Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 19 de julio de 2022

Eucaristia, el verdadero centro de la vida del Papa Wojtyla – Slawomir Oder

 


«Dejadme arrodillar. Aquí está Jesus». Con estas palabras, una persona muy cercana a Juan Pablo II recordaba la última procesión del Corpus Domini en la que participó el Pontífice antes de volver a la casa del Padre.

Su cuerpo estaba gravemente probado por la enfermedad que progresaba, su palabra era a veces difícil de entender, pero su mirada penetrante, profunda, iluminada por la luz de la fe permanecía atenta y vigilante en la presencia del Señor. No quería, no podía permanecer sentado ante Jesus Eucaristía, desbaratando así el plan de los premurosos ceremonieros que, teniendo en cuenta la debilidad física del Papa, habían preparado un sillón para que, sentado, acompañase, con un poco menos de dolor, la procesión hasta la basílica de Santa Maria la Mayor.

Es una imagen simbólica, como lo es la del último Vía Crucis que recuerda a Juan Pablo II agarrado a la Cruz, icono de su pontificado: de rodillas, ante el Maestro presente en le Santísimo Sacramento. ¡La Eucaristia, centro de su vida”.

Como no recordar la mesita en la capilla de la casa del obispo en la calle Franciszkanska en Cracovia, su “despacho privado” , donde trabajaba, oraba, tomaba decisiones de gobierno, donde sentía el latido del corazón de Cristo y donde hacia crecer y perfeccionar su amor al Señor!. En su libro ¡Alzaos, Vamos! Recordaba en este modo aquel lugar: «La capilla en casa, tan cerca, que era suficiente alargar la mano para alcanzarla, es el privilegio del obispo, pero es para él, al mismo tiempo, un gran compromiso. La capilla está tan cerca para que en la vida del obispo todo – la predicación, las decisiones, la pastoral – tenga inicio a los pies de Cristo, escondido en el Santísimo Sacramento»

¡De rodillas, o muchas veces postrado en tierra, ante el Señor! Hay algo particularmente auténtico y conmovedor en esta actitud, en este movimiento espiritual del hombre al mismo tiempo cercano a la gente y propenso hacia la trascendencia de Dios: una tensión constante por llevar a todos los que tenia en su corazón hacia Aquel que es el termino ultimo de todo ser viviente punto de encuentro y de unidad del género humano.

No debe, pues, sorprender que la Eucaristia haya sido centro de la vida de Juan Pablo II y el maravilloso prisma a través del cual escrutaba al hombre, a la Iglesia, la historia del mundo.

No puede no llamar la atención que su última encíclica esté dedicada a este tema tan vital: Ecclesia de Eucharistia.  ¡Es casi como su testamento, la entrega a la Iglesia de lo que consideraba mas precioso, de lo que constituía el hilo conductor de su entera existencia, el ardor de su empuje misionero, la determinación de su compromiso ecuménico, la esencia de su sacerdocio!

La celebración eucarística era para el la medida suprema de ladeuda de amor que le hombre, viviendo un estilo de vida eucarístico, puede intentar de restituir en un acto de amor y de justicia. Habla de ello en el libro Don y Misterio«En la Eucaristía, Cristo devuelve al Padre todo lo que de Él proviene. Se realiza así un profundo misterio de justicia por parte de la creatura hacia el Creador. Es necesario que el hombre haga honor al Creador ofreciendo, con un acto de agradecimiento y de alabanza, todo lo que de Él ha recibido. El hombre no puede perder el sentido de esta deuda, que él solamente, entre todas las otras realidades terrestres, puede reconocer y saldar como creatura hecha a imagen y semejanza de Dios.»

Toda la vida de Juan Pablo II, hombre y sacerdote, fue un acto de justicia realizado con la fuerza del amor. «Debitor factus sum», como anotaba al inicio de su pontificado. Esta profunda espiritualidad eucarística no podía pasar inobservada a quien tenía la posibilidad de frecuentarlo y ha dado de ello un testimonio autorizado. Durante el encuentro con los fieles en ocasión del Ángelus, recordando la figura de su predecesor, el Papa Benedicto XVI  decía asi: «Con cuanta devoción celebraba la santa Misa, centro de sus jornadas. Y cuanto tiempo transcurría en adoración, silencioso, ante el Sagrario! En los últimos meses, la enfermedad lo asemejo cada vez más a Cristo doloroso. Impresiona pensar que, en la hora de la muerte, el haya unido el ofrecimiento de la propia vida a la de Cristo en la Misa que se celebraba junto a su lecho (Ángelus 4/9/2005) .  

Meditando sobre su unión con la Eucaristía, Juan Pablo II indicaba en esa la clave de lectura para descubrir el sentido de lo que acontece en la vida del hombre y el horizonte de esperanza para quien inicia el camino fascinante del “Mysterium fidei”, con el que el sacerdote invita a los fieles después de las palabras de la transubstanciación en la celebración de la Santa Misa, haciendo realmente presente al Señor en medio de su Iglesia: « Hablo de esto desde le lugar al que me ha conducido el amor de Cristo Salvador – explica Juan Pablo II – pidiéndome salir de mi tierra para llevar, a todas partes, fruto con su gracia, un fruto destinado a permanecer (Jn 15,16).Haciéndome eco de las palabras de nuestro Maestro y Señor, repito pues a cada uno de vosotros  [Alzaos, vamos! Caminemos fiándonos de Cristo Será Él quien nos acompañe en el camino, hasta la meta que solo El conoce»,

Slawomir Oder, Postulador de la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II (Publicado en Totus Tuus, revista de la Postulacion, Nr 6, Dic 2010/Enero 2011)

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