Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 7 de diciembre de 2022

El autentico valor de las vacaciones

 


(…)  de vez en cuando, todos tenemos necesidad de un largo período de descanso físico, psicológico y espiritual. Sobre todo para quien vive en las grandes ciudades, es importante sumergirse durante algún tiempo en la naturaleza…. También yo me trasladaré a las montañas del Valle de Aosta para pasar unos días de distensión y descanso.

Para que las vacaciones sean de verdad vacaciones y proporcionen un auténtico bienestar, es preciso que en ellas la persona encuentre un buen equilibrio tanto consigo misma, como con los demás y con el medio ambiente. Esta armonía interior y exterior es la que regenera el alma y devuelve las energías al cuerpo y al espíritu.

Uno de los valores de las vacaciones es el de reunirse, estar con los demás de modo desinteresado, por el placer de la amistad y de compartir momentos serenos. Sin embargo, conociendo el espíritu humano y los condicionamientos de la sociedad de consumo, quisiera sugerir, especialmente a los jóvenes, que hagan vacaciones sanas, es decir, que sean de sana evasión, evitando transgresiones perjudiciales para su propia salud y para la de los demás. De lo contrario, se acaba por perder tiempo y recursos, y por volver de las vacaciones tan anheladas sin ningún beneficio. Evadirse puede resultar útil, pero a condición de que no se evada de los sanos criterios morales y tampoco del debido respeto a la propia salud.

El derecho a tomar vacaciones no debe llevarnos a olvidar a los que, por diversas razones, no pueden salir de su ambiente ordinario, pues se lo impiden motivos de edad, salud o trabajo, por falta de dinero o por otros problemas. Durante el verano son mucho más necesarios ciertos servicios públicos de suma importancia, como resulta muy valiosa la presencia de voluntarios, que dedican su atención a las personas más solas.

A María santísima quisiera encomendarle hoy las vacaciones de todos, para que sean serenas y provechosas; pero también el verano de cuantos no podrán tener vacaciones, para que, de cualquier modo, sea un tiempo de distensión, amenizado por la presencia de personas amigas y también por momentos de alegría.

(Juan Pablo II Angelus, 6 de  julio de 1997)

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