Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 19 de junio de 2025

Karol Wojtyla y el Concilio Vaticano II – Remembranza y actualización – Santiago Madrigal SJ (2 de 4)





 (…)  - pagina 12 de la presentación-141 e la Revista de Teología citada al final.

b) La Constitución Lumen gentium, Ecclesia ad intra, y el principio de renovación Partimos de la consideración Ecclesia ad intra, si bien, como hemos de ver, este aspecto no se puede separar de la Ecclesia ad extra, ya que ambas dimensiones son en la mente del Concilio correlativas y complementarias. Ahora bien, la constitución sobre la Iglesia Lumen gentium es considerada como el documento principal, de modo que puede decirse, desde su contenido y del orden de sus capítulos, que “todos los documentos que forman el programa íntegro de la renovación (renovatio) se sitúan en torno a la constitución sobre la Iglesia, en torno a su contenido doctrinal”.24 Esta renovación que brota de la realidad misma de la Iglesia concierne a obispos, sacerdotes, religiosos y seglares. A partir de la constitución sobre la Iglesia se establecen una serie de relaciones decisivas: en primer lugar, con la constitución sobre la liturgia, Sacrosanctum Concilium, que pone de manifiesto la realidad de la Iglesia-misterio y la Iglesia-pueblo de Dios, con su sacerdocio universal y su sacerdocio ministerial o jerárquico. En segundo lugar, el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, Ad gentes, enlaza con el comienzo de la constitución sobre la Iglesia, que empieza hablando de las misiones divinas y pone a toda la Iglesia en estado de misión, “hacia fuera”, pero precisamente “desde dentro”, desde su vitalidad interior: la acción misionera brota de la Iglesia-misterio, y se convierte en tarea de todo el pueblo de Dios, pastores, laicos y religiosos. La misión histórica de la Iglesia pone a la constitución sobre la Iglesia en conexión con el decreto sobre los medios de comunicación social, Inter mirifica. El capítulo III de la constitución Lumen gentium guarda relación con el decreto sobre el oficio pastoral de los obispos, Christus Dominus, que contiene las aplicaciones prácticas de la doctrina de la colegialidad. Este mismo capítulo introduce la realidad de los diáconos y de los presbíteros. Además, tanto el decreto sobre la formación sacerdotal, Optatam totius, como el dedicado al ministerio y vida de los presbíteros, Presbyterorum ordinis, guardan un vínculo orgánico con este capítulo de la constitución sobre la Iglesia. El capítulo IV, que está dedi cado al laicado, establece la base doctrinal para el decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado seglar. Este documento guarda una cierta afinidad con la declaración sobre la educación cristiana, Gravissimum educationis. Finalmente, el capítulo sexto, dedicado a los religiosos, mantiene una estrecha relación con el decreto Perfectae caritatis, que exhibe la fórmula clave de la renovación (accommodata renovatio), aggiornamento, puesta al día25. Y apostilla: “La renovación es, pues, un entendimiento nuevo, una nueva visión de la eterna verdad revelada. Ante todo la renovación es teología porque ella instituye una nueva madurez de la lectura del Evangelio y de su mensaje”.26 El término «renovación» tiene un doble sentido: las transformaciones de lo antiguo a lo nuevo o la iniciativa de un comienzo de algo que aparentemente no tiene pasado, como si se tratara del descubrimiento de un tesoro. Wojtyla enumeraba varios ejemplos de esta renovación y en este doble sentido de la palabra: “La enseñanza sobre la participación de todo el pueblo de Dios en la misión sacerdotal, profética y regia de Cristo, las enseñanzas sobre la colegialidad, sobre la Iglesia in statu missionis”.27 Estas observaciones son importantes para iluminar el significado de su libro La renovación en sus fuentes, del que nos ocuparemos enseguida. En la terminología conciliar el sustantivo “renovación” va acompañado del adjetivo “acomodada”, es decir, se ajusta al grado de conciencia alcanzado por la Iglesia gracias al Concilio. Pero esta renovación ad intra es inseparable de una acomodación ad extra, que abre la puerta a la consideración de otros documentos conciliares, empezando por el decreto sobre el ecumenismo y siguiendo por la definición de la actitud de la Iglesia hacia el mundo contemporáneo.

 

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