La fiel y firme trayectoria mariana de Karol Wojtyla/Juan Pablo II fue marcada desde los años de su niñez, cuando después de la muerte de su madre, fue su padre quien le guio por los caminos de su amor a Maria, para que encontrara en ella su consejera, aliada y mediadora en momentos tristes y trágicos de su historia. Sus primeros pasos fueron ante el altar a Nuestra Señora del Socorro en su parroquia y el Santuario carmelita “sobre la colina” como el lo llama.
Le siguieron luego Kalwaria Zebrzydowska, el Santuario de los hermanos paulinos, a tan poca distancia de su natal Wadowice , destino mariano de peregrinación de toda la nación, que más tarde quedaría sellado de por vida por su fuerte vinculo a ese lugar santo de los polacos: el Santuario de su Reina y Madre de Jasna Gora.
Con ocasión de la primera visita a su patria como Pontífice el Papa Juan Pablo II recalco en breves palabras en su homilía del 4 de junio de 1979 en el Santuario la indisoluble unión de Polonia con su Madre y Reina. “La historia de Polonia se puede escribir de diversos modos; especialmente la de los últimos siglos se puede interpretar en clave diversa. Sin embargo, si queremos saber cómo interpreta esta historia el corazón de los polacos, es necesario venir aquí, es necesario sintonizar con este santuario, es necesario percibir el eco de la vida de toda la nación en el corazón de su Madre y Reina.”
Ese amor a Maria ya desde sus jóvenes años se extendería como lazo natural a su Hijo como el mismo le confiaba a Vittorio Messori en Cruzando el Umbral de la Esperanza, en un capitulo (XXXII) que es una especie de pequeño compendio de su vida mariana.
Alli explica el sentido de la devoción y el significado de su Totus Tuus, formula que – como el decía “no tiene solamente un carácter piadoso, no es una simple expresión de devoción: es algo más. La orientación hacia una devoción tal se afirmó en mí en el período en que, durante la Segunda Guerra Mundial, trabajaba de obrero en una fábrica. En un primer momento me había parecido que debía alejarme un poco de la devoción mariana de la infancia, en beneficio de un cristianismo cristocéntrico. Gracias a san Luis Grignon de Montfort comprendí que la verdadera devoción a la Madre de Dios es, sin embargo, cristocéntrica, más aún, que está profundamente radicada en el Misterio trinitario de Dios, y en los misterios de la Encarnación y la Redención.
Así pues, redescubrí con conocimiento de causa la nueva piedad mariana, y esta forma madura de devoción a la Madre de Dios me ha seguido a través de los años: sus frutos son la Redemptoris Mater y la Mulieris dignitatem.
Respecto a la devoción mariana, cada uno de nosotros debe tener claro que no se trata sólo de una necesidad del corazón, de una inclinación sentimental, sino que corresponde también a la verdad objetiva sobre la Madre de Dios. María es la nueva Eva, que Dios pone ante el nuevo Adán-Cristo, comenzando por la Anunciación, a través de la noche del Nacimiento en Belén, el banquete de bodas en Caná de Galilea, la Cruz sobre el Gólgota, hasta el cenáculo del Pentecostés: la Madre de Cristo Redentor es Madre de la Iglesia.
El Concilio Vaticano II da un paso de gigante tanto en la doctrina como en la devoción mariana. No es posible traer aquí ahora todo el maravilloso capítulo VIII de la Lumen gentium, pero habría que hacerlo. Cuando participé en el Concilio, me reconoci a mí mismo plenamente en este capítulo, en el que reencontré todas mis pasadas experiencias desde los años de la adolescencia, y también aquel especial ligamen que me une a la Madre de Dios de forma siempre nueva. La primera forma, la más antigua, está ligada a las visitas durante la infancia a la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en la iglesia parroquial de Wadowice, está ligada a la tradición del escapulario del Carmen, particularmente elocuente y rica en simbolismo, que conocí desde la juventud por medio del convento de carmelitas que se halla «sobre la colina» de mi ciudad natal. Está ligada, además, a la tradición de las peregrinaciones al santuario de Kalwaria Zebrzydowska, uno de esos lugares que atraen a multitudes de peregrinos, especialmente del sur de Polonia y de más allá de los Cárpatos. Este santuario regional tiene una particularidad, la de ser no solamente mariano, sino también profundamente cristocéntrico. Y los peregrinos que llegan allí, durante su primera jornada junto al santuario de Kalwaria practican antes que nada los «senderos», que son un Viacrucis en el que el hombre encuentra su sitio junto a Cristo por medio de María.
La Crucifixión, que es también el punto topográficamente más alto, domina los alrededores del santuario. La solemne procesión mariana, que tiene lugar antes de la fiesta de la Asunción, no es sino la expresión de la fe del pueblo cristiano en la especial participación de la Madre de Dios en la Resurrección y en la Gloria de su propio Hijo. Desde los primerisimos años, mi devoción mariana estuvo relacionada estrechamente con la dimensión cristológica. En esta dirección me iba educando el santuario de Kalwaria.
Un capítulo aparte es Jasna Góra, con su icono de la Señora Negra.
La Virgen de Jasna Góra es desde hace siglos venerada como Reina de Polonia. Éste es el santuario de toda la nación. De su Señora y Reina la nación polaca ha buscado durante siglos, y continúa buscando, el apoyo y la fuerza para el renacimiento espiritual. Jasna Góra es lugar de especial evangelización. Los grandes acontecimientos de la vida de Polonia están siempre de alguna manera ligados a este sitio; sea la historia antigua de mi nación, sea la contemporánea, tienen precisamente allí su punto de más intensa concentración, sobre la colina de Jasna Góra.
Cuanto he dicho pienso que explica suficientemente la devoción mariana del actual Papa y, sobre todo, Su actitud de total abandono en María, ese Totus Tuus.”
Otro destino mariano por excelencia, ya como sacerdote, obispo y arzobispo fue el tan querido Santuario de Piekary y las majestuosas peregrinaciones que se sucedían año a año durante el mes de mayo.
Invito visitar posts etiquetados Marianas
No hay comentarios:
Publicar un comentario