Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 27 de agosto de 2021

Las virtudes teologales de Fe, esperanza y caridad en la perspectiva ecuménica

 


 La fe, la esperanza y la caridad son como tres estrellas que brillan en el cielo de nuestra vida espiritual para guiarnos hacia Dios. Son, por excelencia, las virtudes "teologales":  nos ponen en comunión con Dios y nos llevan a él. Forman un tríptico que tiene su vértice en la caridad, el agape, que canta de forma excelsa san Pablo en un himno de la primera carta a los Corintios. Ese himno concluye con la siguiente declaración:  "Ahora permanecen estas tres cosas:  la fe, la esperanza y la caridad, pero la más excelente de ellas es la caridad" (1 Co 13, 13).

Las tres virtudes teologales, en la medida en que animan a los discípulos de Cristo, los impulsan a la unidad, según la indicación de las palabras paulinas que escuchamos al inicio: "Un solo cuerpo (...), una sola esperanza (...), un solo Señor, una sola fe (...), un solo Dios y Padre" (Ef 4, 4-6). Continuando nuestra reflexión de la catequesis anterior sobre la perspectiva ecuménica, hoy queremos profundizar en el papel que desempeñan las virtudes teologales en el camino que lleva a la plena comunión con Dios-Trinidad y con los hermanos.

(…)

 En el vértice de las tres virtudes teologales está el amor, que san Pablo compara casi con un lazo de oro que une en armonía perfecta a toda la comunidad cristiana:  "Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección" (Col 3, 14). Cristo, en la solemne oración por la unidad de los discípulos, revela su substrato teológico profundo:  "el amor con que tú (oh Padre) me has amado esté en ellos y yo en ellos" (Jn 17, 26). Precisamente este amor, acogido y acrecentado, constituye en un solo cuerpo a la Iglesia, como nos señala san Pablo:  "Siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo para su edificación en el amor" (Ef 4, 15-16).

La meta eclesial de la caridad, y al mismo tiempo su fuente inagotable, es la Eucaristía, comunión con el cuerpo y la sangre del Señor, anticipación de la intimidad perfecta con Dios. Por desgracia, como recordé en la catequesis anterior, en las relaciones entre los cristianos desunidos, «a causa de las divergencias relativas a la fe, no es posible todavía concelebrar la misma liturgia eucarística. Y sin embargo, tenemos el ardiente deseo de celebrar juntos la única Eucaristía del Señor, y este deseo es ya una alabanza común, una misma imploración. Juntos nos dirigimos al Padre y lo hacemos cada vez más "con un mismo corazón"» (Ut unum sint, 45). El Concilio nos recordó que "este santo propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la una y única Iglesia de Cristo excede las fuerzas y la capacidad humanas". Por ello debemos poner nuestra esperanza "en la oración de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros y en el poder del Espíritu Santo" (Unitatis redintegratio, 24).

(de la Audiencia General de Juan Pablo II 22 de noviembre de 2000 – leer completa)


 

 

Cuatro Vientos : Aquella noche inolvidable de 2011 - Sebastian Zagari

 


20/8/2011: LES COMPARTO MI EXPERIENCIA 

Esa noche - la del 20 de agosto de 2011 - fue inolvidable. 

Era el momento culmen de la JMJ, el más esperado: después de haber caminado varios kilómetros para llegar a Cuatro Vientos, comenzaba la vigilia de oración con el Papa, para después dormir ahí bajo las estrellas, y a la mañana siguiente participar de la Misa conclusiva. Pero por un rato pareció que todo se arruinaba: me acuerdo que esa fue mi sensación. 

Después de una tarde de más de 45º de calor, con los bomberos que a cada rato pasaban a refrescarnos, mientras daba inicio la vigilia se comenzaba a armar en el cielo una terrible tormenta de verano. El viento era cada vez más fuerte - precisamente mientras leían el Evangelio y el diácono decía "¡Permaneced en mi amor!", hubo un fuerte vendaval que le voló el solideo a Benedicto, que ya estaba rodeado de paraguas.

Después empezó a llover con mucha fuerza. Estábamos sin ningún reparo - Cuatro Vientos es una base área - y éramos dos millones de personas. Una parte del enorme escenario se venció y los bomberos trataban de repararlo. Nos pedían paciencia y oración. Un poquito después el audio dejó de funcionar. Bajo la tormenta, se seguían escuchando, cantos, aclamaciones, oraciones. Cerca de nosotros algunos empezaron a corear: “¡Juan Pablo II, que pare de llover!”. Fueron así unos 15 o 20 minutos. Parecía que se suspendía.

 Después supimos que al Papa le sugirieron retirarse; su respuesta: “si los jóvenes se quedan, yo me quedo”. La tormenta fue aflojando y la vigilia se pudo retomar. Los ruidos de dos millones de personas se transformaron en el silencio orante de dos millones de personas frente al Santísimo Sacramento - ¡eso fue increíble! – y el Papa, gran maestro de oración, nos puso a todos de rodillas, en silencio, delante de Jesús. Las palabras que resumieron esa experiencia fueron las que dijo Benedicto XVI al terminar:

 “Queridos jóvenes… ¡hemos vivido una aventura juntos!”.

 Y este anciano Papa profesor nos dejó su gran enseñanza, sacada de esa tormenta inesperada:

 “Firmes en la fe en Cristo, han resistido la lluvia… Igual que esta noche, con Cristo siempre podrán afrontar las pruebas de la vida… ¡No lo olviden!”.

  ¿Cómo olvidarse de esa noche, de esa tormenta, de esas palabras? Muchas veces en estos diez años me pasó de sentirme preocupado como esa noche cuando empezaba la tormenta y mirábamos al cielo sin saber qué iba a pasar. Y todas las veces recordé – y todavía recuerdo – las palabras del Papa, como si me las volviera a decir… “Igual que esa noche… también vas a poder afrontar esta prueba con Cristo... No te olvides…”.

 ¡No me olvido! Porque realmente, aquel 20 de agosto de 2011, “¡hemos vivido una aventura juntos!” y aprendimos lo que significaba el lema de esa JMJ:

 “ARRAIGADOS Y EDIFICADOS EN CRISTO, FIRMES EN LA FE”.

 

P. Seba Zagari


El cardenal Karlic habla de la “historia” del Catecismo de la Iglesia Católica

 


Hace años atrás la agencia (Zenit H. Sergio Mora) https://es.zenit.org/2012/10/23/el-catecismo-fue-un-fruto-profetico-del-concilio-vaticano-ii/

entrevisto al cardenal argentino Estanislao Esteban Karlic quien fuera miembro de la comisión redactora del Catecismo de la Iglesia Católica. El cardenal Karlic  cuenta algunos detalles de los momentos particulares de la redacción, revisión y publicación de esta obra maestra de la Iglesia,  que partió del Sínodo de Obispos de 1985, como “fruto profético del Concilio Vaticano II”.  Ya en tiempos del Concilio,  cuenta el cardenal Karlic “se había  planteado la pregunta sobre un nuevo catecismo, pero la inquietud no prosperó. Con el sínodo de 1985, en cambio la iniciativa fue considerada oportuna y el papa la asumió.” En 1986 se constituyó una comisión bajo la presidencia del entonces Cardenal Joseph Ratzinger.  Explica el cardenal Karlic que   “El texto llego a tener nueve versiones sucesivas y la versión llamada «proyecto revisado» que se considero válida para una consulta universal  se envió a todas las diócesis del mundo para su consulta y observaciones.”  Se recibieron unas 25.000 respuestas, que fueron todas analizadas una por una. “Entre las observaciones importantes fue la de dar más relieve al tratamiento de la oración” resalta el cardenal Karlic.
El cardenal Karlic que vivía en Paraná, Entre Rios, Argentina,  viajaba a Roma para las reuniones y cuenta como curiosidad que una vez hubo que copiar nueve veces un texto con el propósito de mejorar su redacción. Aunque suene extraño recordaba el cardenal Karlic que en aquella época aun no se usaban computadoras!    El documento fue entregado en la versión francesa, italiana y española en diciembre de 1991 en Roma a los representantes de toda la Iglesia  “como un nuevo signo de catolicidad, en un acto solemne presidido por el mismo Juan Pablo II”.   

 

Entrevista completa:

 

¿Cuál era el catecismo universal anterior al actual?

 

Cardenal Karlic: En la historia de la Iglesia solamente hay un catecismo semejante, es el de san Pio V, llamado Catecismo del Concilio de Trento o Catecismo de los Párrocos, publicado en el siglo XVI, poco después de la invención de la imprenta. Fue un ejemplo a seguir por su gran valor. El actual Catecismo de la Iglesia Católica sin embargo tiene novedades que lo enriquecen no solamente en el aprovechamiento del Magisterio Pontificio de los últimos tiempos, sino también en la atención de los problemas contemporáneos. EL Catecismo Tridentino y el de la Iglesia Católica son los dos únicos en la historia que fueron aprobados por un papa y destinados a toda la Iglesia.

 

¿Cómo nace esta idea y porque un nuevo catecismo?

 

Cardenal Karlic: Los obispos del sínodo que celebraba los 20 años del Concilio consideraban que era necesario elaborar un compendio de toda la doctrina católica, sobre la fe y moral, que sirviese como punto de referencia para los catecismos que se habrían de redactar en las diversas regiones del mundo, para su mayor acercamiento a las diversas culturas. Después de 500 años de haber publicado el anterior catecismo universal, pareció oportuno tener una síntesis de la doctrina apostólica que respondiera a las grandes cuestiones planteadas por la cultura contemporánea sobre Dios, el hombre y el mundo. En tiempos del concilio Vaticano II se había planteado la pregunta sobre un nu8evo catecismo, pero la inquietud no prospero. Con el sínodo de 1985, en cambio la iniciativa fue considerada oportuna y el papa la asumió.

 

¿Como fueron los primeros pasos en la elaboración del Catecismo?

 

Cardenal Karlic: El Santo Padre a principios de 1986 constituyo una comisión de doce cardenales y obispos que debían conducir toda la obra y un comité de redacción de siete miembros a quienes se unió el secretario de redacción. El presidente de ambas comisiones era el entonces cardenal Ratzinger,  quien conducía admirablemente las reuniones. Siempre se busco entre los participantes una representación de la universalidad de la Iglesia.

 

Usted fue convocado para la redacción del Catecismo?

 

Cardenal Karlic. Fue una gracia de Dios inmensa. Me incorporé al comité de redacción,  que ya estaba formado,  en un segundo momento.  Otro de los miembros que se incorporó fue el secretario de redacción, el cardenal Schonborn, entonces profesor de teología en Suiza. Cuando ingresamos ya existía un texto fundamental sobre el cual debíamos trabajar. El trabajo naturalmente era distribuido a los subgrupos para después entregarlo en las reuniones conjuntas. De esta manera se redactó el texto que llego a tener nueve versiones sucesivas.

 

Como se consulto a toda la Iglesia?

 

Cardenal Karlic: La versión llamada proyecto revisado, que se consideró válida para una consulta universal, se envió a todas las ldiócesis del mundo debidamente preparada para que las observaciones que se mandaran fueran bien aprovechadas. Las respuestas fueron unas 25.000, un número extraordinario.

 

¿Y con las respuestas como hicieron?

 

Cardenal Karlic: Para estudiar las respuestas tuvimos una larga reunión en los alrededores de Roma. Las revisamos una por una, incluso las que llegaron después del término fijado. Fue emocionante ver la manifestación de la unidad de la fe, de las diversas partes de la Iglesia, en la aceptación fundamental del  texto y de la pasión por la versad en la búsqueda de las expresiones que se juzgaban las más adecuadas para  manifestar el misterio cristiano revelado. Ese momento fue clave en el proceso de redacción. . Un trabajo tan delicado no se podía llevar adelante sin al gracia del Señor, como decía con gozo sereno y profundo uno de los obispos cercanos a nuestra tarea.

 

¿Entre las observaciones cuales recuerda?

 

Cardenal Karlic: Una observación importante que se aceptó sin demora fue la de dar más relieve al tratamiento de la oración. En el texto de la consulta se había propuesto que la oración fuera el epílogo de todo el Catecismo. Las respuestas pedían que se le otorgara más importancia y con la categoría de la cuarta parte, así como de coronar todo el trabajo, como sucedía con el catecismo tridentino.

 

Usted vivía en Roma durante los años de la redacción?

 

Cardenal Karlic: No, vivía en Paraná y alla trabajaba. Entonces no se usaban las computadoras. Recuerdo una vez que hubo que copiar nueve veces un texto con el propósito de mejorar su redacción.  También la necesidad de hacer un viaja de Paraná a Santiago de Chile para hacer llegar los escritos al cardenal Mediana con quien formábamos un subgrupo. 

 

¿En Roma como se procedía?

Cardenal Karlic: Nos reuníamos en el Vaticano. La Comisión de Obispos y el Comité eran presididos por el cardenal Ratzinger quien era el responsable ante el Santo Padre.  Era muy emocionante recibir al final de las reuniones en repetidas oportunidades al Santo Padre. En una ocasión lo visitamos en Castel Gandolfo. Durante las reuniones se creaba un clima de gravedad, de responsabilidad y de libertad. El cardenal Ratzinger después de escuchar con interés todo lo que se decía, hacia una síntesis clara y muy útil para los trabajos ulteriores.

 

En qué idioma se escribia?

 

Cardenal Karlic: Se eligió el francés como idioma común para los intercambios y en los encuentros aunque sin excluir el uso de otras lenguas. Y también en la redacción del proyecto. Para la edición típica se eligió el latín que es un idioma muy apto para expresar el misterio cristiano, modelada como latín eclesiástico en la gran tradición del Magisterio, de los santos y de los teólogos. La traducción al latín duro unos cinco años, si bien la presentación del Catecismo ya terminado y aprobado por el Santo Padre se hizo antes de tener la traducción al latín.  Y fue entregado en la versión francesa, italiana y española en diciembre de 1992 en Roma a los representantes de toda la Iglesia, con un nuevo signo de catolicidad, en un acto solemne presidido por el mismo Juan Pablo II.

 

Se ha hablado de un tsunami de secularización y del Vaticano II como una brújula.

 

Cardenal Karlic: El Concilio tuvo consecuencias en la función pastoral, en los códigos de derecho para la Iglesia en oriente y occidente, en la función sacerdotal, en los libros litúrgicos y el orden profético lo tuvo en el Catecismo. Sin dudas como ya dijimos el Catecismo fue un fruto profético del Concilio Vaticano II.

 

¿Algun particular que recuerde?

 

Cardenal Karlic: Recuerdo la alegría del cardenal Ratzinger cuando se terminó de realizar el mismo. En realidad la redacción del Catecismo fue también un ejercicio de fidelidad al amor de Dios que nos amó primero.  

Calendario del prof. Karol Wojtyla en la Universidad Catolica de Lublin (KUL)

 


El calendario, elaborado sobre la base de la documentación de archivo, muestra el tipo de clases impartidas en la Universidad Católica de Lublin por el sacerdote docente Wojtyła. La reducción del número de clases, a partir del curso académico 1960/1961, está asociada a la dignidad episcopal del Profesor Auxiliar (desde 1958), por lo que tuvo que conciliar su labor investigadora y docente con su cada vez mas intensa participación en asuntos importantes de la Iglesia. (Para un mayor detalle consultar el Calendario de Karol Wojtyła (ed. A. Boniecki, MIC, Cracovia 1983; 2000, 2ª ed. Y suplemento. ). En este contexto, cabe destacar que, a pesar de tantas y tan importantes funciones, aún desempeñaba su función de profesor en la Universidad. Agreguemos que con el tiempo venía cada vez menos a dar conferencias en Lublin, pero cada vez más invitaba a sus colegas y estudiantes a un seminario en Cracovia.

 

9 de octubre de 1954  - Prof. El Dr. J. Kalinowski, decano de la Facultad de Filosofía, presentó en una reunión del Senado Académico de la Universidad Católica de Lublin, la moción del Consejo de esa Facultad para encomendar clases en el campo de la ética filosófica al Rev. dr hab. Karol Wojtyla .


12 de octubre de 1954 - Vicerrector de la Universidad Católica de Lublin, P. profe. S. Płodzień confía al P. Dr. hab. Karol Wojtyla, conferencias encargadas en la Facultad de Filosofía en el curso académico 1954/1955, a saber: 1 hora. semana - "Historia de las doctrinas éticas", 2 horas semana - un pro-seminario.


19 de agosto de 1955  - El vicerrector de la Universidad Católica de Lublin, el p. profe. S. Płodzień amplía la gama de actividades asignadas al P. Dr. hab. Karol Wojtyła. En el curso académico 1955/1956 realiza: 2 horas charla semanal - "Historia de las doctrinas éticas" y 2 horas. semana - seminario para alumnos de 3º y 4º curso de especialización práctica.


31 de marzo de 1956  - El vicerrector de la Universidad Católica de Lublin, el p. profe. S. Płodzień confía al P. Dr. hab. Seminario de ética Karol Wojtyla en la Facultad de Filosofía - 1 hora semana


29 de octubre de 1956  - Otro cambio de actividades del P. Dr. hab. Karol Wojtyła en el año académico 1956/1957: 2 horas una semana de conferencia y 2 horas semana de ejercicios de filosofía moral para alumnos de 1º y 2º curso de especialización teórica y práctica, 2 horas una semana de conferencia "sobre temas seleccionados de filosofía moral" y 2 horas. "Seminario de filosofía moral" semanal para alumnos de 3º y 4º curso de especialización práctica.


16 de noviembre de 1956  - Solicitud del Comité de Calificación de la Facultad y del Consejo de la Facultad de Filosofía para nombrar al P. dr hab. Karol Wojtyła, profesora adjunta del Departamento de Ética, presentado por el decano, prof. J. Kalinowski en la sesión del Senado Académico de la Universidad Católica de Lublin.

 

27 de noviembre de 1956 - "En su sesión del 27 de noviembre de 1956, el Senado Académico aprobó por unanimidad la moción del Consejo de Facultad". Fr. firmado profe. S. Płodzień.


1 de diciembre de 1956  - A partir de ese día, el P. dr hab. Karol Wojtyła es oficialmente profesor adjunto y empleado a tiempo completo de la Universidad Católica de Lublin . Además de las clases anteriores, también lleva a cabo un seminario de aspirantes: 1 hora. semanal


15 de noviembre de 1957 - Carta del Comité Central de Calificación para Científicos informando que la solicitud del Senado Académico de la Universidad Católica de Lublin con respecto a la aprobación del P. dr hab. Karol Wojtyła como profesor asociado.

 

Año Acad. 1960/1961 - P. obispo doc. dr hab. Karol Wojtyła trabaja a tiempo parcial; 1 hora una semana de conferencia monográfica "sobre temas seleccionados en ética" para estudiantes de tercer y cuarto año de especialización teórica y cuarto y quinto de especialización práctica, y 2 horas. seminario semanal de ética.


11 de noviembre de 1976 - Solicitud del Consejo de la Facultad de Filosofía Cristiana para conceder al  Doc. dr hab. Karol Wojtyła con el título - previsto en el estatuto de la Universidad Católica de Lublin - profesor honorario de la Universidad Católica de Lublin.


10 de diciembre de 1976 - Resolución del Senado Académico de la Universidad Católica de Lublin sobre la concesión al P. tarjeta. Karol Wojtyla con el título de profesor honorario de la Universidad Católica de Lublin .


31 de marzo de 1977 - Carta del rector de la Universidad Católica de Lublin, prof. dr hab. MA Krąpiec OP al Departamento de Estudios Universitarios y Pedagógicos e Investigación del Ministerio de Ciencia, Educación Superior y Tecnología en Varsovia con una solicitud para aprobar la resolución del Senado de KUL del 10 de diciembre de 1976 sobre la concesión al Cardenal Karol Wojtyla con el título de profesor honorario de la Universidad Católica de Lublin. No hubo respuesta del Ministerio.

 

 (Fuente: KUL - Universidad Catolica de Lublin).

jueves, 26 de agosto de 2021

Nuestra Señora de Jasna Gora – Reina y Madre de Polonia

 


Hoy Polonia y sus hijos por el mundo celebran la Virgen santa de Czestochowa,  y con ellos este blog en honor a uno de sus hijos tan queridos San Juan Pablo II,  que en su aquel tan inolvidable primer viaje a su patria como Pontífice de la Iglesia universal recordaba: .

 "Virgen santa, que defiendes la clara Czestochowa...". Me vienen de nuevo a la mente estas palabras del poeta Mickiewicz, que, al comienzo de su obra Pan Tadeusz, en una invocación a la Virgen ha expresado lo que palpitaba y palpita en el corazón de todos los polacos, sirviéndose del lenguaje de la fe y del de la tradición nacional. Tradición que se remonta a unos 600 años, esto es, a los tiempos de la Reina Santa Eduvigis, en los albores de la dinastía Jagellónica.

La imagen de Jasna Góra expresa una tradición, un lenguaje de fe, todavía más antiguo que nuestra historia, y refleja, al mismo tiempo, todo el contenido de la "Bogurodzica" que meditamos ayer en Gníezno, recordando la misión de San Wojciech (San Adalberto) y remontándonos a los primeros momentos del anuncio del Evangelio en tierra polaca.

La que una vez había hablado con el canto, ha hablado después con esta imagen suya, manifestando a través de ella su presencia materna en la vida de la Iglesia y de la patria. La Virgen de Jasna Góra ha revelado su solicitud materna para cada una de las almas; para cada una de las familias; para cada uno de los hombres que vive en esta tierra, que trabaja, lucha y cae en el campo de batalla, que es condenado al exterminio, que lucha consigo mismo, que vence o pierde; para cada uno de los hombres que debe dejar el suelo patrio para emigrar, para cada uno de los hombres...

(de la homilía de II Homilia - Peregrinacion apostolica a Polonia – Santa Misa y Acto de Consagración a la Virgen  Czestochowa)


 

jueves, 19 de agosto de 2021

El “exceso” de los viajes de Juan Pablo II

 


La objeción de la Curia sobre el exceso de los viajes, la debió sufrir por mucho tiempo Juan Pablo II. Ciertamente, esa fue intensa hasta el atentado (13 de mayo de 1981) y volvió sin piedad – después de una pausa de un año – a partir de 1982, en que reanudó los viajes. Ese fue un año record – pues tuvo que recuperar las citas a las que había faltado el año anterior a motivo del atentado – que llego a totalizar siete salidas de Italia: África en febrero, Portugal en mayo, Gran Bretaña en mayo-junio, Argentina y Ginebra en junio, San Marino en agosto, España en octubre! A la crítica sobre la cantidad, se añadirá entonces la de la oportunidad ya que entre mayo y junio Juan Pablo II visito Gran Bretaña y Argentina precisamente en las semanas del conflicto por las islas Falkland (Malvinas) y hubiese querido ir incluso al Líbano, envuelta también en guerra.

 Juan Pablo II responderá a las objeciones en un inolvidable discurso a la Curia, por la fiesta de San Pedro y San Pablo, el 28 de junio ese año,  definiendo ese su viajar como “aplicación a escala universal del carisma de Pedro” e indicando la “raíz teológica” del mismo en el hecho que “el servicio del Papa ha acentuado hoy sus dimensiones universales”.

 En análoga circunstancia, dos años antes – el 28 de junio da 1980 – había  reconducido los viajes a la “conciencia de la misión”: «En esta óptica, el Papa viaja para anunciar el Evangelio, para confirmar a los hermanos en la fe, para consolidar la Iglesia, para encontrarse con el hombre (…) son además ocasiones de ministerio itinerante, de anuncio evangélico para llevar el Evangelio a todas las latitudes y el magisterio apostólico se dilate a todas las esferas del planeta. Son viajes de amor, de paz, de hermandad universal (…)  En estos encuentros de almas, aun en medio de la inmensidad d la masa, se reocnoce el carisma del actual ministerio de Pedro por los caminos del mundo».

 Más interesante, en el plano humano es cuanto Juan Pablo II confía – en aquel mismo periodo de mayor contraste con el ambiente curial – al escritor francés Andre Frossard para explicar el aparente exceso de viajes:  «Si Dios lo consentirá, iré a la mayor parte de  lugares a los que me inviten (..l.) Cuanto masa difícil resulta la vida de los hombres, de las familias, de las comunidades y del mundo, mas es necesario que estos tomen conciencia de la presencia del buen pastor que da la vida por sus ovejas. (…) Me parece incluso que la vida de la Iglesia post-conciliar ha cambiado esta necesidad en un imperativo, con valor de precepto y de obligación de conciencia. […]

 El exceso de los viajes es, pues, la señal luminosa de un mayor exceso de la misión, que puede ayudar a entender muchos aspectos discutidos del Pontificado. Junto al número de los viajes, la Curia ha criticado siempre el exceso de los discursos, sucesivamente el exceso de las beatificaciones y canonizaciones, en fin el exceso de los sínodos…  Han sido incluso vistas como excesivas las intervenciones a favor de Polonia y en ocasión de las dos guerras en Iraq, a favor de la defensa de la vida, el mea culpa histórico y la cantidad de las celebraciones jubilares.

Como es fácil ver, se trata siempre de excesos reconducibles al ansia misionera,. Signo esencial del Pontificado: los discursos han sido dictados por la misma intención de llegar a todos, los sínodos sirven para movilizar a las comunidades católicas continentales en vista de la misión, las beatificaciones son destinadas a ofrecer modelos para la animación de las comunidades, los mea culpa tenían la tarea de allanar el campo de la misión a las gentes por las incomprensiones acumuladas a lo largo de los siglos.

 De Luigi Accattoli, Giovanni Paolo II, la prima biografia completa. Edizioni San Paolo, s.r.l. 2006, Cinisello Balsamo (Milano)

 (publicado en Totus Tuus, Nr 6, Nov/Dic 2009)

viernes, 13 de agosto de 2021

La Asunción de Maria al cielo en alma y cuerpo



(Tiziano: Imagen de Wikipedia)

 "María es, oh Señor, consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra"

 (Prefacio de la Misa de la Asunción).

En la solemnidad de la Asunción de María Santísima al cielo, la Iglesia nos hace orar así en la liturgia de la Misa.

Entre los fieles, ya desde los primeros tiempos, ha estado siempre viva la fe en la real Asunción de María al cielo en alma y cuerpo, y en todas partes, al extenderse el mensaje del Evangelio, se ha impuesto la certeza de esta verdad. El día 15 de agosto se fijó como fiesta de la "Dormición" de María con un edicto del Emperador de Oriente, Mauricio (582-602) y, en Occidente, introdujo la fiesta, junto con otras conmemoraciones Marianas, el Papa Sergio I (687-701) en la misma fecha… fue Pío XII quien, el 1 de noviembre de 1950, definió esta verdad como "dogma de fe", divinamente revelado. El Concilio Vaticano II tomó plenamente la doctrina definida cuando afirma que "la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste y fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo" (Lumen gentium59).

  "Creemos, pues, con absoluta certeza que María Santísima, Madre de Cristo y Madre espiritual nuestra, está ya en el cielo y goza con Cristo, en alma y cuerpo, de la felicidad eterna de Dios. Nosotros, que aún peregrinamos por esta tierra luchando todavía por crecer en santidad, venciendo enteramente el pecado" (Lumen gentium65), ¡elevemos nuestra mirada a María Asunta, para embargarnos de su luz, para escuchar su enseñanza, para confiar en su bondad, para imitar sus virtudes, en el empeño y en la esperanza de alcanzarla un día en su gloria!...”

  (delÁngelus del Papa Juan Pablo II  en laSolemnidad de la Asunción de la Virgen Maria el 15 de agosto de 1987)

miércoles, 11 de agosto de 2021

M. Estanislao Karlic: El mal y la historia

 


La historia es siempre historia de los hombres conducida por su voluntad libre. El acto humano, de amor o de odio, es el que teje la trama de la vida cotidiana de la humanidad.

Dice San Agustín en un texto elaborado a lo largo de los años en la luz de su sabiduría: “Dos amores han fundado dos ciudades: el amor de sí hasta el desprecio de Dios ha generado la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí ha generado la ciudad celeste. La primera se gloría de sí misma, la segunda en Dios... En aquella domina la concupiscencia del dominio; en ésta se sirven recíprocamente en la caridad, los jefes mandando y los súbditos obedeciendo” [19] .

 

Los cristianos recibimos la luz de la palabra de Dios para orientarnos en la historia en que actúa el misterio de iniquidad. La revelación de este misterio que afecta a todos, se encuentra a lo largo de toda la Escritura. “No hay un rasgo del mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuestión del mal”, dice el Catecismo (309). Los no creyentes que no acogen el auxilio de la revelación, tienen en su conciencia la voz de Dios fiel a su creatura, quien le reclama hacer el bien y evitar el mal en cada acto de libertad. La libertad se siente siempre en sus opciones, reclamada por la dignidad de la responsabilidad. Sólo cuando la persona misma tuerce su decisión, se hace culpable.

El misterio de iniquidad es tan profundo que solamente al final de la historia se nos revelará plenamente. Cuando llegue la plenitud de la vida, cuando llegue la plenitud de los dones de Dios, que es Dios mismo en la inmediatez de la visión, sólo entonces se comprenderá el abismo de maldad que fue el rechazo del amor primero y gratuito de Dios misericordioso y fiel. Sólo entonces se conocerá definitivamente el abismo de maldad que separa el amor de Dios y el odio de la creatura. Hasta entonces, en los siglos de nuestro tiempo, el mal que seguirá operante deberá ser combatido en el claroscuro de la fe, de la que cada uno debe vivir personalmente, en la distancia del hombre peregrino, fiel a los reclamos de su conciencia. Los cristianos nos decimos que el mal es enfrentado con la certeza del triunfo sólo si se camina sinceramente en la luz de la conciencia auténtica, en la fortaleza de la humildad esperanzada y en la donación de sí en el servicio del amor fraterno, o en términos explícitamente cristianos, sólo si se camina en la fe, la esperanza y la caridad.

 

Esta actitud es coherente con la espiritualidad del martirio, en que la muerte se descubre como paso triunfal a la vida eterna. Lo que triunfa es el amor desconcertante de quien confía absolutamente en la bondad de Dios, y sabe que ese amor total y definitivo es capaz de vencer el odio y la muerte y capaz de llevar al hombre a la vida que no pasa, a la comunión con Dios vivo.

 

Pasó el nazismo, pasó el fascismo, pasó el esplendor del marxismo, sabemos que han de pasar el suficiente y pragmático olvido de Dios, la muerte del hombre, el ocaso de la razón, el fin de la verdad, y tantos otros males. No pasó ni pasará la justicia y el amor de los justos que permanecen para siempre. El que amó, triunfó para siempre. La última palabra de la historia será la gloria del amor y de la paz de Dios, así como la primera fue el amor gratuito de la creación. Mientras tanto, en el correr del tiempo, tiene la palabra el hombre con su sabiduría y su libertad, capaz de bien, aunque amenazado por el mal.

Para explicar la permanencia del bien y del mal en la historia, Juan Pablo nos dice en el libro que acabamos de citar: “Cómo nazca y se desarrolle el mal en el terreno del bien, es un misterio. También es una incógnita esa parte de bien que el mal no ha conseguido destruir y que se difunde a pesar del mal, creciendo incluso en el mismo suelo. Surge de inmediato la parábola evangélica del trigo y la cizaña [20] . Cuando los siervos preguntan al dueño: ¿Quieres que vayamos a arrancarla?, él contesta de manera muy significativa: “No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega” [21] .

 


[1] Cfr. Suma Teológica, I, q.2, a.3.

[2] Plotino, 1° Enneada, 8° tratado, c.5.

[19] San Agustín, Civ. Dei 14,28.

[20] Cfr. Mt. 13, 24-30.

[21] Juan Pablo II, Memoria e Identidad, 3° edición argentina, 2005, p. 14.

 

 

 

(del escrito de M. Estanislao E. Karlic : La presencia del mal en el mundo y en la Argentina, perspectiva teológica – leer completo en este enlace)

 

viernes, 6 de agosto de 2021

Juan Pablo II, el teólogo de la montaña – Alberto Maria Careggio

 




Desde el primer instante de su elección, Juan Pablo II se presento inmediatamente como un Papa con un estilo nuevo.  ¡Cómo no recordar el modo de alzar los brazos, de saludar a la multitud, sus palabras…cuando se asomo al balcón de la basílica vaticana en la tarde de aquel 16 de octubre de 1978!  Todo daba a entender que el suyo seria un pontificado particular.

Su modo de relacionarse con el mundo contemporáneo no le hizo perder nada de su propia autoridad, ni renunciar a la misión de pastor universal, ejerciendo así su pontificado de manera coherente, con tal claridad, linealidad, fidelidad al Evangelio, que se ha convertido en uno de los pontificados más grandes de nuestro tiempo.

La originalidad del magisterio de Juan Pablo II puede ser vista en el haber hecho emerger, con inusual participación, las características de una espiritualidad del “tiempo” que, iluminado por el misterio de la Encarnación, es “lugar teológico” en el que confluyen con prodigiosa intensidad tanto su pasión por Cristo, como su pasión por el hombre, tanto la historia divina como la humana.

Esto explica como la fidelidad a Jesucristo, en el presente de cada dia, se haya expresado en Juan Pablo II por medio de un inevitable empeño contra toda fuerza que impida al hombre el desarrollo armonioso de todas sus potencialidades. Todo esto había adquirido las connotaciones de un movimiento cada vez más intenso de elevación espiritual que encontró sea en el joven sacerdote de Cracovia que después en el Papa alpinista, una representación simbólica en las ascensiones a las montañas. En efecto, tal como escalaba las cimas, siempre afrontadas con intensa fuerza de ánimo, de la misma manera y con similar determinación sabia afrontar también los problemas del mundo y medir su límite físico personal, incluida su última enfermedad y muerte.

Entre los varios atributos que le fueron adjudicados, como el “Santo guerrero”, el “Papa no global”, “el atleta de Dios”, el “Maestro universal”, “el Catequista del mundo”, “El grande”, ”El alumno de la resurrección”, por no citar aquellas más comunes, a mi me gusta definirlo como “Hombre de las altas cumbres”, o como “Teólogo de la montaña”, tan intensa permanece en la memoria de la gente su figura en los hielos de nuestros Alpes.

Dio la vuelta al mundo su mirar al infinito desde le Monte Blanco, el macizo más alto de Europa, al igual que su caminar por las montañas con paso seguro y pausado, su fijar su mirada en las altas cimas, sobre los hielos fulgurantes y detenerse, mas para interiorizar las emociones que para conceder un breve respiro al cansancio.

A la vocación de “elevarse hacia lo alto”, Juan Pablo II siempre respondió con energía y coraje, tan abierto estaba al estupor de aquella belleza divina que se manifiesta tanto en lo Creado como en el corazón de cada hombre. Inmerso totalmente en Dios, sus ascensiones eran las de un verdadero místico y creo que, en el cansancio físico, podría pensar ante todo en el esfuerzo que se requiere para distanciarse de las frivolidades engañosas de este mundo.

La suya fue, en consecuencia, una respuesta a la necesidad de sentido que surge siempre en el corazón del hombre contemporáneo. En las estadas alpinas, adquirían particular fuerza las invitaciones a superar cualquier tentación al abandono, al achatamiento nivelador del así llamado “pensamiento débil”, incapaz de dar respuestas y significado al vivir y al morir.

Toda la vida de Juan Pablo II ha sido, por lo tanto, un desafío contra cierta forma de pensar o actuar moderno que propone, con frecuencia, horizontes mezquinos, cuando, presos del materialismo, no se sabe o no se quiere fijar la mirada mas allá de los confines de la tierra. En tal sentido, el, que solía decir que “en las montañas el ojo no se sacia de admirar, ni el corazón de ascender mas allá”, llamo a abrir las puertas a Cristo, a los jóvenes a descubrir las ascensiones del espíritu, a los esposos a abrirse al gozo de la vida y de la familia, a los ancianos a pasar de la vida a la vida, a los enfermos y a los que sufren a subir a la cima del Calvario, sabiendo y recordando que habrán de confrontarse con la cruz.

 

(De Totus Tuus 1/2011- Alberto Maria Careggio: Juan Pablo II, el teólogo de la montaña)

jueves, 5 de agosto de 2021

Creer - Que es creer?

 


El miércoles 13 de marzo de 1985 el Papa Juan Pablo II dio comienzo a  una serie de diez catequesis sobre las profesiones de la fe, “simbolos de fe” , todas ellas fuertemente enraizadas en la Constitución dogmatica Dei Verbum   (Concilio Vaticano II)  los Concilios anteriores y,  naturalmente,  las Sagradas Escrituras  - “deposito inmutable de la Palabra de Dios” (Antiguo y Nuevo Testamento).  

En la primera de las “citas” explicaba  el significado de las profesiones de la fe cristiana, su antiquísimo origen y su “renovación” después del Concilio Vaticano II.  

“Los símbolos de fe son el principal punto de referencia para la presente catequesis. Pero ellos nos remiten al conjunto del "depósito de la Palabra de Dios", constituido por la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica, del que son una síntesis conocida. Por esto, a través de las profesiones de fe nos proponemos remontarnos también nosotros a ese "depósito" inmutable, guiados por la interpretación que la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, ha dado de él en el curso de los siglos.”

En la segunda catequesis titulada    El hombre puede llegar con la razón al conocimiento de Dios”  el Papa, entre otros,  explicaba que  “Antes de pronunciar su "credo", el hombre posee ya algún concepto de Dios que obtiene con el esfuerzo de la propia inteligencia.

En la terceracatequesis que trataba sobre  "Dios que se revela es la fuente de la fe del cristiano",   Juan Pablo II, fiel discípulo del Concilio Vaticano II explicaba:    (…)  Nuestro punto de partida en la catequesis sobre Dios que se revela sigue el texto del Concilio Vaticano II: "Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9) : por Cristo, la palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina (cf. Ef 2, 18; 2 Pe 1, 4). En esta revelación, Dios invisible, movido por amor, habla a los hombres como amigos (cf. Ex 33, 11; Jn 15, 14-15), trata con ellos (cf. Bar 3, 38)para invitarlos y recibirlos en su compañía". (Dei Verbum, 2).

En la cuarta catequesis (Jesucristo es el cumplimiento definitivo del misterio de Dios que se revela) el Papa el Papa, citando  (Dei Verbum, 4). nos guia hacia el misterio de la Revelacion “La fe como respuesta del hombre a la palabra de la divina Revelación entró en la fase definitiva con a la venida de Cristo, cuando "al final" Dios "nos habló por medio de su Hijo" (Heb 1, 1-2)…. " Creer en sentido cristiano quiere decir acoger la definitiva auto-Revelación de Dios en Jesucristo, respondiendo a ella con un "abandono en Dios", del que Cristo mismo es fundamento, vivo ejemplo y mediador salvífico.

En la Audiencia Generalel 10 de abril de 1985  (quinta catequesis)  "Con la fe el hombre, ayudado por la gracia sobrenatural, responde de modo original a la “auto-revelación” de Dios"  … la fe es una respuesta particular del hombre a la Palabra de Dios que se revela a Sí mismo hasta la revelación definitiva en Jesucristo. .. "Abandonándose totalmente a Dios", como respuesta a su auto-revelación, el hombre participa en esta verdad. De tal participación toma origen una nueva vida sobrenatural, a la que Jesús llama "vida eterna" (Jn 17, 3) y que, con la Carta a los Hebreos, puede definirse "vida mediante la fe": "mi justo vivirá de la fe" (Heb 10, 38).

En la Audiencia General del 17 de abril de 1985  (sexta catequesis) Juan Pablo II continua explicando aquella “originalidad”, siempre respaldado por los documentos del Concilio Vaticano II :  (…) 1. Si la originalidad de la fe consiste en el carácter de conocimiento esencialmente sobrenatural, que le proviene de la gracia de Dios y de los dones del Espíritu Santo, igualmente se debe afirmar que la fe posee una originalidad auténticamente humana. En efecto, encontramos en ella todas las características de la convicción racional y razonable sobre la verdad contenida en la divina Revelación. Esta convicción —o sea, certeza— corresponde perfectamente a la dignidad de la persona como ser racional y libre. Sobre este problema es muy iluminadora, entre los documentos del Concilio Vaticano II, la Declaración sobre la libertad religiosa que comienza con las palabras: "Dignitatis humanae 

En la séptima catequesis, siempre enraizada en el Concilio Vaticano II habla de la La transmisión de la Revelación divina  del “sagrado deposito” , del que la Iglesia toma comunicándonos sus contenidos.  Como dice el Concilio Vaticano II: "Esta Sagrada Tradición con la Sagrada Escritura de ambos Testamentos, son el espejo en el que la Iglesia peregrina contempla a Dios, de quien todo lo recibe, hasta el día en que llegue a verlo cara a cara, como El es (cf. 1 Jn 3, 2)" (Dei Verbum , 7).

En la octava catequesis "La inspiración divina de la Sagrada Escritura y su interpretación", respaldado nuevamente en la Constitucion conciliar  Dei Verbum;  nos recuerda el significado de"creer". Creer de modo cristiano significa precisamente: ser introducidos por el Espíritu Santo en la verdad plena de la divina Revelación. Quiere decir: ser una comunidad de fieles abiertos a la Palabra del Evangelio de Cristo. Una y otra cosa son posibles en cada generación, porque la viva transmisión de la divina Revelación, contenida en la tradición y la Sagrada Escritura, perdura íntegra en la Iglesia, gracias al servicio especial del Magisterio, en armonía con el sentido sobrenatural del Pueblo de Dios.

Enla novena Juan Pablo II,  nos aclara  que :    La Constitución conciliar explica así la relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento: "Dios es el autor que inspira los libros de ambos Testamentos, de modo que el Antiguo encubriera el Nuevo, y el Nuevo descubriera el Antiguo" (según las palabras de San Agustín: "Novum in Vetere latet, Vetus in Novo patet."). "Pues, aunque Cristo estableció con su sangre la Nueva Alianza (cf. Lc 22, 20; 1 Cor 11, 25), los libros íntegros del Antiguo Testamento, incorporados a la predicación evangélica, alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el Nuevo Testamento (cf. Mt 5, 17; Lc 24, 27; Rom 16, 25-26; 2 Cor 3, 14-16) y a su vez lo iluminan y lo explican" (Dei Verbum, 16).

La decima habla del contenido del Nuevo testamento  y concluye esta serie de catequesis diciendo:  Creer de modo cristiano significa aceptar la auto-revelación de Dios en Jesucristo, que constituye el contenido esencial del Nuevo Testamento. Nos dice el Concilio: "Cuando llegó la plenitud de los tiempos (cf. Gal 4, 4), la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros llena de gracia y de verdad (cf. Jn 1, 14). Cristo estableció en la tierra el reino de Dios, se manifestó a Si mismo y a su Padre con obras y palabras, llevó a cabo su obra muriendo, resucitando y enviando al Espíritu Santo. Levantado de la tierra, atrae todos hacia Sí (cf. Jn 12, 32), pues es el único que posee palabras de vida eterna" (cf. Jn 6, 68) (Dei Verbum, 17). "De esto dan testimonio divino y perenne los escritos del Nuevo Testamento" (Dei Verbum, 17). Y por lo mismo constituyen un particular apoyo para nuestra fe.