El
último Jueves Santo antes de su partida el Beato Juan Pablo II le regalaba a los sacerdotes su habitual (y última) Carta,
tal como lo venía haciendo desde elcomienzo de su pontificado; la primera en 1979, las excepciones en 1980 y
2003 (*)
Era
el Año de la Eucaristía y la Carta la enviaba desde el Policlínico Gemelli, “enfermo entre
los enfermos, uniendo en la Eucaristía mi sufrimiento al de Cristo.”
Esa última Carta a los sacerdotes “el Jueves Santo, día del amor de Cristo llevado « hasta el extremo » (Jn 13, 1), día de la Eucaristía, día de nuestro sacerdocio” terminaba con un apartado en dos párrafos dedicados a su amadísima Madre Maria y a su estrecha relación con la Eucaristía.
“ Como he recordado en la Encíclica Ecclesia de Eucharistia (cf. nn. 53-58), la Santísima Virgen tiene una relación muy estrecha con la Eucaristía. Lo subrayan, aun en la sobriedad del lenguaje litúrgico, todas las Plegarias eucarísticas. Así, en el Canon romano se dice: «Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor». En las otras Plegarias eucarísticas, la veneración se transforma en imploración, como, por ejemplo, en la Anáfora II: «Con María, la Virgen Madre de Dios [...], merezcamos [...] compartir la vida eterna».
Al insistir en estos años, especialmente en la Novo millennio ineunte (cf. nn. 23 ss.) y en la Rosarium Virginis Mariae (cf. nn. 9 ss.), sobre la contemplación del rostro de Cristo, he indicado a María como la gran maestra. En la encíclica sobre la Eucaristía la he presentado también como «Mujer eucarística» (cf. n. 53). ¿Quién puede hacernos gustar la grandeza del misterio eucarístico mejor que María? Nadie cómo ella puede enseñarnos con qué fervor se han de celebrar los santos Misterios y cómo hemos estar en compañía de su Hijo escondido bajo las especies eucarísticas. Así pues, la imploro por todos vosotros, confiándole especialmente a los más ancianos, a los enfermos y a cuantos se encuentran en dificultad. En esta Pascua del Año de la Eucaristía me complace hacerme eco para todos vosotros de aquellas palabras dulces y confortantes de Jesús: « Ahí tienes a tu madre » (Jn 19, 27).
El jueves Santo del 2003 la Encíclica Ecclesia de Eucharistia sobre la Eucaristía en su relación con la Iglesia.
Su última Carta a los sacerdotes fue efectivamente en el 2005 – Año de la Eucaristía, pero además al Año de la Eucaristía octubre 2004/octubre 2005 había dedicado su Carta ApostólicaMane Nobiscum Domine dirigida al Clero y a los fieles.
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