hacer se hijo de Dios.

(Juan Pablo II audiencia General 23 de diciembre 1981)

viernes, 16 de diciembre de 2022

La espera de Maria – esperanza del pueblo de Dios

 


En este último domingo de Adviento, que nos prepara inmediatamente a la Santa Navidad, ¿qué inspiración mejor podemos encontrar para nuestros sentimientos, que la de hacer nuestro lo que experimentaba el corazón mismo de la Virgen María, mientras esperaba el nacimiento del Señor? (cf. Aperite portas Redemptori, 6 enero de 1983, n. 9).

En la espera de esta Virgen "bendita entre las mujeres" (Lc 1, 42), se resume toda la esperanza del Pueblo de Dios, puesta en las promesas que el mismo Dios había hecho a sus Patriarcas, y, a través del pueblo de Israel, se recoge la esperanza de toda la humanidad.

Tratemos nosotros también de hacer nuestra esta conciencia de fe de María, tan profundamente insertada en la historia de su pueblo y de toda la humanidad, de tal modo que podamos captar el sentido esencial de su camino durante los siglos y milenios, como camino fundado en la esperanza de una salvación que viene de Dios.

María es bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de las palabras del Señor (cf. Lc 1, 45), sabiendo que Dios no defrauda en sus promesas. Es "bienaventurada" y, al mismo tiempo, "bendita" de Dios. Los dos términos no se pueden disociar, y el primero es efecto del segundo. La palabra de bendición, proferida por Dios, es siempre manantial de vida y, por lo tanto, de bienaventuranza. Para la Escritura, la bienaventuranza está en engendrar y comunicar la vida, física o espiritual Por esto, el que es "bendito" por Dios, es "bienaventurado".

La espera de María es la espera de engendrar la vida, pero una vida por la que Ella misma es, a la vez, salvada y hecha bienaventurada, porque esa Vida es el mismo Hijo de Dios.

María, antes y más que todo otro creyente, es portadora de la bendición de Dios, que se realizó en Cristo; y antes y más que todo otro creyente es bendita en Cristo Jesús. A Ella se acomodan de manera privilegiada y única las palabras de la Carta a los Efesios, donde se dice que Dios "nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales" (1, 3)

Uniéndonos a la espera de María, también nosotros participaremos de esta bendición divina que, viniendo del Padre, se nos concede por Jesús que nos ha sido dado por María.

(Juan Pablo II Ángelus 18de diciembre de 1983)

miércoles, 14 de diciembre de 2022

San Juan de la Cruz, maestro en la fe y testigo del Dios vivo

 


Hoy 14 de diciembre recordamos a San Juan de la Cruz, el santo de Fontiveros, maestro en la fe y tetigo delDios vivo,  tan entrañablemente ligado a Karol Wojtyla desde su juventud, un santo que lo marcó profundamente, tanto que había querido entrar en el Carmelo, pero la Divina Providencia por medio del Cardenal Sapieha, le señalaba otro camino. 

En Wadowice había entrado en contacto con el mundo carmelitano frecuentando el Monasterio de los Carmelitas sobre la colina en la calle Karmelicka, más tarde en Cracovia Jan Tyranowski, el santo sastre de la parroquia de Debniki, lo introdujo a sus escritos, lo cual acrecentó en él el interés por la espiritualidad carmelita, según expresara él mismo en Don y Misteriointerés que luego gradualmente lo llevara al doctorado sobre la obra de San Juan de la Cruz .

En sus vacaciones de seminarista, cuando el Arzobispo le designó la parroquia de Raciborowice en los alrededores de Cracovia, empezó a escribir un trabajo sobre Juan de la Cruz, que luego continuó bajo la dirección del P. Ignacy Rozycki, profesor de la Universidad de Cracovia y finalmente defendió la tesis doctoral (“La fe según San Juan de la Cruz”) en el Angelicum de Roma , bajo la guía del P. Prof. Garrigou Lagrange, pero recibió el doctorado en la Facultad de Teología de la Universidad Jaguellónica de Cracovia.

Invito leer la Carta apostólica Maestro en la Fe del 14 de diciembre de 1990


martes, 13 de diciembre de 2022

Adviento: invitación a la meditación – encuentro entre Dios y el hombre

 

(imagen de Wikipedia)

“En este tiempo de Adviento  los cristianos estamos invitados a meditar los acontecimientos admirables y misteriosos de la Encarnación del Hijo de Dios que se hace humilde, pobre, débil, frágil, en la conmovedora realidad de un Niño envuelto en pañales y colocado en un pesebre.

Pero este Niño es precisamente el que guía, orienta, marca el comportamiento, las opciones y la vida de las personas que están a su lado o a quienes afecta de lleno su aparición. Está la anciana Isabel, que ha sentido florecer milagrosamente en su seno la vida de un hijo, esperado desde años, como una gracia del Señor: Juan el Bautista será el precursor del Mesías; está su marido Zacarías, cuya lengua se desata para cantar las grandes gestas de Dios en favor de su pueblo; están los pastores que pueden contemplar al Salvador, los Magos, desde años en búsqueda del Absoluto en los signos de los cielos y de los astros, y que se prosternan en adoración ante el recién Nacido, está el anciano Simeón, que ha esperado también desde hace mucho tiempo al Mesías, "luz de las gentes y gloria de Israel" (cf. Lc 2, 32); Ana, la venerada profetisa que exulta de júbilo por la "redención de Jerusalén " (cf. Lc 2, 38); José, el silencioso, vigilante, atento, tierno, paternal custodio y protector de la fragilidad del Niño; finalmente y, sobre todo Ella, la Madre, María Santísima, que ante el designio inefable de Dios se sumergió en su pequeñez, definiéndose "esclava" del Señor e insertándose con plena disponibilidad en el proyecto divino.

Pero al lado y alrededor de este Niño están, por desgracia, no sólo personas que lo han esperado, buscado, amado adorado; está también la muchedumbre indiferente de los peregrinos y de los habitantes de Belén, o, incluso el rey, potente y suspicaz, Herodes, que, con tal de mantener su poder, asesina a los pequeños inocentes con el propósito de eliminar al hipotético pretendiente al trono.

Ante el pesebre de Belén —como luego ante la cruz en el Gólgota— la humanidad hace ya una opción de fondo con relación a Jesús, una opción que, en último análisis, es la que el hombre está llamado a hacer improrrogablemente, día tras día, con relación a Dios, Creador y Padre. Y esto se realiza, ante todo y sobre todo, en el ámbito de lo íntimo de la conciencia personal. Aquí tiene lugar el encuentro entre Dios y el hombre.

 Esta es la tercera venida, de la que hablan los Padres, o el "Adviento intermedio" analizado teológica y ascéticamente por San Bernardo: "En la primera venida, al Verbo se le vio en la tierra y convivió con los hombres, cuando, como atestigua El mismo, lo vieron y lo odiaron. En la última, verá toda carne la salvación de Dios, y mirarán al que traspasaron. La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos lo ven en su interior, y así sus almas se salvan" (Sermo V, De medio adventu et triplici innovatione, 1: Opera, Ed. Cisterc., IV, 1966, pág. 188).”

 

(Juan Pablo II Audiencia General 22 de diciembre  de 1982)

 

miércoles, 7 de diciembre de 2022

El autentico valor de las vacaciones

 


(…)  de vez en cuando, todos tenemos necesidad de un largo período de descanso físico, psicológico y espiritual. Sobre todo para quien vive en las grandes ciudades, es importante sumergirse durante algún tiempo en la naturaleza…. También yo me trasladaré a las montañas del Valle de Aosta para pasar unos días de distensión y descanso.

Para que las vacaciones sean de verdad vacaciones y proporcionen un auténtico bienestar, es preciso que en ellas la persona encuentre un buen equilibrio tanto consigo misma, como con los demás y con el medio ambiente. Esta armonía interior y exterior es la que regenera el alma y devuelve las energías al cuerpo y al espíritu.

Uno de los valores de las vacaciones es el de reunirse, estar con los demás de modo desinteresado, por el placer de la amistad y de compartir momentos serenos. Sin embargo, conociendo el espíritu humano y los condicionamientos de la sociedad de consumo, quisiera sugerir, especialmente a los jóvenes, que hagan vacaciones sanas, es decir, que sean de sana evasión, evitando transgresiones perjudiciales para su propia salud y para la de los demás. De lo contrario, se acaba por perder tiempo y recursos, y por volver de las vacaciones tan anheladas sin ningún beneficio. Evadirse puede resultar útil, pero a condición de que no se evada de los sanos criterios morales y tampoco del debido respeto a la propia salud.

El derecho a tomar vacaciones no debe llevarnos a olvidar a los que, por diversas razones, no pueden salir de su ambiente ordinario, pues se lo impiden motivos de edad, salud o trabajo, por falta de dinero o por otros problemas. Durante el verano son mucho más necesarios ciertos servicios públicos de suma importancia, como resulta muy valiosa la presencia de voluntarios, que dedican su atención a las personas más solas.

A María santísima quisiera encomendarle hoy las vacaciones de todos, para que sean serenas y provechosas; pero también el verano de cuantos no podrán tener vacaciones, para que, de cualquier modo, sea un tiempo de distensión, amenizado por la presencia de personas amigas y también por momentos de alegría.

(Juan Pablo II Angelus, 6 de  julio de 1997)

martes, 6 de diciembre de 2022

El cenáculo de Jerusalén – Pasquale Magagnini

 



Durante el Gran Jubileo del año 2000, tuve ocasión de celebrar la Eucaristía en el Cenáculo de Jerusalén, donde, según la tradición, esa fue celebrada por primera vez por Cristo mismo. El Cenáculo es el lugar de la institución de este Santísimo Sacramento. Allí Cristo tomo en sus manos el pan, lo partió y se lo dio a los discípulos diciendo: “tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros” (Mt 26,26;   Lc 22,19:1; 1 Co ll, 24). Después, tomo en sus manos el cáliz del vino y les dijo: “Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados” (Mc 14,24; Lc 22,20: 1 Co 11,25) Agradezco al Señor Jesus que me permitió repetir en aquel mismo lugar, obedeciendo su mandato «haced esto en conmemoración mía (Lc 22,19), las palabras pronunciadas por El hace dos mil años (EE, 2)

 


Leyendo estas palabras, alguien podría preguntarse ¿Dónde se encuentra (encontraba) este Cenáculo? ¿Qué ha quedado de  él? ¿Qué nos puede decir hoy? En tiempos de Jesus y de la primera comunidad cristiana, esta sala grande y amueblada se encontraba dentro de los muros de la ciudad de Jerusalén.   Allí tuvieron lugar hechos memorables: la última cena con la institución del sacerdocio ministerial y el mandato del amor fraterno: las primeras apariciones de Jesus resucitado, la espera y la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés; lugar de reunión de la primitiva comunidad cristiana.

 

Después de ser concedida la libertad de profesar libremente la fe cristiana (edicto de Milano, 312), en este lugar se construiría una gran Basilica que llevaría el nombre de “Santo Sion” (Hagia Sion).  Es imposible recorrer en pocas líneas la tan atormentada y dolorosa historia de este lugar. La primera propiedad que la realeza de Nápoles,  Roberto d´Angio y Sancha de Mallorca donan a la recién nacida  ”Custodia de Tierra santa” se convierte en el primer convento de los padres franciscanos: no es casual que el titulo del Custodio sea “Guardián del Monasterio de Monte Sion”, según antiguos registros.

 

La reconstrucción de los muros de Jerusalén, ordenada por Soliman el Magnifico y realizada por su gran arquitecto Sinan (mitad del siglo XVI) excluye le Monte Sion de la Ciudad Antigua: a partir de entonces queda fuera de la muralla circular, que, aun hoy, rodea a Jerusalén. La propiedad del Cenáculo y de los espacios anexos será expropiada a los franciscanos y allí se levantara una mezquita (en el interior aun puede verse le mihrab que indica la quibla, la dirección en que debe mirarse para orar). En tiempos no lejanos, la propiedad fue reivindicada por el Estado de Israel, que se ocupa de su administración, horarios de apertura y cierre.  Este h echo, que podría parecer una anomalía, está vinculado a la presencia, en el piso inferior, de un cenotafio (tumba honorifica al rey David) que los Hebreos practicantes consideran la tumba del Rey o Profeta David.

 

El primer papa que visito Tierra santa fue PabloVI, en enero de 1964. Para su inmenso dolor en su visita la Cenáculo no le fue permitido – tampoco se permite hoy a nadie – celebrar la Eucaristía, precisamente en el lugar de su institución. La sola excepción fue hecha con Juan Pablo, quien el 23 de marzo de 2000 pudo celebrarla allí. Aquella visita despertó grandes esperanzas. Respetar los derechos de propiedad y restituir aquel lugar, tan caro a todo cristiano, a su función de lugar de memoria y de oración. *

 

A la espera de aquel día, teniendo presente que en Medio Oriente, y particularmente en Tierra Santa, el tiempo es una variable de  discreción, no nos queda otro camino que orar, reflexionar sobre le don que el Señor Jesus nos ha dado en aquel lugar, entregando su Cuerpo y su Sangre, para nuestra vida. Es significativo que en el capitel de una de las pequeñas columnas del ciborio este esculpida la figura del pelicano: símbolo muy antiguo identificado con la Eucaristía: mirando esta ave, hubo quienes imaginaron que nutria a sus pequeños rompiendo su propia carne con el pico.

 

La sexta estrofa del famoso himno “Adoro te devote”, dice: Señor Jesus, Pelicano bueno, límpiame, a mi inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesus es el verdadero “Pelicano” que nos nutre con su Cuerpo y con su Sangre.

 

* En su visita a Tierra Santa en 2014 el Papa Francisco pudo celebrar allí la Santa Misa

Homilía del PapaFrancisco en el Cenáculo de Jerusalén 


Articulo publicado en la revista de la Postulacion Totus Tuus Nr 6 Dic 2020/Enero 2011)

 

 

 

lunes, 28 de noviembre de 2022

Juan Pablo II: Los tres Advientos, el Adviento eterno, el historico y Maria de nuestro Adviento


 (Imagen de  Wikipedia: Robert Campin  Adviento )

 "Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda bendición espiritual... En El nos seleccionaron antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e inmaculados ante El" ( Efesios  1:3-4) .

En estas palabras de la Carta a los Efesios delinea San Pablo la imagen del Adviento. Y se trata de ese  Adviento eterno,  cuyo comienzo se encuentra en Dios mismo "antes de la creación del mundo", porque ya la "creación del mundo" fue el primer paso de la venida de Dios al hombre, el primer acto del Adviento. Todo el mundo visible, eficaz, fue creado para el hombre, como atestigua el libro del Génesis. El comienzo del Adviento en Dios es su eterno  proyecto de creación  del mundo y del hombre, proyecto nacido del amor. Este amor se manifiesta con la eterna  elección del hombre en Cristo. Verbo Encarnado.

"En El nos eligio antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e inmaculados ante El".

En este Adviento eterno está presente  María. Entre todos los hombres que el Padre ha elegido en Cristo, Ella lo ha sido de modo especial y excepcional, porque fue elegido en Cristo para ser Madre de Cristo. Y asi Ella, mejor que cualquier otro entre los hombres "predestinados por el Padre" a la dignidad de sus hijos e hijas adoptivos, ha sido predestinada de modo especialísimo "para alabanza y gloria de su gracia", que el Padre "nos ha dado" en El, su Hijo querido (cf.  Ef 1,6  ).

La gloria sublime de su gracia especialisima debia ser la  Maternidad  del Verbo Eterno. En consideración a esta Maternidad, Ella obtuvo en Cristo también la gracia de la  Inmaculada Concepción. De este modo María se inserta en ese primer Adviento de la Palabra, que predispuso el Amor del Padre para la creación y para el hombre.

El segundo Adviento  tiene carácter histórico. Se realiza en el tiempo entre la caída del primer hombre y la venida del Redentor. La liturgia de hoy nos cuenta también este Adviento, y muestra como María está inserta en él desde sus comienzos. Efectivamente, cuando se manifestó el primer pecado, con la inesperada vergüenza de los progenitores, entonces también Dios reveló por vez primera al Redentor del mundo, preanunciando también a su Madre. Esto sucedió mediante las palabras, en las que la tradición ve el "Proto-Evangelio", esto es, como el embrión y el preanuncio del Evangelio mismo, de la Buena Nueva.

He aquí las palabras: "Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo; Este te aplastará la cabeza, y tú le morderás a él el calcañal" ( Gen  3, 15).

Son palabras misteriosas. Sin embargo, con su carácter arcaico, revelan el futuro de la humanidad y de la Iglesia. Este futuro se ve en la  perspectiva de una lucha entre el espiritu de las tinieblas,  el que "es mentiroso y padre de la mentira" ( John 8:44)  ,  y el  Hijo de la Mujer  que debe venir a los hombres como "el camino, la verdad y la vida" ( Juan  14:6).

De este modo, Maria está presente en ese segundo Adviento histórico desde el comienzo. Nos es prometida junto con su Hijo, Redentor del mundo. Y también está esperando con El. El Mesías-Emmanuel ("Dios con nosotros") es esperado como Hijo de la Mujer, Hijo de la Inmaculada.

 La venida de Cristo no constituye soleo el cumplimiento del segundo Adviento, sino al mismo tiempo también  la revelación del tercero y definitivo Adviento. Ella escucha de la boca del ángel Gabriel, a quien Dios envía a María de Nazareth, las siguientes palabras:

"Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo... y reinará en la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin" ( Lc  1 , 31-35).

Maria is el comienzo  del tercer  Adviento, porque por Ella viene al mundo el que realizará esa elección eterna que hemos leído en la Carta a los Efesios. Al realizarla, hará de ella el hecho culminante de la historia de la humanidad. Le dara la forma concreta del Evangelio, de la Eucaristía, de la Palabra y de los Sacramentos. Asi esa elección eterna penetrara la vida de las almas humanas y la vida de esta comunidad particular que se llama Iglesia.

La historia de la familia humana y la historia de cada uno de los hombres madurarán según la medida de los hijos y de las hijas de adopción por obra de Jesucristo. "En El en quien hemos sido heredados por la predestinación, según el propósito de aquel que hace todas las cosas conforme al consejo de su voluntad"  (Efesios  1:11).

María  es el comienzo de este tercer Adviento  y permanece continuamente en él  siempre presente (como lo ha expresado maravillosamente el Concilio Vaticano II en el capítulo VIII de la Constitución sobre la Iglesia " Lumen gentium "). Como el segundo Adviento nos acerca a Aquella cuyo Hijo debía "aplastar la cabeza de la serpiente", así el tercer Adviento no nos aleja de Ella, sino que nos permite permanecer continuamente en su presencia, acercarnos a Ella. Es Adviento ... la espera del cumplimiento definitivo de los tiempos, y es a la vez el tiempo de la lucha y de los contrastes, continuando la originaria previsión: "pondré enemistades entre ti  la Mujer"...

( Gén 3:15  )  .

La diferencia está en el hecho de que ya conocemos a la Mujer por su nombre. Es la Inmaculada Concepción. Es conocida por su virginidad y por su maternidad. Es la Madre de Cristo y de la Iglesia, Madre de Dios y de los hombres:  María de Nuestro Adviento”

(Juan Pablo II Homilia en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción - Basílica de Santa María la Mayor 8 de diciembre de 1979).

 

viernes, 25 de noviembre de 2022

Juan Pablo II y Tierra Santa

 


Durante mucho tiempo he nutrido en el corazón el deseo de hacer una peregrinación sobre las huellas de Abraham, pues había ya hecho numerosas peregrinaciones en todas partes del mundo…. Pablo VI fue a aquellos Santos Lugares en su primer viaje. Yo deseaba que mi viaje fuera durante el Año Jubilar. Tenia que haberlo comenzado en Ur de los caldeos, situada en el territorio del actual Irak, de donde hace tantos siglos salió Abraham siguiendo la llamada de Dios (Gn 12,1-4). Tendría que haber proseguido hacia Egipto, siguiendo las huellas de Moisés, de donde saco a los israelitas y recibió, al pie del monte Sinaí los Diez andamientos como fundamento de la alianza con Dios. Mi peregrinación terminaría en Tierra Santa, comenzando por el lugar de la Anunciación. Acto seguido me hubiera trasladado a Belén, donde nació Jesús, y a otros lugares relacionados con su vida y su actividad.

 

El viaje no fue precisamente como lo  había proyectado. No me fue posible realizar la primera parte, la dedicada a las huellas de Abraham. Fue el único sitio al que no pude llegar, porque las autoridades iraquíes no lo permitieron. Me traslade a Ur de los Caldeos espiritualmente, durante una ceremonia organizada a propósito en el aula Pablo VI. Pude en cambio trasladarme personalmente a Egipto, a los pies del monte Sinaí, donde el señor  reveló su propio nombre a Moisés. Allí fui recibido por los monjes ortodoxos. Fueron muy hospitalarios.

 

Después fui a Belén, a Nazaret y a Jerusalén. Me traslade al Huerto de los Olivos, al Cenáculo y, naturalmente, al Calvario, al Gólgota.  Era la segunda vez que iba a aquellos Santos Lugares. Había estado una primera vez como arzobispo de Cracovia, durante el Concilio. En el ultimo día de peregrinación jubilar a Tierra Santa celebre la Santa Misa junto al sepulcro de Cristo con el secretario de Estado cardenal Ángel Sodano, y con otros oficiales de la Curia. ¿Qué se puede decir después de todo esto? .  Aquel viaje fue una grande, grandísima, experiencia. El momento más importante de toda la peregrinación fue indudablemente estar sobre el Calvario, sobre el monte de la Crucifixión y junto al Sepulcro, aquel Sepulcro que fue al mismo tiempo el lugar de la resurrección. Mis pensamientos volvían a la emoción vivida durante mi primera peregrinación  Tierra Santa. Entonces escribí:

 

·         Lugares de la tierra, lugares de Tierra Santa, no se cómo guardaros aquí dentro, dentro de mí.  No se cómo pisaros, no puedo: arrodillarme quiero ante vosotros. Doblo la rodilla y callo. Algo mío te quedara, tierra, te quedara mi silencio. Y mientras tanto te llevo dentro para ser como tu, lugar de testimonio. Me voy, me marcho como testigo, me voy para atestiguar lo que ha pasado a través de los milenios  (Poesías «Peregrinación a los Santos Lugares, 3 Identidades»

 

¡El lugar de la Redención! No basta decir: Estoy contento de haber estado allí. Se trata de algo más: del signo del gran sufrimiento, del signo de la muerte salvadora, del signo de la resurrección.

 

(Fuente: Juan Pablo II ¡Levantaos! ¡Vamos!p. 175/6/7, Editorial Sudamericana)

 

 

 Invito ver :  Peregrinacion Jubilar de Juan Pablo II a Tierra Santa (20 al 26 de marzo de 2000


Audiencia General Miercoles 1 de marzo de 2000 Peregrinacin jubilar al Monte Sinai  24 al 26 de febrero de 2000

Audiencia General Miércoles 29de marzo de 2000 Peregrinación Jubilar a Tierra Santa


martes, 22 de noviembre de 2022

Santa Cecilia, la música sacra y los documentos papales

 

(imagen de Wikimedia)

Con motivo del primer centenario de la "Asociación italiana Santa Cecilia" sus miembros quisieron festejarlo en Roma con la celebración de la Santa Misa por el Santo Padre Juan Pablo II,  quien en su homilia se refería a esa “historia de confianza y de amor a la música "sacra", a la que habéis dedicado y seguís dedicando una parte, quizá la mejor, la más entusiasta, de vuestro tiempo, de vuestros intereses, de vuestras energías.”

 

Recordaba Juan Pablo II que la  Asociación había nacido el 4 de septiembre de 1880 en Milán, pero – agregaba - podríamos ir aún más atrás: el verdadero origen de la "Asociación italiana de Santa Cecilia" podríamos hacerla remontar a 1584, cuando fue instituida en Roma la "Congregación de Santa Cecilia", aprobada por Sixto V en 1585. También el gran Giovanni Pier Luigi da Palestina formó parte de esa Congregación, que duró hasta el siglo XVIII. En el siglo XIX volvió a cobrar vida, dividiéndose en dos ramas, para la música "profana" con el nombre de "Academia estatal de Santa Cecilia", y para la música "sacra" con el nombre de "Asociación italiana Santa Cecilia". El afecto y la estima que mis predecesores, en particular San Pío X y Pablo VI, tuvieron por vuestra Asociación, son bien conocidos; como también es conocido que la Asociación ha tenido entre sus miembros a los más calificados compositores, maestros, directores de las catedrales y de las iglesias de Italia.”

En su homilía Juan Pablo II recordaba también los documentos papales relacionados con la música sagrada :

Sacrosanctum Concilium, 112.  (..) “Por esto, el Concilio Vaticano II ha podido afirmar que "el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria e integral de la liturgia solemne", y que "la música sacra será tanto más santa cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración y fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo con mayor solemnidad los ritos sagrados”

Y

“Han pasado casi 80 años desde el "Motu proprio" Inter pastorales officii, emanado de San Pío X el 22 de noviembre de 1903, en un período difícil para las condiciones de la música "sacra", la cual —como notan los historiadores y los especialistas— no mantenía siempre y en todas partes ese decoro, que corresponde al culto divino. El documento de mi santo predecesor fue, durante más de medio siglo, estímulo fecundo de frutos abundantes de arte auténtico y de profunda espiritualidad. El Concilio Vaticano II, por su parte, publicaba una Constitución sobre la Liturgia que, refiriéndose explícitamente al citado "Motu proprio" de San Pío X, dedicaba una parte relevante a la música sacra (Sacrosanctum Concilium, 112-121); y en marzo de 1967, la entonces Sagrada Congregación de Ritos publicaba una amplia y articulada Instrucción con el título Musicam Sacram.”

“La Iglesia ha insistido e insiste, en sus documentos, sobre el adjetivo "sacro", aplicándolo a la música destinada a la liturgia. Esto quiere decir que ella, por su experiencia secular, está convencida de que esta calificación tiene un valor importante. En la música destinada al culto sagrado —ha dicho Pablo VI— "no todo es válido, no todo es lícito, no todo es bueno"; sino sólo cuanto, en armonía de dignidad artística y de superioridad espiritual, puede "expresar plenamente la... fe, para gloria de Dios y para edificación del Cuerpo místico" (L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 25 de abril de 1971, pág. 9). Por tanto, no se puede afirmar que toda música sea sacra por el hecho y desde el momento en que se inserta en la liturgia; en esta actitud falta ese sensus Ecclesiae "sin el cual el canto, en lugar de ayudar a fundir los espíritus .en la caridad, puede ser fuente de malestar, de disipación, de rompimiento de lo sagrado, cuando no de división en la misma comunidad de los fieles" 

El 22 de  noviembre de 2003, memoria de Santa Cecilia y con  motivo del centenario del Motu proprio "TRA LE SOLLECITUDINI"  del Papa Pio X, Juan Pablo II publicaba un quirógrafo (con una historia de los documentos papales) expresando “a la luz del magisterio de san Pío X y de mis demás predecesores, y teniendo en cuenta en particular los pronunciamientos del concilio Vaticano II, deseo proponer de nuevo algunos principios fundamentales para este importante sector de la vida de la Iglesia, con la intención de hacer que la música litúrgica responda cada vez más a su función específica”. 

Allí también agregaba la referencia a la  carta encíclica Mediator Dei del Papa Pio XII, sobre la sagrada liturgia