La experiencia vivida con el Santo Padre y con la
juventud de todo el mundo en el mes de agosto de 1989 ha
dejado una huella imborrable en la ciudad y en la archidiócesis de Santiago.
Aquello fue, como había definido el entonces arzobispo Mons. Rouco, “el Pentecostés
de Compostela”. Más de medio millón de jóvenes! Puede decirse que se encontró con
la juventud más pura y alegre del mundo, con la nota sorprendente de todas las
fuerzas del orden en ocio completo: nadie podía imaginarse la carencia absoluta
de todo incidente.
La impresión de tan desbordada concurrencia de jóvenes,
arrancó de labios de Mons. Rouco la frase más feliz: “Palidecen las mejores
páginas del Calixtino”. Se refería al famoso códice del siglo XII, atribuido al
Papa Calixto II, en el que se describen las grandes concentraciones de
peregrinos en la basílica Compostelana en los siglos XI y XII.
El escenario elegido fue el Monte del Gozo, lugar
donde los antiguos peregrinos saltaban de júbilo al divisar las torres de la
Catedral. En esta ocasión el monte recobró definitivamente su sentido, tras
laboriosos trabajos de acomodación: expropiaciones, rampas, edificios pensados
para la acogida de los peregrinos….
La jornada se vio precedida de una semana intensa de
preparaciones, repartidos los jóvenes por distintos centros: coloquios,
lecciones, celebraciones litúrgicas. El lema señalado por el Papa: “Yo soy el
Camino, la verdad y la vida” fue expuesto y meditado con gran provecho
espiritual.
Sabido es que el Papa Juan Pablo II era un poderoso
imán para atraer multitudes y especialmente de jóvenes. El Papa mantenía entonces
el mismo vigor y agilidad juvenil que había mostrado en su primera venida a
Santiago siete años antes. A esta fuerza de atracción del papa correspondió la preparación
esmeradísima de todos los detalles. A D. Salvador Domato, hoy canónigo de la
Catedral y Protonotario Apostólico, corresponde el mérito principal de la
inmensa tarea preparatoria.
Refiriéndonos directamente a la presencia del Papa
recordamos vivamente su llegada como peregrino, desde el convento de San
Francisco a pie hasta la fachada del Obradoiro, bordón en mano y con la parda
esclavina de los peregrinos. “Vengo comoun peregrino más, dijo ya al comienzo de su primer discurso, dispuesto aanunciar a Cristo, camino, verdad y vida”.
Antes de reunirse en el Monte del Gozo con los jóvenes
tuvo el gesto humanísimo de un primer encuentro con los enfermos incapacitados para caminar. Fue quizás el más bello discurso: “El Calvario es la colina de la
verdadera alegría…”. Vosotros, imágenes vivas de Cristo doliente”.
La Vigilia con los jóvenes en el Monte del Gozo, tuvo un desarrollo literario y musical bellísimo. El largo discurso del Papa
fue, naturalmente, lo principal, centrado en los tres puntos del lema: Camino,
Verdad, Vida. La inmensa mayoría de los jóvenes permaneció luego en el monte a la espera de la celebración
eucarística con el Papa. Llegó cuando salían los primeros rayos del sol, e improvisó,
de cara a los jóvenes, una bellísima salutación, haciendo que dirigiesen los
ojos hacia el astro rey para referirse a Jesucristo, sol de gloria.
La Eucaristía fue el punto final. Amanecer de medio millón de corazones de oro,
orientados hacia el altar. Aquello fue una invasión plena de la presencia del Señor.
“Aquí, lo que sucedió – habría de repetir después reiteradamente el Arzobispo Rouco
– fue un encuentro de los jóvenes con Jesucristo”. El Pontífice en supeditación
fiel al gran Misterio, guiaba las mentes y los corazones a Jesucristo. Los jóvenes
peregrinos, como en un nuevo Emaús, sentían en la fe la presencia de Jesús al
partir el pan.
Cuando, terminada la misa, se dispersaban alegres y
ordenados, llevaban grabadas en los corazones las palabras del Papa en su homilía: “Resplandezca ante vosotros el rostro de
Dios, que se refleja en el rostro humano de Cristo, Redentor del hombre. Que
vuestros coetáneos, al contemplar vuestra peregrinación puedan exclamar con el
profeta: queremos ir con vosotros, pues hemos visto que Dios está con vosotros”.
Jose Maria Diaz
Totus Tuus, Boletín mensual de la Postulación de la Causa de Beatificación
y Canonización del Siervo de Dios Juan Pablo II, Nr. 3 marzo 2007, año II
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